Paul Doherty - La caza del Diablo

Здесь есть возможность читать онлайн «Paul Doherty - La caza del Diablo» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La caza del Diablo: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La caza del Diablo»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Una serie de misteriosas y macabras muertes hacen temblar los cimientos de la universidad de Oxford: varios cadáveres aparecen colgados de los árboles que rodean la universidad con unas enigmáticas notas firmadas por El Campanero. La investigación de Corbett nos adentra en el mundo universitario, ya en la Edad Media más famoso por la juerga y la diversión que por el estudio y la reflexión.

La caza del Diablo — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La caza del Diablo», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Ranulfo se quedó detrás. Examinó el cuervo con detenimiento y luego la bolsa de piel hecha jirones.

– Déjalo, Ranulfo -le ordenó Corbett.

– ¿Una amenaza, amo?

– Sí -suspiró-, una amenaza.

Miró al otro lado de Broad Street. La multitud había desaparecido; era bien pasado el mediodía. La campana del ángelus ya había tocado y las tiendas de comida y tabernas estaban a rebosar. Los vendedores disfrutaban de un pequeño respiro después de un día de actividad frenética. Corbett y Ranulfo caminaron de vuelta a Sparrow Hall. De vez en cuando Ranulfo se volvía, escudriñando alguna pequeña callejuela o mirando a las ventanas de ambos lados, pero no pudo ver ningún indicio de que alguien los siguiera. Llegaron a la puerta de Sparrow Hall. Estaba cerrada, por lo que atravesaron la calle y bajaron hacia el patio de la residencia. Norreys, ayudado por algunos porteadores, hacía rodar unos barriles enormes, sacándolos fuera de un carro para meterlos a través de una escotilla que daba a la bodega de abajo.

– ¡Provisiones! -les gritó mientras se acercaban-. No compréis nunca en el mercado de Oxford; es mejor y más fresco lo de fuera.

– ¿Acabáis de volver? -le preguntó Corbett.

– Sí. Salí mucho antes del amanecer -contestó Norreys. Su rostro estaba enrojecido y cubierto por una capa de sudor-. He conseguido sacar algún provecho.

Corbett estuvo a punto de continuar hablando cuando un grupo de estudiantes irrumpió en el patio, liderado por David ap Thomas. El galés, desnudo de cintura para arriba, flexionaba los músculos y blandía una barra ante la admiración de sus seguidores. Tenía una constitución fuerte, el pecho y los brazos eran firmes y musculosos; jugó con la barra como un niño lo haría con un palo, con destreza y haciéndola girar sin esfuerzo entre sus manos.

– Todo un alborotador callejero -murmuró Corbett.

– Yo no les haría caso y entraría dentro -les advirtió Norreys.

Corbett, sin embargo, se limitó a sacudir la cabeza. El galés los miraba ahora desde el otro lado del patio. Corbett pudo entrever el amuleto que llevaba alrededor del cuello.

– Creo que sólo quieren llamar la atención -añadió Ranulfo-, pero también desean advertirnos de algún modo.

De repente la puerta se abrió de par en par y una figura vestida con harapos salió al exterior. Era uno de los secuaces de Ap Thomas, vestido con un traje negro hecho jirones, con un pico amarillo enganchado a la cara, con botas del mismo color y las piernas al descubierto. Él también blandía una barra y, por un momento, dio un salto batiendo las alas, imitando con maestría el graznido de un cuervo.

– ¡Les voy a cortar el cuello a esos bastardos! -exclamó Ranulfo furioso.

– No, no -se adelantó Corbett-. Deja que se diviertan.

El cuervo dejó de hacer el payaso y se cuadró ante Ap Thomas, y ambos estudiantes empezaron a batirse en duelo con sus barras. Corbett decidió pasar por alto el insulto. Se mantuvo de pie, admirando la gran destreza de ambos hombres, especialmente la de Ap Thomas. Las barras eran dos atizadores de considerable peso blandidos con gran fuerza. El mero golpe de cualquiera de ellas en la cabeza de uno de los dos lo habría dejado inconsciente. Sin embargo, ambos eran unos luchadores excelentes. Las barras se encontraron en el aire, mientras los dos hombres esquivaban el golpe y saltaban en dirección contraria. Con frecuencia los palos se encontraban para frenar un golpe dirigido a la cabeza o al estómago, y algún toque iba a parar a las piernas en un intento por hacer caer al adversario azotándole en los tobillos. Ap Thomas luchó con calma, soltando de vez en cuando un gruñido cuando se veía obligado a retroceder. Con el pecho agitado y la cara y los brazos empapados de sudor, esperaba vencer de un momento a otro a su adversario.

