Juan Aguilera - Rihla

Здесь есть возможность читать онлайн «Juan Aguilera - Rihla» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Фантастика и фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Rihla: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Rihla»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En el año 890 de la Jégira, Lisán al-Aysar, erudito árabe del reino de Granada, convencido de la existencia de un mundo más allá del océano, se embarca en una gran expedición. En esta rilha le acompañarán aventureros árabes, corsarios turcos, caballeros sarracenos, un hechicero mameluco y un piloto vizcaíno, renegado y borracho. Descubrirán una tierra lujuriosamente fértil y deberán enfrentarse a sus extraños pobladores: hombres-jaguar, guerras floridas y sacrificios humanos. El viaje llevará a Lisán a alcanzar una nueva sabiduría, conocer la magia, recuperar el motor y vivir una gran aventura. Una original novela que nos sumerge en una emocionante y exótica aventura y nos invita a reflexionar sobre las culturas ajenas y la propia, del pasado y del presente.

Rihla — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Rihla», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Kazikli intentó apartarse. Sus piernas se doblaron bajo él, como si de repente se hubieran transformado en dos rollos de trapo. Se derrumbó contra el suelo.

– Tú… -dijo con la boca llena de sangre-. No puedes…

Intentó alzar una mano hacia el andalusí, pero se detuvo en mitad del movimiento. Su cabeza cayó hacia atrás y quedó inmóvil. Estaba muerto, Jabbar alzó la vista y vio a Kazikli atravesado por la flecha dorada. Su rostro, casi inhumano ya, reflejó entonces una gran confusión y aflojó un poco su presa. Talos reaccionó, se incorporó de un brinco y sus manos se cerraron en torno al cuello de su enemigo como dos tenazas al rojo que hacían crepitar los pocos restos de piel que aún cubrían sus cuerpos. La energía pura del chu'lel los envolvía a ambos, y la frágil carne humana hervía y se evaporaba.

– No hay salida -dijo entre dientes-. La vida perdura sólo devorando a la vida.

Con su enemigo aferrado entre sus manos, Talos se precipitó a una cegadora velocidad contra la bóveda de piedra del santuario. Esta vez chocaron ambos con una violencia tal que la piedra misma se incendió y estalló desintegrándose en millones de fragmentos.

Lisán fue alcanzado por la onda expansiva y lanzado hacia la espalda de la estatua de Huitzilopochtli. Mientras la nube de fuego y roca pulverizada lo envolvía, tuvo una nueva visión: los cuerpos de Jabbar y el sacerdote reventando como si fueran dos muñecos rellenos de pólvora, y un chorro de pura energía que destrozaba el tejado del santuario y se elevaba como una flecha hacia el cielo.

El cometa fue golpeado por aquel ariete de poder mientras penetraba en la región aérea de la Tierra. Y este último impacto, unido a la energía concentrada del chu'lel que seguía abatiéndose sobre él, fue como soplar el fuego de una antorcha contra una bola de nieve. El hielo del cometa se transformó en un instante en vapor y estalló violentamente. Su parte sólida eran unas rocas atrapadas en el interior del hielo, y la mayoría se dispersaron por la explosión, rebotando contra la atmósfera de la Tierra.

Sólo una de ellas, la de menor tamaño, logró alcanzar la superficie del mundo y se estrelló contra el lago que rodeaba Tenochtitlán. No era mayor que el puño de un hombre, pero su impacto formó una ola que saltó por encima de los diques y se abatió contra la ciudad, barriendo las calzadas y penetrando por las calles que conducían hacia la Plaza Central. Los campos de maíz, tanto en la orilla del lago como en las islas creadas artificialmente, fueron arrasados; las casas y los jardines, inundados, y los hombres que llenaban las calles se vieron arrastrados como hormigas en un torrente.

Unas manos sujetaron a Lisán por los brazos y lo ayudaron a ponerse en pie. El andalusí estaba rodeado por los fragmentos de la estatua hecha de sangre coagulada y semillas. Estaba aturdido, tosía sin poder contenerse, pero al alzar el rostro vio a Sac Nicte.

– Vamos -le dijo la mujer-. Tenemos que salir de aquí.

Koos Ich estaba junto a ella y retuvo a Lisán cuando sus piernas se doblaron incapaces de mantenerlo erguido. Los cuerpos de los dos ÿinn se habían desintegrado. Al fondo, Ahuítzotl, confuso y con una brecha en la cabeza, empezaba a incorporarse.

– Esperad -pidió el andalusí.

