»Claro que siempre existe una variación entre la cinta archivada y la señal. Con cada transmisión almacenamos una nueva cinta; sin embargo, se sigue produciendo un vacío de tiempo entre la última cinta y la siguiente transmisión del mismo objeto. Ésa es la razón por la que almacenamos un modelo estándar, junto con una tabla estadística del grado probable de variación cada ciertos períodos de tiempo. Al establecer analogías toscas en los amplificadores, y al introducir los factores estadísticos adecuados, somos capaces de crear una cierta medida de control.
—Espero que crea que entiendo lo que me está explicando, Hawks.
—Espero que lo intente. Ahora bien, cuando ya hemos hecho todo eso, disponemos de toda la precisión que podemos obtener. En ese punto, la señal es pulsada hacia la luna, y no sólo una vez, sino en repetidas ocasiones. Otro banco de amplificadores diferenciales instalado allí compara cada fragmento de información de cada pulsación de señal con todos los fragmentos de las señales que ha recibido. Rechaza todo aquello que difiera de la mayoría de sus duplicados. Tenemos la certeza de que cualquier error creado por el ruido de transmisión es descartado en el proceso.
»Lo que vamos a iniciar hoy será su exploración por primera vez. Nueve décimas partes de nuestro equipo de control no sirve para nada hasta que no disponga de lecturas de exploración con las que poder trabajar. De modo que, en esta primera ocasión, usted se confía por completo a nuestra capacidad como ingenieros electrónicos y a mi habilidad como diseñador. No puedo garantizar que el Al Barker que aparezca en el receptor del laboratorio sea el mismo hombre que es usted ahora. Uno puede poner a prueba un componente electrónico hasta quedar agotado, y éste te puede fallar en el momento más critico. El mismo proceso de comprobación lo puede haber debilitado lo suficiente. Y el propio escáner representa un alejamiento importante de las técnicas electrónicas habituales de donde se extrae una amplia base de las teorías conocidas. Yo sé cómo funciona. Sin embargo, existen lugares en los que todavía desconozco el porqué. Ha de darse cuenta… de que, una vez está en marcha la exploración, no podremos corregir ningún error que el equipo pueda estar cometiendo. Estamos ciegos. No sabemos qué parte de la señal describe qué parte del hombre. Puede que jamás lleguemos a saberlo.
»Cuando Thomas Edison habló en el cuerno de su reproductor de sonido, la vibración de su voz en el diafragma puso en funcionamiento una aguja unida a ese diafragma, y trazó un surco variable en el cilindro giratorio de cera. Cuando lo reprodujo, sonó “Mary tenía un corderito”. Pero, en ese punto, Edison quedó bloqueado. Si la aguja se salía, o la cera tenía un fallo, o el mecanismo de arrastre del cilindro variaba la velocidad, surgía algo totalmente distinto…, una emisión ininteligible de ruido.
»No había nada que Edison pudiera hacer al respecto. No disponía de forma alguna de saber qué surco formaba la canción y cuál el ruido. No poseía la técnica para coger una aguja en su mano y, simplemente, reproducir un cilindro para que interpretara “Mary tenía un corderito”. Lo único que podía hacer era comprobar su reproductor para que no hubiera un fallo mecánico y comenzar de nuevo: con su voz, el cuerno y el diafragma. No tenía ningún otro modo de realizarlo. Y, por supuesto, no necesitaba otro. No existe un gasto particularmente grande en decir «Mary tenía un corderito» una y otra vez, las que haga falta, hasta conseguir una reproducción perfecta.
»Y si Daguerre, al experimentar con los comienzos de la fotografía, descubría una placa con una exposición excesiva o insuficiente, o que tenía algunas manchas debido a unos productos químicos en mal estado o a una lente defectuosa, normalmente podía intentarlo otra vez. Poca importancia tenía que, esporádicamente, una fotografía se perdiera, ya que la única forma de salvarla habría sido conocer algo que los expertos en fotografía empiezan a descubrir hoy.
