Lisa Scottoline - Falsa identidad
Здесь есть возможность читать онлайн «Lisa Scottoline - Falsa identidad» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Falsa identidad
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:3 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 60
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Falsa identidad: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Falsa identidad»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Falsa identidad — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Falsa identidad», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
Connolly sonrió.
– No intentes adivinar qué mecanismos mueven a las reclusas, Rosato. Eres una novata. Shetrell pretendía matarme, ¿cómo iba a cerrar un trato conmigo?
– Porque usted le hizo ver que sacaría más provecho poniéndose a su lado que matándola. ¿Qué le ofreció? ¿Material a mejor precio? ¿Repartir el tráfico, usted se quedaba con el exterior y ella con el interior?
Connolly entornó los ojos.
– Pero ¿qué cono haces aquí? ¿No deberías estar trabajando en mi defensa?
– ¿Qué defensa? Mi asociada cree que ya no le hace falta.
– Estoy de acuerdo -se apresuró a responder Connolly.
Aquella reacción clarificó las ideas a Bennie.
– ¿De verdad? La mayoría de acusados pendientes de la pena capital se quedarían de piedra si su abogado se planteara no seguir con su defensa. Algo tendrán las inyecciones letales que mueven a un acusado a controlar sus apuestas.
– Yo no pertenezco a la mayoría de acusados.
– Sí, forma parte de ellos. Lo que ocurre es que imaginó que me lo plantearía. Cuando se retractó Harting, sabía que nos guardábamos en la manga la carta de pasarlo directamente al jurado.
Connolly se echó a reír.
– Era más que una carta. Estuve observando al jurado cuando Harting largaba. Si insistes en ello en tus conclusiones, estoy en la calle.
– De lo que deduzco que me da permiso para descansar. Legalmente es lo que reclama.
Connolly se calló un momento.
– Si tú crees que es lo adecuado, adelante.
– La verdad es que me vendría de primera. -Bennie se levantó-. No voy a seguir defendiéndola.
– ¿No estarás pensando en matarme?
Bennie rió de nuevo, pero por primera vez su risa denotaba un deje de inquietud, aunque Bennie estaba tan furiosa que ni se preocupó por tranquilizarla.
– Trato hecho, pues. Pasaremos directamente a las conclusiones. Me es imposible controlar sus presiones sobre Harting, pero tenga por seguro que sabré controlar mi reacción frente a ello.
– ¿Y eso qué significa? -preguntó Connolly, pero Bennie ya estaba en la puerta.
33
El juez Guthrie estaba leyendo el índice de alegatos cuando el jurado se reincorporó a sus asientos numerados.
– Llame a su próximo testigo, señorita Rosato -dijo, y Bennie se levantó en la mesa de la defensa.
– La defensa ha decidido no presentar a ningún testigo, puesto que la acusación no ha demostrado sus cargos para la pena capital. La defensa reclama un veredicto inmediato de absolución.
La sorpresa se dibujó en los finos rasgos del juez; la tapa de su índice de alegatos se cerró de golpe.
– ¿Está diciendo, señorita Rosato, que la defensa ha terminado su alegato?
– En efecto, señoría. -Bennie observó una oleada de emoción en el jurado, consciente de que, tras ella, la tribuna también reaccionaría-. Se trata de una moción extraordinaria, señoría.
– Denegada -dictaminó el juez, y dicho esto miró a Dorsey Hilliard, quien ya se estaba poniendo de pie con la ayuda de las muletas-. ¿Está preparado, señor fiscal, para proceder a las conclusiones?
– Por supuesto, señoría -dijo Hilliard, con demasiada rapidez para resultar creíble.
Cogió unos papeles a toda prisa, en un gesto que tanto podía ser teatral como para darse seguridad, pues Bennie dudaba que ya hubiera redactado sus conclusiones, y se acercó al estrado.
– Damas y caballeros -empezó-, no había previsto dirigirme a ustedes tan pronto, pero créanme que estoy encantado de tenerla oportunidad de hacerlo. Han permanecido atentos y receptivos durante todo el proceso y se lo agradezco en nombre del estado de Pennsylvania. Les agradezco asimismo su sentido común y su razonable juicio, que es todo lo que van a necesitar hoy cuando pasen a deliberar a la sala del jurado.
