Así, de modo involuntario y azaroso quedó conformado un tándem entre las dos publicaciones que resulta fructíferamente complementario. Por un lado, una antología que pone a disposición y organiza los textos más importantes de la obra de Shevy a partir de tres núcleos conceptuales fundamentales y, por otro lado, este volumen colectivo en el que colegas de distintas generaciones y con distintas pertenencias y recorridos académicos e intelectuales podemos restituir nuestros diálogos con la persona y con la obra. Quienes quieran entablar o recuperar una conversación con las contribuciones de EJ a las ciencias sociales pueden visitar la antología. Quienes quieran entender cómo esos aportes se encarnan en intercambios y lecturas de distinto tipo, en condiciones de recepción y también en experiencias vitales variadas, pueden avanzar en el recorrido que las páginas de este libro proponen.
El itinerario que puede encontrarse aquí resulta de la composición de una trama colectiva hecha de ideas, imágenes, palabras y afectos. Fechas, ciudades, generaciones confluyen en referencias y citas de la producción académica de Jelin, influencias en y de sus lecturas en los más diversos campos de investigación, anécdotas y recuerdos que la tienen como protagonista, registros de su tenaz compromiso en la construcción institucional. Como muestran muchos de los textos reunidos aquí, la disección resulta una tarea bastante infructuosa. Los modos de pensar, sentir y hacer de EJ lo resisten.
El proceso de confección de este volumen fue principalmente artesanal, con movimientos un poco deductivos, un poco inductivos. Definimos primero cuatro secciones o ejes principales que, a nuestro juicio, sintetizan bien los distintos modos de hacer investigación de Shevy, de afrontar y configurar sus objetos, de desplegar sus maneras de abordarlos. Una suerte de catálogo del oficio entendido a su modo heterodoxo. Rasgos de la ontología, la epistemología y la metodología que EJ compone en sus diferentes trabajos. Una serie de entradas a los aportes de Shevy a las ciencias sociales y a nuestras lecturas sobre esos aportes. Esos cuatro ejes son, por decirlo de algún modo, transversales a los núcleos temáticos de su producción: (1) dimensiones entrelazadas de diferencia y desigualdad, (2) el lugar de los actores sociales en la producción de conocimiento, (3) temporalidades y escalas: la heterogeneidad de los objetos y (4) la acción y la norma: ciudadanía y derechos. A su vez, a medida que fuimos recibiendo las contribuciones en cada una de esas partes se fue haciendo explícita la ausencia o la omisión de un quinto eje, que finalmente se agregó al índice definitivo: (5) el fuera de campo: experiencias más acá y más allá de los textos. Y es que, efectivamente, tomamos conciencia de que habíamos pensado esos ejes originales exclusivamente en un plano de ideas, de abordajes, de recortes y conceptos. Al hacerlo pudimos identificar claramente otros elementos relacionados con los modos de hacer investigación de EJ que tenían menos que ver con ese plano y más con las interacciones y las relaciones interpersonales. Es decir, que las dimensiones más puramente intelectuales de ese modo tan particular de hacer ciencias sociales no abarcaban de modo completo esos otros aspectos que pudimos reconocer como muy significativos.
Estos ejes que dan forma a la estructura del presente volumen colectivo no son autoevidentes. Requieren alguna presentación y desarrollo para que cumplan su función, como una suerte de hoja de ruta, de mapa del recorrido que estamos proponiendo.
La primera parte del libro se titula “Dimensiones entrelazadas de diferencia y desigualdad” y se concentra en un tema recurrente a lo largo de la obra de EJ, a saber: el modo en que se vinculan e interrelacionan diferentes planos de la desigualdad o diferentes tipos de desigualdades con aspectos que tienen que ver con la diferencia. En los últimos años, la difusión de la perspectiva interseccional, como todo fenómeno de instalación de agenda, ha cobijado una tensión de mostración y veladura. Incitada por esa tensión, EJ recuperó recientemente algunos aportes clave en las ciencias sociales latinoamericanas antes del giro interseccional. Revisó trabajos del siglo XX sobre desigualdades de clase, género, raza y etnia, procurando ver cómo habían abordado los entrelazamientos entre estas dimensiones (ver Jelin, 2021).
Es posible hacer una revisión semejante en su propia trayectoria. El modo en que ha definido sus problemas de investigación empírica conduce a poner en primer plano la interrelación de múltiples dimensiones de diferencia y de desigualdad. El problema de investigación es, desde luego, puesto por delante, y es definido en relación con el modo en que lo definen los actores sociales involucrados. Con preferencias teóricas y políticas, claro está, pero sin que ellas guíen la investigación. Si los movimientos sociales y los sindicatos, las familias, los derechos humanos y ciudadanos o las memorias van siendo lo que distintos actores en pugna hacen con ellos y alrededor de ellos, ¿cómo sería posible indagar cualquiera de estos campos desde una dimensión única? La perspectiva feminista enseñó a EJ que las presuntas obviedades (sindicato = clase social, familia = género, ciudadanía = nacionalidad y otras) no solo eran improductivas, sino un refugio para las relaciones de poder. También le mostró que así como las diferencias engendran desigualdades, las desigualdades producen muchas de las que se presentan como meras diferencias.
En los aportes de Shevy al feminismo y a la consolidación de una perspectiva de género en las ciencias sociales latinoamericanas esta tensión entre desigualdad y diferencia es crucial. En sus trabajos sobre familia y sobre el empleo de las mujeres es sin duda uno de los temas principales. Pero representa también una clave de lectura de todos sus trabajos. ¿Cómo no mirar con ese prisma la decisión de consagrar un estudio específico a los movimientos de mujeres y a las mujeres en movimiento dentro del mapeo de nuevos movimientos sociales en los años ochenta? Shevy tematizó también de modo explícito las tensiones entre desigualdad y diferencia en sus textos sobre ciudadanía, en los cuales propone desandar las certezas de las definiciones generales y abstractas y reconstruir los procesos de lucha y conflicto que no siempre expresan de modo coherente la búsqueda de la igualdad y el reconocimiento de la diferencia. Como dijimos, la producción de ideas y las apuestas institucionales no son aspectos diferenciados en la biografía de Jelin; así, la consolidación de la desigualdad como tema para las ciencias sociales en América Latina se vincula también con el desarrollo de proyectos y redes –muchas de alcance internacional– que la tuvieron como protagonista.
La segunda parte, “El lugar de los actores sociales en la producción de conocimiento”, introduce su preocupación temprana y sistemática por favorecer las perspectivas contemporáneas que destacan el punto de vista de los sujetos en la producción de conocimiento. ¿Cómo pueden ser escuchados lxs subalternxs, excluidxs, oprimidxs, desfavorecidxs? Esta podría ser una pregunta válida. Sin embargo, para EJ el diálogo es más intrincado. El camino al texto sociológico se nos presenta como un firme empedrado, aunque el apisonado esté hecho de cegueras y sorderas. Se trata de producir conocimiento sociológico haciéndose cargo de ello. ¿Reflexividad? Podría ser, como una pequeña parte del trabajo. Pero sin “ombliguismo”, como dice Shevy de entrecasa.
Si bien la reflexividad suele colocar en el centro de la escena la jerarquización de saberes… suele también dejarla intacta. Por eso la tarea es otra. La pregunta, entonces, podría ser: ¿cómo dejan su trazo las palabras de los “actores sociales” en nuestros textos? En algunos pocos pero significativos textos de EJ la cantidad de citas violan las normas de publicación de cualquier revista bien indizada. En los que casi no tienen citas, hay muchas preguntas. No es que haya más inquietudes que respuestas. Hay respuestas que inquietan.
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