—Ah —casi ni he mirado el teléfono desde que a Khalil… desde el incidente—. Lo siento. Estuve trabajando en la tienda. Sabes la locura que puede llegar a ser. ¿Cómo estuvieron tus vacaciones?
—Bien, supongo —mordisquea unas gomitas agridulces—. Visitamos a mis bisabuelos en Taipéi. Terminé llevándome un montón de gorras y shorts de basquetbol, así que lo único que escuché durante toda la semana fue: ¿Por qué te vistes como un chico? , ¿Por qué practicas un deporte de chicos? , bla, bla, bla. Y fue horrible cuando vieron una foto de Ryan. ¡Me preguntaron si era un rapero!
Me río y le robo unos cuantos dulces. Resulta que el novio de Maya, Ryan, es el único otro chico negro en undécimo grado, y todos se imaginan que él y yo estamos juntos. Porque parece ser que cuando sólo hay dos de nosotros, tenemos que hacer algún tipo de tontería tipo Arca de Noé y formar pareja para conservar la negrura en nuestra aula. Últimamente estoy muy atenta a mierdas como ésa.
Nos dirigimos a la cafetería. Ya desayuné, pero la cafetería se usa sobre todo para pasar el rato. Nuestra mesa, cerca de las máquinas expendedoras, está casi llena. Hailey está sentada encima y mantiene una acalorada discusión con Luke, de pelo rizado y con hoyuelos en las mejillas. Creo que para ellos es como besarse. Se gustan desde sexto, y si los sentimientos logran sobrevivir a la dificultad del bachillerato, deberían dejarse de juegos y seguir adelante.
Algunas chicas del equipo también están ahí: Jess, la cocapitana, y Britt, la centro, quien logra que Maya parezca una hormiga. Es medio estereotípico el hecho de que nos sentemos todas juntas, pero así resultaron las cosas. Quiero decir, ¿a quién más podría interesarle oír nuestras quejas sobre las rodillas hinchadas o entender las bromas que inventamos en el autobús después del partido?
Los amigos de Chris del equipo de basquetbol están en la mesa de al lado, molestando a Hailey y a Luke. Chris todavía no ha llegado. Desafortunada y afortunadamente.
Luke nos ve a mí y a Maya, y extiende sus brazos hacia nosotras.
—¡Gracias! Dos seres sensatos que pueden ponerle fin a esta discusión.
Me deslizo sobre la banca, al lado de Jess. Ella descansa la cabeza en mi hombro.
—Llevan quince minutos con esto.
Pobre chica. Le acaricio el cabello. Estoy secretamente enamorada de su corte de pelo tipo pixie . No tengo el cuello lo suficientemente largo como para hacerme uno igual, pero su pelo es perfecto. Cada mechón está donde debe estar. Si me gustaran las chicas, en dos patadas saldría con ella por su cabello, y ella saldría conmigo por mis hombros.
—¿De qué se trata esta vez? —pregunto.
—De las Pop Tarts —dice Britt.
Hailey voltea hacia nosotras y señala a Luke con el dedo.
—¿Creerás que este idiota dijo que saben mejor si las calientas en el microondas?
—Qué ascooo —digo, en lugar de mi normal uug , y Maya pregunta:
—¿Hablas en serio?
—De locos, ¿no? —dice Hailey.
—¡Santo Dios! —exclama Luke—. ¡Sólo te pedí un dólar para comprar una en la máquina!
—No gastarás mi dinero en destrozar una Pop Tart al meterla en el microondas.
—¡Se supone que hay que calentarlas! —discute él.
—En realidad estoy de acuerdo con Luke —dice Jess—. Las Pop Tarts saben mil veces mejor si las calientas.
Muevo el hombro para que no pueda descansar la cabeza en él.
—Ya no podemos ser amigas.
Abre la boca, y luego hace un puchero.
—Está bien, está bien —le digo, y vuelve a reposar la cabeza en mi hombro con una gran sonrisa. Es sumamente extraña. No sé cómo piensa sobrevivir sin mi hombro cuando se gradúe, dentro de unos meses.
—A cualquiera que caliente una Pop Tart habría que arrestarlo —dice Hailey.
—Y ponerlo tras las rejas —digo.
