—¿Qué debía ser yo, la bola o el taco?
—En nuestra opinión, pretendían que usted desenterrara el caso Proque para perjudicar así indirectamente a Dunant…
—Pero suponiendo que así fuera, ¿qué relación hay entre el objeto de mi viaje a París y las intrigas políticas de Francia?
—Naturalmente, ninguna. Precisamente por eso a usted le parece que tal cantidad de casualidades dirigidas con tanta precisión hacia el centro del enigma contradicen el sentido común. Pues bien, yo le digo: ¡olvidemos este sentido común! De hecho, cada fase de su aventura es bastante verosímil si se contempla aisladamente, pero la trayectoria que resulta de la concatenación de estas fases raya en el milagro. Así es como usted lo ve, ¿no es verdad?
—Así es.
—Sin embargo, ha ocurrido lo que yo le dije aquí hace tres semanas. Le ruego que se imagine un campo de tiro donde en lugar de un blanco se ha colocado un sello de correos a ochocientos metros del tirador. Se trata de un sello de diez céntimos con la imagen de Marianne. En la frente de esta hay una mancha de una mosca. Ahora van a probar suerte un par de magníficos tiradores. No aciertan a la mancha con exactitud, por la sencilla razón de que no la ven. Pero dejemos que intervengan cien tiradores medianos y que disparen al blanco durante semanas. No cabe la menor duda de que una de las balas acabará dando en la mancha. No la acertará porque se trate de un gran tirador, sino porque la cantidad de disparos lo garantiza. ¿De acuerdo?
—Sí, pero esto no explica…
—Aún no he terminado. Es verano, y en el campo de tiro hay un gran número de moscas. La probabilidad de dar en el blanco es muy pequeña. La probabilidad de que la bala acierte a la mancha y también a una mosca que por casualidad se le pone delante es todavía menor. La probabilidad de acertar con la misma bala en el blanco y además dar a tres moscas es ya astronómicamente pequeña, para expresarme como usted, y pese a ello puedo asegurarle que también se produce tal coincidencia cuando los disparos se prolongan durante el tiempo suficiente.
—Perdone, pero usted habla de un diluvio de disparos, y yo estaba solo…
—No lo crea. En un momento determinado, la bala que acierta a tres moscas y a la mancha también está sola. El tirador que lo consigue se maravillará igual que usted. El hecho de que haya dado en el blanco no es milagroso ni extraño, por la sencilla razón de que uno tenía que acertar. ¿Lo comprende? Aquí no se trata de sentido común. Ha ocurrido lo que ya le predije. El enigma de Nápoles ha sido originado por un mecanismo de casualidades, y este mecanismo lo ha resuelto. En ambos sectores del problema ha actuado la ley de la cantidad numérica. Naturalmente, si usted hubiera dejado de cumplir una sola condición, no se habría envenenado, pero tarde o temprano otro habría cumplido esas condiciones. Al cabo de uno, de tres, de cinco años. Y habría ocurrido porque actualmente vivimos en un mundo regido por la casualidad. En un gas molecular humano que es caótico y que con sus «improbabilidades» solo asombra a los átomos aislados: los individuos. En un mundo en el que hoy ya se antoja banal lo que ayer aún era extraordinario, y lo que hoy es extremo, mañana será la norma.
—Sí, pero yo…
No me dejó hablar. Barth, que lo conocía, guiñó un ojo, como si intentase reprimir la risa.
—Perdone, pero aquí no se trata de usted.
—Pues si no hubiera sido yo, ¿quién, entonces? ¿Un detective?
—Eso no lo sé ni me interesa en absoluto. Cualquiera. Tengo entendido que piensa escribir un libro sobre el caso. ¿Es cierto?
—¿Se lo ha dicho Barth? Sí, es cierto; tengo incluso un editor… Pero ¿por qué lo ha mencionado?
—Porque pertenece al caso. En el campo de tiro, una bala tiene que dar en el blanco, y en este caso, un hombre tenía que llegar al fondo de la cuestión. Y siendo así, la aparición de ese libro era también un hecho matemático, independientemente del autor y del editor.
NOVIEMBRE de 1975
Stanisław Lemnació en la ciudad polaca de Lvov en 1921. Su primera novela publicada fue «El hospital de la transfiguración» (Impedimenta, 2008), escrita en 1948 pero no publicada hasta 1955. Antes apareció «Los astronautas» (1951). En Impedimenta han aparecido, asimismo, «La investigación» (1959), así como su obra maestra, «Solaris» (1961), en traducción directa del polaco y la «Biblioteca del Siglo XXI» , conformada por «Vacío perfecto» (1971), «Magnitud imaginaria» (1973), y «Golem XIV» (1981). Lem falleció en 2006 en Cracovia. Se le considera el mayor maestro de la ciencia ficción europea.
Título original: Katar
Edición en ebook: junio de 2018
© Tomasz Lem, 2018
Copyright de la traducción © Pilar Giralt y Jadwiga Maurizio, 1978
Copyright de la presente edición © Editorial Impedimenta, 2018
Juan Álvarez Mendizábal, 34. 28008 Madrid
www.impedimenta.es
Diseño de colección y dirección editorial: Enrique Redel
Maquetación: Nerea Aguilera
Revisión: Ane Zulaika
Corrección: Ane Zulaika y Virginia de Castro
Composición digital: leerendigital.com
ISBN: 9788417115708
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.