No sabía de qué estaba hablando. Hasta que Blair se sonrojó cuando Bones se acercaba.
—Hola, extraño. Justamente le platicaba de ti a mi nueva amiga, Tate.
Bones le pidió algo a Anneke y ella asintió sirviéndole una botella y un vaso vacío.
—Nena, ella no durará mucho tiempo, no te ilusiones con ella.
Así que Alexander era Bones.
Lo curioso era ver a ese gran hombre siendo intimidado por una chica como Blair. Parecían enamorados, pero era un amor tóxico, lleno de dolor. Lo podía ver en sus rostros. Aunque ese no era mi problema.
Blair bailarina.
Bones un sádico.
Además de que era también su jefe.
¿Acaso ella se follaba a los tres amigos del Cielo?
—No seas grosero, la cuidaremos. ¿Cuántos años tienes, Tate?
—Tengo veinti… cuatro—no iba a mentir.
Bones me miraba con sospecha. Él no confiaba en mí.
—¿No tienes que trabajar? —me dijo con mala cara. Blair le dio un codazo.
—No seas grosero.
Bones le dio una palmada en el culo a Blair que la ruborizó. Sí, lo de ellos era raro.
Bones sin dejar de mirarme, tomó a Blair del cuello y la hizo que se girara hacia él.
—Vamos al privado—le pidió.
—Tengo un descanso de diez minutos. Debo regresar a bailar.
Bones hizo mala cara.
—De acuerdo.
El nudo que se había formado en su garganta. Era extraño, la forma en como no miraba a la chica que estaba cubriendo el descanso de Blair era increíble, como si le diera el suficiente respeto que se merecía.
A Bones no le gustaba el trabajo de Blair.
¿Se había enamorado y no soportaba la idea de ver a su chica bailar para otros?
—Oye tú, ¿Acaso no tienes trabajo? —me dijo.
No lo sé.
—Ha sido un placer conocerte, Blair.
—Nos veremos por ahí, Tate. Suerte con tu primer día.
Taylor me llevó hacia el interior del bar. Me explicaba donde estaban las bebidas. Debía mantener todo limpio, además de ordenado y ayudar en la barra. Para eso estaba Anneke, ella me explicaría todo. Y el nuevo chico, Travis. Quien había sido contratado el mismo día.
—Servirás, y una vez te familiarices, te enseñaré a hacer bebidas. A veces no nos damos abasto y esto es un caos. Por fin los villanos se dignaron en contratar a alguien más para el bar y no solo más putas.
Asentía con cada cosa que me decía Anneke. Parecía una chica un poco mayor que yo, pero muy madura.
Me había dicho que trabajaba en el El Cielo casi cuando lo abrieron.
—Lo manejaban Vill y Bones. William estaba pasando por un mal momento. Hasta que se instaló del todo.
—¿Mal momento? —le ayudaba a mover unas cajas de vasos de cristal nuevas.
—Sí, Viajaba de vez en cuando, cuando recién habían abierto el club. Pero él vivía en otra ciudad. ¿De dónde se conocen?
—Era profesor ¿No? —le dije.
Annake se detuvo.
—¿Cómo sabes eso?
—Él mismo me lo contó—era cierto—Cuando nos conocimos, además no es difícil de adivinar, tiene muchos libros en su oficina.
—Sí, Will es un gran tipo. Pero es un alma perdida. Somos mejores amigos. Para que lo sepas.
Eso me sorprendió.
—¿De verdad?
—Sí, todos lo somos. Cuido de esos bastardos como ellos de mí. ¿Cómo crees que acabé aquí con ellos? Además, no bailo, sirvo tragos. Las tangas no son lo mío.
Estaba confundida.
—Soy lesbiana.
—Ah, eso está bien.
—¿Lo eres tú? Solo para dejarlo claro y que esto no sea raro. Me pareces atractiva.
Me ruboricé.
Anneke se echó a reír.
—Estoy jodiendo contigo.
—No lo soy, lo siento.
—Has roto mi corazón—bromeó de nuevo. —Pero volviendo a lo otro ¿Por qué buscaste trabajo aquí? Todo el mundo vio el número que hiciste, incluso Will salió detrás de ti. ¿Se conocen de algún lugar?
