—Ha salido de la ECM espontáneamente. No sé si es un problema de la dosis o si está relacionado con la ECM. Es una de las cosas que tenemos que averiguar, qué los saca del estado ECM y los devuelve a la conciencia.
—¿Está despierta?
—No —dijo Richard, echando otra ojeada a los monitores—. Ha vuelto al sueño no-REM.
Joanna observó a Amelia. Sus manos yacían flácidas sobre la gomaespuma. La sonrisita semicomplacida permanecía en su rostro.
—Si la ECM lo está causando, puede que sea el mismo mecanismo que hace que revivan los pacientes que experimentan una ECM, y si ése es el caso…
Se produjo un sonido.
—Shh —dijo Joanna, y se inclinó sobre Amelia.
—¿Está despierta? —preguntó Richard, mirando las pantallas—. No debería estarlo. La pauta indica que está en un sueño no-REM.
—Shh —insistió Joanna, y se inclinó hacia la boca de Amelia.
—Oh, no —murmuró Amelia, y su voz era ronca y desesperada—. Oh, no, oh, no, oh, no.
Morir debe de ser una aventura colosal.
Últimas palabras de CHARLES FROHMAN, productor de Broadway, atando la obra
Peter Pan , de su amigo íntimo James Barrie, antes de hundirse con el
Lusitania .
Amelia Tanaka no recordaba nada negativo de su ECM.
—Fue igual que la última vez —le dijo a Joanna—. Había una luz, y una sensación maravillosa.
—¿Puedes describirla?
—¿La sensación? —dijo Amelia, ensoñadora—. Calma… tranquilidad. Me sentí envuelta en amor.
“No parecías envuelta en amor —pensó Joanna—. Parecías aterrorizada.”
—¿Tuviste esa sensación todo el tiempo?
—Sí.
Joanna lo dejó correr por el momento.
—¿Puedes describir la luz?
—Era preciosa. Brillante, pero no me lastimaba los ojos.
—¿De qué color era?
—Blanca. Como un lámpara, pero realmente deslumbrante —dijo, y esta vez entornó los ojos, como si le hubiera dolido mirarla, a pesar de lo que había dicho.
—¿Estuvo la luz presente todo el tiempo?
—No, al principio no, no hasta después de que abrieran la puerta; Richard miró bruscamente a Joanna. “Voy a tener que decirle que no puede estar presente durante estas entrevistas”, pensó ella.
— ¿Dónde estaba la puerta? —preguntó, impasible.
—Al fondo de… No lo sé —dijo Amelia, el ceño fruncido—. Estaba en un pasillo, o un túnel, o… —Sacudió la cabeza.
Joanna esperó, dándole tiempo para que dijera algo más. Como no lo hizo, intervino.
—Has dicho que abrieron la puerta. ¿Puedes concretar más?
—Um, la verdad es que no vi a nadie abrir la puerta. Estaba oscuro, y de repente hubo luz, como cuando alguien abre una puerta de noche y la luz entra, y pude ver gente. —Entornó de nuevo los ojos—. Iban vestidos de blanco.
—¿Oíste algo?
Ella negó con la cabeza.
—Hubo un sonido al principio.
—¿Puedes describirlo?
—Era un…
“Un zumbido o un timbre”, pensó Joanna, resignada.
—No puedo describirlo —dijo Amelia—. Oí un sonido, y luego aparecí en aquel pasillo y la puerta se abrió y vi la luz. Fue muy real.
—¿Cómo de real?
—No fue como en un sueño. Estuve realmente allí. —Pero cuando Joanna insistió en las sensaciones táctiles y la implicación sensorial, empezó de nuevo a divagar—. La luz me rodeaba. Me sentía cálida… y cómoda.
—¿Y antes de la luz? ¿Cuando estabas en el sitio oscuro? Amelia sonrió.
—En paz.
—¿Eras consciente de la temperatura?
—No, en absoluto.
“Acabas de decir que te sentías cálida”, pensó Joanna, pero no dijo nada. Centró sus preguntas en la puerta y la gente de blanco, y luego, al cabo de varios minutos, de nuevo en sus sensaciones, pero Amelia simplemente repitió que se sentía tranquila, cómoda, cálida.
