Liz Fielding - Sombra del pasado

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Sombra del pasado: краткое содержание, описание и аннотация

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Romana Claibourne estaba totalmente decidida a demostrar que ella y sus dos hermanas eran capaces de dirigir Claibourne Farraday, unos exclusivos grandes almacenes de Londres. Y que podían hacerlo con más éxito que los hombres del Clan Farraday. Romana pensaba que aquello era bien fácil…
Pero no lo era tanto. Tendría a Niall Farraday pisándole los talones durante un mes para aprender de su gestión en el negocio. ¿Cómo iba a poder impresionarlo si era tan atractivo que la desconcentraba? Estaba enamorándose de su enemigo…
Nota: Reeditado por Harlequin Ibérica en el trío Negocios…Amor de la colección Especial Miniseries Nº3(2007)

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– ¿Y por qué no te llevó con ella?

– Mi abuela investigó su vida antes de que se casara con papá, y descubrió que había tenido una aventura con un hombre mayor, una figura conocida. Él tuvo suerte: su mujer lo perdonó y la prensa lo hizo un gran escándalo. Mi madre se retiró, sintiéndose tremendamente culpable por el daño que había causado.

– ¿Y tu padre se aprovechó de aquello?

– No, fue más bien mi abuela. A ella no le importaba mi madre, sólo quería conseguir mi custodia. Amenazó con enviar a la prensa detalles de aquel romance si mi madre no renunciaba a mí. El hombre en cuestión era alguien muy conocido, y mi madre no quería destrozarle la vida.

– Podía haberte buscado.

– No, era parte del acuerdo. Y ella creyó que se merecía el castigo, que no tenía derecho a mí. Esperaba que algún día yo le preguntara por qué lo había hecho y poder explicármelo todo. Durante ese tiempo se dedicó a su marido y a sus hijos, esperándome. Pero sin el recorte de prensa, yo nunca habría dado el primer paso. Siempre te lo agradeceré -dijo Romana rozando tímidamente su mano-. Y tú, ¿qué estabas haciendo cuando he llegado? ¿Pintar?

– Sí, el techo de la habitación de arriba. Es una estupidez, porque no puedo hacerlo todo. Pero es un gesto, un compromiso con el futuro. He estado pensando en lo que me dijiste anoche, en mudarme, pero no me veo en otro sitio. A pesar de mi negligencia, ésta es mi casa y aquí quiero quedarme, aunque cambiando la decoración. Contrataré a un par de estudiantes de Arte y les daré libertad.

– Eso suena bien -dijo Romana-. ¿Mantendrás la pintura del vestíbulo?

– ¿A ti te gusta?

– ¿Y eso qué más da?

– Repito, ¿a ti te gusta?

– A mí sí.

– Entonces se queda.

Romana tuvo el presentimiento de que algo importante acababa de suceder sin que ella se hubiera dado cuenta. Pero no iba a quedarse sin averiguarlo.

– ¿Vas a venir al baile solidario del sábado por la noche? Te lo pregunto porque como has dicho que ya lo habías aprendido todo sobre mí… -dijo Romana, sonriendo con coquetería.

– Mentí. No sé cómo bailas. Resérvame una lenta.

– ¿Sabes bailar?

– Eso es mucho decir. Más bien necesito alguien que me haga de percha.

– Me aseguraré de que Molly te ha incluido en los planes, hombre-sombra .

– No olvides que las sombras tienen que estar muy pegadas -dijo Niall mientras le acariciaba suavemente el cuello con los dedos.

Capítulo Doce

El pelo de Romana formaba un halo dorado que le enmarcaba el rostro, resaltando la elegante curva de su cuello. Llevaba puesto un vaporoso vestido de seda negra que le dejaba al descubierto los tobillos. En el cuello, una gargantilla de azabache rivalizaba en belleza con el resto del conjunto.

– Niall, ¿qué haces aquí?

Alguien había llamado a la puerta de su apartamento, y cuando lo vio, casi se quedó sin respiración. No lo esperaba.

– He venido a llevarte al baile, Cenicienta -repuso Niall, a punto de quedarse también sin aliento al verla tan hermosa-. Tu calabaza te espera.

Romana pensó que Niall tenía algún motivo secreto para mostrarse tan amable, y no le faltaba razón. No la había visto durante dos días, y quería estar a solas con ella, pasar diez minutos en su compañía antes de llegar al baile. Quería sentarse con ella en la oscuridad y tomarle la mano.

