Burkhard Driest - Lluvia Roja

Здесь есть возможность читать онлайн «Burkhard Driest - Lluvia Roja» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Lluvia Roja: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Lluvia Roja»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Desde su llegada a Ibiza, la isla en que vivió su infancia, los nubarrones parecen haberse apoderado de la existencia de Toni Costa. Su novia, después de forzarlo a dejar Hamburgo y acompañarla a vivir en el soleado Mediterráneo, amenaza ahora con dejarlo. Por otra parte, como capitán encargado de crear un equipo especializado en homicidios, debe enfrentarse corrun rocambolesco caso que amenaza con destrozar sus curtidos nervios de investigador. Ingrid Scholl, una sexagenaria millonaría ha aparecido brutalmente asesinada, y el crimen parece apuntar a algún tipo de macabro ritual.
En su investigación, Costa descubre que el espantoso asesinato guarda extrañas similitudes con los que en su día cometió un salvaje asesino en serie al que él echó el guante. Su olfato de sabueso le induce a pensar que aquello no era más que él comienzo… y por desgracia parece que está en lo cierto: pronto se suman dos nuevas muertes que hacen pensar que están firmadas por el mismo autor. En todos los casos, las víctimas son mujeres adictas a los tratamientos de belleza, que han convertido sus vidas en una lucha descarnada contra la vejez. Una pista que conducirá a Costa a investigar las aristas más oscuras de la medicina estética.

Lluvia Roja — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Lluvia Roja», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Costa estiró las piernas y notó que se iba relajando poco a poco. «Qué tranquilo, amable y seguro es el mundo de estos campesinos», pensó. Aunque también eran capaces de matarse a tiros por una herencia, una disputa sobre los límites de un terreno o un amorío. Sin embargo, esas cosas siempre eran sencillas, todos sabían quién había sido y nadie quería ver a la policía por allí. Al afectado tan sólo le había llegado un poco antes la muerte, que tarde o temprano acabaría por llevárselos a todos.

Tras siglos de pobreza y trabajo duro, después de las amenazas de la peste, los piratas, los rojos y los secuaces de Franco, la muerte los hermanaba a todos.

Toni descorchó la botella.

– Quería reservarla para el cumpleaños de Pep, pero ¿por qué no hoy? -dijo con una sonrisa.

El tapón sonó al descorchar la botella y el vino cayó en la copa. Como el beso de una diosa pagana se deshizo sobre la lengua de Costa. Toni lo miró mientras paladeaba el vino, chascaba de contento y sonreía. Vio la alegría en sus ojos, y todo su rostro se iluminó entonces también.

– Dejo aquí la botella, voy un momento a ver el conejo que te he metido ya en el horno.

Costa sonrió y sintió una gratitud enorme.

Por desgracia, no había apagado el móvil. Cuando se dio cuenta de que estaba sonando y descolgó, oyó la voz de Elena, que le decía que tenía que ir enseguida a la cárcel. El marido de Franziska Haitinger iba de camino con Llorente y Antoni Campaña. Ya habían movilizado al juzgado y a la fiscalía. Costa inspiró hondo: Llorente y Antoni Campaña eran los abogados estrella de la isla, sin ellos no se movía absolutamente nada, a menos que tuviera que ver con la familia Matares o con el tío de Costa, El Cubano.

Fue a la cocina, le dio un abrazo a Toni Masó, se disculpó y le dijo que no tenía más remedio que marcharse ya mismo. Toni le dio unas palmadas en la espalda y le aseguró que cuando volviera lo encontraría todo exactamente como lo había dejado.

La cárcel estaba al pie de la colina occidental de Ibiza. Era un gran complejo de un amarillo reluciente, con una cúpula central. A Costa le recordaba a una mezquita. Llamó a la puerta. Se abrió una mirilla, él enseñó su identificación y lo dejaron pasar.

Encontró a Elena Navarro en la sala de interrogatorios, nerviosa, caminando de aquí para allá con su portafolios. Al ver al capitán, sonrió y le dijo que habían ido a buscar a la sospechosa. Apenas se habían sentado cuando Franziska Haitinger entró en la sala acompañada por dos funcionarias. A pesar de haber pasado una noche en aquel entorno hostil, estaba guapa.

– Tenemos un par de preguntas más, señora Haitinger.

La mujer miró a Elena como si la pregunta viniera de ella, aunque era Costa quien se encargaría del interrogatorio.

– ¿Alguna vez mantuvo una fuerte discusión con la señora Ingrid Scholl?

La mujer negó con la cabeza, muy despacio, sin apartar la mirada de Elena.

– ¿Ofendió, hirió o simplemente hizo enfadar a Ingrid Scholl?

Franziska Haitinger se movió un poco en su silla, como si tuviera que afianzar primero su cuerpo para poder contestar después.

– A veces tenía unas teorías muy particulares sobre la vida y los hombres. Muchas veces yo no podía estar del todo de acuerdo con ella, pero Ingrid casi nunca me daba tregua. Siempre quería oír opiniones claras. Si yo no participaba, era muy dura conmigo.

– ¿Se trataba a veces de opiniones sobre su marido?

– Sí, a veces se trataba de él.

– ¿Le importaría explicarme cómo conoció a su marido y cómo se desarrolló su matrimonio?

