• Пожаловаться

Christopher Priest: La máquina espacial

Здесь есть возможность читать онлайн «Christopher Priest: La máquina espacial» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. Город: Buenos Aires, год выпуска: 1977, категория: Фантастика и фэнтези / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Christopher Priest La máquina espacial

La máquina espacial: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La máquina espacial»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Un encuentro casual en un sórdido hotel y un incidente comprometedor en un dormitorio conduce a una aventura imprevista en el tiempo y en el espacio. Es el año 1893, y la prosaica vida de un joven viajante comercial es animada solamente por su ferviente (aunque un tanto distante) interés por el nuevo deporte del automovilismo. Es a través de él como conoce a su amiga, y ella le conduce al laboratorio de Sir William Reynolds, uno de los más eminentes científicos de Inglaterra. Sir William está construyendo una máquina del tiempo, y desde este descubrimiento hay, sin embargo, un pequeño paso al futuro. Cuando la joven pareja emerge en el siglo XX descubre que una feroz guerra devasta a Inglaterra. Realmente, la guerra mundial de 1903 es sólo el comienzo de una serie de aventuras que culminan en una violenta confrontación con el más cruel intelecto del Universo.

Christopher Priest: другие книги автора


Кто написал La máquina espacial? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

La máquina espacial — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La máquina espacial», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Retrocedimos, sin atrevernos a pensar que nuestro trabajo había tenido éxito.

—Turnbull, por favor apoye una mano en el bastidor.

—¿Recibiré un choque eléctrico? —dije, preguntándome por qué razón no lo hacía él.

—Creo que no. No hay nada que temer.

Extendí la mano con cuidado; entonces, al cruzar mi mirada con la de Amelia y ver que ella se sonreía, actué con decisión y así el bastidor de metal. Al hacer contacto mis dedos, todo el artefacto se sacudió en forma visible y audible, tal como lo había hecho la Máquina del Tiempo de Sir William; la maciza cama de hierro se volvió tan ágil y flexible como un árbol joven.

Amelia extendió una mano, y luego hizo lo mismo Mr. Wells. Nos reímos en alta voz.

—¡Lo hizo, Mr. Wells! —dije—. ¡Hemos construido una Máquina del Espacio!

—Sí, pero todavía no la hemos probado. Tenemos que ver si la podemos manejar sin peligro.

—¡Entonces hagámoslo ahora mismo!

VI

Mr. Wells ascendió a la Máquina del Espacio y, sentándose cómodamente en los almohadones, se afirmó frente a los controles. Accionando una combinación de palancas, consiguió desplazar la máquina primero hacia adelante y hacia atrás, y luego a un, lado y a otro. Finalmente, hizo desplazar la pesada máquina por todo el laboratorio.

Ni yo ni Amelia vimos estas pruebas. Sólo tenemos la palabra de Mr. Wells de que ensayó la máquina de esa manera... ya que tan pronto como empuñó las palancas él y la máquina se volvieron invisibles— instantáneamente y reaparecieron sólo cuando la máquina se desconectó.

—¿No pueden oírme cuando les hablo? —dijo, después de su viaje de prueba por el laboratorio.

—No podemos oírlo ni verlo —dijo Amelia—. ¿Nos llamó?

—Una o dos veces —dijo Mr. Wells con una sonrisa—. Turnbull, ¿cómo se siente del pie?

—¿Mi pie, señor?

—Lamento que durante mi viaje pasé a través de él. Usted no lo apartó cuando se lo pedí.

Flexioné los dedos dentro de las botas que había tomado prestadas del guardarropas de Sir William, pero parecía que todo estaba bien.

—Venga, Turnbull, tenemos que seguir con las pruebas. Miss Fitzgibbon, ¿quiere subir al piso alto, por favor? Trataremos de seguirla en la máquina. Quizá si usted nos espera en el dormitorio que uso yo...

Amelia asintió y salió del laboratorio. Un momento después la oímos correr escaleras arriba.

—Suba a la máquina, Mr. Turnbull. ¡Ahora veremos lo que este artefacto puede hacer!

Casi antes de haberme acomodado sobre los almohadones junto a Mr. Wells, él movió una de las palancas y nos pusimos en marcha hacia adelante. A nuestro alrededor, nos envolvió instantáneamente el silencio, y desapareció el estruendo distante de los matorrales de maleza roja.

—Veamos si podemos volar —dijo Mr. Wells—. Su voz sonaba opaca y profunda en el ambiente atenuado. Tiró de una segunda palanca y una vez más nos elevamos rápidamente hacia el cielo raso. Levanté las manos para protegerme del golpe... ¡pero cuando llegamos a la madera y a los cristales quebrados del techo del laboratorio pasamos directamente a través de ellos! Por un momento tuve la extraña sensación de que sólo mi cabeza había pasado al exterior, pero la masa de la Máquina del Espacio me había hecho pasar a través del techo y nos encontrábamos detenidos en el aire, encima de ese edificio, tan parecido a un invernadero. Mr. Wells hizo girar una de las palancas colocadas horizontalmente, y nos desplazamos a una velocidad prodigiosa a través de la pared de ladrillos del piso superior de la casa principal. Nos encontramos suspendidos en el aire, sobre un descanso de la escalera. Riéndose para sus adentros, Mr. Wells dirigió la máquina hacia el cuarto de huéspedes que ocupaba y nos lanzó de frente a través de la puerta cerrada.

