Encuentros con Dios, con el Dios de la vida. Hoy leímos en el evangelio cómo el Señor se aparece estando las puertas cerradas. No hay nada que impida a Dios tocarnos, encontrarnos. Dios de la vida. ¿A través de qué me habla? A través de los acontecimientos de mi vida. Renuevo esos encuentros y en el futuro, con una mirada de fe, volveré a percibir a Dios en mi vida, entre mi vida y todas las cosas terrenales.
Y por último: encontrar al Dios de nuestro corazón. Sabemos que todos nosotros, alcanzados por la gracia, podemos considerarnos como pequeños templos de la Trinidad, inhabitados por el Dios Trino, consagrados al Dios Trino.
1.10 EL DIOS DE LA SAGRADA ESCRITURA
De: Conferencias 1963, 4, 37-38
Examinemos la Sagrada Escritura, tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento. (…) el Dios de la Sagrada Escritura, la imagen de Dios que nos presenta la Sagrada Escritura (…) es el Dios que ha dado vida a toda la creación. Éstas son cosas que hallaremos una y otra vez en la Sagrada Escritura, casi en todas sus páginas. Pero lo más original me parece que es lo que nosotros hemos constituido en cimiento de nuestra vida y aspiraciones: el hecho de que ese Dios no duerme, sino que gobierna y guía. No se retiró a su aposento para descansar y dejar al mundo librado a sí mismo. No, ese Dios guía, guía el destino de la humanidad, guía el destino de cada persona. Eso es, en lo más profundo, el fundamento de nuestra fe en la Divina Providencia.
Por lo demás, ustedes advierten que dicha guía de Dios en la historia universal, en la historia de salvación, en la historia de la vida de cada persona es (...) el problema más difícil que la humanidad de hoy, también la cristiandad, tiene que elaborar y resolver íntimamente.
1.11 LA BUENA NUEVA PARA HOY
De: Brief an Turowski 1952/53, 216-218
La fe en la Divina Providencia interpreta todo acontecimiento del mundo y de la Iglesia, en la familia y el Estado, y en la vida personal, como un plan de sabiduría y omnipotencia de Dios trazado con cuidado y todo detalle. Pero hoy se dispensa poca atención a esa fe.
Con la desaparición del espíritu de fe aumenta en todas partes el peligro de caer en un fatalismo práctico, en el determinismo, el materialismo o el deísmo. El ojo resplandeciente que el mosaísmo descubre en Aquél que tiene en sus manos las riendas de la historia universal, y el cálido corazón que el cristianismo ha constatado en él, está desapareciendo del pensamiento y de la sensibilidad de amplios sectores - incluso de la Iglesia católica -. Está desapareciendo más y más, dando lugar a la idea de una materia eterna o de un hado ciego, un Dios despótico y autosuficiente que se mantiene desligado de la suciedad y maraña de las contiendas del mundo, y deja a los hombres librados desoladoramente a sí mismos.
En tal entorno Schoenstatt descuella por su fe cálida, ardiente, en la Divina Providencia. Descuella como una columna solitaria que se alza elevándose al cielo. La fe en la Divina Providencia, olvidada, despreciada, negada, combatida, es para nosotros cimiento del sólido edificio de la Familia, una Familia que aspira a elevados ideales y se extiende por todo el mundo.
Con la ley de la puerta abierta y de la resultante creadora, la fe en la Divina Providencia nos ha desvelado el plan admirable de Dios y nos lo ha confiado para su realización. Esta fe es, por así decirlo, el carisma que la bondad desbordante de Dios nos ha concedido en gracias abundantes por la intercesión de la Sma. Virgen. Una fe que se mantiene firme en medio de todas las tormentas y extrae las conclusiones para la vida cotidiana con una inmutable seguridad instintiva. Y las extrae especialmente cuando resulta vano todo cálculo humano y se derrumba todo apoyo terrenal. Esa fe es la buena nueva que tenemos que proclamar con convicción al mundo de hoy mediante palabras que aclaren y den testimonio, y mediante hechos audaces y heroicos. Creemos que estamos llamados a esa tarea.
