• Пожаловаться

Christopher Priest: El último día de la guerra

Здесь есть возможность читать онлайн «Christopher Priest: El último día de la guerra» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. Город: Barcelona, год выпуска: 2004, ISBN: 978-84-450-7507-4, издательство: Minotauro, категория: Альтернативная история / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Christopher Priest El último día de la guerra

El último día de la guerra: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El último día de la guerra»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En 1936, los gemelos Sawyer regresan a Gran Bretaña con una medalla de bronce ganada en los Juegos Olímpicos de Berlín y con una joven judía escondida en su furgoneta. El amor por la joven alemana y la guerra que se avecina empezarán a distanciar a los dos hermanos, que emprenden caminos divergentes: Jack se convierte en piloto de bombarderos de la RAF, mientras que Joe es objetor de conciencia y voluntario de la Cruz Roja. Cuando en 1941 se estudia la firma de un tratado de paz con Alemania, ambos son llamados por separado para asesorar a Winston Churchill: de sus respuestas depende el futuro de la guerra.

Christopher Priest: другие книги автора


Кто написал El último día de la guerra? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

El último día de la guerra — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El último día de la guerra», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

—¿Y durante la guerra estuvo en el Mando de Bombardeo?

—Sí, justamente. —Empujó el gran sobre en dirección a él—. Mire, debo decirle que yo no he leído las notas. Nunca he podido descifrar su letra manuscrita. Él no hablaba mucho de su trabajo pero se pasaba horas en su habitación, escribiendo sin cesar. Se retiró hace muchísimo tiempo y vivió solo durante varios años, pero al final se vino a vivir conmigo y mi marido. Estuvo con nosotros los últimos dos años y medio de su vida. Siempre estaba escribiendo sus cuadernos de notas. En realidad nunca le presté mucha atención porque su actividad hacía que no lo tuviera encima de mí continuamente. Tal vez usted haya tenido alguna experiencia similar...

—No. Nada parecido. Mis padres murieron hace algunos años.

—Bueno, papá me dijo una vez que pondría todo por escrito, su vida entera, el tiempo que había pasado en la Fuerza Aérea, todo lo que había hecho. Eso era otro inconveniente para mí. La mayor parte de lo que escribió trata sobre la guerra, y ese tema nunca me interesó. Pero entonces me enviaron su anuncio..., así que, bueno, aquí estoy.

Gratton miró el mojado sobre acolchado que descansaba sobre la mesa.

—¿Son los originales? —preguntó.

—No. Los originales son dos docenas de cuadernos escolares, de esos corrientes. Están desparramados en su viejo dormitorio, juntando polvo. Podría dejarle los originales si los necesitara, pero lo que le he traído son fotocopias. Pensé que si resultaba que el material no le era útil, siempre podría reciclar las hojas de papel.

—Bueno, gracias... humm...

—Angela Chipperton. Señora Angela Chipperton. ¿Cree que papá es el hombre por el que usted se interesaba?

—Es imposible saberlo hasta que haya leído lo que escribió. Tengo cierta curiosidad acerca de un tema con el que me encontré. Como usted sin duda sabe, Sawyer es un apellido frecuente. Ya he recibido diez o doce respuestas a mi anuncio, pero he estado fuera y todavía no he podido ocuparme de ellas. Leeré las memorias de su padre tan pronto como pueda. ¿Ha escrito una dirección para que pueda ponerme en contacto con usted?

—He incluido una carta de presentación con mi dirección.

—Le estoy sinceramente agradecido, señora Chipperton —dijo Gratton, y se puso de pie.

—Lamento preguntarle esto —dijo ella mientras se daban la mano—, pero hay alguna posibilidad de que... quiero decir, si el material resulta útil para publicar y hay alguna posibilidad de pago, ¿podría yo...?

—Leeré el manuscrito y le haré saber lo que pienso. Pero, en realidad, las memorias de guerra no tienen mucho mercado en estos días, a menosque hayan sido escritas por una persona famosa.

—Verá, cuando vi su anuncio me pregunté si podría ser éste el caso. Para mí, él no era más que papá, pero pienso que tal vez pudo estar involucrado en algo importante durante la guerra.

—No lo creo . Nunca he visto referencias a nadie llamado Sawyer en los trabajos conocidos sobre la guerra. Pienso que él debió de ser sólo un aviador más. Por eso he publicado un anuncio, para tener información, para ver qué puedo encontrar. Es posible que aquí no haya nada. Y, por supuesto, que su padre no sea la persona que busco . Pero si encontrara algo importante, puede estar segura de que se lo haré saber.

Después de esto, ella se marchó rápidamente, y Gratton reanudó su guardia ante la ventana de la librería.

