Ian Rankin - Aguas Turbulentas

Здесь есть возможность читать онлайн «Ian Rankin - Aguas Turbulentas» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Aguas Turbulentas: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Aguas Turbulentas»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La desaparición de una estudiante, Philippa Balfour ¿niña rica rebelde, hija de un banquero bien acomodado e influyente? conduce a la policía a dos posibles pistas: la primera relacionada con la aparición de una muñeca de madera en un minúsculo ataúd abandonado en un paraje rural, a poca distancia de la casa de los Balfour; la segunda, su participación en un juego de rol a través de Internet dirigido por un misterioso gurú cibernético. Dos posibles pistas que vinculan casos antiguos de asesinatos no resueltos con otros más recientes. La policía, de Lothian y Borders, se pone en marcha, mientras Rebus investiga los deslavazados antecedentes históricos de crímenes sin resolver y la agente Siobhan Clarke sigue la pista virtual del misterioso «Programador», cuyas enrevesadas claves acaban dirigiendo los pasos de la investigación. Las vidas, virtuales y reales, dependen ahora de una fracción de segundo.

Aguas Turbulentas — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Aguas Turbulentas», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Jean Burchill, por favor -dijo, y aguardó.

Diga.

– Jean, soy John Rebus.

John, precisamente iba a llamarle.

– No irá a decirme que han estado molestándola.

Bueno, más que molestarme…

– ¿Un periodista llamado Steve Holly por lo de las muñecas?

Ah, ¿a usted también?

– Lo mejor que puedo aconsejarle, Jean, es que no diga ni una palabra. No conteste a sus llamadas y, si logra que usted se ponga al teléfono, dígale que no tiene nada que informar, por mucho que insista.

Entendido. ¿Ha sido Bev Dodds quien ha hablado?

– Es culpa mía. Debí imaginarme que lo haría.

No se preocupe por mí. Estaré prevenida.

Se despidieron y Rebus colgó y se acercó a la mesa de Siobhan a leer el mensaje en la pantalla del ordenador portátil.

«Este juego no es un juego. Es una búsqueda. Hace falta ser fuerte, resistente, y no digamos inteligente. Pero hay buena recompensa. ¿Sigues queriendo jugar?»

– Le envié un mensaje diciendo que me interesaba, pero le pregunté cuánto duraba el juego -dijo Siobhan pasando el dedo por el teclado-. Me contestó que podía durar unos días o unas semanas. A continuación, pregunté si podía empezar con Hellbank y me contestó inmediatamente que Hellbank era el cuarto nivel y que tengo que jugar el juego entero. Dije que de acuerdo y a medianoche recibí este correo.

En la pantalla apareció otro mensaje.

– Ha utilizado una dirección distinta -explicó Siobhan-. A saber cuántas tiene.

– ¿Eso dificulta su localización? -preguntó Rebus, mientras lo leía:

«¿Cómo puedo estar seguro de que eres quien dices?»

– Se refiere a mi dirección de correo electrónico -explicó Siobhan-, porque primero utilicé la de Philippa y ahora uso la de Grant.

– ¿Qué le dijiste?

– Que tenía que confiar en mí, o que si quería podíamos vernos.

– ¿Y te pareció que le interesaba?

Siobhan sonrió.

– No abiertamente -contestó-, pero me envió esto -añadió pulsando otro botón.

«Seven fins bigh is king [1] La reina cena bien ante el busto.»

– ¿Eso es todo?

Siobhan asintió con la cabeza.

– Le pregunté si podía darme una clave y volvió a repetir el mensaje.

– Seguramente porque el mensaje encierra la clave.

– Me he pasado casi toda la noche despierta -dijo ella pasándose un dedo por el pelo-. Me parece que a ti no te interesa.

– Tendrás que encontrar a alguien a quien le gusten los crucigramas. ¿No suele hacer crucigramas crípticos el joven Grant?

– ¿Ah, sí? -exclamó Siobhan mirando al otro lado de la sala donde Grant hablaba por teléfono.

– ¿Por qué no le preguntas?

Cuando Hood acabó de hablar por teléfono, Siobhan estaba a su lado aguardando.

– ¿Qué tal con el portátil? -inquirió él.

– Muy bien -contestó ella tendiéndole una hoja-. Me han dicho que te gustan las adivinanzas.

Él cogió la hoja, pero sin mirarla.

– ¿Y el sábado qué tal? -preguntó.

– El sábado estuvo bien -respondió ella.

La verdad es que lo había pasado bien; se habían tomado un par de copas y luego habían cenado en un buen restaurante nada rimbombante de la ciudad nueva. Hablaron de trabajo casi todo el rato porque no tenían mucho más en común, pero se rieron los dos con algunas historias que les habían sucedido. El había sido muy caballeroso y la acompañó después a casa; ella no lo invitó a que subiera a tomar café y él dijo que tomaría un taxi en Broughton Street.

Hood la miró y sonrió complacido de que le hubiera dicho «muy bien».

– «Seven fins high is king» -leyó en voz alta-. ¿Qué quiere decir?

– Tenía la esperanza de que tú me lo dijeras.

Él volvió a leer el mensaje.

