A las ocho todo esta listo. Escucha el último éxito de las lista de canciones americana, no se puso el delantal de Babi, pero para compensarlo lo apoyo sobre una silla para mentir en el momento oportuno. Mira los resultados de su labor. Carpaccio con queso grana. Ensalada mixta con aguacate y una macedonia de fruta traída de Maraschino. Afloran los recuerdos. Esa macedonia la comía mucho de pequeño. Lo deja pasar tranquilo. Esta feliz. Esa es su velada, no quiere que nada la arruine. Revisa complacido la mesa, arregla mejor una servilleta. Es justo un gran chef, pero no sabe que los cuchillos se ponen de la otra parte. Comienza a girar por la casa nervioso. Se lava las manos. Se sienta sobre el sofá. Se fuma un cigarrillo, prende la televisión. Se lava los dientes. Las ocho y cuarto. El tiempo pareciera nunca pasar en ciertas ocasiones. Dentro de un cuarto de hora llega, cenaremos juntos, hablaremos tranquilos. Estaremos en el sofá sin que alguien nos moleste. Después iremos a mi cuarto y… no, Babi nunca lo haría. Es muy rápido. O quizás no. No hay un tiempo preciso para estas cosas. Si estuvieran más tiempo juntos, quizás sucediera. Trata de acordarse de una canción de Battisti. ‘Que sensación de ligera locura esta coloreando mi alma, el tocadiscos las luces bajas y después… champaña helada y la aventura pasara…’ Diablos. Eso se me olvido! La champaña! fundamental! Step va veloz a la cocina, abre todas las gavetas. Nada que hacer. Consigue solo un vino Pinot Grigio. Lo mete en el freezer. Bueno, es mejor que nada. Justo en ese momento suena el celular. Es Babi.
‘No voy.’ Tiene una voz fría y molesta.
‘Porque? Prepare todo. Hasta me puse el delantal que me regalaste.’ Miente Step.
‘Llamo la señora Mariani. Se le desapareció un collar de oro con brillantes. Me culpo a mí. No me llames mas.’
Babi corta. Poco después, Step esta en casa de Pollo.
‘Quien coño pudo haber sido? Te das cuenta? Bellos amigos de mierda.’
‘Dale Step no digas así! Cuantas veces ha pasado que vamos a casa de alguien y robamos cosas. Prácticamente en cada fiesta.’
‘Si, pero nunca en casa de la novia de uno de nosotros!’
‘No era la casa de Babi…’
‘No, pero ella estaba involucrada. Debes ayudarme a hacer una lista de quienes estaban…’ Step agarra un pedazo de papel. Después comienza a buscar frenético un lápiz. ‘Pero no hay nada para escribir aquí…’
‘No lo necesitas. Yo se quien agarro el collar.’
‘Quien?’
Entonces Pollo dice un nombre, el único que Step nunca hubiera querido escuchar. El Siciliano.
Step maneja su moto en la noche. No quiso ser acompañado por Pollo. Esa es una cuestión entre el y El Siciliano. Ningún otro. Esta vez no es tarea de simples flexiones. Esta vez es una historia mas complicada.
La sonrisa del Siciliano no promete nada bueno.
‘Hola Siciliano. Escucha, no quiero pelear.’
Un puño golpea a Step en plena cara. Step tropieza hacia atrás. Esto no se lo esperaba. Adelanta la cabeza para recuperarse. El Siciliano va hacia el. Step lo para con una patada derecha. Después, mientras recupera el aliento, piensa en la cena que preparo, en el delantal de flores y en cuanto hubiera querido que esa velada hubiera sido diferente. Una noche tranquila, en casa, con su chica entre los brazos. Pero no. El Siciliano esta ahí, frente a el, en posición. Con las dos manos le da la señal de avanzar.
‘Ven anda, ven acá.’
Step agita la cabeza y respira profundamente.
‘Coño, no se porque, pero mis sueños nunca se cumplen.’
Justo en ese momento el Siciliano va hacia el. Step esta preparado esta vez. Esquiva de lado, lo golpea en la cara con un directo potente y exacto. Debajo de su puño siente la nariz moverse. Las cejas se unen adoloridas. Entonces ve su cara, esa mueca, el labio inferior que saborea su propia sangre. Lo ve sonreír y en ese momento entiende que todo iba a ser muy difícil.
