Philip Pullman - La maldición del rubí

Здесь есть возможность читать онлайн «Philip Pullman - La maldición del rubí» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Фантастика и фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La maldición del rubí: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La maldición del rubí»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La maldición del rubí es el primer número de Sally en donde se nos presenta a una chica de 16 educada para ser una mujer independiente, en un siglo donde la mujer no lo era tanto. Sus conocimientos en economía, finanzas e inversiones igualan y superan a los mejores en su tiempo, como lo fué su padre.
En fin. Sally no será lo mejor del mundo, sin embargo logra conjugar aventuras infantiles y una trama un tanto detectivesca.

La maldición del rubí — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La maldición del rubí», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

»El hecho es que el capitán parecía estar perdiendo el tiempo a propósito. El señor Lockhart no era marino, si no, hubiese notado enseguida que íbamos demasiado lentos… Y el capitán, un hombre llamado Cartwright, hizo cuanto pudo para alejarme de él; aunque Lockhart pasaba la mayoría del tiempo en su camarote, escribiendo.

»Fueron unos días muy extraños. Navegábamos casi a la deriva, alejándonos cada vez más de las rutas marítimas establecidas, y poco a poco, el trabajo a bordo se iba acabando… Continué al lado del capitán, pero él intentaba evitarme. Los hombres estaban tumbados a la sombra, en cubierta, y nunca nos quitábamos de encima la presencia de un horrible casco negro en el horizonte. Continuaba avanzando lentamente, deslizándose a la deriva por el agua… Estaba empezando a volverme loco.

»Sucedió durante la segunda noche.

»Estaba haciendo guardia. Era hacia la una de la madrugada; un marinero llamado Harding estaba al timón, y ese enorme junco negro seguía aún a lo lejos, sin perdernos de vista, en la obscuridad. Era lo único obscuro. No había luna, pero sí estrellas… Nunca habéis visto las estrellas, si sólo las habéis visto en Inglaterra. En los trópicos no titilan débilmente, sino que iluminan todo el cielo; y el mar… estaba vivo, con fosforescencias. Nuestra estela y el oleaje de nuestra proa atravesando el agua formaban increíbles vías en forma de remolinos, constituidas por billones de puntos de luz blanca, y todo el mar a ambos lados estaba lleno de intensos movimientos brillantes…, los peces salían a la superficie, grandes nubes relucientes y capas de colores indefinidos, pequeños bancos y remolinos de luz allá abajo, en las profundidades… Sólo una o dos veces en la vida se puede tener la suerte de ver una noche como ésa… Es una imagen que deja sin respiración. Y el junco era lo único obscuro en todo aquel resplandeciente paisaje. Sólo había un pequeño farol amarillo aflautado balanceándose en lo alto del palo mayor; todo lo demás era completamente negro, como si fuera un recorte, como una marioneta en una de esas obras de sombras chinescas que se hacen por allí.

»Y entonces Harding, el timonel, me dice:

»-Bedwell, hay un hombre entre los botes salvavidas.

»Me asomé a la barandilla, con mucho cuidado para no hacer ruido, y vi con claridad una figura bajando hacia un bote que se tambaleaba en el agua, junto al barco. Estuve a punto de llamarle, pero todo ese resplandor me permitió reconocer su cara. Era el capitán.

»Le dije a Harding que se quedara donde estaba y bajé corriendo a toda prisa por las escaleras que llevaban al camarote del señor Lockhart. Estaba cerrado con llave… No me respondió cuando llamé a la puerta, así que le di una patada y la eché abajo. Y entonces… -Bedwell interrumpió el relato y miró a Sally-. Lo siento, señorita: le habían apuñalado.

Sally sintió una ráfaga de angustia que le subía por el pecho; los ojos se le inundaron de lágrimas; veía borrosa toda la habitación. Sacudió, furiosa, la cabeza.

– Continúe, por favor -musitó ella-. No se detenga.

– El camarote estaba completamente revuelto. Todos sus papeles estaban esparcidos por el suelo, habían hecho trizas la litera, su baúl estaba boca abajo… Era un caos. Y mientras, el capitán abandonaba el barco y el junco estaba cerca… Estuve a punto de volver para despertar a la tripulación, y justo entonces oí un débil lamento que procedía de la litera.

»Estaba vivo. Casi no podía moverse, así que intenté levantarle, pero él no quiso.

»-¿Quién le ha hecho esto, señor Lockhart? -le pregunté.

