El viento frío les desordena los cabellos.
‘Podrias ir mas lento, Step?’
‘Pero si voy a ochenta.’
‘En la ciudad es mejor no superar los cincuenta.’
‘Callate, yo se que te gusta.’ Step acelera. Paolo lo abraza fuerte. La moto corre veloz por las calles de la ciudad, atraviesa cruces, supera semáforos amarillos, silenciosa, ágil. Los dos hermanos están sobre ellas abrazados. La corbata de Paolo se libera de la chaqueta y vuela alegre en la noche. Paolo mira aterrorizado la calle con sus nuevos lentes oscuros, listo para notar cualquier peligro. Frente a el, Step maneja tranquilo. El viento acaricia sus Ray-Ban. Algunas personas estacionan rápido en segunda fila frente a una iglesia. Van a misa. Religiosa navidad, plegarias con sabor de torta de navidad. Por un momento le dan ganas de entrar, de pedir algo, de rezar. Pero después se pregunta que le podría a importar Dios de uno como yo, de uno así. Nada. Dios es feliz. El tiene las estrellas. Mira en lo alto, al cielo. Nítidas, por millones parecen inmóviles brillando. De repente ese azul le parece lejano como nunca, inalcanzable. Entonces acelera, mientras el viento le lastima la cara, mientras los ojos comienzan lentos a lagrimar y no solo por el frío. Siente a Paolo que se aprieta mas duro a el.
‘Anda Step no corras. Tengo miedo!’
Yo también tengo miedo Paolo. Tengo miedo de los días que vendrán, de no poder resistir, de eso que no tengo mas, de eso que ahora es del viento. Baja un poco la velocidad. Por un momento le pareciera escuchar la risa de Pollo. Esa risa fuerte y alegre. Su cara, su voz amiga.
‘Step, nos divertimos siempre, no?’ y mas cervezas y mas bromas, siempre juntos, siempre alegres con las ganas de vivir, de caerse a golpes, con un cigarrillo a la mitad y muchos sueños. Entonces acelera de nuevo. De repente, se alza. Paolo grita mientras la moto sube. Step continua así, acelerando sobre una sola rueda, como en los viejos tiempos, sonriendo a aquel mazo de flores parado sobre el borde de la calle.
Lejos, mucho más lejos, sobre el sofá de una casa elegante, dos cuerpos desnudos se acarician.
‘Eres bellísima.’ Ella sonríe avergonzándose, aun un poco incomoda. ‘Pero que es esto?’
Una pequeña pena. ‘Nada, un tatuaje.’
‘Es un águila, verdad?’
‘Si.’ Después una amarga mentira. ‘La hice con una amiga mía.’
Y en ese momento un sentimiento de tristeza le toca igualmente el corazón. Un cruel destino radiofónico cae sobre ella, casi golpeándola. Beautiful. La canción de ellos. Babi comienza a llorar.
‘Porque lloras?’
‘No lo se.’
No consigue ninguna respuesta. Quizás porque no existe.
Donde va gente juega gritando y haciendo alboroto. Fichas coloridas caen sobre el fieltro verde. Cansadas abuelas regresan acompañadas a sus casas. Una chica de cabello oscuro se duerme romántica apretando la almohada. Sueña con encontrarse ese chico que vio pasar.
Dulcemente la rueda regresa a tierra, así, como se alzo, sin problemas.
Paolo regresa a respirar. Step baja la velocidad. Sonríe.
Es verano. Son los dos pequeños. Su madre y su padre están ahí, felices debajo de una sombrilla. Hablan sobre dos sillas azules con el nombre del establecimiento debajo. Step sale del agua corriendo hacia ellos, con los cabellos mojados, con las gotas saladas que le bajan por los labios.
‘Mama, tengo hambre!’
‘Primero cambiate el traje de baño y después te doy la pizza.’
Entonces su mama lo envuelve con una gruesa toalla.
Lo aguanta en sus hombros sonriendo. El se quita obediente el traje de baño. Después, temeroso de quedarse desnudo, se pone rápido la ropa seca. Trata de no ensuciarlo con arena mojada y mas oscura que tiene en los talones. No lo logra. Sonríe igualmente. Su madre lo besa. Tiene labios suaves y calidos y un perfume de sol y crema. Step corre feliz, con su pedazo de pizza blanca en la mano. Suave, aun caliente, con el borde crocante, justo como le gusta a el.
Lentamente la moto comienza a doblar. Es hora de regresar a casa. Es hora de comenzar de nuevo, lentamente, sin dañar el motor. Sin muchos pensamientos. Solo con una pregunta. Regresare alguna vez arriba, en ese lugar tan difícil de alcanzar. Ahí, donde todo parece bello. Y en ese mismo instante cuando se lo pregunta, ya sabe la respuesta.
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