Pero no se había producido ninguna errata. La explicación reside en la misma razón por la que Ray Palmer cambió de Other Worlds a Flying Saucers: la tan ambicionada licencia postal de segunda clase. Al mismo tiempo que lanzaba Infinity , Irwin Stein había iniciado la publicación de una revista hermana del género policiaco, Suspect . En contra de lo esperado, Infinity triunfó, en tanto que Suspect se iba al garete. Stein decidió, por lo tanto, convertir Suspect en una revista de ciencia ficción y, para evitar la pérdida de su autorización postal, se limitó a cambiarle el nombre, manteniendo la misma numeración. De modo que, tras el quinto número de Suspect , llegó el sexto de Science Fiction Adventures . Por desgracia, Correos no admitió tal engaño, y Stein hubo de atenerse a las normas. Palmer conservó la exclusiva de su fórmula de tránsito, que le permitió pasar por alto las reglas.
SF Adventures , dirigida a un público juvenil, alardeaba de ofrecer «nuevas novelas de acción completas». El uso de la palabra «novela» requirió un verdadero esfuerzo de imaginación, ya que el relato de fondo, The Starcombers (Los exploradores de estrellas), de Edmond Hamilton, sólo tenía quince mil palabras de extensión. Los otros dos, ambos colaboración de Silverberg y Garrett con diversos seudónimos, todavía eran más cortos. En su editorial, Larry Shaw se lamentaba de la pérdida de un «sentido de lo maravilloso» en la ciencia ficción, afirmando que SF Adventures lo restablecería. De hecho, la revista no difería de Imaginative Tales , con la diferencia de que, en esta última, sólo las novelas de fondo tenían cierta calidad, mientras que los cuentos de relleno se reducían a puro desecho de las fábricas de ficción. En comparación, SF Adventures parecía más sustancial, y ofrecía excelentes ilustraciones de Ed Emshwiller. Eso le proporcionaba una ventaja psicológica frente al lector, incluso antes de que éste llegara a la ficción, asimismo de mejor calidad. En ella se publicaron algunas de las mejores obras de Silverberg de aquel período, por ejemplo su serie Chalice of Death (Cáliz de muerte), firmada con el seudónimo Calvin Knox. La trilogía, que narraba el descubrimiento de la antigua Tierra miles de años después de que su imperio se hubiera esparcido por todo el universo y el subsecuente cumplimiento de la profecía según la cual aquélla recuperaría su antiguo poder, fue publicada más tarde en forma de libro con el título Lest We Forget Thee, Earth (Para que no te olvidemos, Tierra) (1958).
SF Adventures no fue la primera de la nueva nidada de revistas. Su número inicial estaba fechado en diciembre de 1956. Satellite SF había aparecido en octubre del mismo año.
Editada por Renown Publications, de la Quinta Avenida, Nueva York, Satellite SF estaba dirigida por un hombre conocido de todos en el mundo de la revista, Leo Margulies. Margulies (1900-1975) era uno de los editores más respetados por su experiencia y sus conocimientos. Después de abandonar Fantastic Universe , había fundado su nueva firma editorial por diversas razones, aunque de ninguna manera para publicar Mike Shayne's Mystery Magazine y la pretendida reedición de Weird Tales . Esta última no llegó a materializarse, al menos no en aquella época, aunque su vieja compañera, Short Stories , volvió a editarse, ofreciendo como mínimo un relato de ciencia ficción por número.
Margulies solicitó la ayuda de Sam Merwin para editar Satellite , reconstituyendo el equipo que había puesto en marcha Fantastic Universe en 1953.