—El calor me rodeaba, como la luz —dijo—, y entonces el doctor Wright me quitó los auriculares y me preguntó cómo me sentía.
Cuando Joanna le dijo que había terminado de hacer preguntas, Amelia dijo ansiosamente:
—¿Cuándo tendré una nueva sesión?
Y más tarde, después de vestirse, volvió a preguntar:
—¿Cuándo será mi próxima sesión? —Se colocó la mochila al hombro—. Esto es mucho más divertido que la bioquímica.
—Joanna, ha estado magnífica —dijo Richard en cuanto Amelia se marchó—. Es increíble cuánto ha sacado de ella.
—No descubrí por qué decía “Oh, no, oh, no, oh, no”.
—Puede que fuera parte del proceso del despertar y no de la ECM —dijo él—. El señor Wojakowski dijo algo la primera vez que salió de la ditetamina.
—¿Qué?
—No lo recuerdo. Conociéndolo, probablemente tuviera algo que ver con el Yorktown.
— Cuando lo dijo, ¿parecía asustado?
—Me parece que no. No me acuerdo. La enfermera tal vez lo recuerde. Su nombre está en las transcripciones de la sesión. No pudo ser parte de la ECM. No es posible hablar en el estado ECM. El cerebro externo, incluyendo el córtex del habla, está desconectado.
“Pero podía ser el recuerdo de la ECM inmediatamente después de ser revivido”, pensó Joanna. Un recuerdo muy distinto de la ECM que Amelia contaba.
—Lo que realmente me interesa —dijo Richard—, es cómo se relaciona su testimonio con los sujetos que ha entrevistado antes.
—Ha tenido tres de los diez elementos nucleares: el sonido, la luz y la sensación de paz.
—Y el túnel —dijo Richard. Joanna negó con la cabeza.
—Demasiado vago. No pudo describir ni la oscuridad ni el túnel-corredor-pasillo, y ni siquiera lo mencionó hasta que le pregunté si la luz estuvo allí todo el tiempo. Puede que simplemente hubiera un es pació en blanco entre el sonido y la luz, y se imaginara algo para rellenarlo.
—Pero si no cuenta el túnel porque no pudo describirlo, ¿qué ha; del sonido? —preguntó Richard—. Tampoco pudo describirlo.
— Nadie es capaz de describir el sonido con certeza. La mayoría no lo describen en absoluto, y los que pueden dicen que es una especie de timbre la primera vez que se les pregunta y una ráfaga de aire la s guíente, o un grito o un roce o un golpe. O las tres cosas. El señor Steirhorst lo describió como alguien susurrando, y luego, la segunda ve que le pregunté, como si todo un estante de latas de un supermercado se cayera al suelo. No creo que tengan idea de lo que oyen.
—¿Describen con la misma imprecisión lo que han visto?
—Sí y no. Son más precisos, pero a menos que hayan sido aleccionados por el señor Mandrake tienden a usar términos generales y vagos. La luz es “brillante”, el lugar en el que están es “hermoso”. Apenas usan términos sensoriales específicos ni colores, con la excepción de “blanco” y “dorado”.
—Eso podría indicar que el córtex lingüístico está sólo implicado de manera marginal —dijo él, tomando nota—. Lo cual podría causar esa vaguedad para describir el sonido también.
Ella sacudió la cabeza.
—No es lo mismo. Cuando describen lo que han visto, se muestran vagos, pero saben lo que han visto, aunque tengan problemas para describirlo. Pero con el sonido no parecen tener idea de lo que han oído. Tengo la impresión de que están haciendo suposiciones.
—Ha dicho usted que Amelia tuvo tres de los elementos nucleares. ¿La mayoría de los sujetos tienen los diez?
—Sólo los del señor Mandrake. La mayoría de los sujetos que he entrevistado han tenido entre dos y cinco. Algunos sólo tuvieron uno. O ninguno —dijo ella, pensando en que Maisie había visto niebla y nada más—. Los tres de Amelia, más la sensación de que hay gente o “seres” presentes, son los más comunes.
Читать дальше