Babi esta sentada en el sofá. Mira sin ganas la televisión saboreando un jugo cuando suenan a la puerta.
‘Quien es?’
‘Yo.’
Step esta frente a ella. Tiene los cabellos alborotados, la camisa arrugada y la ceja derecha todavía sangrando.
‘Que te paso?’
‘Nada. Solo recupere esta…’ alza la mano derecha. El collar de oro de la señora Mariana esta ahí brillando en la penumbra de las escaleras. ‘Ahora puedes venir a la cena?’
Babi, después de haber restituido el collar a la señora e inevitablemente haber perdido el puesto de niñera, se deja llevar por Step a su casa. Pero cuando abren la puerta tienen una terrible sorpresa. En la mesa en el centro de la sala iluminada por una romántica vela, esta Manuela. Paolo llega poco después de la cocina. Lleva la macedonia preparada por Step y, como si no bastara, usa el delantal de flores que le regalo Babi.
‘Hola Step. Disculpa… pero llame, nadie respondió. Entonces vinimos a la casa, esperamos un poco, pero eran las diez entonces pensamos: quizás no vendrán. Y comenzamos a comer, verdad?’
Busca el consentimiento de Manuela, que asienta y da una sonrisa. Step mira su plato. Todavía hay pedazos de su ensalada con aguacate.
‘Y ya la terminaron, por lo que veo. Bueno, como estaba la cena? Al menos estaba buena?’
‘Buenisima.’ Manuela parece sincera. Después se calla rápido. Entendió que es una de esas preguntas que no quieren respuesta.
‘Buen, Paolo préstame el carro anda, que vamos a ver que comemos afuera.’
Paolo pone la macedonia en la mesa.
‘Pero…’
‘Que cosa? Ni lo intentes, eh? Te comiste todas mis cosas, te terminaste la ensalada que prepare con mis manos toda la tarde, y me vas a venir con cuentos?’
Paolo saca afuera las llaves del bolsillo y las abandona en las manos del hermano con un tímido ‘Ve lento, ok?’
Step va saliendo.
‘Por cierto, te compre tus biscochos de mantequilla. Si quieres también un postre, están en el armario de la cocina.’
Paolo le da una sonrisa, pero sus pensamientos ahora son todos para su carro Golf gris metalizado y lo que le pasaría.
Step y Babi van a comer crepes calientes cerca de la Pirámide. Después, tomando felices tragos de cerveza, descartan la idea de regresar a su casa. A Babi le incomoda porque esta su hermano. Entonces Step, maldiciendo a Paolo y la estupida de su novia, gira hacia la derecha para un lugar llamado Gianicolo. Se estacionan cerca de los jardines, entre otros carros con vidrios ya empañados de amor, llenos de pasiones desenfrenadas, de ese incomodo placer realizado con apuros. Frente a ellos, lejos, la ciudad se esta durmiendo.
Mas cerca, a los pies de un muro, algunos muchachos se pasan una ilegal probada de alegría momentánea. Step cambia la estación de la radio. 92.70. La radio romántica. Se alarga hacia ella y comienza a besarla. Después lentamente esta encima. Maldice el dolor de su espalda, del esternon golpeado, de las caderas que probaron los golpes del Siciliano. Ese fresco deseo borra los dolores. Besos apasionados superan dificultades mecánicas. El freno de mano se vuelve indispensable, la rueda del espaldar orgullosa. Step siente su piel suave y perfumada. Su respiración se vuelve irregular de pasión. Intenta de nuevo a bajar más el asiento. Nada que hacer, esta bloqueado. Entonces, mientras que con la mano derecha gira la rueda hacia abajo, pone un pie debajo del asiento y empuja con toda su fuerza. Se escucha un crac, un sonido seco. El espaldar baja de golpe, Babi con el y el con ella, riendo sin pensar en nada mas, mucho menos a Paolo, en su cara molesta, en su carro metalizado. Cada uno se adueña de los pantalones del otro, casi como una competencia, un duelo sensual. Después Babi se adelanta, inexperta y apenada, cierra los ojos y al final abrazándolo se emociona por su lograr su tierna victoria personal. Cuando se da cuenta que Step quiere ir aun mas adelante, lo detiene.
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