Franziska Haitinger miró en derredor como si, en lugar de su matrimonio, tuviera que describir la sala. Entonces cruzó las piernas y se fijó en la punta de su zapato. De pronto sonrió y miró a Costa por primera vez.

– Cuando nos casamos, yo tenía veintidós años. Mi madre estaba muy orgullosa de mí, porque Rolf era el sueño de cualquier suegra. Había estudiado Derecho y Empresariales, y enseguida empezó…

Volvió a mirarse la punta del zapato.

Costa se preguntó si estaría sondeando sus recuerdos.

– ¿Empezó a qué? -preguntó.

– Enseguida empezó a darme forma según sus expectativas. Aunque yo ya estaba acabando tercero de Historia del Arte, tuve que ir a una escuela de Dirección de Empresas. Jamás creí tener talento organizativo, pero él me transfirió la planificación de todas sus ambiciosas actividades. Profesional y socialmente. Puesto que nada de eso salía de mí, cometía muchos errores, desde luego, de manera que él siempre tenía motivo para tildarme de inútil. Yo diría que era una especie de relación amor-odio.

Costa estaba sorprendido. Elocuente y segura: ¿cómo casaba aquello con la mujer que había conocido hasta entonces?

– ¿Por qué no le dijo que prefería seguir estudiando Historia del Arte?

Franziska Haitinger le lanzó una breve mirada.

– Todas las iniciativas salían de él. Yo no veía nada más allá de Rolf. Ya desde por la mañana, antes aún de haberme despertado. Estaba atrapada en una bruma emocional, como la Bella Durmiente. No era capaz de rebelarme y casi nunca comprendía lo mucho que me había equivocado.

No tenía ningún reparo en describir su debilidad. Costa estaba fascinado. Su voz tenía un timbre agradable y todo cuando decía sonaba como una melodía sencilla y clara.

– ¿Era él siempre tan exigente?

– A veces también era cariñoso y amable. Resultaba sorprendente. Me alababa porque había conseguido cerrar algún negocio difícil, por ejemplo. Pero a eso casi siempre le seguía una amenaza. Siempre me decía: «¡Ten cuidado de no volver a hacer mal esto o aquello!». Me encontraba bajo mucha presión.

– No lo parece -dijo Costa.

Creyó ver de soslayo que Elena le clavaba una mirada reprobadora. Franziska Haitinger, sin embargo, volvió a captar toda su atención.

– Hubo momentos mejores y peores. -Su voz sonó dura y amarga.

Costa comentó que, a juzgar por su respuesta, le daba la sensación de que no estaba conforme con esa situación.

– Verá, a lo largo de los años he sufrido muchas heridas. Cuando una se hace mayor, esas heridas se transforman en ira o en cinismo. Yo ya había llegado a ese punto, pero un día él consiguió ir mucho más allá y me dijo: «Con esa pinta que tienes no puedes pasearte por ahí. Eso tiene que cambiar, tienes que operarte». Después me llevó a Munich a ver a un cirujano plástico y acordó con él qué quería que me cambiara. -Hizo una pausa y miró a Costa.

Él no esquivó su mirada, aunque le resultaba embarazoso delante de Elena. Al final dejó a un lado sus escrúpulos y le preguntó qué había querido cambiarle Rolf Haitinger. La mujer sonrió de nuevo, pero esta vez Costa vio relucir su odio.

– Mi nariz nunca le había gustado, quería que me pusiera unos labios más carnosos y unos pechos más grandes, eso estaba claro.

– ¿Qué sintió usted?

– Ira. Pero de repente me llamó «tesoro» y dijo que todos se quedarían boquiabiertos conmigo, que para mí sería fantástico. Yo lo único que sentí fue desprecio.

– ¿Lo pagó todo él?

La mujer soltó una carcajada.

– «¡El que paga soy yo! ¡Y tú tienes al mejor cirujano de toda Alemania!», me dijo. «¡¿Por qué te haces ahora la estrecha y no dejas que te haga una liposucción en el culo y la barriga?! ¡Y un poco de relleno en las pantorrillas te quedaría muy bien, en lugar de ir por ahí con esos palos de esquí!» -Lo miró un momento en silencio-. ¿Qué le parece? ¿Le regalaría usted también a su mujer un rejuvenecimiento así?

Costa tenía la sensación de que hablaba con su marido a través de él. Cuando la había encontrado agazapada en su apartamento con los sentidos turbados, había creído que era su marido, que quería matarla. Y ahora Costa la había encarcelado y le había robado su libertad: igual que él.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Lluvia Roja»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Lluvia Roja» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Christine Feehan - Lluvia Salvaje
Christine Feehan
Burkhard Friese - Jahre des Hungers
Burkhard Friese
Juan Moisés De La Serna - Versos Breves Sobre La Lluvia
Juan Moisés De La Serna
Rensy Velasquez - Café con sabor a lluvia
Rensy Velasquez
Burkhard Müller - Verschollene Länder
Burkhard Müller
Nathan Burkhard - Sello de Sangre
Nathan Burkhard
Nathan Burkhard - La herencia maldita
Nathan Burkhard
Amy Blankenship - Lluvia De Sangre
Amy Blankenship
Отзывы о книге «Lluvia Roja»

Обсуждение, отзывы о книге «Lluvia Roja» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x