Función cognitiva y función ejecutiva
La función cognitiva es un término amplio referido a la capacidad para obtener la información y, a partir de su procesamiento, darle una interpretación y un significado. La función cognitiva requiere del procesamiento y manipulación de la información a nivel mental, a partir de lo cual se adquiere conocimiento. Gracias a una adecuada función cognitiva, un sujeto es capaz de aprender y recordar información, organizar, planear y resolver problemas, emplear el lenguaje, mantener la atención, realizar cálculos y aprender conceptos, entre otros.
Si se entiende que una de las motivaciones que justifica la presencia de los escolares en las instituciones educativas es el proceso de aprendizaje, es importante considerar que este no solo es la adquisición de conocimiento teórico o nociones conceptuales, sino que también está dado en la experiencia motora, cultural y cognitiva.
La escuela, como escenario sociocultural donde transcurre gran parte de la vida de los escolares, es un escenario que proporciona todos los tipos de aprendizaje mencionados. En este sentido, cuando desde el movimiento corporal nos aproximamos al concepto de aprendizaje, entendemos que este está mediado por la misma experiencia motora que les permite reconocerse, interactuar y poner en tensión sus propios prejuicios y constructos sociales; esto significa que cada vez que el sujeto se mueve, genera conocimiento en todas las posibilidades mencionadas (desde lo motor, lo cultural y lo cognitivo) ( figura 2).
Figura 2. Papel del movimiento corporal para favorecer el aprendizaje e implicación de las funciones ejecutivas
Fuente: elaboración propia.
En este sentido, desde lo motor el aprendizaje se manifiesta en los procesos de maduración del movimiento; cuando un movimiento se especializa, se vuelve más fino, más coordinado y es quizás aquí donde más claramente se identifica el papel del fisioterapeuta.
En relación con lo cultural, ya se ha expuesto cómo el movimiento corporal desde esa perspectiva fenomenológica se manifiesta como un constructo social fruto de la interacción, alimentado por la percepción y facilitado por la experiencia, que dotan de significado ese movimiento y le permiten desplegarse como manifiesto de la herencia cultural y la vivencia subjetiva.
En cuanto a lo cognitivo, se hace manifiesto en relación con el movimiento, cuando dicho movimiento debe desarrollarse, ajustarse o adaptarse con respecto a los análisis de las condiciones que hace un sujeto. Un ejemplo de ello es cuando un sujeto debe llegar a un lugar específico y se encuentra con un obstáculo para lograrlo, frente a ello, debe analizar la mejor forma de superar el obstáculo para alcanzar el objetivo o tarea (subir encima de él, rodearlo, cambiar de rumbo, etc.), para lo cual debe aludir a la toma de decisiones o, en caso de que haya resuelto problemas similares, recurrirá a su memoria y a lo que esas experiencias previas le hayan permitido aprender, con el fin de resolver el problema y cumplir la tarea motora.
En consonancia con lo anterior, cuando en un contexto el sujeto no responde automáticamente frente a una situación sino que se regula, corporalmente hablando, para dar una respuesta más acorde con dicho contexto, en otras palabras, su respuesta no es automática sino ajustada a las condiciones del entorno, dicho sujeto debe aludir a su control inhibitorio para no responder automáticamente, y también a su flexibilidad cognitiva para dar una respuesta acorde con el contexto y las condiciones evaluadas.
En estos ejemplos se evidencia de qué manera, en la experiencia de movimiento, se hace necesario aludir a la función cognitiva para desarrollar tareas motoras y de qué manera esta aporta a ese repertorio cognitivo para alcanzar el logro de dichas tareas. Según Fernandes (citado por Bernal, Escobar, Ocampo y Romero, 2018), se ha encontrado que las habilidades motrices finas son un fuerte predictor de logros en lectura y matemáticas, por lo que el desarrollo motor temprano se asocia con la capacidad cognitiva durante la vida escolar. Frente a lo expuesto, las funciones ejecutivas (FE), como propiedades de la cognición, se convierten en el “vehículo” para el procesamiento de la información y permiten regular y controlar la conducta.
Las FE son procesos necesarios para el comportamiento dirigido a objetivos y para enfrentar situaciones cambiantes (Huizinga, Dolan y van der Molen, 2006) que incluyen la atención selectiva, la toma de decisiones, la inhibición voluntaria de la respuesta, la memoria de trabajo y la flexibilidad cognitiva, siendo responsables de filtrar la información no importante y de retener otra información en la memoria para llevar a cabo funciones en el corto plazo.
Las FE generalmente se refieren a una familia de mecanismos de propósito general (es decir, actualización, inhibición, cambio, memoria de trabajo, priorización y secuenciación), en gran medida mediada por la corteza prefrontal (PFC), que son fundamentales para otras habilidades cognitivas superiores (Denckla, 1996). Tienen momentos diferenciales de desarrollo, unas más temprano que otras, no obstante, la mayoría de ellas tiene un desarrollo acelerado en la infancia, con cambios menos marcados durante la adolescencia (Flores-Lázaro, Castillo-Preciado y Jiménez-Miramonte, 2014).
Muchos de los escritos relacionados con las FE se han enfocado en la etapa preescolar, no obstante, es importante considerar su desarrollo y comportamiento a lo largo de la niñez, como etapa clave que marca cambios importantes en el desarrollo y en la vida escolar.
Flores-Lázaro et al. (2014) plantean que el desarrollo de las FE se da siguiendo una estructura acorde con el desarrollo infantil, distinguiendo funciones de desarrollo muy temprano, temprano, intermedio y tardío. Esta distribución está principalmente asociada con los momentos en el desarrollo infantil donde se expresa o demuestra un gran progreso. En la figura 3se muestran las funciones que corresponden a cada etapa de desarrollo descrito por los autores mencionados y se resaltan con negrilla aquellas que, en el marco de la PAC, se han abordado.
Figura 3. Funciones ejecutivas según momentos del desarrollo
Fuente: elaboración propia con base en datos de Flores-Lázaro et al. (2014).
Con respecto a lo enunciado, es importante recalcar que, aunque en la figura anterior pareciera presentarse una secuencia lineal del desarrollo cognitivo, no hay tal, de hecho, Flores-Lázaro et al. (2014) la plantean como un “desarrollo curvilíneo” ( figura 4) que cuenta con algunas particularidades en diferentes momentos y que incluso tiene un desarrollo “piramidal” principalmente en la infancia, cuando funciones menos complejas soportan el desarrollo de funciones más complejas.
Figura 4. Tipos de conductas de las funciones ejecutivas durante el desarrollo
Fuente: Flores-Lázaro et al. (2014, p. 469).
Durante la adolescencia se produce una reorganización de las FE, hasta llegar a una cierta independencia entre ellas; cabe resaltar que en esta etapa se afianzan los procesos de desarrollo identitario, en los cuales el entorno y los pares juegan un papel fundamental. Otra vez se resalta el rol de la experiencia (que se mencionó en el apartado anterior) en este proceso identitario, en el que a partir de las vivencias previas contrastadas con las que se van adquiriendo se demarcan los desarrollos y percepciones que el sujeto tenga.
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