—Y obligarlo a comer Pop Tarts sin calentar hasta que acepten lo buenas que son —agrega Maya.
—Es la ley —termina Hailey, golpeando la mesa como si con eso lo resolviera todo.
—Están mal de la cabeza —dice Luke, bajando de la mesa de un salto. Toca el cabello de Hailey—. Creo que todo ese tinte ya te alteró el cerebro.
Ella le da un manotazo mientras él se aleja. Le agregó rayos azules a su cabello rubio miel y se lo cortó hasta los hombros. Cuando estaba en quinto grado, se lo cortó con unas tijeras durante un examen de matemáticas únicamente porque se le ocurrió. En ese momento me di cuenta de que estaba loca.
—Me gusta el azul, Hails —le digo—. Y el corte.
—Sí —sonríe Maya—. Muy Joe Jonas de tu parte.
Hailey voltea la cabeza rápidamente con los ojos centelleantes. Maya y yo nos reímos.
Hay un video en las profundidades de YouTube donde salimos las tres haciendo playback de los Jonas Brothers y fingiendo que estamos tocando la guitarra y la batería en la habitación de Hailey. Ella decidió que era Joe, que yo era Nick y Maya, Kevin. En realidad yo quería ser Joe, a quien más amaba en secreto, pero Hailey dijo que era para ella, así que no discutí.
Siempre le permitía hacer lo que quería. Todavía lo hago. Supongo que forma parte de ser la Starr de Williamson.
—¡Tengo que encontrar ese video! —dice Jess.
—Nooo —dice Hailey, deslizándose de la mesa—. No debe ser encontrado jamás —se sienta frente a nosotras—. Nunca. Nun-ca. Si pudiera recordar la contraseña de esa cuenta, la borraría.
—Ooh, ¿cómo se llamaba esa cuenta? —pregunta Jess—. ¿JoBro Lover o algo así? Espera, no, JoBro Lova . A todos nos encantaba escribir mal las cosas en secundaria.
Suelto una sonrisa de superioridad y mascullo:
—Algo así.
Hailey me mira.
—¡Starr!
Maya y Britt ríen.
En momentos como éste, me siento normal en Williamson. A pesar de las reglas que me impongo, encontré mi grupo, mi mesa.
—Está bien —dice Hailey—. Ya vi cómo están las cosas, Maya Jonas y Estrellita de Nick 2000…
—Entonces, Hails —digo, antes de que pueda terminar de decir mi antiguo nombre de usuario. Me dirige una gran sonrisa—. ¿Cómo estuvieron tus vacaciones?
Hailey deja de sonreír y pone los ojos en blanco.
—Uf, una maravilla. Papá y mi adorada madrasta nos arrastraron a Remy y a mí a la casa de Las Bahamas para disponer de un tiempo en familia .
Y bum . ¿Esa sensación de normalidad? Desapareció. De repente recuerdo lo distinta que soy de la mayoría de los chicos que están aquí. Nadie tendría que arrastrarnos a mí o a mis hermanos a Las Bahamas; llegaríamos nadando si pudiéramos. Para nosotros, unas vacaciones en familia son quedarse en un hotel de la zona con alberca a pasar el fin de semana.
—Suena como mis papás —dice Britt—. Nos llevaron al Harry Potter World de mierda por tercer año consecutivo. Estoy harta de la Cerveza de Mantequilla y de las fotos cursis de familia con la varita mágica.
Caramba, ¿quién carajos se queja de tener que ir al Harry Potter World? ¿O de la Cerveza de Mantequilla? ¿O de las varitas mágicas?
Espero que ninguna de ellas me pregunte sobre mis vacaciones. Fueron a Taipéi, a Las Bahamas, al Mundo Mágico de Harry Potter. Yo me quedé en el barrio y vi a un policía matar a mi amigo.
—Supongo que lo de Las Bahamas no estuvo tan mal —dice Hailey—. Querían que hiciéramos cosas de familia, pero terminamos por hacer cada uno lo suyo todo el tiempo.
—Querrás decir que me escribías todo el tiempo —dice Maya.
—Era lo mío.
—Cada día, todo el día —agrega Maya—. Ignorando la diferencia de horario.
—Como sea, Pequeña. Ya sabes que te gusta hablar conmigo.
Читать дальше