Ted Dekker - Rojo

Здесь есть возможность читать онлайн «Ted Dekker - Rojo» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Фантастика и фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Rojo: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Rojo»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Todo gira en torno a Thomas Hunter, un escritor de poco éxito que sobrevive trabajando en el café Java Hut, en Denver. Pero su aparentemente monótona vida sufrirá un vuelvo radical cuando fuerzas desconocidas liberen un arma bacteriológica en la atmósfera. Al final de la jornada, tres millones de personas serán portadoras del virus más letal que haya conocido la humanidad, y en sólo un par de días habrá noventa millones de infectados.
El punto es que no existe ninguna vacuna… pero extrañamente, la única esperanza es Thomas Hunter. ¿Cómo? ¿Por qué? Él no lo sabe, pero su existencia amenaza importantes planes y por eso debe morir.

Rojo — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Rojo», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Ellos aún no estaban seguros de por qué tomarlo… muchas palabras y unas cuantas cicatrices no valían nada cuando se va directo al asunto. Y, sinceramente, él no estaba seguro acerca de ellos. Qué no daría por tener a Mikil o a William a su lado.

Pronto averiguarán quién era él.

Thomas reclinó lo más que pudo el asiento hacia atrás y dejó que el suave rugido de los motores lo introdujera en el sueño. Que lo pusiera a soñar.

14

QURONG IRRUMPIÓ en el comedor, haciendo caso omiso del dolor que le atravesaba la carne.

– ¡Muéstrenme su cuerpo!

Ya habían sacado al general del barril de agua y lo habían puesto en el piso. Por un momento, Qurong se llenó de pánico. Había estado con el general apenas esa noche, antes de que lo mataran. El único consuelo en este terrible asesinato era el descubrimiento de que un cuchillo, no el agua, había acabado con su vida.

– ¿Quién hizo esto? -gritó-. ¿Quién?

La portezuela se abrió de repente y entró Woref, jefe de inteligencia militar.

– Fueron los guardianes del bosque -informó.

Bajo cualquier otra circunstancia, Qurong habría rechazado la afirmación. La sola idea de que los guardianes del bosque hubieran estado en su propio campamento era indignante. Pero Woref hizo la afirmación como si reportara un hecho bien conocido.

No obstante, él no lograba asimilarlo.

– ¿Cómo?

– Le hemos tomado una confesión a una de las criadas. Dos de ellos entraron por la pared a sus dormitorios. Ella dijo que venían por los libros de historias.

La revelación le dejó el rostro sin sangre. No porque le importaran mucho las reliquias simbólicas, aunque sí le importaban, sino debido al lugar donde él mantenía los libros. Su religión era una cosa; su vida era totalmente otra.

Qurong se fue a grandes zancadas hacia su recámara.

– Hay más, señor -informó Woref siguiéndolo-. Acabamos de recibir la noticia de un explorador, de que hay un pequeño campamento de guardianes del bosque a solo cinco kilómetros al oriente.

Así que era cierto entonces. Caminó por el pasillo central.

– Ahoguen a los guardias que estaban anoche en servicio -expresó bruscamente.

Los dos arcones se hallaban donde siempre estaban, rodeados por los seis candeleras.

– ¡Ábrelo! -le ordenó a Woref.

Pocos habían entrado al pequeño aposento y Qurong dudaba que Woref hubiera estado alguna vez allí. Pero él conocía bastante bien los baúles; había sido responsable de su construcción casi diez años atrás. El resto de libros, miles de ellos, estaban ocultos, pero él conservaba a su lado todo el tiempo estos dos baúles debido al aura de misterio que le daban, no por cualquier poder tangible.

Ninguno de ellos podía leer los libros… parecían estar escritos en un idioma que ninguna de sus personas podía leer. Se rumoraba que los guardianes del bosque podían hacerlo con mucha facilidad, pero esta era una broma acerca de lenguas estúpidas. ¿Cómo podían los guardianes del bosque leer algo en que ninguno de ellos había puesto los ojos?

– Han cortado el cuero -informó Woref inspeccionando cada lado de las cuerdas-. Estuvieron aquí.

Qurong supo que alguien había estado en sus aposentos en el momento en que abrieron la tapa. El polvo sobre los libros estaba corrido.

Hizo a un lado la cortina y salió. Aire. Necesitaba más aire.

– Pero no me mataron.

– Entonces solo venían tras los libros -comentó Woref.

– ¿Y planean regresar ahora que saben que los tenemos?

– Sin embargo, ¿por qué venir tras estas reliquias cuando pudieron haber…?

Woref no terminó el pensamiento.

– Es Thomas -enunció Qurong.

Sí, ¡desde luego que fue él! Solo Thomas pondría tal valor en los libros.

– Tenemos la décima división al sur de…

– ¿Cuántos de los guardianes están en este campamento?