Amelia estaba esperando en el interior de esa habitación, de pie junto a la ventana.

—¡Aquí estamos! —exclamé tan pronto como la vi—. ¡Y vuela también!

Amelia no dio señales de haberme oído.

—No nos puede oír —me hizo recordar Mr. Wells—. Ahora debo ver si podemos posarnos en el piso.

Permanecíamos suspendidos a unos cincuenta centímetros por encima de la alfombra, mientras Mr. Wells hacía algunos ajustes finos en los controles. En el ínterin, Amelia se había apartado de la ventana y miraba con curiosidad a su alrededor, esperando, evidentemente, que nos materializáramos. Me entretuve primero enviándole un beso por el aire, luego haciéndole una mueca, pero ella no reaccionó.

Repentinamente, Mr. Wells soltó las palancas y caímos al piso, golpeando contra él. Amelia se sobresaltó.

—¡Allí están! —dijo—. Me preguntaba cómo iban a aparecer.

—Permítanos llevarla al piso bajo —dijo Mr. Wells galantemente—. Suba a la máquina, querida, y hagamos una recorrida por la casa.

Fue así que, durante la media hora siguiente, practicamos con la Máquina del Espacio y Mr. Wells se acostumbró a realizar las maniobras exactamente tal como lo deseaba. Pronto la pudo hacer girar, remontarse, detenerse, como si hubiera manejado los controles toda la vida. Al principio, Amelia y yo nos aferrábamos nerviosamente a la cama, porque parecía girar a una velocidad imprudente, pero poco a poco vimos que, a pesar de su aspecto, la Máquina del Espacio era un aparato tan científico como el original.

Salimos de la casa al momento y recorrimos el jardín. Aquí Mr. Wells trató de aumentar nuestra velocidad en marcha hacia adelante, pero, para desilusión nuestra, comprobamos que a pesar de sus otras cualidades, la Máquina del Espacio no podía desplazarse a mayor velocidad que la que desarrolla aproximadamente un hombre a la carrera.

—Es por la falta de cristales —dijo Mr. Wells, mientras nos remontábamos a través de las ramas superiores de un nogal—. Si tuviéramos más cristales nuestra velocidad no tendría límite.

—No se preocupe —dijo Amelia—. No nos interesa una gran velocidad. Nuestra principal ventaja es la invisibilidad.

Yo observaba la masa roja de malezas que cubría el valle, más allá de la casa. Era una constante advertencia de lo apremiante de nuestra tarea.

—Mr. Wells —dije en voz baja—. Ya tenemos nuestra Máquina del Espacio. Es hora de que la usemos.

Capítulo 23

UNA NÉMESIS INVISIBLE

I

Después de que habíamos hecho aterrizar la Máquina del Espacio y de que yo cargara en ella las granadas de mano, Mr. Wells se mostró preocupado por el poco tiempo que nos quedaba.

—El sol se pondrá dentro de dos horas —dijo—. No me gustaría manejar la máquina en la oscuridad.

—Pero, señor, no nos puede pasar nada malo mientras estemos en estado de atenuación.

—Lo sé, pero en algún momento tendremos que regresar a la casa y dejar la dimensión atenuada. Cuando lo hagamos, deberemos tener la absoluta seguridad de que no haya marcianos en las cercanías. ¡Qué terrible sería si volviéramos a la casa de noche y descubriéramos que los marcianos nos estaban esperando!

—Hace más de dos semanas que estamos aquí —dije— y creo que los marcianos ni siquiera han mirado en esta dirección.

Mr. Wells tuvo que convenir en esto, pero dijo:

—No tenemos que olvidarnos de la importancia de nuestra tarea, Turnbull. Como hemos estado encerrados tanto tiempo en Richmond, no tenemos conocimiento de la magnitud del éxito de los marcianos. Evidentemente, han sometido toda la extensión de tierra que podemos ver desde aquí; con toda probabilidad, son ahora los amos de todo el país. Por lo que sabemos, su dominio podría haberse extendido a todo el mundo. Si estamos, como sospecho, al mando de la única arma que no pueden resistir, no podemos darnos el lujo de perder esa ventaja corriendo riesgos innecesarios. Tenemos una tremenda responsabilidad sobre nuestros hombros.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La máquina espacial»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La máquina espacial» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Отзывы о книге «La máquina espacial»

Обсуждение, отзывы о книге «La máquina espacial» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.