»Oyeron a la abogada defensora decirles en su exposición preliminar que la acusación contra la persona a quien se juzga en esta sala es circunstancial, como si "circunstancial" fuera un término vergonzoso. Permítanme que difiera. En muy pocas ocasiones se cometen los asesinatos en plena luz del día, ante un amplio abanico de testigos. Al contrario, la mayor parte de asesinatos se llevan a cabo sin público y entre personas que se conocen entre sí. Personas que se aman y que se pelean.
– Protesto, señoría -dijo Bennie-. Ninguno de estos hechos ha quedado demostrado en nuestro caso.
– Se admite -decidió el juez Guthrie para sorpresa de Bennie, aunque él sabía bien que ya estaba dicho.
– Las circunstancias de un asesinato pueden fácilmente y de forma segura señalar al culpable. Los agentes Sean McShea y Arthur Reston prendieron a la acusada cuando huía del lugar del crimen, y ésta confesó e intentó sobornarlos a fin de evitar ser llevada ante la justicia. La señora Lambertsen vio a la acusada huir del lugar del crimen después de oír cómo se peleaba con su amante y tras escuchar un disparo. El hecho de que la señora Lambertsen vacilara algo en cuanto al minuto exacto en que vio correr a la acusada, no tiene una importancia legal ni objetiva.
»E1 doctor Liam Pettis les explicó que la mancha de sangre de la camiseta concordaba con lo que habían declarado los agentes, y el doctor Marc Merwicke les aclaró, a raíz de una objeción de la defensa, que el anterior equipo encargado de defender a la acusada había impedido que el Estado llevara a cabo el análisis de residuos posterior al disparo de un arma en las manos de la acusada.
– Protesto, señoría -dijo Bennie, levantándose, y el juez Guthrie movió discretamente la cabeza.
– No se admite.
Hilliard levantó un dedo.
– Permítanme unas palabras sobre el arma homicida. El juez Guthrie les insistirá en que no deben hacer conjeturas en la sala del jurado en lo que se refiere a los hechos del caso en cuestión, así pues, debo decirles que el hecho de que no se recuperara el arma homicida no es el resultado de una misteriosa trama llevada a cabo por un conciliábulo de agentes de policía. La verdad es mucho más simple: no somos perfectos. No somos policías de la tele. No siempre encontramos el arma asesina. Nos encontramos en situaciones similares más veces de las que queremos admitir, y sinceramente desearíamos que no fuera así.
– Protesto, señoría -dijo Bennie-. Vuelve a dar por supuestos unos hechos no demostrados.
El juez Guthrie negó con la cabeza.
– No se admite la protesta. El tribunal puede prestar atención jurídica al hecho de que no siempre se recupera el arma asesina.
Hilliard echó una mirada al estrado y luego se concentró en el jurado.
– Cuando la defensa se dirija a ustedes, oirán muchas cosas sobre confabulaciones y conciliábulos. Sobre tramas y ardides. Sobre tráfico de drogas y policías corruptos. Todo ello me recuerda Alicia en el país de las maravillas. ¿Se acuerdan de la morsa que embaucaba a las ostras? «Ha llegado el momento», decía la morsa, «de hablar de muchísimas cosas: de zapatos, barcos y lacre, de coles y reyes».
El jurado sonrió; la bibliotecaria de la primera fila seguía el pasaje moviendo los labios.
– Algo tiene que responder la defensa al sinfín de pruebas presentadas por el Estado, y elige el golpe de efecto, una palabra de moda. ¡Confabulación! ¿Confabulación? ¿Acaso hablamos de OVNIS o de hombrecillos verdes? ¿Hablamos de lomas cubiertas de hierba y de pistoleros solitarios? ¿De capitostes de Washington y de sórdidas recompensas? -Hilliard hizo una pausa-. La defensa les subestima, amigos míos. Confío y rezo para que cuando se retiren a deliberar sean capaces de ver más allá de lo de las coles y los reyes y declaren a la acusada culpable del cargo por el que se la ha juzgado, y sea condenada a la pena capital. Muchas gracias.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Falsa identidad»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Falsa identidad» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Falsa identidad» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.