Se arrodilló junto al cadáver de Kazikli y recuperó el disco de oro que seguía colgado de su cuello. Después intentó levantarse, pero las fuerzas lo abandonaron y a punto estuvo de derrumbarse sobre el cuerpo del mago. Koos Ich lo sujetó y después tuvo que cargarlo en sus brazos para sacarlo del santuario.

Afuera esperaban Na Itzá y Piri. El turco estaba sentado en el suelo, parecía aturdido por el golpe que había recibido y sangraba por la frente, pero milagrosamente había sobrevivido.

– ¿Qué ha pasado ahí dentro? -preguntó.

– No estoy seguro… -dijo Lisán frotándose los ojos-. ¿Qué habéis visto vosotros?

– El cielo pareció estallar en miles de fragmentos -dijo Koos Ich-. Pensamos que todo había acabado, pero no ha sido así.

Lisán alzó los ojos y no logró distinguir gran cosa. Sintió que su vista estaba empeorando.

– ¿Qué es lo que veis ahí arriba?

– Nada -oyó decir a Piri-. Hay una neblina rojiza que lo cubre todo, pero el cometa ya no está.

– ¿Significa eso que el mundo va continuar? -preguntó Koos Ich.

Lisán no respondió. Se sentía enfermo y agotado, como si todo lo que había vivido en las últimas horas cayera de repente sobre sus hombros.

Cerró los ojos y se derrumbó en brazos de sus amigos.

El viaje nocturno

Quien haya estado ciego en esta vida continuará ciego

en la otra y aún se extraviará más del Camino.

Al esra, 72

– Tienes suerte de no poder verla -dijo Piri con una carcajada.

– ¿Tan malo es su aspecto? -le preguntó Lisán.

– Oh, sí. Es realmente malo. Tú estás ciego y ésa es una buena excusa para ti. Pero yo debo de estar loco para intentar cruzar el Océano a bordo de esa nave.

– Descríbela.

– ¿Estás seguro?

– Sí.

– Bueno, no es muy grande, eso ya lo sabes, como la mitad de la eslora del jabeque de Baba, y tiene dos velas cuadradas de algodón. Pero su casco… parece un mal sueño, algo que vaya a saltar en pedazos al primer embate del mar.

No era sorprendente que el resultado fuera poco elegante, pues habían tenido que utilizar una técnica híbrida para construirla -aunque Piri prefería llamarla «bastarda»-, entre sus conocimientos de navegación y lo que sabían los nativos acerca de sus propios materiales.

La nave tenía una estructura de madera ligera que estaba sujeta a las costillas del armazón y le daba consistencia al revestimiento hecho de piezas irregulares de corteza de sauce, cosidas con fibra de raíz e impermeabilizadas con la resina del árbol del chicle.

– Aguantará -dijo Lisán.

– Espero que sí. Voy a apostar mi vida a que lo haga.

No era el único, cinco guerreros itzá se habían ofrecido para acompañarlos y tripular la nave. Y para ellos aquel artefacto sí que era algo realmente insólito.

– Pero me pregunto -siguió diciendo Piri- si valdrá la pena el viaje…

– ¿A qué viene eso, amigo? Tú eres quien insistió en ello. Estabas ansioso por mostrar al mundo los mapas que has encontrado aquí.

– Es cierto. Pero me pregunto qué pensarán de todo lo que hemos de contarles. Quizá nos tachen de locos. Las gentes del otro lado del mar no aceptarán fácilmente nuestra palabra.

Lisán sonrió y le dijo:

– Te voy a contar una historia sufí que viene al caso: más allá de Bagdad había una ciudad en la que todos sus habitantes eran ciegos. Un rey extranjero acampó cerca de ella con su ejército. Llevaba con él a un elefante muy poderoso, que usaba para la guerra y para aterrorizar a sus súbditos. La población de aquella ciudad estaba ansiosa por conocer el aspecto del animal y algunos ciegos se dirigieron allí para tocarlo. Cada uno de ellos lo palpó y pensó que sabía algo, porque pudo tocar una parte de él. Cuando volvieron junto a sus conciudadanos, grupos de impacientes se apiñaron a su alrededor. Preguntaban por la forma y el aspecto de la criatura, y escucharon atentamente cuanto les dijeron como si fuera la verdad.

»El hombre que había tocado la oreja dijo: es una cosa grande, rugosa, ancha y gruesa, como un felpudo. El que había palpado su trompa dijo: yo sé la verdad, es como un tubo recto y hueco. Y el que había tocado una de sus patas dijo: es poderoso y firme, como un pilar.

»Cada uno había palpado una sola parte de las muchas que formaban al elefante, pero como ninguno conocía la totalidad, todos imaginaron algo equivocado.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Rihla»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Rihla» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Rihla»

Обсуждение, отзывы о книге «Rihla» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x