Se sostenía en un reborde y no parecía hallarse en peligro de caer, pero tampoco podía abandonarlo. Por abajo, el acantilado por donde había trepado ya estaba bañado por el gas helado. Arriba, la roca era vertical y, a primera vista, imposible de escalar. A su izquierda, el reborde terminaba a unos metros de la chimenea, y en la otra dirección, aunque se extendía algo más, su final también era visible.
¿Alcanzará el gas esta altura?
No, mientras fluya en esa dirección. El lago gaseoso se está vaciando fluidamente.
Entonces, quizás bajará su nivel cuando esté vacío.
Quizás. No tengo ninguna base para calcular su volumen global.
Faivonen se puso de pie. No podía hacer más que buscar una manera de salir del reborde. Quince minutos más tarde, estaba aún en el mismo sitio. Soltó un gruñido de cansancio. No podía subir, y la bajada solamente conducía hacia el gas.
Beedee, creo que sólo me queda desearte suerte. Tal vez dentro de unos años te buscará alguien. Espero que no sea uno de mis chicos.
La máquina sólo respondió a la primera frase.
Podrías improvisar una célula para darme poder y mantenerme consciente hasta entonces. Posees varios objetos de metal, y si unes dos piezas de composición diferente en mis facetas redondas y planas respectivamente, usando una tira de cuero de uno de esos globos, yo tendría una diferencia potencial adecuada. La humedad natural de los tejidos aportaría la electrólisis, probablemente a temperaturas muy bajas… aunque estaría lejos del agua pura. Tendría que intentarlo antes de que los globos vuelen lejos del reborde.
Faivonen no había prestado atención a la media docena de globos que aparentemente flotaban aprovechando la calma del reborde. Aunque algunos de ellos llegaban a medir hasta dos metros de diámetro, habría necesitado al menos varias docenas para que soportaran su peso.
¿Quieres apostar algo? Te dije que esto era la salsa de la existencia… y digo ¡La existencia! puesto que aseguras que estás vivo.
No lo veo como una apuesta. Sólo trato de aumentar mis probabilidades de continuar observando. Dijiste que esto no era una verdadera apuesta.
— No lo es, de acuerdo, apostaré yo solo. Hay unas matas en el acantilado, algo más arriba, entre nosotros y la chimenea. Yo tengo veinte metros de cuerda y un garfio de escalada. Si logro engancharlo a una mata, podré cruzar hacia la chimenea, mientras la cuerda sostiene nuestro peso.
— Ya me fijé en esas matas. Están a veintisiete metros del reborde.
Entonces, usemos la correa. La ligereza debe ser la principal cualidad.
Bien, utiliza la correa de los globos… sí puedes.
Faivonen se levantó y se acercó al globo más próximo. Obviamente era un ser vivo: sus tentáculos se movían, aunque aparentemente sin objetivo alguno. No mostró enterarse de la proximidad del hombre, ni reaccionó cuando éste se colocó al alcance de sus tentáculos y hurgó en él con el machete. La bolsa de gas era más alta que el propio Faivonen, aunque traslúcida, teñida delicadamente de rosa y naranja. Los órganos vitales, si así podían llamarse. Estaban amalgamados en una estructura del tamaño de la cabeza de un ser humano, en el extremo inferior. Las raíces se irradiaban por encima de esa cabeza, de un modo que a Faivonen le recordaron los círculos antárticos.
Si se trataba de un animal, no respondía a ningún acto de provocación. Faivonen, tras decidir que no corría ningún peligro, examinó las raíces con atención.
Acto seguido, diseccionó rápidamente la mesa central, y permitió que Beedee examinase su interior. Los órganos no daban el menor indicio, por lo que el diamante se sintió defraudado en sus ansias de información. Aquellos globos no presentaban la menor relación con ninguna otra clase de vida medeana o terrestre.
