Emma Bull - Oro Y Plata

Здесь есть возможность читать онлайн «Emma Bull - Oro Y Plata» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Фантастика и фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Oro Y Plata: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Oro Y Plata»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Oro Y Plata — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Oro Y Plata», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Si es lo que deseáis…

– Te lo ruego. Me encanta volver a tener un nombre.

Por fin los árboles clarearon, y, en un pliegue de la verde ladera de una colina, encontraron una granja. Había un hombre a la puerta de la casa, observándolos mientras se acercaban. Cuando estaban lo bastante cerca para distinguir su cabeza calva y su zamarra de lana, se movió de la puerta, dio tres pasos vacilantes en el jardín, y gritó mientras corría hacia ellos. Una mujer, alta y rolliza, apareció en la puerta, estrujando su delantal. Después, también ella echó a correr.

El hombre se detuvo a corta distancia de ellos, boquiabierto; su expresión era una mezcla de alegre esperanza y temor de que esa esperanza le fuera arrebatada.

– ¿Alteza?

Robin asintió con la cabeza.

La mujerona llegó junto al hombre. Las lágrimas le corrían por las mejillas.

– Teazle -dijo con tono calmado-, no los tengas de pie en el patio. Por su aspecto parecen que los hayan arrastrado entre endrinos, y probablemente estén más hambrientos que lobos. -Se adelantó y su mano tocó con timidez la mejilla del príncipe-. Habéis vuelto -susurró.

– He vuelto.

Los atiborraron de comida, y Robin se vistió con ropas de lino y cuero pertenecientes al hijo mayor de Teazle.

– Hemos de partir -dijo el príncipe finalmente, con pesar. -Por supuesto -se mostró de acuerdo Teazle-. Oh, qué alegres estarán en palacio al veros.

De nuevo, Luna vio una sombra de dolor asomar fugaz al rostro de Robin.

Caminaron con el sol a la espalda, pasando entre los rebrotes de helechos.

– Preferiría… -Robin tartamudeó y empezó de nuevo-. Preferiría no llegar a palacio esta noche. ¿Te importa?

Luna estudió su rostro con detenimiento.

– ¿Prefieres estar a solas?

– ¡No! He estado solo… ¿cuánto tiempo? ¿Un año? Es más que suficiente. A menos que no desees pasar la noche en descampado.

– Sería absurdo dejar de hacerla ahora, justo cuando empiezo a acostumbrarme -respondió Luna con buen humor.

Acamparon al abrigo de una colina, cerca de un arroyuelo, mientras el cielo oscurecía y las estrellas asomaban, resplandecientes como escarcha. N o necesitaban cocinar, pero Luna preparó una hoguera de todas formas. Era consciente de la mirada de él; cuando él la miraba, ella lo advertía, y le sorprendió notarlo tanto. Cuando oscureció por completo y Robin estaba tumbado contemplando las llamas, Luna dijo:

– Entonces ¿lo sabías?

– ¿Cómo me…? Sí. Justo antes de… Hubo un instante en que supe lo que había pasado, y quién lo hizo. -Sus morenos dedos se posaron sobre su boca, y guardó silencio un rato; luego añadió-: ¿No sería mejor si no regresara?

– ¿Harías eso?

– Si fuese para bien, sí.

– ¿Qué harías, en ese caso?

El suspiró.

– Irme a cualquier parte y cultivar manzanas.

– Bueno, pues no sería mejor -replicó, desesperada, Luna-. Tienes que volver. No sé qué encontrarás cuando llegues. Invoqué una maldición y el destierro sobre tus padres, y no sé qué harán al respecto.

Él alzó la vista; sus ojos echaban chispas.

– ¿Hiciste eso? ¿A los reyes de Hark Final?

– ¿Crees que no se lo merecían?

– Ojalá no se lo mereciesen. -Cerró los ojos y apoyó la barbillaen los puños.

– En verdad eres el corazón del reino -dijo Luna con admiración. Sus ojos volvieron a abrirse otra vez.

– ¿Quién dijo eso?

– Un guardia, a las puertas de palacio. Probablemente caerá de rodillas cuando te vea.

– Qué gran consuelo -dijo el príncipe-. Tal vez pueda colarme a hurtadillas por la puerta trasera.

Se separaron al día siguiente, con las murallas de Hark Grande a la vista.

