A su vez estas dos hormonas pueden estar libres circulando en la sangre y cumpliendo sus funciones de manera autónoma o unidas a proteínas que las vuelven inactivas. Suelo denominar a esas proteínas con el nombre de “vigilantes” que las lleva de la mano prohibiéndoles cumplir su función. Así mis pacientes pueden entender que ‒para que el reloj marque bien la hora‒ también es requisito indispensable que exista una cantidad normal de “vigilantes”.
Si hay un exceso de vigilantes, no tendremos la cantidad de hormona libre que podemos necesitar; pero si tenemos pocos, habrá más hormona libre ejerciendo su función, lo cual también generará que se acaben muy rápido.
Lo más importante de toda esta explicación que quizás confunda un poco es que, para evaluar en los análisis de sangre las hormonas que están trabajando, resulta fundamental evaluar la fracción libre de ellas, ya que la totalidad se reserva solo para casos específicos que un médico experto en el tema sabrá solicitar según la sospecha que se le presente y el caso individual del paciente.
Por ejemplo, algunas situaciones en las que aumentan los estrógenos (embarazo, toma de anticonceptivos orales, terapia hormonal de reemplazo) o pacientes que toman corticoides pueden tener muchos vigilantes circulando en la sangre y en esas situaciones es donde todas las hormonas que circulan en la sangre unidas a proteínas transportadoras darán falsamente aumentadas.
Otro tema importante para que el reloj dé bien la hora es que la cantidad de T4 que se convierta a T3 ocurra al compás correcto que necesita esta orquesta. Diversas condiciones clínicas que generan inflamación, enfermedades crónicas, déficits vitamínicos, disbiosis (desequilibrio de la flora intestinal), dietas locas , estrés, entre muchísimas otras situaciones pueden alterar el ritmo.
ME SIENTO MAL , PERO LOS ANÁLISIS ME DAN BIEN
Como les conté al inicio del capítulo, algunas veces recibo pacientes que tienen síntomas indicadores de alguna alteración en la función tiroidea. Muchos de ellos ya consultaron a su médico clínico o a su ginecóloga en distintas oportunidades; suelen comentar que los análisis de sangre dieron dentro de los parámetros normales y que los enviaron de regreso con el infalible diagnóstico de “es solo estrés”, o tal vez “busca por otro lado, no le eches la culpa a la tiroides”.
Pero ahora que nos asomamos al complejo funcionamiento de esta glándula, podemos entender la importancia de elegir un especialista en el tema, ya que las pruebas diagnósticas de función tiroideas solicitadas en sangre difieren dependiendo de los síntomas que hagan sospechar al médico una alteración hormonal. De ahí también la relevancia de conocer un profesional con gran experiencia sobre esta glándula, porque sabrá cómo interpretar tanto los síntomas, como los resultados de los estudios. En nuestro país, contamos con gran cantidad de médicos idóneos en el tema, tanto en el ambiente sanitario público como privado.
Por ejemplo, durante el embarazo hay cambios hormonales normales que alteran la función tiroidea por la influencia de las hormonas propias de este estado. Cuando alguien toma anticonceptivos o recibe algún otro aporte de hormona por cualquier motivo, si realiza ayunos o dietas estrictas, entre muchísimas otras razones, las hormonas que se deberán solicitar se indicarán según el caso particular.
Cuando estoy frente a un paciente, pienso en todo lo que pudo haber salido mal para que se sienta así, jamás menosprecio sus síntomas, porque no solo orientan al diagnóstico correcto, sino también al tratamiento oportuno. Es el mismo paciente el que conduce a su médico por ese camino, pero para eso hay que lograr empatía, saber escuchar, analizar e interpretar lo que el paciente cuenta, qué situaciones de su vida diaria se han visto afectadas. Mientras tanto podemos ir pensando qué pudo haber salido mal en todo el circuito orquestal.