Faivonen procedió luego a cortar tiras de la bolsa de gas. Tardó mucho en convertirlas en una correa, y quedaba poco tiempo. Tenía que apresurarse. A continuación eligió dos fragmentos de metal de su equipo y cortó otra tira de la bolsa de gas del globo, de cinco centímetros de anchura. Desanudo las cintas que mantenían a Beedee unido a su muñeca, colocó una pieza de metal contra la superficie plana y la otra en la curvada, y envolvió la piel en torno al conjunto. Dejó sueltos los extremos de la máquina donde estaban localizados sus ojos y sus sentidos de presión. Luego, cortó varios fragmentos de correa y los usó para atar el «vendaje» en su lugar. El paquete parecía resistente.
He observado, murmuró poco después que del valle sube una brisa a nuestro nivel, mientras que el río gaseoso fluye en dirección contraria. ¿ Alguna explicación?
Si. Llegas esta realizando una acción parecida de sillón, por lo que ahora sentimos el viento normal, por encima del bióxido de carbono.
Osea que el río gaseoso fluirá varias semanas.
Es probable.
Y yo no puedo salvarme.
No sé como.
Está bien.
Faivonen cogió el diamante, se aproximo a otro globo, y con unos fragmentos de correa ato el paquete a uno de sus tentáculos más gruesos, dejando libres los sentidos del diamante. Luego, se levantó a mirar durante unos segundos el semicilindro.
No es nada personal gruñó —. Tú pusiste a mi esposa en una situación que la mataría si no cambiaba de personalidad. Y has hecho lo mismo conmigo. Tal vez no seas culpable de matarnos, pero no quiero exponerme. Si alguna vez me buscan mis hijos, no quiero que te encuentren.
El globo no me sostendrá — gimió el diamante, débilmente.
Te sostendrá en el bióxido de carbono. Intenta calcular qué viento te arrastrará. Seguro que hacia el lado frío… que tanto deseas ver y estudiar.
Faivonen empujó el globo fuera del reborde con el pie.
Gracias, Elisha la voz era más débil. pero perceptible aún. Empiezo a entender a los seres humanos. Esto es lo que yo esperaba que hicieras. Según la velocidad del glaciar, regresaré entre tu gente dentro de unos milenios. Sí, seguro que seré arrastrado hacia el lado frío. Bien, soy el vencedor. Naturalmente, si esos globos poseen el medio de regresar, tardaré menos en estar entre los hombres. Lamento que tú no puedas estar presente. Ah. Has resultado casi tan interesante como tu esposa. Y claro, si regreso dentro de unos meses y no dentro de milenios, no te aconsejo que esté aguardándonos tu informe sobre mi conducta antihumana.
La voz calló. Faivonen vio cómo el globo iba flotando sobre el valle. Luego, se acercó al extremo del reborde más cercano a la chimenea, cogió la cuerda y el garfio y los aseguro a una mata.
Inició el descenso.
¿Qué haremos sin el diamante? se horrorizó Sullivan.
— Muy sencillo. Nos hemos quedado — respondió Faivonen — sin calculadores, aviones, radios y todo eso que decidimos eliminar hasta que pudiéramos construirlos con materiales locales. Esta embarcación es la prueba de lo que somos capaces de fabricar. La joven generación decía que, teniendo a Beedee como archivo, no hacía falta aprender a leer y escribir. Beedee era, en realidad, nuestro fracaso. Y tú lo sabes.
— Yo lo sé. Pero otros no. Y querrán lincharte por haber echado a perder todos los datos reunidos acerca de Medea en esos veinte años. Ah. No podremos sobrevivir sin esos datos.
— Nadie me linchará y lograremos sobrevivir aseguró Faivonen. En primer lugar, no hemos perdido nada. La mayoría de los datos ya son de conocimiento general y están anotados, o los recordará alguien. En segundo lugar… Sullivan, hace años que Beedee sabía que esos globos son inteligentes, pero no lo comunicó a nadie porque previó que se interferirían con su estilo de vida. Sabía de sobras que el río de bióxido de carbono fluye en un sentido y el aire atmosférico en otro, y que los gases tenían que mezclarse, por lo que habría oxígeno suficiente varios metros por debajo de la nube gaseosa. La verdad es que ya era imposible confiar en él, y una vez la gente lo comprenda no pensarán en lincharme.
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