La batalla duró por lo menos diez minutos más hasta que Ap Thomas, cambiándose el atizador de una mano a otra, retrocedió y con un sonoro golpe en los hombros de su adversario le hizo caer de rodillas.

Corbett y Ranulfo atravesaron el patio, sin prestar atención a los estridentes graznidos que les dedicaron a su paso. Ranulfo estuvo a punto de volverse, pero Corbett le tiró de la manga.

– Como dice el buen libro, Ranulfo, hay un momento y un lugar bajo el cielo para todo: un tiempo para plantar y un tiempo para recoger, un tiempo para la guerra y un tiempo para la paz. Y ahora nos toca despertar a Maltote; ya ha dormido bastante.

Ranulfo se encogió de hombros y le siguió. También recordó una frase del Viejo Testamento que dice: «Ojo por ojo, diente por diente, vida por vida», pero decidió guardársela para sí mismo.

Encontraron a Maltote que se acababa de despertar. Estaba sentado, rascándose el cabello rubio y enmarañado. Los miró con ojos de búho y luego se estremeció de dolor mientras sacaba fuera una pierna.

– Vine aquí medio dormido -explicó- y me di en toda la espinilla con uno de los barriles que Norreys había sacado fuera después de limpiar la bodega. -Maltote se puso en pie-. Escuché el ruido de abajo -añadió-. ¿Qué pasaba?

– Eran sólo unos necios jugando -replicó Corbett-. Nacieron necios y morirán igual de necios.

– ¿Vamos a comer? -preguntó Maltote.

– No aquí -contestó Corbett-. Ranulfo, coge a Maltote y explícale lo que ha pasado y cuánto cuidado debe tener. Id a Turl Lane, allí hay una taberna, el Ganso Gris. Os encontraré allí más tarde, después de pasarme por la universidad.

Bajaron las escaleras hacia la calle. Una prostituta, con el rostro tan blanco que parecía de yeso, se les acercó, meneando sus faldas sucias y haraposas ante ellos. Sostenía con una mano la peluca roja y en la otra llevaba una comadreja atada con una cuerda. Les sonrió enseñándoles toda su dentadura amarilla y mellada, pero de repente se volvió y empezó a soltar un sinfín de juramentos obscenos, ya que un perro de la calle había olido a su comadreja y empezaba a ladrarle. Mientras Ranulfo y Maltote aprovecharon para marcharse de allí. Corbett cruzó la calle y golpeó la puerta de Sparrow Hall. Un criado le abrió y le invitó a entrar. Corbett le explicó el motivo de su visita y el hombre le condujo hasta la cámara de Churchley. El profesor Aylric estaba sentado en un escritorio bajo una ventana abierta, mirando cómo se consumía la llama de una vela. Se levantó al entrar Corbett en la sala, escondiendo su irritación bajo una falsa sonrisa.

– ¿Cómo deberá arder el fuego? -preguntó estrechando la mano de Corbett-. ¿Por qué la cera arde más rápidamente? ¿Por qué es más maleable que la madera o el hierro?

– Depende de sus propiedades -respondió Corbett citando a Aristóteles.

– Sí, pero ¿por qué? -preguntó Churchley, indicándole que se sentara en un taburete.

– Se trata de propiedades naturales. He venido… -Corbett cambió bruscamente el tema de conversación-. Profesor Aylric -añadió sin más dilación-, vos sois médico, ¿me equivoco?

– No, estáis en lo cierto; pero soy más un estudiante de la naturaleza del mundo -le contestó Churchley en tono provocador; su rostro alargado se llenó de curiosidad.

– Pero ¿practicáis aquí la medicina?

– Oh, sí.

– ¿Y tenéis un dispensario? Me refiero a un almacén para las hierbas o pociones.

– Desde luego -se limitó a responder-. Está abajo en el pasillo, pero está cerrado con llave.

– Iré directo al grano -añadió Corbett sin más demora-. Si desearais envenenar a alguien, profesor Aylric (es una pregunta, no una acusación), no compraríais el veneno en una botica de la ciudad, ¿verdad?

Churchley sacudió la cabeza.

– Eso dejaría pistas -replicó-. Se acordarían de uno. Yo realizo mis compras en una botica de Hog Lane -explicó-, y toman nota detalladamente de todas ellas.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La caza del Diablo»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La caza del Diablo» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La caza del Diablo»

Обсуждение, отзывы о книге «La caza del Diablo» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x