La idea de Satellite no era nueva. Consistía en presentar una novela completa por número, acompañada de un puñado de cuentos. La misma estructura fue adoptada ya para las antiguas Quarterlies , aparecidas entre 1928 y 1934, y constituyó la fuerza de Starling Stories . Esta última publicación había sido prácticamente la única en la que los aficionados podían encontrar novelas legibles a un precio módico. Pero, en 1956, los libros de bolsillo inundaron el mercado, de tal forma que Satellite decidió rivalizar francamente con él ofreciendo una novela completa, incluso de extensión superior a la normal, por el mismo precio (treinta y cinco centavos). Margulies cumplió su palabra. A diferencia de las quince mil palabras de SF Adventures , el primer número de Satellite presentó The Man from Earth (El hombre de la Tierra), de Algis Budrys, con una extensión de treinta y cuatro mil palabras, y el número dos, A Glass of Darkness (El espejo de las tinieblas), de Philip K. Dick, con un total aproximado de cuarenta mil palabras.
La novela más renombrada entre las publicadas en Satellite fue sin duda The Languages of Pao (Las lenguas de Pao), de Jack Vance, incluida en los números de diciembre de 1957. Esta intrincada narración sobre el planeta Pao y la forma en que sus diversos idiomas gobernaban las varias culturas añadió una nueva dimensión a la obra de Vance y le señaló como escritor digno de tenerse en cuenta.
Satellite no ofrecía secciones de cartas o colaboración de los lectores, pero instituyó una de crítica literaria, a cargo de Sam Moskowitz, que se metamorfoseó en una serie de artículos sobre los progenitores de la ciencia ficción y constituiría la base de su libro Explorers of the Infinite (Exploradores del infinito) (1963). Además, Margulies recuperó para el campo de la ciencia ficción a los artistas Leo Morey y Frank R. Paul.
Satellite fue bien recibida en general. Publicaba buena literatura de autores competentes, con un contenido bien equilibrado. En 1953, no habría bastado con eso para mantener la revista a flote, pero en 1957 suponía una excelente baza.
Pisando los talones a Satellite y SF Adventures , nació SuperScience Fiction con un director y un editor nuevos en el campo. El director, W. W. Scott, era un hombre muy experimentado en el terreno de la revista de aventuras de formato normal, aunque no en el de la ciencia ficción, por lo que se limitó a modelar su revista basándose en las ya existentes. Pero no sabiendo diferenciar entre buena o mala ciencia ficción (dejando aparte que estuviera o no bien escrita), pronto adoptó la solución más fácil y recurrió a la fábrica de ficción, en especial a Robert Silverberg, para llenar sus números.
El primero, fechado en diciembre de 1956, llevaba una impresionante portada de Kelly Freas, representando la determinación del hombre de conquistar las estrellas. Con ella se pretendía subrayar lo que sería el tema preferido de Super-Science Fiction: el modo en que la ciencia del futuro afectaría al individuo. En realidad, ya en el primer número, el proyecto quedaba reducido al intento por parte de los autores de crear personajes en el contexto de sus, por otra parte, típicas aventuras espaciales. Catch 'Em All Alive! (¡Atrapadlos vivos a todos!), de Robert Silverberg, relataba simplemente la captura de una multitud de especimenes como muestrario de la fauna extraterrestre. El relato resultaba ameno, pero mal cabía considerarlo como un estudio en profundidad de la humanidad y la ciencia. Desde luego, Silverberg no se proponía tal cosa.
Los lectores, siempre y cuando ignoraran las pretensiones de Scott, encontraron una revista bastante interesante, realmente superior al nivel de Amazing . Y aunque no podía aspirar a ser indispensable, atrajo lectores y se estabilizó en una periodicidad bimensual.
Todavía se creó una revista más antes de finalizar 1956. A diferencia de muchas publicaciones de este periodo, Venture SF no iba dirigida en absoluto al público juvenil. El primer número, fechado en enero de 1957, la presentaba como compañera de la respetable F and SF , la única revista en circulación creciente por aquel entonces, si bien no la dirigía Anthony Boucher, de la F and SF , que se circunscribía a figurar como asesor. La dirección de Venture la ostentaba el director gerente de Mercury Press, Robert P. Mills (nacido en 1920). Mills se había ocupado ya de la mayor parte del trabajo administrativo de F and SF y su ya enajenada compañera Ellery Queen's Mystery Magazine . Ahora, le correspondía el control total de Venture .
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