Delia Owens - La chica salvaje

Здесь есть возможность читать онлайн «Delia Owens - La chica salvaje» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La chica salvaje: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La chica salvaje»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El libro más vendido de 2019: más de 3 millones de ejemplares vendidos en Estados Unidos y traducido a 40 idiomasDurante años, los rumores de la existencia de la Chica Salvaje han perturbado la vida de la pequeña localidad de Barkley Cove, en Carolina del Norte. Sin embargo, Kya no es como la describen, sino una joven sensible e inteligente que ha sobrevivido en soledad en las marismas, con la naturaleza como única acompañante y amiga. Pero, ahora, algo en Kya ha cambiado: ansía amar y ser amada, ver qué hay más allá de sus conocidas ciénagas. Con la llegada de dos jóvenes del pueblo a las marismas, la Chica Salvaje experimentará una nueva libertad, hasta que un terrible e inesperado suceso hará que sus secretos salgan a la luz. «Un libro bellísimo . Un misterioso asesinato, una historia de madurez y una oda a la naturaleza.» The New York Times Book Review"Esta maravillosa novela tiene un poco de todo: misterio, amor y personajes fascinantes." Nicholas Sparks, autor best seller del
New York Times"Una novela evocadora . Kya es una heroína inolvidable". Publishers Weekly"A través de la historia de Kya, Owens explora el efecto de la soledad en el ser humano." Vanity Fair"La desgarradora historia de Kya, una joven que debe aprender a conectar y confiar en los humanos, se entreteje con un misterioso asesinato que revela violentos secretos. Un debut maravilloso". People Magazine"Conmovedora. Una exploración original del aislamiento y la naturaleza desde la perspectiva de una mujer, y una apasionante historia de amor." Entertainment Weekly"La nueva gran novela americana . Un debut lírico". Southern Living"Es la historia de una vida extraordinaria, de un misterio terrible y fascinante, de un homicidio y de un juicio. Y también es la denuncia de los abusos que sufren las mujeres". La Lettura – Corriere della Sera"Un debut magnífico. Owens presenta una historia de misterio contada con una bella prosa lírica. Un logro espléndido, ambicioso, verosímil y muy adecuado para los tiempos que corren." Alexandra Fuller, autora best seller"La preciosa novela de Owens es tanto un cuento sobre la madurez como una cautivadora novela de misterio". Real Simple"La obra perfecta para los amantes de Barbara Kingsolver". Bustle"Una novela con el ritmo de una vieja balada. Es evidente que Owens conoce los paisajes que retrata íntimamente, desde el barro negro en los porches al sabor del agua salada y el graznido de las gaviotas." David Joy, autor de
The Line That Held Us"Una obra llena de lirismo. La profunda conexión de Kya con el lugar que llama hogar y las criaturas que lo habitan atrapará al lector." Booklist"Cautivadora y original. Una novela con misterio, dramatismo, amor y madurez. Los lectores recordarán a Kya durante mucho tiempo." ShelfAwareness

La chica salvaje — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La chica salvaje», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Los que buscaban tierras siguieron su camino, y esta famosa marisma se convirtió en una trampa que recogía una mezcolanza de marineros amotinados, náufragos, morosos y fugitivos que huían de la guerra, de los impuestos o de leyes que no aceptaban. Los que no mató la malaria o no se tragó el pantano engendraron una estirpe de leñadores de distintas razas y diversas culturas; cada uno podía talar un bosque con un hacha y cargar kilómetros con un ciervo. Eran ratas del río, cada uno con su territorio; vivían al margen de todo, hasta que desaparecían un día en el pantano. Doscientos años después, se les unieron esclavos fugados que huían a la marisma, llamados maroons, esclavos liberados, atribulados, sin dinero, que se dispersaron por las marismas con pocas alternativas.

Sería una tierra cruenta, pero en absoluto yerma. En la tierra o en el agua se acumulaban capas de oscilantes cangrejos, langostas en el cieno, aves acuáticas, peces, camarones, ostras, gordos ciervos y rollizos gansos. Un hombre al que no le importara luchar para comer no moriría de hambre.

