Cosa extraña, la primera revista que se especializó en el género fue británica. Screen Chills and Macabre Stories nació en el otoño de 1957. Ofreciendo algunos artículos y relatos sacados de las películas, encontró escasa acogida y no tardó en liquidar.
El mercado americano respondió mejor a este tipo de publicación. En enero de 1958, Famous Monsters of Filmland obtuvo unas ventas fenomenales y adoptó con gran rapidez una periodicidad bimensual. Poco tenía que ver con la ciencia ficción, y si bien presentaba algún relato ocasional, carecía de verdadero interés. E ironías de la suerte, la dirigía Forrest J. Ackerman, el aficionado número uno de la ciencia ficción. Ackerman, apasionado desde niño por las películas de terror y ciencia ficción, había reunido una inmensa colección en su Ackermansion , donde se aloja también la más completa colección de libros y revistas de ciencia ficción y horror existente en el mundo, que yo sepa. Durante años, Ackerman se había esforzado por iniciar una revista de ciencia ficción, pero sus planes se frustraban en las etapas finales. El aborto más reciente había sido el de Sci-Fi preparada para su publicación en 1957, pero que nunca apareció. Ackerman acuñó en 1955 el término sci-fi , en las páginas de Spaceway . Desde entonces, llegó a ser la abreviatura más usada de ciencia ficción, con gran disgusto de los puristas, que la juzgan como sinónimo del mínimo denominador común de lo más ínfimo del género.
Con Famous Monsters , no obstante, Ackerman acertó con la cuerda sensible, y su publicación inició el auge de las revistas de monstruos, que se prolongó hasta la década de los sesenta. (Robert C. Sproul, de Web Terror , lanzaría posteriormente la suya propia, For Monsters Only.) También tuvo sus repercusiones en el mundo de la revista de ciencia ficción, puesto que provocó la defección de W. W. Scott. Scott, en el número de abril de 1959, transformó Super-Science Fiction en revista de monstruos. Sin embargo, no la rellenó con una multitud de fotografías tomadas de las películas o con artículos semiserios, sino que la mantuvo con la misma apariencia, con relatos de fondo como Vampires from Outer Space (Vampiros del espacio), Mournful Monster (Monstruo afligido) y The Huge and Hideous Beasts (Las enormes y horribles bestias), la mayoría escritos por Robert Silverberg. Resulta imposible determinar en qué proporción aumentó esto las ventas de Super SF o retrasó su desaparición, pero sólo se publicaron tres números más, hasta octubre de 1959. Por entonces, numerosos aficionados a la ciencia ficción se alegraron de ello, pues si bien la revista había ofrecido algunas buenas narraciones, como The Gentle Vultures (Los dóciles buitres), de Isaac Asimov (diciembre de 1957), su calidad había disminuido muy pronto.
A finales de 1959, sobrevivían nueve revistas de ciencia ficción en todo el continente norteamericano, siendo así que dos años antes existían más de veinte. La cifra se reduciría aún más en el transcurso del año siguiente.
Fantastic Universe había dañado mucho su buen nombre al concentrarse en los platillos volantes, en 1957. Sin embargo, Hans Santesson obró milagros para mantener viva la revista durante los años de infortunio. Amplió su alcance para cubrir todos los reinos de la fantasía, lo sobrenatural y la ciencia ficción. Fantastic Universe fue la primera en imprimir el relato onginal de Bjorn Nyberg Conan, vuelto a escribir por L. Sprague de Camp, Conan the Victorious (Conan el victorioso), en septiembre de 1957. Santesson alentó a Harry Harrison en su obra, sugiriendo la serie La guerra de los robots , después de adquirir The Velvet Glove (El guante de terciopelo) en 1956.