– Podría ser un anagrama, aunque hay pocas vocales. ¿No será: «antes de la redada», en lugar de «ante el busto»? Bust es también «redada». ¿Una redada antidrogas, tal vez? -Siobhan se encogió de hombros-. ¿Por qué no me explicas un poco de qué se trata? -añadió.

Siobhan asintió con la cabeza.

– Mientras nos tomamos un café -contestó.

Tras su escritorio, Rebus vio que salían del departamento y cogió el primer recorte. Cerca de su mesa, alguien mantenía una conversación a propósito de la próxima conferencia de prensa; parecían estar de acuerdo en que, si Gill Templer se la encomendaba a una persona en concreto, estaba de uñas con ella. Rebus entornó los ojos: había una frase en el recorte de 1995 que había pasado por alto la primera vez. En el Hotel Huntingtower, cerca de Perth, un perro había encontrado el féretro y un trozo de tela, y un empleado del establecimiento había dicho: «Si no tenemos cuidado, Huntingtower va a crearse mala fama». ¿Qué habría querido decir? Cogió el teléfono pensando en que a lo mejor Jean Burchill lo sabía, pero no le llamó; no quería que pensase que era…, ¿qué exactamente? Lo había pasado bien la víspera y creía que ella también. La había acompañado a su casa en Portobello, pero había declinado su invitación a tomar café.

– Ya le he robado bastante de su día -dijo, y ella no replicó.

– En otra ocasión, entonces -repuso ella.

Cuando volvía a Marchmont sintió que se había desvanecido algo entre ambos y estuvo a punto de llamarle, pero puso la tele, se enfrascó en su programa sobre la naturaleza y después ya no pensó en otra cosa hasta que recordó lo de la reconstrucción y se acercó a verla.

Seguía con la mano sobre el teléfono. Cogió el auricular, marcó el número del Hotel Huntingtower y pidió que le pusieran con el director.

Lo siento -dijo la telefonista-, está en una reunión en este momento. ¿Quiere dejar algún recado?

– Quiero hablar con alguien que trabaje en el hotel desde 1995 -respondió después de explicar quién era.

Yo trabajo desde 1993 -dijo la mujer.

– Entonces, recordará un ataúd pequeñito que apareció.

Sí, vagamente.

– Es que tengo un recorte de un periódico en el que se afirma que el hotel podía adquirir mala fama.

– Sí.

– ¿Y por qué motivo?

No estoy segura, quizá fuera por la turista americana.

– ¿Qué turista?

La que desapareció.

Rebus guardó silencio un instante y luego le pidió que repitiese lo que acababa de decir.

* * *

Rebus fue al anexo de la Biblioteca Nacional de Causewayside, que estaba a apenas cinco minutos a pie de Saint Leonard, enseñó su carnet de policía y dijo lo que quería; lo acompañaron hasta una mesa con lector de microfilmes consistente en una gran pantalla con dos bobinas debajo para pasar la película. Él ya había usado el aparato cuando la hemeroteca estaba en el edificio principal del puente George IV. Aunque señaló al empleado que era un «trabajo urgente», tardó casi veinte minutos en llegar un bibliotecario con la caja de los microfilmes pedidos. El Courier era el diario de Dundee; recordó que sus padres lo compraban y le constaba que hasta hacía poco había conservado la presentación tipográfica del siglo pasado con anuncios en la primera página, sin noticias ni fotos. Se decía que, cuando el hundimiento del Titanic, el Courier lo publicó con el titular de: «un hombre de Dundee perece en el océano». No era un periódico de miras estrechas.

Rebus llevaba el recorte sobre el hotel y pasó la cinta de microfilmes hasta un mes antes de la fecha de publicación. Allí estaba, en una página interior, «misteriosa desaparición de una turista, según la policía». La mujer se llamaba Betty-Anne Jesperson, tenía treinta y ocho años y estaba casada; había llegado con un grupo de turistas estadounidenses que hacían una gira llamada «Las místicas Tierras Altas de Escocia». La fotografía, tomada de su pasaporte, mostraba a una mujer fornida, de pelo negro con permanente y gafas de montura gruesa. Su esposo, Garry, manifestó que ella solía levantarse temprano para dar un paseo antes del desayuno, pero nadie del hotel la había visto salir. Habían batido los alrededores en su búsqueda y la policía recorrió el centro de Perth con fotos de ella para indagar. Rebus pasó la película siete fechas más adelante y la noticia ya no ocupaba más de diez párrafos; una semana después se reducía a un párrafo. Era una historia a punto de desaparecer, igual que Betty-Anne.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Aguas Turbulentas»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Aguas Turbulentas» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Ian Rankin - Fleshmarket Close
Ian Rankin
Ian Rankin - Hide And Seek
Ian Rankin
Ian Rankin - En La Oscuridad
Ian Rankin
Ian Rankin - Resurrection Men
Ian Rankin
Ian Rankin - Doors Open
Ian Rankin
Ian Rankin - The Complaints
Ian Rankin
Ian Rankin - Mortal Causes
Ian Rankin
Ian Rankin - Strip Jack
Ian Rankin
Ian Rankin - Westwind
Ian Rankin
Отзывы о книге «Aguas Turbulentas»

Обсуждение, отзывы о книге «Aguas Turbulentas» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x