Nuevamente, el cuerpo adquiere un rol protagónico en donde esos desarrollos cognitivos, la maduración de los procesos ejecutivos, el papel del cerebro y los sistemas sensoriales van a sumarse a la experiencia para demarcar las formas de procesamiento, almacenamiento y construcción de significado que el sujeto dé a su experiencia.
Los procesos cognitivos tienden a integrarse-relacionarse más durante la niñez, sin embargo durante la juventud-adultez algunos de ellos tienden a diferenciarse; se piensa que esta diferenciación permite además de un control jerárquico más claro, una mayor flexibilidad-repertorio de opciones de respuestas. (Tucker-Drob, 2009, citado por Flores-Lázaro et al., 2014, p. 469)
Con lo mencionado, se resalta la importancia de conocer las variables sociodemográficas cuando se va a analizar el comportamiento de las FE, dada la influencia que el contexto genera para el desarrollo de dichas funciones.
Un ejemplo de ello es el trabajo realizado por Bernal, Escobar, Ocampo y Romero (2018), en el que se documentaron mejores desempeños en el control inhibitorio en escolares que están al cuidado de su madre y conviven con hermanos o con otros niños/niñas, y también mejores desempeños en memoria de trabajo, en escolares de estrato cuatro y en aquellos cuyos padres tenían mayor nivel de escolaridad; adjudican este último hallazgo a que los padres crean ambientes intelectuales más estimulantes, lo que facilita y se correlaciona positivamente con la realización de tareas que impliquen dicha función ejecutiva.
Como este documento se enmarca en la construcción que se ha realizado en la PAC de fisioterapia en sector educativo del programa de fisioterapia, de la Universidad Nacional de Colombia, es importante recalcar que la mayor parte de las aproximaciones en ella se han realizado con preescolares entre los cuatro meses y los cinco años once meses, por lo cual en la figura 2se resaltan las FE que más se han abordado y que según lo planteado, son las de mayor expresión en términos de desarrollo en este rango de edad: control inhibitorio, memoria de trabajo y flexibilidad cognitiva.
Es importante presentar una breve definición de estas FE y su implicación en el desarrollo:
El control inhibitorio se entiende como la capacidad de inhibir y controlar respuestas afectivas, cognitivas y conductuales. Por su medio se realiza el control intencional y voluntario de una conducta, lo que le brinda al sujeto la capacidad de autorregularse. De esta manera, un buen control inhibitorio se evidencia en que el sujeto es capaz de inhibir respuestas automáticas ante un evento, de aplicar control motor para ajustar las reacciones a la situación que se está presentando (interrupción de respuestas prepotentes) y regular, controlar o interrumpir interferencias que generen estímulos externos (provenientes del ambiente) como internos, denominado control de interferencia (Ramos-Galarza y Pérez-Salas, 2017), muy relacionado con la atención selectiva.
Por su parte, la memoria de trabajo se entiende como el mantenimiento de información en la mente, que incluye la manipulación y la transformación de esta información para desarrollar procesos de planificación y manejo de la conducta. Este mantenimiento de información incluye memorias sensoriales
ultracortas, asociadas con los procesos de percepción para luego pasar a un “almacén” de “corto plazo” de capacidad limitada. La información apropiadamente codificada y fortalecida es transferida desde el almacén de corto plazo al almacén de largo plazo, donde la información se mantiene relativamente permanente […] [pasa entonces a entenderse] como un sistema operativo que mantiene o almacena temporalmente la información para ejecutar las habilidades cognitivas. (Monasterio y Herreras, 2019, p. 31)
La flexibilidad cognitiva, por su parte, se entiende como la capacidad de cambiar entre conjuntos de respuestas o diferentes caminos, en la que el aprendizaje de los errores y de las experiencias brinda la posibilidad de idear estrategias alternativas para dar respuestas acordes con la situación planteada (Bernal et al., 2018).
A estas tres FE se hizo alusión a las formas en las que están implicadas en la experiencia del movimiento, por lo cual no realizaré más ampliaciones al respecto.
Para introducir el último subtema que abordaré en este capítulo, que se refiere a la aproximación, en términos de interacción en la PAC se ha hecho desde una apuesta en la que la actividad física (AF) se asume no como fin, sino como un medio de expresión de movimiento corporal, razón por la cual se hace pertinente en este documento incluir un apartado en el cual se presentan algunos planteamientos teóricos que permiten evidenciar la forma como desde la PAC se concibe la AF y que van en consonancia con la forma como esta se emplea para realizar los procesos de interacción con los preescolares.
Actividad física en la práctica académica de campo (PAC)
A partir del 2014, aproximadamente, los profesores de educación física desaparecieron de la formación preescolar y de la formación primaria en las instituciones educativas distritales en Bogotá, por lo que la “estimulación motora” pasó a ser responsabilidad compartida entre los profesores de otras asignaturas, quienes asumieron la tarea, en la mayoría de los casos sin mucha preparación. Previo a ello, la World Confederation for Physical Therapist (WCPT) hizo un pronunciamiento en el que manifestó que el fisioterapeuta es un experto en ejercicio en el ciclo vital (WCPT, 2011). Estas realidades, entre otras, han contribuido a posicionar al fisioterapeuta desde su objeto de estudio en el escenario escolar, donde puede contribuir por medio de la AF, como expresión de movimiento corporal, al fomento del aprendizaje desde diversos aspectos, que previamente se han presentado.
No obstante, por lo expuesto en el apartado anterior, es necesario abordar el concepto de AF que desde la PAC se ha acogido, para comprender, por un lado, por qué es asumida como medio (y no como fin), como una manifestación de movimiento corporal y, por el otro, por qué se le concibe desde una perspectiva sociocultural, que si bien no excluye la perspectiva fisiológica, involucra otros elementos que favorecen su ubicación en un contexto como el de la institución educativa, un escenario de desarrollo social en el que transcurre una parte importante de la vida de los escolares.
En el 2004 se formula el enfoque promocional de calidad de vida y salud, en el cual se presenta a la AF como un satisfactor de necesidades en términos de “subsistencia, protección, afecto, creación, participación, ocio, identidad y libertad” (Prieto, Naranjo y García, 2005, p. 47), tanto individuales en el desarrollo de la autonomía, como colectivas en la construcción de equidad.
Según Elizalde, Martí y Martínez (2006), las necesidades son inherentes a la naturaleza del ser humano, por lo que no se pueden quitar sin afectar su misma esencia; se proponen como motor de desarrollo no como el desarrollo en sí. Los satisfactores, por su parte, son las respuestas particulares que cada cultura da a sus necesidades fundamentales, como manifestación inmaterial de la necesidad, construyendo un puente entre ella y la manifestación de satisfacción (Elizalde et al., 2006).
De acuerdo con la manera como se relacionan los satisfactores con las necesidades, estos pueden ser de varios tipos y se exponen en la figura 5(Max-Neef, Elizalde y Hopenhayn, 1986). A partir de ello, la AF se podría considerar como un “satisfactor sinérgico”, porque al momento de satisfacer una necesidad específica como la protección, en la que ha demostrado su capacidad para reducir el efecto de factores de riesgo como el sedentarismo, la obesidad y la prevalencia de enfermedades cardiometabólicas, contribuye a la satisfacción de otras necesidades como el entendimiento, el ocio y la participación.
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