La mejor oportunidad para renovar su revista se le presentó a Santesson en 1959, cuando pasó a ser editada por Great American Publications. En octubre de 1959, Fantastic Universe experimentó una modernización. Aunque volviendo al formato de revista barata, se imprimía en papel de mejor calidad. Santesson adquirió algunos cuentos de primera clase, por ejemplo The Largue Ant (La gran hormiga), un relato de Howard Fast sobre la evolución, y se aseguró la contribución de Lester del Rey, John Brunner, Lin Carter, Jorge Luis Borges y Poul Anderson. La publicación en forma de folletín de The Mind Thing (El objeto mental), la novela de Fredric Brown sobre un extraterrestre que se adueña de las mentes humanas, se inició en marzo de 1960. Los lectores hubieron de esperar un año, hasta que fue publicado el libro, para averiguar cómo concluía. Aquél fue el último número de Fantastic Universe , otra víctima de los distribuidores, precisamente cuando mayor éxito obtenía. La editorial planeó una revista especial, de un solo número, a fin de publicar en ella los relatos inéditos comprados para Fantastic Universe . La proyectada Summer SF jamás se hizo realidad. No obstante, se publicaron dos números de una revista de horror, Fear! , así como otros cinco de una edición americana de New Worlds , aunque de esto hablaremos más tarde.
Entre las víctimas finales de la plaga, se incluyeron las más apreciadas revistas, Future y Sciencie Fiction Stories , admirablemente editadas por Robert Lowndes durante casi veinte años. Lowndes (nacido en 1916) fue y sigue siéndolo (pese a que ya no trabaja en este campo), uno de los mejores y más competentes editores de revistas. Se interesaba de verdad por la revista en sí, en sus colaboradores y, sobre todo, sus lectores, en tanto que otros adoptaban la actitud de «primero ocuparse de la revista, ya se ocupará ésta del lector». Para Lowndes, el lector era lo primero, o al menos se encontraba al mismo nivel.
Esta preocupación se revela muy claramente al leer su publicación: los editoriales personalizados, las excelentes secciones dedicadas al lector y el aficionado, y el sentimiento general que se desprende de que «esto es obra de todos». Leer una de las revistas de Lowndes causaba la impresión de pertenecer a una familia, y en cierto sentido así era.
Future apareció de manera más irregular, y durante parte de 1954, quedó casi postergada. Salió esporádicamente a lo largo de 1956 y, por último, en 1958 adoptó una periodicidad bimensual, al tiempo que SF Stories pasaba a mensual. Ambas revistas contenían una excelente literatura, con la diferencia de que SF Stories podía ofrecer folletines gracias a la frecuencia de su publicación; entre ellos, The Tower of Zanid (La torre de Zanid (1958) -las heroicas peripecias escritas por L. Sprague de Camp correspondientes a su serie Krishna y que narraban los intentos de un aventurero por recuperar su reino perdido- y el muy infravalorado Caduceus Wild (Caduceo salvaje) (1959), de Ward Moore y Robert Bradford. Situada en un futuro dominado por la medicina, cuando constituye un delito no llevar encima el certificado de buena salud firmado por un médico, la novela relata la rebelión de los mallies , es decir los enfermos.
Pese a que ambas revistas incluían relatos de Silverberg, Garrett y otros escritores pertenecientes a la fábrica de ficción, se trataba de narraciones escogidas con evidente cuidado por Lowndes, y rara vez había algún cuento malo. Muchos escritores deben a Lowndes su primera o primeras ventas durante este período. Por ejemplo, Thomas N. Scortia (nacido en 1926), conocido hoy día como el autor de uno de los libros en que se basó la película El coloso en llamas . Aunque su primera obra se la había comprado Del Rey en 1953 para SF Adventures , la mayoría de sus primeros relatos pasaron a manos de Lowndes. Uno de los mejores, Genius Loci (SF Stories , septiembre de 1957), se desarrolla en un mundo extraño, donde los colonos humanos se ven misteriosamente afectados por una plaga vegetal. Scortia aplicó buena parte de sus conocimientos de química a este fascinante relato.
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