– No puedes dejarme para que me enfrente solo a esto -protestó Robin.

– ¿En qué te iba a ayudar? Sé menos de este asunto que tú, aunque lleves un año de retraso.

– En ese tiempo pasan muchas cosas -dijo suavemente.

– y no pasan otras muchas. Lo superarás bien. Recuerda que todos te aman y te necesitan. Piensa en ellos y así no te preocuparás por tí.

– ¿Hablas por propia experiencia?

– En cierto modo. -Luna tragó saliva para deshacer el nudo que tenía en la garganta-. Pero yo soy una bruja de aldea, y mi sitio está en el campo. Un viaje de dos semanas a pie, hacia el este, nada más cruzar el río del Herrero. Si alguna vez pasas por allí con tu séquito, para a tomar una taza de té.

Dio media vuelta y echó a andar antes de que cualquiera de los dos dijese o hiciese alguna tontería.

Durante las siguientes semanas, Luna se preguntó cómo podía haberle parecido tan raro el viaje. Si el Mar de la Espesura estaba lleno de fantasmas, ninguno la acosó. La pradera era impresionante, y resultaba trabajoso cruzarla, pero sólo era hierba. Paró en Hark Pequeño para hacer noche, y el chico rubio la reconoció.

– ¿Encontró a su maestra? -preguntó.

– No. Murió. Pero necesitaba saberlo. y su muerte no fue en vano.

El chico ya estaba enterado del regreso del príncipe; todo el mundo

lo sabía, como si la noticia hubiese volado de un rincón al otro del reino arrastrada por el viento como las pelusillas de las asclepias. Ella no lo mencionó.

Llegó a casa y empezó a poner las cosas en orden. No le llevó mucho tiempo.

El jardín no sería una maravilla este año, pero sería suficiente; estaba lleno de rebrotes de las semillas caídas el año anterior. Se volcó en el trabajo, y fue un bálsamo para su corazón. Mantuvo su mente ocupada en las necesidades de sus vecinos, para así no pensar en las suyas. Y ahora ya sabía que su teoría era correcta, que la tierra y el aire, el fuego y el agua eran parte unos de otros, todos conectados, como la plata y el oro. Como la alegría y el dolor.

– Has crecido -le dijo Tansy Aguavasta, pero con un tono especulativo, como si se refiriese a algo más que unos simples centímetros de estatura, y no precisamente como un cumplido.

El año alcanzó la plenitud del verano y su suntuoso despliegue de vida. Luna fue al pueblo para el baile de la Víspera del Solsticio, y aguantó el jolgorio y el ambiente festivo durante una hora antes de emprender el camino de regreso colina arriba. Se sentía tremendamente vieja. El Día del Solsticio se puso el delantal y se fue a arrancar las malas hierbas que crecían entre las baldosas del camino.

Sintió la vibración en la tierra antes de oírlo: trapaleo de cascos, que subían por la colina. Se incorporó.

El caballo era castaño, y el jinete tenía el pelo dorado como miel. Tiró de las riendas al llegar al portón del jardín y desmontó, y la miró con una expresión interrogante en los ojos. Ella no sabía exactamente cuál era, pero sí que se trataba de una pregunta.

Finalmente fue capaz de hablar.

– ¿Viajando con tu séquito?

– Ni por asomo. -Su voz sonaba tal como la recordaba cada vez que no tenía el sentido común de hacer suficiente ruido para apartarla de su mente-. Aun así, ¿puedo tomar una taza de té?

Las manos se le habían quedado heladas, y apretaban con fuerza el delantal.

– ¿Con menta?

– Sí, está bien. -Ató las riendas del caballo a la cerca y cruzó la puerta.

– ¿Cómo han ido las cosas? -Su respiración era agitada, y maldijo su boca por estar tan seca.

– Mal, en lo concerniente a la parte que no podía ser de otra manera. Mis padres eligieron el exilio. Los echo de menos… o echo de menos lo que fueron una vez. Todo lo demás va bastante bien. Este reino ha tenido siempre súbditos buenos y sensatos.

Ahora que lo veía más de cerca, Luna reparó en su nerviosismo, y en que su pulgar daba vueltas y más vueltas al anillo que llevaba en el dedo corazón.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Oro Y Plata»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Oro Y Plata» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Oro Y Plata»

Обсуждение, отзывы о книге «Oro Y Plata» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x