Una línea muy delgada para cruzar.
—Soy William, ya conociste a Bones y él es su hermano Vill. Somos los dueños de El Cielo. No te haremos daño, al menos que me digas quién coño eres y porqué quieres trabajar en mi jodido club.
Quiso hablar contra mi mano, pero no me di cuenta que aun la tenía a mi merced.
—Quitaré mi mano, pero si gritas, voy a poner una cinta en ella. ¿Has entendido?
Asintió con la cabeza. Poco a poco quité mi mano y sentí la necesidad de lamerme sus lágrimas y borrarlas de su rostro.
Joder.
—Soy Tate Cole, me fui de casa porque quería trabajar. Quiero ser independiente. Mis padres, ellos—miró hacia Vill y Bones que tenía toda su atención—ellos no me entienden.
Sabía que algo más había detrás de su escape de casa. Todo lo que decía era demasiado planeado, demasiado obvio hasta para las novelas.
—Tienes mucho dinero en la mochila ¿De verdad crees que me voy a creer esa mierda?
Ella tragó nerviosa aclarando su garganta.
—Nadie de aquí la cree—me siguió Bones. Y luego miró a su hermano.
—A mí no me preguntes, solo quiero regresar con mi perra y follarla.
—¿Tu perra casada? Eres un patético de mierda. Pudiendo tener todos los coños apretados que quieras, quieres una con un anillo en su maldito dedo.
—Vete a la mierda, Bones.
Tate no entendía nada de lo que los hermanos hablaban, pero estaba distrayéndola de la verdad.
—Tate—me miró—Estoy esperando una mejor respuesta.
En sus ojos podía ver una mirada, una que conocía bien. Ella estaba huyendo de algo más que buscando su jodida dependencia.
—Mi hermano se suicidó—el color de sus ojos cambió cuando esas palabras salieron de su boca.
El suicidio, movía algo en mí. Algo doloroso, algo peligroso y prohibido.
Bones y Vill guardaron silencio. Conocían muy bien mi pasado y sabían lo que el suicidio había hecho en mí.
—Creo que es suficiente razón para huir de casa, William.
Bones intentaba suavizar las cosas porque se dio cuenta que me había quedado callado cuando escuché a Tate confesarse.
—Me fui de casa porque mis padres no pueden superarlo, ni yo tampoco. Sino salía de esa casa iba hacerlo yo también… pero no lo hice, por él. Por eso… estoy buscando trabajo. A Josh le gustaban esos clubs, su sueño era tener uno. —se rio para sí misma al recordar lo que sea que le haya dicho su hermano en vida—Quiero trabajar en uno, y no ser encontrada por mis padres nunca.
Era una buena excusa.
Pero no le creía del todo. Lo del suicidio de su hermano podía ser una cosa. Pero las marcas de sus brazos decían otra.
Ella se dio cuenta y las cubrió con su chaqueta de cuero.
Tate Cole tenía secretos oscuros y yo iba a descubrirlos.
—¿Tienes dónde quedarte?
—Tengo dinero para un hotel.
—Vill te llevará a uno seguro. Hablaremos mañana, aun no me convences.
Abrí la puerta del todo terreno y Bones se bajó conmigo.
Iba caminando mirando la punta de mis zapatos cuando escuché la voz de Bones decir:
—¿No estarás pensando en darle trabajo?
—Eso no es tu problema.
—Sí lo es, sé lo que te hizo sentir con esa mierda del suicidio. ¿De verdad le creíste?
Me detuve y lo vi.
—Ella dijo la verdad, pero sé que hay algo más.
—Lo sé, hermano. Yo también lo pude sentir. ¿Quieres que la investigue?
—Joder, sí. Encuentra algo y me lo haces saber.
—Cuenta con ello.
Llegamos al club, me fui a la barra y me sirvieron Bourbon en las rocas. Mi favorito. Necesitaba algo más fuerte. Bones se encargaba de algo por teléfono, lo vi cabreado. Así que le pregunté.
—Una entrega salió mal. ¿Quieres ir?
—¿Acaso tengo algo mejor que hacer?