1.12 AYUDA CONTRA EL FRÍO CÓSMICO Y ANTROPOLÓGICO
De: Conferencia del 3 de enero de 1965
En: Vorträge, III (1966), 41-42
Desde el principio hemos sostenido una concepción del Dios vivo peculiar, específica, especial: el Dios de la vida. Escuchémoslo bien: el Dios de la vida que sostiene continuamente en sus manos las riendas del acontecer mundial. No como si hubiésemos olvidado al Dios de los altares o al Dios de nuestro corazón. ¡Ah, no! También ese Dios quiere ser considerado, ser puesto en el primer plano.
Pero en una época en el que el mundo, especialmente en la vieja Europa, ha comenzado a rigidizarse, presa del frío cósmico… ¿Entienden lo que significa frío cósmico? No sólo hay que entenderlo biológicamente. Hablamos de frío cósmico: todo lo enfría, rodea al ser humano haciendo que su interior se entumezca, se enfríe. ¿Qué significa tal enfriamiento? Que el hombre ya no entiende más la vida porque la vida le plantea infinidad de enigmas. No puede ver más allá. Frío cósmico. Adviertan pues que tenemos que reencontrarnos con el Dios de la vida y su calidez cósmica. El corazón ha de volver a ser un corazón cálido en su relación con Dios; y serlo en la mayor medida, de modo descollante, precisamente cuando todo a nuestro alrededor esté oscuro. Un salto en la oscuridad.
1.13 AMADO PERSONALMENTE
De: Vorträge 1963, 2, 52-54
Cuando piensa sobre sí mismo y el orden de salvación, san Pablo no se cansa de repetir: “Dilexit me”.44 Reflexionen sobre esta realidad. San Pablo es objeto del amor de Dios. Y me parece que él, para ser sincero, no sólo podría decir: dilexit me, sino dilexit me specialissime o bien specialissimo modo. Somos objeto del amor de Dios. Hemos hablado mucho sobre la corriente de amor que mana del corazón de Dios, fluye por el mundo y busca retornar al corazón de Dios. Hemos sido sumergidos en esa corriente de amor. (…)
Vale decir, no sólo objeto de un amor paternal general, de un amor maternal general, sino objeto de ese amor de una manera muy especial. ¿Cómo fundamentarlo? Podría dejar a ustedes esa fundamentación. Precisamente porque estamos acostumbrados a detectar el deseo, la voluntad y regalos de Dios a través del modo y manera como Él nos ha ido guiando. No se avergüencen de reconocer silenciosa y agradecidamente en su fuero interno que el camino de su vida ha estado ligado hasta ahora a Schoenstatt. (…) Detrás de la vida y acción de ustedes tiene que haber brillado con fuerte intensidad la “estrella de los Tres Reyes Magos”, la estrella de las tres virtudes teologales.45 Sabemos que toda gracia mana, por último, de una sola fuente, del corazón de Dios. Por eso no nos resulta difícil afirmar, viéndonos a nosotros reunidos aquí: “specialissismo modo a Deo dilecti”.46
Será pues tarea de ustedes meditar sobre esa afirmación. Les pido que lo hagan con frecuencia. No como se lo hace por lo común cuando se participa del retiro mensual, ejercicios espirituales, etc., ocasiones en las que nos detenemos en la revisión y repaso de las debilidades y miserias personales. Creo que esta vez, y por un cierto tiempo, debemos hacer lo contrario: enfocarnos en las misericordias de Dios en nuestra vida, especialmente las misericordias extraordinarias de Dios; y hacerlo muy conscientemente.
1.14 LA LEY DE VIDA DE LOS SANTOS
De: Brief an Turowski 1952/1953, 123
Las biografías de los santos presentan una característica particular. Todos ellos comenzaron a abrirse plenamente al bien y emprender el camino hacia la cumbre de la perfección cuando en su vida y alma echó hondas raíces la fe en la providentia divina specialis. Vale decir, cuando tomaron conciencia, cuando sintieron y creyeron que la persona de Dios Padre los aceptaba personalmente, los valoraba y trataba como a las pupilas de sus propios ojos; cuando pudieron repetir con san Pablo: Dilexit me et tradidit semetipsum pro me;47y cuando con san Ignacio rezaron en todas las estaciones del viacrucis: Et omnia haec propter me.48Todos los santos, sin excepción, fueron por excelencia hijos de la Divina Providencia. De ahí la gran importancia que reviste para todos los tiempos educar en la vida sobre la base de la fe práctica en la Divina Providencia. Y de ahí la conclusión que se extrae con facilidad: La importancia que tiene una tal educación justamente para una época afectada, hasta la médula, por la despersonalización y la masificación.
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