– Pero he alquilado un coche -protestó Romana mirando el reloj-. Estará aquí en un minuto.

– Le dije a Molly que cancelara la reserva. Me pareció un gasto superfluo pagar dos vehículos para ir al mismo sitio.

– Todavía no estás a cargo de Claibourne & Farraday -replicó Romana-. Además, no pareces un hada madrina.

– Bueno, es que más que la Cenicienta, ésta es una variación del cuento de La Bella Durmiente .

Sólo que en este caso, la Bella lo había despertado a él con su beso.

– Además, Cenicienta nunca se habría puesto ese vestido -prosiguió Niall.

– ¿No te gusta?

– No he dicho eso. Pero espero que no quisieras pasar inadvertida, porque no lo has conseguido -dijo Niall quitándole el chal que llevaba en la mano.

Romana no pudo evitar que una sonrisa asomara a sus labios mientras él colocaba el echarpe sobre sus hombros.

– Nadie quiere pasar inadvertido en un baile de gala, Niall. La revista Celebrity quiere que a sus lectores se les pongan los dientes largos. ¿Qué tal estoy?-preguntó mirándolo de frente.

Le había dado la oportunidad de hacer algún comentario sarcástico, pero el calor de los ojos de Niall por poco la quema.

– Creo que deberían encerrarte para que no provoques un motín -repuso Niall-. Pero a lo mejor soy muy fácil de impresionar.

Ella sabía que no era cierto. Viniendo de un hombre como aquél, ese piropo era todo un triunfo.

Una vez en el coche, los dos se sentaron juntos en el asiento trasero. Niall puso su mano sobre la de ella y no la retiró en todo el trayecto.

– ¿Qué tal van las reformas? -se interesó ella.

– La habitación está terminada. Ahora van a empezar con la cocina. Creo que me marcharé unos días mientras trabajan. Hace tiempo que necesito unas vacaciones.

– Es una buena decisión -dijo Romana, sintiéndose de pronto menos segura de sí misma.

El coche se paró, pero ni siquiera entonces apartó Niall su mano de la de ella.

– Guárdame el primer baile -dijo.

– No tendré tiempo para el primero, estaré muy ocupada. Pero tal vez luego…

– Nada de peros. Quiero el primero -repitió él mientras apretaba su mano con más fuerza.

No le dio tiempo a responder. Niall bajó del coche y ofreció su brazo a Romana para ayudarla. Una vez dentro, ella se reunió en un aparte con Molly para concretar los últimos detalles de la gala. Por su parte, Niall se marchó en busca del maestro de ceremonias.

– Eres totalmente predecible, Niall Macaulay -dijo Romana sentándose a su lado en la mesa después de haber recorrido el salón saludando a todo el mundo.

– Entonces deberías haberme reservado este sitio desde el principio. Sólo desde aquí puedo oler el delicioso perfume que llevas puesto -contestó Niall, inclinándose peligrosamente hacia su escote-. ¿Bailamos?

Romana miró hacia la pista. Estaba vacía.

– India debería inaugurar el baile -protestó ella-. No estarás tramando algo…

– Por supuesto que sí -contestó Niall mientras le retiraba la silla para que se levantara.

El maestro de ceremonias, que había estado pendiente de sus movimientos, se acercó al micrófono mientras Niall y Romana llegaban al centro de la pista.

– Damas y caballeros, demos por favor la bienvenida a la señorita Romana Claibourne y al señor Niall Farraday Macaulay, miembros de las dos familias fundadoras de los grandes almacenes, que abrirán el baile con un vals.

Se escucharon aplausos, e incluso algunos silbidos.

– Pero antes, el señor Macaulay quiere reclamar un regalo muy especial que adquirió en la subasta de esta semana. Un beso de la adorable señorita Claibourne.

Romana no daba crédito. Pensaba que su relación estaba ya por encima de todo aquello. Y él iba a arruinarlo todo por un golpe efectista de publicidad sólo para demostrarle que podía ir más lejos que ella en todo. Al fin y al cabo, era un Farraday.

Y tenía razón. Nada podría evitar que Celebrity publicase esa foto en portada.

Niall le rodeó la cintura con sus brazos y la atrajo hacia sí, mirándola fijamente. Nada podría detenerlo, había ganado.

La gente comenzó a aplaudir y Niall la besó. Un beso suave y delicioso que siguió y siguió en medio de un concierto de aplausos. Pero eso no era lo peor.

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