En 1952, algunas concesiones llevaban cuatro siglos en poder de una ristra de personas inconexas de las que no había constancia. La mayoría desde antes de la Guerra Civil. Otros habían ocupado las tierras en tiempos recientes, tras las guerras mundiales, cuando los hombres volvían rotos y arruinados. La marisma no los confinaba, sino que los definía y, como cualquier terreno sagrado, guardó sus secretos. A nadie le importaba que se apropiaran de las tierras; nadie más las quería. Después de todo, era un páramo de fango.

Los moradores de la marisma establecían las leyes como destilaban el whisky; no las tenían grabadas a fuego en tablas de piedra o escritas en documentos, sino profundamente estampadas en los genes. Genes antiguos y naturales, como los que se incuban en halcones y palomas. Cuando el hombre se ve acorralado, desesperado o aislado, recurre al instinto de supervivencia. Rápidos y justos, los genes triunfantes se transmiten de una generación a otra con más frecuencia que los genes amables. No es cuestión de moral, sino de matemáticas. Las palomas luchan entre ellas tan a menudo como los halcones.

* * *

Mamá no volvió aquel día. Nadie habló de ello. Y todavía menos papá. Levantaba las tapas de las cazuelas, y apestaba a pescado y licor de barril.

—¿Qué hay de comer?

Los hermanos y hermanas se encogieron de hombros y bajaron la mirada. Papá maldijo y salió cojeando hacia el bosque. Antes ya se habían peleado; mamá se había ido una o dos veces, pero siempre volvía y abrazaba a todos los que la necesitaban.

Las dos hermanas mayores prepararon una comida a base de judías pintas y pan de maíz, pero nadie se sentó en la mesa, como habrían hecho con mamá. Se sirvieron judías de la cazuela, pusieron encima el pan de maíz y se lo llevaron para tomarlo en sus colchones o en el gastado sofá.

Kya no podía comer. Se sentó en los escalones del porche mirando la carretera. Era alta para su edad, flaca y huesuda, de piel muy morena y pelo liso, negro y espeso como las alas de un cuervo.

La oscuridad interrumpió su vigilancia. El croar de las ranas ahogaba el sonido de las pisadas, pero aun así se tumbó a escuchar en su colchón del porche. Esa mañana la había despertado el chisporroteo del tocino en la sartén de hierro y el olor de los bizcochos mientras se doraban en el horno de leña. Se subió la pechera del mono y corrió a la cocina a sacar platos y tenedores. A aplastar granos de sémola. Muchas mañanas mamá la abrazaba con una gran sonrisa —«Buenos días, mi niña preferida»— y las dos hacían las tareas como si bailaran. A veces, mamá cantaba canciones populares o recitaba rimas infantiles: «Este cerdito fue al mercado». O bailaba un jitterbug con Kya y golpeaba con los pies el suelo de madera hasta que se apagaba la música de la radio de pilas y sonaba como si cantara desde el fondo de un barril. Otras mañanas mamá hablaba de cosas de adultos que Kya no entendía, pero pensaba que las palabras de mamá necesitaban llegar a alguna parte, así que las absorbía por la piel mientras echaba más leña en el horno. Y asentía, como si la entendiera.

Entonces venía el jaleo de levantar a todo el mundo y dar de comer. Papá no acudía. Tenía dos estados: callado o gritando. Así que no pasaba nada cuando se dormía o no volvía a casa.

Pero esa mañana mamá había estado callada, con la sonrisa perdida y los ojos rojos. Se había envuelto la cabeza con un pañuelo blanco al estilo pirata y se había tapado la frente, pero asomaba el borde amarillo de un moratón. Justo después del desayuno, antes de lavar los platos, mamá puso algunas cosas en la maleta y se fue por el camino.