Pudo no haber llegado suficiente TSH desde la hipófisis, puede haber muchos o pocos vigilantes apoderándose de las hormonas tiroideas sin dejarlas actuar correctamente, puede faltar yodo para formar las hormonas, o pueden también formarse hormonas tiroideas de más porque el estímulo es exagerado. Se puede tener alterada la cantidad de T4 que se transforma en T3 o pueden aparecer situaciones en las que nuestro cuerpo se resiste a la acción de las hormonas tiroideas, pero eso es muy alborotado para pretender que ustedes carguen con esa información.
Como podrán observar esta glándula tiene muchas opciones de fallar, el tema está en detectarlo correctamente y tratarlo como corresponde. Déjenme acá hacerles un llamado de atención: muchas veces los pacientes llegan con los resultados de los análisis de sangre previos porque les pidieron a otro médico que se los indique para adelantar, a fin de tenerlos “listos” cuando van al endocrinólogo. Esta conducta le quita al médico especialista la oportunidad de saber elegir qué necesita ese paciente en particular y optimizar también los recursos que la práctica nos da. Cuando un profesional no maneja el tema, suele pedir determinaciones demás y no solicitar las más convenientes para ese caso individual y puede complicarse el proceso en lugar de facilitarlo.
En síntesis, la importancia de las hormonas tiroideas reside en que regulan todo el metabolismo haciéndolo trabajar en equilibrio, modifican la frecuencia cardíaca, el nivel de colesterol, el peso corporal, el nivel de energía, la fuerza muscular, las condiciones de la piel, la regularidad menstrual, la memoria y muchas otras funciones, responsabilizándose en gran parte de nuestra salud y bienestar.
Los trastornos de la tiroides se encuentran entre las condiciones médicas más prevalentes. Sus manifestaciones varían considerablemente de un área a otra y están determinadas principalmente por la disponibilidad de yodo en la dieta.
Casi un tercio de la población mundial vive en áreas con deficiencia de yodo y corre el riesgo de tener consecuencias a pesar de los grandes esfuerzos nacionales e internacionales para aumentar la ingesta de yodo, principalmente a través de la yodación voluntaria u obligatoria de la sal.
La ingesta ideal de yodo recomendada por la OMS es de 150 μg por día, que aumenta a 220 μg en el embarazo y 290 μg durante la lactancia. La OMS estima que dos mil millones de personas, incluidos 285 millones de niños en edad escolar, todavía tienen deficiencia de yodo. Esto tiene efectos sustanciales en el crecimiento y desarrollo y es la causa más común de discapacidad mental prevenible en todo el mundo. En áreas donde la ingesta diaria de yodo es inferior a 50 μg, el bocio suele ser endémico y cuando la ingesta diaria cae por debajo de 25 μg, se observa hipotiroidismo congénito. La prevalencia de bocio en áreas con deficiencia grave de yodo puede llegar al 80%.
En las áreas repletas de yodo, como sucede en el centro de la Argentina la mayoría de las personas con trastornos de la tiroides tienen una enfermedad autoinmune, que va desde el hipotiroidismo atrófico primario, la tiroiditis de Hashimoto, hasta el hipertiroidismo causado por la enfermedad de Graves.
En la Argentina existen más de dos millones de personas que sufren alguno de los trastornos más habituales de esta glándula y se postula que la mitad de ellos lo desconoce. De aquí surge la importancia de tener la posibilidad de publicar este libro y poder llegar a la gran cantidad de personas que se ven afectadas por estas patologías sin saberlo.
ENFERMEDADES DE LA TIROIDES
La tiroides puede padecer distintos tipos de enfermedades, aquellas en las que la glándula sufre algún cambio en su arquitectura, pero conserva una correcta función; las que se altera su función, pero no la forma; aquellas en las que pasan las dos cosas juntas, aunque también puede sufrir infecciones virales o bacterianas (tiroiditis), distintos tipos de cánceres y algunas influencias por determinadas drogas.
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