»Pero nosotros no podemos hacerlo, Barker. Usted no es “Mary tenía un corderito”. Como tampoco es algo de luz y sombra, que pueda ser preservado o perdido sin ningún daño crítico para su fuente. —Hawks sonrió con una triste timidez—. Un hombre es un Fénix, que ha de renacer de sus propias cenizas, ya que no existe nadie igual a él en todo el universo. Si el viento dispersa las cenizas en una torpe parodia, entonces el Fénix estará muerto para siempre. Nada que nosotros conozcamos podrá traerle a usted de vuelta.
»Quiero que me entienda: el Al Barker que reconstruyamos será casi con toda seguridad usted. Las probabilidades estadísticas se hallan a su favor. Sin embargo, el escáner es incapaz de discriminar. Se trata sólo de una máquina. Un fonógrafo no conoce lo que interpreta. Una cámara fotografía todo lo que se le ponga por delante. No puede insertar lo que no está ahí, y no omitirá la mancha de lápiz de labios de su cuello. Pero, si por alguna razón la película hubiera perdido su sensibilidad para captar el rojo, lo que aparezca en ella no se parecerá en nada a una mancha de carmín…, puede que ni siquiera se parezca a nada. ¿Comprende lo que intento decirle? El equipo está montado todo lo bien que puede estarlo. Una vez que tengamos nuestro negativo, conseguimos unas reproducciones perfectas. No obstante, lo que buscamos ahora es el negativo.
Barker preguntó con ligereza:
—¿Han tenido alguna vez un problema, doctor?
—Si lo tuvimos, no lo sabemos. Hasta donde podemos afirmar, nuestras exploraciones preliminares siempre han sido perfectas. Por lo menos, los objetos y los organismos vivos con los que hemos tratado han funcionado exactamente como lo hicieron siempre. Sin embargo, un hombre es algo tan complicado, Barker. Un hombre es tan superior a su tosca estructura física. Ha pasado toda su vida pensando…, llenando su cerebro con las insignificancias almacenadas que recuerda y que vuelve a conectar cada vez que piensa. Su cuerpo únicamente es la concha en la que vive. Su cerebro es sólo un complejo de recuerdos almacenados. Su mente…, su mente es lo que él hace con esos recuerdos. No existe otra igual. En un cierto sentido, un hombre es su propia creación.
»Si lo cambiáramos en un nivel trascendente que pudiera ser cotejado con lo que fuera que tuviéramos grabado de su vida, podríamos detectar ese cambio. Pero es improbable que nos apartemos tanto del original. Mucho más seria es la posibilidad de que exista un error suficiente como para producir alteraciones sutiles que nadie pueda rastrear…, y, menos que nadie, usted, ya que no dispondrá de los datos para comparar. ¿Su primer cuaderno del colegio estaba forrado de color azul o rojo? Si lo recuerda como rojo, ¿quién podrá encontrarlo ahora para verificarlo?
—¿Acaso importa? —Barker se encogió de hombros y el traje crujió sobre la mesa—. Lo que me preocuparía es que el duplicado estuviera tan estropeado que muriera, o que se convirtiera en un monstruo que necesitara morir.
—Bueno —comentó Hawks, pasándose la mano por la cara—, eso no es probable que ocurra. No obstante, si así lo desea, preocúpese por ello. Su preocupación depende por completo del lugar en el que trace la línea de las cosas que son importantes para usted. Ha de decidir cuánto de usted mismo puede ser modificado antes de considerarse muerto.
Barker le dirigió una sonrisa gélida. Miró alrededor del borde de la abertura del visor que le envolvía.
—Ya estoy metido en esto, doctor. Usted sabe malditamente bien que no me arrugaré. Jamás lo habría hecho. Sin embargo, también sabe que no me ha facilitado el camino.
—Tiene razón, Barker —asintió Hawks—. Y ésta es sólo una forma en la que podría matarle. Existen otros modos que son seguros. Tuve que hablarle así ahora porque necesito a un hombre como usted para lo que más tarde se le hará.
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