La mañana siguiente, Kya volvió a apostarse en los escalones y taladró el camino con sus ojos negros como un túnel que espera un tren. La marisma que había más allá estaba velada por una niebla tan baja que la esponjosa parte inferior descansaba en el barro. Tamborileaba con los dedos de los pies desnudos, pinchaba a los escarabajos con tallos de hierba, pero una niña de seis años no puede pasar mucho tiempo sentada y no tardó en pasearse por las planicies de la marea, con sonidos de succión que tiraban de sus pies. Acuclillada al borde del agua clara, miró cómo los foxinos nadaban entre las manchas de sol y las sombras. Jodie le gritó desde las palmeras. Y ella lo miró fijamente, tal vez tenía noticias. Pero cuando se acercó entre las puntiagudas hojas de palmito comprendió, por su forma casual de moverse, que mamá no había vuelto.

—¿Quieres que juguemos a los exploradores? —preguntó.

—Dijiste que eras muy mayor para jugar a los exploradores.

—Bah, acabo de decirlo. Nunca se es muy mayor. ¡Te echo una carrera!

Cruzaron corriendo las planicies, luego el bosque hacia la playa. Ella chilló cuando él la alcanzó y se rio hasta que llegaron al gran roble que proyectaba sobre la arena sus enormes ramas. Jodie y su hermano mayor, Murph, habían clavado unos maderos en sus ramas para que hicieran de atalaya y fuerte en el árbol. Buena parte ya se estaban cayendo y colgaban de clavos oxidados.

Normalmente, cuando la dejaban participar, hacía de esclava, llevaba a sus hermanos bizcochos calientes robados de la sartén de mamá. Pero hoy Jodie dijo:

—Puedes ser capitán.

Kya alzó el brazo derecho para liderar la carga.

—¡Echemos a los españoles!

Empuñaron espadas de madera y atravesaron arbustos mientras gritaban y apuñalaban enemigos.

Y, como las fantasías vienen y van con facilidad, luego ella caminó hasta un tronco cubierto de musgo y se sentó. Él se unió en silencio. Quiso decir algo para que dejase de pensar en mamá, pero no encontró las palabras, y miraron en silencio la navegante sombra de los zapateros.

Kya regresó a los escalones del porche y esperó un largo rato, pero no lloró al contemplar el final del camino. Su rostro permaneció inmóvil, sus labios eran una fina línea bajo unos ojos escrutadores. Mamá no volvió ese día.

Capítulo 2

Jodie

1952

Las semanas siguientes a que se fuera mamá, también se fueron el hermano mayor de Kya y dos de sus hermanas, siguiendo su ejemplo. Habían soportado las rabietas de papá, que empezaban con gritos y acababan con puñetazos o reveses, hasta desaparecer, uno a uno. De todos modos, ya eran casi adultos. Y luego, a medida que olvidaba sus edades, dejó de acordarse de sus verdaderos nombres, solo de que los llamaban Missy, Murph y Mandy. En su colchón del porche, Kya encontró un montoncito de calcetines que le habían dejado sus hermanas.

La mañana en que solo quedó Jodie, Kya se despertó con el ruido metálico y la grasa caliente del desayuno. Corrió a la cocina, pues pensaba que mamá estaba en casa friendo buñuelos y tortitas. Pero era Jodie, que removía las gachas en la estufa de madera. Sonrió para ocultar la decepción, y él le dio una palmada en la coronilla, y la calló cariñosamente con un gesto: si no despertaban a papá, podrían comer solos. Jodie no sabía hacer bizcochos, y no había beicon, así que hizo gachas y huevos revueltos con tocino y se sentaron juntos, e intercambiaron en silencio miradas y sonrisas.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La chica salvaje»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La chica salvaje» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Lisa Owens - Not Working
Lisa Owens
Robin Owens - Heart Fortune
Robin Owens
Jacquie D’Alessandro - Salvaje y deliciosa
Jacquie D’Alessandro
Christine Feehan - Lluvia Salvaje
Christine Feehan
Eduardo Calderón - El Buen Salvaje
Eduardo Calderón
Dell Shannon - Case Pending
Dell Shannon
Al Alvarez - El Dios Salvaje
Al Alvarez
Donaldo Christman - Fuego salvaje
Donaldo Christman
Karen White-Owens - Someone To Love
Karen White-Owens
Robin Owens - Enchanted Again
Robin Owens
Robin Owens - Echoes in the Dark
Robin Owens
Отзывы о книге «La chica salvaje»

Обсуждение, отзывы о книге «La chica salvaje» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x