2

Al día siguiente, Gratton descubrió que el sobre acolchado de la señora Chipperton contenía más de trescientas hojas sin numerar, fotocopiadas, como ella había dicho, de cuadernos escolares pautados. En las fotocopias, las pautas impresas en el papel habían salido con una intensidad casi igual a la de las palabras escritas, algo que prometía unas cuantas horas de ardua lectura, un riesgo profesional que corren los investigadores de historias populares. La letra era pequeña y al menos parte de ella era regular y clara, pero había varios pasajes en los que se volvía desastrada y era apenas legible. El deficiente fotocopiado de otras partes del trabajo hacía pensar que habían sido hechas conlápiz. Gratton echó un vistazo a algunas de las páginas y luego las devolvió al sobre acolchado. Cogió la carta de presentación y la puso en su archivo de correspondencia. Ella vivía en Bakewell, un pequeño pueblo de Derbyshire al otro lado de Buxton, en la carretera de Chesterfield.

Hasta aquel momento, Gratton había sabido de la existencia de más o menos una docena de oficiales y soldados llamados Sawyer que habían participado enoperaciones aéreas contra blancos alemanes en el Mando de Bombardeo de la RAF durante la década de 1940. Casi todos esos hombres ya habían muerto, y unos pocos de ellos habían dejado alguna carta o fotografía que daban testimonio de sus experiencias. Gratton ya había podido eliminar la mayor parte de esos testimonios. El resto necesitaba ser investigado más minuciosamente. El escrito del padre de la señora Chipperton parecía prometedor, pero la mera extensión del texto era desalentadora.

Gratton puso el sobre acolchado sobre la pila junto a su escritorio. Más tarde leería todo el material. La mayor parte de él, que le había sido enviado en respuesta al anuncio sobre la indagación Sawyer, le estaba esperando a su regreso del extranjero, un trabajo adicional que debería haber previsto. Esta vez, su viaje había sido largo y provechoso; había conseguido varias entrevistas y una buena cantidad de material de archivo, aunque para eso había sido necesario viajar bastante: primero a Colonia, Frankfurt y Leipzig; después, de Alemania a Bielorrusia y Ucrania —Brest, Kiev y Odessa—; luego hacia el norte, a Suecia; finalmente, diez tensos días en Estados Unidos, visitando Washington DC, Chicago, St. Louis, acosado por suspicaces agentes cada vez que subía a un tren transcontinental o, cuando cogió un avión para un breve vuelo interno, al pasar por un aeropuerto. Para los visitantes extranjeros, era cada vez más difícil viajar dentro de Estados Unidos, en parte debido a las restricciones generales, pero sobre todo por la extendida desconfianza que despertaba cualquier persona llegada desde Europa. Para Gratton éste era otro riesgo profesional que debía asumir, pero los grandes retrasos ocasionados por las autoridades aduaneras y de inmigración norteamericanas cada vez que se entraba o salía de Estados Unidos se habían convertido en una importante molestia. Aparte de las cada vez más dificultosas condiciones de viaje, sus investigaciones implicaban la coincidencia de sus itinerarios con los más usuales entre los jubilados, cada día más numerosos, y sus viudas e hijos adultos.

Sin embargo, también era gratificante comprobar cuán necesario continuaba siendo su trabajo. Además de la montaña de cartas y paquetes que le esperaba en el vestíbulo a suregreso, había varios cientos de correos electrónicos acumulados en la bandeja de entrada de su servidor y una buena cantidad de mensajes en el contestador telefónico. Muchos de esos mensajes sonaban irritados debido a que las personas que los habían dejado no habían podido contactar con él por su teléfono móvil: según cómo se mirara, era una ventaja que los móviles europeos todavía fueran inútiles en Estados Unidos, mientras la desregulación continuaba en debate.

Contento de estar en casa y libre para trabajar una vez más, Gratton dedicó dos días a poner sus cosas en orden. Etiquetó y fichó las cintas más recientes, luego las empaquetó para enviarlas a la agencia de transcripción. Mientras hacía esto, volvió a ver el enorme manuscrito de Sawyer. Se sentía tentado de leerlo por lo que había vislumbrado de lo detallado de ciertos pasajes. A largo plazo, ahorraría tiempo si encargaba a algún profesional que se ocupara de transcribir el escrito; la agencia con la que trabajaba tenía a alguien especializado en descifrar documentos hológrafos. Después de haber pensado en esa alternativa ya no había vuelta atrás. Escribió a la señora Chipperton y le pidió que le mandara los cuadernos originales. Incluyó en el sobre un documento formal de derechos de publicación, que le permitía encargar la realización de la transcripción y, en caso de que fuera necesario, la eventual utilización de citas extraídas del original.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El último día de la guerra»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El último día de la guerra» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Christopher Priest: La máquina espacial
La máquina espacial
Christopher Priest
libcat.ru: книга без обложки
libcat.ru: книга без обложки
Philip Kerr
John Katzenbach: La Guerra De Hart
La Guerra De Hart
John Katzenbach
Christopher Priest: Fuga para una isla
Fuga para una isla
Christopher Priest
Bertrice Small: Mi Pasión eres tú
Mi Pasión eres tú
Bertrice Small
Отзывы о книге «El último día de la guerra»

Обсуждение, отзывы о книге «El último día de la guerra» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.