Esta mirada entrega elementos que son clave para entender críticamente las condiciones sociales de producción y circulación del conocimiento 62–por ejemplo, en el caso específico: del “conocimiento psicoanalítico” en sus vertientes internacional y local–, alejándose de versiones hagiográficas centradas en la genialidad de un autor solitario. Por ello, las tensiones entre estos dos niveles se hacen evidentes cuando se examinan casos particulares. Siguiendo a Bourdieu, la vida intelectual internacional no es un hecho espontáneo, sino que como se verá en este libro, responde a la acción de distintos agentes presentes en el mismo campo. El intercambio científico entre el espacio local e internacional está lleno de mecanismos sociales que inciden y operan en el transporte de las ideas, porque los intelectuales además de vehiculizar la llamada “veracidad científica” también adicionan un componente humano (prejuicios, estereotipos, percepciones, accidentes de la vida cotidiana) no menor.
Entre las “incidencias” más notables, según Bourdieu, se pueden encontrar: 1º. Los textos circulan sin su contexto, ya que los agentes de un campo nacional desconocen las condiciones de producción de una pieza intelectual; 2º. Los receptores locales se encuentran inmersos en un campo de producción distinto al del autor de una obra; 3º. La existencia de operaciones de selección local: representadas en las preguntas ¿qué es lo que se traduce? ¿Qué se publica? ¿Quién traduce? ¿Quién publica?, dando cuenta que el peso de la introducción de una obra en un espacio nacional depende de otros agentes distintos a los autores pero que tienen un peso específico considerable: las casas editoriales son el reflejo de esto; 4º. Mercado editorial: ¿de qué colección se hará parte la obra que se importa? ¿Quién traduce? ¿Quién prologa la obra? –aportando su propia visión de la obra, su valor y cómo se la articula con los problemas locales– y por último, 5º. Operaciones de lectura: que la imponen los propios lectores al momento de leer una obra en un campo de producción diferente (Bourdieu, 2000).
La acción de las operatorias antes descritas es central para seguir la ruta que experimentará una obra, especialmente su significación, proveniente de un campo internacional de circulación de ideas, al ingresar a un campo de recepción específico. Vale decir a un país o a espacios particulares dentro de ese misma nación. La apropiación, entonces, implicaría una serie acciones simultáneas –distinguibles sólo analíticamente para poder entender el proceso 63– que impactan dando origen, según Bourdieu, a interesantes malentendidos, reinterpretaciones y diferentes apropiaciones de una obra con diversos propósitos y beneficios. Este desfase estructural 64, es un elemento que debe ser incorporado a cualquier investigación que pretenda analizar un caso nacional de la recepción de algún sistema transnacional de ideas o creencias.
¿Qué es lo que se recepciona? Vezzetti (2000) formula una serie de preguntas que sirven para pensar el problema de recepción del psicoanálisis en términos históricos: “¿Un ‘autor’ destacado en la escena europea, una moda, un discurso relativamente sistematizado, una disciplina entera; en fin una problemática (campo de problemas: por ejemplo la sexualidad), nuevos objetos, nuevos conceptos; algunos procedimientos ‘técnicos’?” y “ […] ¿Qué es lo que permite analizar el éxito de esa implantación? En principio, las ‘posiciones’ alcanzadas en ese campo previo: cátedras, publicaciones (medibles por su impacto y lo que producen), tesis médicas, jornadas, sociedades; las relaciones con el aparato público de salud y la educación, con el campo intelectual, y la capacidad para definir una inserción propia, diferente, innovadora que modifica ese campo. Se trataría de ver en qué medida queda transformado un estado previo de la disciplina, del saber, de las prácticas” (Vezzetti, 2000, pp. 70-80). Es necesario considerar todos estos indicadores, ya que hablan del proceso de recepción en sí mismo, por lo que su detección entregaría valiosa información en el caso chileno.