– Una docena. No más.

– Envía un mensaje inmediato. A la décima división al sur de los cañones.

Diles que les corten toda vía de escape. ¿En cuánto tiempo podrían estar en el lugar?

– Tienen que movilizar mil hombres. Dos horas.

– Entonces nos movemos en dos horas. En realidad con algo de suerte podríamos atrapar a ese perro.

– Y si es Thomas, ¿matarlo ahora pondría en peligro la captura de las selvas? -preguntó Woref.

– Él hizo caso omiso a la inquietud de Woref. No había secretos acerca del interés del general en asegurarse las selvas. Al finalizar esa tarea se le daría a Woref en matrimonio la hija de Qurong, Chelise. Todos estaban esperando sus premios, y el de Woref sería el objeto de su obsesión no correspondida. Pero Qurong ya no estaba muy seguro acerca de lo sabio de su acuerdo de entregar a Chelise a esta bestia.

Qurong fue hasta una vasija de morst, una mezcla blanca harinosa de almidón y caliza molida, metió los dedos y se dio palmaditas en la cara. Eso le daba cierto consuelo al secar algún sudor en la superficie de la piel. Cualquier clase de humedad, incluyendo el sudor, aumentaba el dolor.

– ¿Cuánto tiempo pasará antes de que el ejército principal del Bosque Sur nos alcance? -inquirió Qurong.

– Hoy. Quizás horas. Tal vez deberíamos esperar hasta que venga acá.

– ¿Está él dando ahora las órdenes? Se le pudo haber ocurrido este plan, pero que yo sepa, aún soy quien manda.

– Sí, por supuesto, su excelencia. Perdóneme.

– Si logro matar a Thomas, los habitantes del bosque tendrán aún menos probabilidades de saber nuestros planes. Ellos todavía no saben del cuarto ejército al extremo lejano de su selva. Sus bombas incendiarias solo alcanzarán para cuatrocientos mil hombres.

– Ellos tienen otros líderes capaces. Mikil. William. Y quizás sepan más de lo que creemos.

– ¡Ninguno de ellos se compara con Thomas! Ya lo verán ustedes, sin él están perdidos. Envíen el mensaje: ¡Aíslenlos! Hagan que el resto de nuestros hombres empiecen a levantar el campamento como si nos fuéramos a meter al desierto. Lo juro, si Thomas de Hunter está entre ellos, no vivirá este día.

***

UNA FRASE en tono suave en medio del viento lo despertó. Thomas se estaba quedando dormido en el avión, pero también estaba despertando, aquí en el desierto, con estas palabras al oído.

– Se están movilizando.

Thomas se sentó. Mikil se colocó en una rodilla.

– No es una asamblea de guerra… están empacando en los caballos. Supongo que regresan al desierto.

Thomas se puso de pie, corrió a lo alto de la duna, agarró el monóculo de manos de William y atisbo. No se lograba ver todo el campamento; el extremo trasero estaba oculto por una leve elevación en el desierto. Pero hasta donde podía ver, los encostrados cargaban lentamente sus carros y sus caballos.

– ¡Thomas! -exclamó Rachelle, subiendo la ladera.

– ¿Soñaste? -preguntó él rodando sobre la espalda y sentándose.

Ella miró a William como si dijera: No aquí.

– William, diles a los demás que se preparen para seguir al ejército al interior del desierto -ordenó Thomas.

– Señor…

– ¿Cómo es posible que vayas tras ellos ahora? -cuestionó Rachelle-. ¡La Concurrencia es dentro de dos días!

– ¡Debemos conseguir los libros! Ella volvió a mirar a William.

– William, diles a los otros.

– Ella tiene razón. Si los seguimos por un día, añadiremos otro día a nuestro viaje a casa. Nos perderemos la Concurrencia.

– No al ritmo que viajan esas babosas. Y creo que Elyon entenderá que nos perdamos la Concurrencia si estamos ocupados destruyendo a sus enemigos.

– Estamos robando libros, no destruyendo al enemigo -objetó William.

– Destruiremos al enemigo con los libros, ¡piensa con la cabeza!

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Rojo»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Rojo» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Ted Dekker - Outlaw
Ted Dekker
Ted Dekker - Sanctuary
Ted Dekker
Ted Dekker - Mortal
Ted Dekker
Ted Dekker - Verde
Ted Dekker
Ted Dekker - Negro
Ted Dekker
Ted Dekker - Blanco
Ted Dekker
Ted Dekker - Tr3s
Ted Dekker
Tom Dekker - Clockwork
Tom Dekker
Tom Dekker - Terapolis
Tom Dekker
Tom Dekker - Diesel
Tom Dekker
Отзывы о книге «Rojo»

Обсуждение, отзывы о книге «Rojo» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x