Capítulo
4
Tate
El tal Vill no dijo ni una sola palabra mientras me llevaba a un hotel cercano. No era cinco estrellas, pero era decente. No hubiera podido encontrar algo mejor por mi cuenta y menos en una ciudad que no conocía bien.
Ya habían intentado violarme poniéndome algo en la bebida.
Nota mental. No ir a bares ni aceptar tragos de la casa.
—Gracias—le dije a Vill.
Él me ignoró y se bajó. Fuimos juntos a recepción. Pidió una habitación vista a la calle, y se sacó una tarjeta del bolsillo de atrás de su pantalón.
—No es necesario, yo traigo dinero.
Me miró por un segundo y deslizó la tarjeta hacia la recepcionista que se quedaba mirándolo embobada. Vill era guapo, parecía niño, pero sus tatuajes eran la versión rebelde de sí mismo.
Tenía músculos, pero no más marcados que William y su hermano Bones. Podía descifrarlos a los tres amigos muy bien.
Bones se miraba despiadado, guapo para atraer a sus víctimas y dudada que tuviese una puta debilidad.
Y William, de él no podía decir mucho. No era posible leerlo. Era frío y calculador, como caballero y sensible.
Pero no me fiaba de él.
Por otro lado, era atractivo, y tenía clavada en su frente la palabra aléjate.
Había sido una mala idea entrar a El Cielo, no iba a regresar. Iba a conseguir esconderme en otro lugar y trabajar de otra cosa. Pero no podía ser encontrada por mis padres.
No le dije las razones a William. No era necesario.
No era trabajo de él protegerme.
Vill me dio la llave y cuando iba a tomarla me dijo:
—Aléjate de Lucifer. No sé quién te crees que eres, pero no quiero que traigas problemas por acá. ¿Queda claro?
—¿Lucifer? ¿Así le dicen?
—Sí, nosotros tú nunca lo llames así o te comerá viva.
—No me conoces ni un poco. Así que guarda tu puta amenaza. Maldito raro.
La comisura de su labio se levantó un poco. Mientras mis piernas temblaban. Yo había aprendido eso de mi hermano. Me decía que debía ser una chica ruda, a pesar de que no lo era del todo.
Llevaba su chaqueta siempre. Era su favorita y con ella se había suicidado. Ni siquiera le había intentado lavar la sangre que corría de sus venas. Solamente la tomé y me acosté a su lado hasta que los paramédicos llegaron.
Ya era demasiado tarde.
Me quisieron apartar de él. Pero no quería.
Me tuvieron que sedar.
Y no pude siquiera, despedirme de él, ir a su funeral o entierro.
Odiaba a mi maldito padre y a mi madre por permitirlo. El dolor me invadió y podía sentir la presencia de mi caos apoderarse de mí. Antes que eso sucediera, iba a encargarme de ello.
Fui a la habitación y me fui directo al baño con mi mochila. Busqué por todos lados y no encontré lo que buscaba.
Mierda.
Él tuvo que haberlo tomado.
Tomé las llaves y caminé hasta el club, echa un rayo. El maldito William, Lucifer iba a escucharme.
Cuando llegué a la puerta el grandote estaba fuera.
—Busco a William, y si no me dejas pasar, le diré.
Puso cara de pocos amigos y se hizo a un lado.
Caminé al interior del gran club ignorando todo a mi alrededor hasta los gemidos viniendo de algunos pasillos, la música era sensacional, la vibra, lo que emanaba en el aire, sexo, dolor y algo más.
El lugar estaba rodeado de obras de arte, tarimas perfectas con bailarinas haciendo su trabajo, privados y áreas VIP por doquier, y la decoración era eso.
Un jodido Cielo cubierto por las llamas del infierno conforme bajabas la mirada al suelo.
También habían estatuas en la pared, sexuales, riendo viendo todo a su alrededor. ¿Qué sabían ellas que yo no?
Subí las escaleras de cristal hasta llegar a la puerta del panel negro. Debía ser esa su oficina.
Ni siquiera toqué, tomé valor y abrí la jodida puerta. Para encontrármelo en su trono, bajo la oscuridad y humo por todo el lugar. Miré su escritorio de cristal negro. Tenía un cigarrillo a medio acabar y en el otro lado, un vaso con un contenido extraño en él.
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