¿William había ido detrás de mí? Eso no lo sabía.
Él me había seguido.
—Es una historia no tan larga. Dejé mi casa, Chicago, y vine a buscarme por decirlo así.
—Es un gran camino. ¿No será que hay algo más?
—Después de la muerte de mi hermano, no quise seguir en ese lugar.
—Oh, mierda. Lo siento mucho. ¿Puedo saber cómo murió?
Tragué duro, hablar de eso no era fácil para mí.
—Se suicidó.
—Doble mierda, lo siento, no es mi asunto.
—Está bien. Fue hace cuatro años. Cada día es peor o mejor como lo decida ver.
Anneke tomó mi mano y la apretó.
—Pues hiciste bien en venir. Aquí todos estamos jodidos, pero somos unidos.
Era raro ver eso en William. Parecía el jefe y todos le tenían mucho respeto.
—William es raro, ¿Sabes?
Anneke movió otras cajas, haciendo un ruido en el piso polvoso.
—Define raro. William Faulkner ha sufrido, todos lo hemos hecho, hasta tú sufres, huiste de casa, ese es tu duelo. Todos tenemos diferentes formas de cómo lidiar con nuestra mierda.
¿William Faulkner?
Ese era su nombre completo.
—Si le dices que yo te dije su nombre me mata.
—Es un buen nombre, incluso para alguien para él.
Anneke se detuvo y ladeó la cabeza.
—Con que eso es—dijo nada sorprendida—William dio la orden que te vigilaran, pero más bien siento que fue para cuidarte.
—¿Cómo podría? Ni siquiera me conoce tampoco me dijo que me daría el trabajo enseguida.
—Es así como es William. Nunca sabes una mierda. Él solamente actúa cuando tiene que hacerlo. Sabía que estarías aquí y regó la voz de que nadie te tocara o los mataría. En los años que llevo conociéndolo, nunca se ha molestado por cuidar de alguien, ni de sí mismo. ¿Por qué lo hace contigo?
Mierda.
Ni yo lo sabía.
—No lo sé, Anneke. —me imaginé esa mirada suya—La verdad no lo sé, pero estoy agradecida.
—Sí, sé lo que te pasó en ese bar de mierda. Para Will ver la vulnerabilidad de una mujer es la suya. Se vuelve un maldito loco.
—No lo sabía.
—Te daré un consejo, aunque no me lo pidas, una mierda, te lo daré.
Esperé lo que ya sabía.
—No pongas tus ojos en él. Está jodidamente dañado. Y saldrás lastimada. Lucifer no es un hombre al que tengas que salvar, nadie, ni Bones ni Vill que salvaron su vida, ni yo. Nadie ha podido descifrarlo. Pero solo te diré eso, cuídate. O saldrás lastimada.
Sonreí por lo bajo. En verdad se cuidaban entre sí.
Aquí había más amor que la que una vez vi en mi propia casa, y mucha lealtad. Pero se equivocaba en algo, no me interesaba William y mucho menos Lucifer, estaba por conocer a ambas caras de él, y ninguna me suponía interés. Si él estaba jodido, yo lo estaba más.
—Quizás sea él el que tenga que cuidarse ¿No crees?
Anneke me miró como si le sorprendiera mi franqueza.
—Joder sí, pero entonces nos tendrá. Siempre nos tiene.
—Me alegra saberlo.
Continuamos llevando los cristales a la barra, comenzaba a llenarse. Me prestó un delantal y fui a limpiar algunas mesas. Por momentos me daba cuenta que, William estaba observándome desde allá arriba.
Miré.
Como si atravesara los cristales me lo imaginé ahí. De pie, fumando o tomando su trago, con su mirada gris y llena de dolor como lo había descifrado Anneke.
Annake tenía razón.
Ambos teníamos que cuidarnos.
Capítulo
5
Tate
Pasaba casi la media noche. Y en El Cielo apenas comenzaba.
Anneke me había dado mi uniforme.
—Guardé estos extras por si tenía una compañera nueva—me había dicho. Me dio unos pantalones de cuero ajustados, un top negro como el de ella y todo lo que necesitaba para verme como una maldita rockera en este lugar.
—¿Me puedo quedar con mi chaqueta? —le pregunté.
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