»Dijo algo que no pude entender y entonces susurró dos palabras que me helaron la sangre:

»-Ah Ling -dijo-. El junco negro es su barco. El capitán…

»No podía seguir hablando por el momento. Empecé a pensar desesperadamente. Ah Ling… Si era su barco, entonces no teníamos escapatoria. Ah Ling era el peor de los asesinos, un salvaje sanguinario de los mares del sur de la China. Había oído su nombre miles de veces y siempre que se mencionaba, la gente se estremecía de miedo.

»Y entonces el señor Lockhart habló otra vez:

«-Encuentra a mi hija, Bedwell. Mi hija Sally. Explícale lo que ha pasado…

»Lo siento, señorita Lockhart; su padre dijo entonces algunas cosas más, que eran incomprensibles… o que no pude oír con claridad…, no lo sé. Pero acabó diciendo:

»-Dile que tenga la pistola a punto.

»Esto es todo lo que puedo recordar con claridad. Dijo eso y luego murió.

El rostro de Sally se humedeció por las lágrimas. Esas palabras («Ten la pistola a punto») era lo que siempre le decía su padre antes de partir de viaje; y ahora la había dejado para siempre.

– Estoy bien -dijo Sally-. Le escucho. Debe contármelo todo. No me haga caso si lloro. Continúe, por favor.

– Deduje que había dictado una carta a su sirviente. Pero no creo que haya llegado nunca, ¿verdad?

– Sí que llegó- dijo Sally-. Así empezó todo.

Bedwell se rascó una ceja. Frederick, que vio el vaso del marinero vacío y al hombre bastante agotado, le sirvió lo que quedaba del coñac.

– Gracias. ¿Dónde estaba?… Sí, bien, lo que sucedió después fue que oí un extraño ruido, un repiqueteo sobre mi cabeza, como si se tratara de grandes pero suaves gotas de lluvia cayendo sobre la cubierta. Pero no era lluvia: eran unos pies desnudos que la recorrían y, al cabo de un instante, oí un grito salvaje que procedía de Harding, que estaba al timón. Y luego otro sonido, esta vez de alguien destrozando madera…

»Subí las escaleras que daban a cubierta y permanecí escondido en la penumbra para observar lo que sucedía.

»El barco se estaba hundiendo. Seis o siete demonios chinos estaban haciendo trizas los botes salvavidas, y dos o tres de nuestros tripulantes estaban tirados en el suelo, cubiertos de su propia sangre. El barco estaba ya tan escorado que vi a uno de esos cuerpos sin vida que se empezaba a mover, como si estuviera vivo, pero que en realidad resbalaba lentamente por la cubierta hacia el agua, que poco a poco iba subiendo para engullirlo…

»Aunque viviera cien años nunca olvidaré la imagen de ese barco. Aún la llevo dentro, incluso la veo más claramente que esta habitación; sólo tengo que cerrar los ojos y aparece ante mí… El mar lleno de luz, resplandeciendo con todos los colores del arco iris, como una enorme y lenta exhibición de fuegos artificiales, y como una lluvia de brillantes rayos todo aquello que caía en el agua, y una temblorosa línea de fuego blanco rodeando los límites del barco; el perfil obscuro e inmóvil del junco un poco más allá; y por encima, las estrellas, también de todos los colores: rojas y amarillas, y azules y blancas; y los muertos ensangrentados en la cubierta, y los piratas destrozando de forma salvaje los botes y la sensación de hundimiento, de caída lenta en ese gran baño de luz…

»Soy adicto a una droga terrible, señorita Lockhart; he pasado más días y noches sumido en sueños extraños de las que yo mismo pudiera imaginar; pero nada de lo que he visto bajo sus efectos me ha parecido más raro o más terrible que esos pocos minutos que pasé en la cubierta de la goleta Lavinia cuando se estaba hundiendo.

»Y entonces noté una mano que me agarraba la manga. Volví la cabeza y allí estaba el sirviente Perak, con el dedo en los labios.

»-Venga conmigo, Bedwell -me dijo susurrando, y le seguí, indefenso como un bebé. Sólo Dios sabe cómo lo había conseguido, pero había arriado y bajado al agua el bote del capitán, que estaba allí flotando, tambaleándose en la parte de popa de la goleta. Subimos a él y remamos para alejarnos de allí, sólo una pequeña distancia. ¿Hubiese tenido que quedarme? ¿Debería haberme enfrentado a esos piratas y sus alfanjes, desarmado? No lo sé, señorita Lockhart; no lo sé…

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La maldición del rubí»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La maldición del rubí» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La maldición del rubí»

Обсуждение, отзывы о книге «La maldición del rubí» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x