Pero la recepción nacional de ideas ¿es un proceso homogéneo? Devés responde que “las ideas no circulan de modo homogéneo, no siquiera en la época de la mundialización de las comunicaciones y la economía. La circulación desigual e incluso la casi falta de circulación, en determinados casos, depende de factores variados que van desde los coyunturales a los estructurales y desde los personales a los culturales de larga duración” (Devés, 2009, p. 17). Y ya en el caso específico del psicoanálisis, según Plotkin, en un mismo espacio cultural y nacional la recepción y difusión del psicoanálisis 65se da en distintos niveles y a diferentes ritmos, reflejando una importante heterogeneidad. Así, una investigación debería diferenciar, por ejemplo, las rutas de recepción del psicoanálisis en círculos médicos de aquellos por medio de los cuales las ideas de Freud se diseminaron entre el público más o menos culto, o la manera en que el psicoanálisis se difundió en publicaciones populares 66. “De cualquier manera, estas diferentes formas de difusión están usualmente interconectadas. Por lo tanto, la historia del psicoanálisis ejemplifica muy bien los problemas y limitaciones inherentes a la distinción tradicional entre “cultura popular” y “alta cultura”. El psicoanálisis es un sistema de ideas que emergió en un ambiente científico, pero cuya difusión se llevó a cabo en circuitos culturales mucho más amplios” (Plotkin, 2009, pp. 7-8). Como el psicoanálisis es un objeto cultural extendido, su impacto no sólo puede ser detectado exclusivamente en los llamados “círculos profesionales” , sino que también en un radio de acción mayor. La experiencia descrita por distintos investigadores (Plotkin, Turkle y Vezzetti, entre otros) confirma que los conceptos freudianos se hicieron parte de lo que Beatriz Sarlo 67llamó –término rescatado por Mariano Plotkin para pensar el caso del psicoanálisis argentino– los “saberes del pobre” : “esa mezcla desprolija de discursos sobre química e ingeniería, metalurgia y electricidad, geografías exóticas y visiones que anuncian la metrópolis futura” (Sarlo, 2004, p.9). En Chile, durante las primeras décadas del siglo XX, se experimentó un aumento de las publicaciones (revistas, folletos y libros) de consumo medio y popular que coincidió con una mayor oferta cultural de masas, respondiendo a una política gubernamental que intentó llevar un nuevo set de saberes al público chileno, con el fin de aportar a su supuesta culturización. Dentro de este cúmulo se encontraban las obras de Freud, lo que serviría para preguntarse –tal como lo hace Sarlo– cuáles eran estas versiones de Freud, dónde se producían y cómo se difundían, sobre qué experiencias se difundían, qué sensibilidades y destrezas querían generar, cuáles esperanzas despertaban y a qué ausencias respondían.
Por último, la recepción local de cualquier sistema de ideas o de creencias transnacional, que tiene en cuenta esta heterogeneidad en su difusión, debe considerar además lo que el investigador chileno Luis Corvalán 68afirma sobre la recepción, diciendo: “Ciertamente, a través de este concepto de recepción pretendo subrayar el elemento de apropiación de corpus de pensamiento generados en otra parte. En todo caso, como se dijo, sin por ello negar que esa apropiación supone adaptaciones a los requerimientos que profesan lo recepcionado desde el prisma de su peculiar experiencia histórica, necesidades, tradición, formación y mentalidades. Es decir, desde cierta inevitable impronta local, por cuanto poseen una identidad determinada, se ubican dentro de una coyuntura histórica precisa, y no se hallan en el vacío” (Corvalán, 2009, p. 22). De esta manera, se debe suponer y considerar, que el proceso de recepción y apropiación del psicoanálisis en Chile estuvo atravesado por tradiciones locales, orientaciones ideológicas, cuestiones de género y todo lo que se resume a través del concepto de habitus nacional. Este concepto acuñado por Norbert Elias –y que Plotkin lo considera central para el estudio de la dimensión local del psicoanálisis– se entiende como que “la suerte de una nación a través de los siglos se sedimenta a través de sus miembros individuales” (Elias en Plotkin, 2009, p. 7).
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