Harlan Coben - Por siempre jamás

Здесь есть возможность читать онлайн «Harlan Coben - Por siempre jamás» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Por siempre jamás: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Por siempre jamás»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Will Klein tiene su héroe: su hermano mayor Ken. Una noche de calor agobiante aparece en el sótano de la casa de los Klein una joven, antiguo amor de Will, asesinada y violada.
El principal sospechoso es Ken.
Ante la abrumadora evidencia en contra suya, Ken desaparece.
Una década después de la desaparición, Will se ve mezclado en un inquietante misterio. Está convencido de que Ken está tratando de ponerse en contacto con él y de la existencia de un terrible secreto por el que alguien está decidido a matar porque no se desvele.

Por siempre jamás — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Por siempre jamás», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Vuelve a hacer calor -comentó.

– Sí.

– Está bien este hotel -añadió jadeante-, ¿verdad?

Un forastero, pensé. Yo había subido en millones de ascensores de Nueva York, cuyos habitantes conocen la regla: mirar los números parpadeantes de los pisos y no entablar conversación.

Le dije que sí, que estaba bien, y se abrieron las puertas. Salí como una tromba. El pasillo era largo. Miré a la izquierda. Nada. Miré a la derecha y oí que se cerraba una puerta. Fui en esa dirección como un perro de caza pensando por instinto que era una de las puertas del fondo del pasillo.

Era como seguir un rastro sonoro, y deduje que procedía de la habitación 912 o de la 914. Miré sucesivamente las dos puertas y recordé la escena de Batman en que Catwoman le dice que una puerta lo conducirá hasta ella y la otra hasta un tigre, y Batman elige la que no es. Bueno, mi situación no era ninguna película.

Llamé a las dos y me situé en el centro equidistante.

No contestaban.

Volví a llamar más fuerte. Oí movimiento en la 912. Me situé frente a ella y me retoqué el cuello de la camisa, enderezando los hombros mientras descorrían la cadena de seguridad. El picaporte giró y la puerta se abrió despacio.

Era un hombre fornido y con cara de pocos amigos en camiseta de cuello en pico y calzoncillos a rayas.

– ¿Qué quiere? -ladró.

– Perdone, busco a Donna White.

– ¿Me parezco yo a esa Donna White? -replicó él con las manos en jarras.

De la habitación del brusco individuo surgían unos ruidos extraños, gruñidos y gimoteos de pasión y falso placer; nuestras miradas se cruzaron y vi que no le hacía gracia mi presencia; retrocedí un paso al percatarme de que lo había interrumpido mientras pasaban en el servicio de vídeo del hotel una película porno. Porno interruptus.

– Lo siento -dije.

Cerró de un portazo.

«Bueno, queda eliminada la 912.»

Eso al menos -esperaba con todo mi corazón- parecía claro. Aquello era una locura. Alcé la mano para llamar a la 914 y en ese momento oí una voz que decía:

– ¿Puedo ayudarlo?

Me volví y al fondo del pasillo vi a un tipo cuellicorto de cráneo rapado sacando pecho; llevaba una chaqueta azul con una insignia en la solapa y un escudo en la manga: un agente de seguridad del hotel ufano de su cargo.

– No, gracias -contesté.

– ¿Es usted cliente del hotel? -preguntó arrugando el entrecejo.

– Sí.

– ¿Qué habitación tiene?

– No tengo habitación.

– ¿No acaba de decir…?

Llamé con todas mis ganas a la puerta pero el vigilante echó a correr hacia mí y por un instante pensé que iba a tirarse en plancha para defender la puerta, pero se detuvo.

– Haga el favor de acompañarme -dijo.

Volví a llamar sin hacerle caso, pero no contestaban y el vigilante me cogió del brazo. Yo me solté y volví a llamar gritando: «¡Sé que no eres Sheila!». Esto lo desconcertó. Frunció el ceño más aún. Los dos nos quedamos quietos mirando la puerta y al ver que no contestaba nadie él volvió a agarrarme del brazo, esta vez con más discreción. No me resistí y me acompañó abajo hasta la puerta del hotel.

Estaba en la acera. Me volví y lo vi sacando pecho otra vez con los brazos cruzados.

¿Y ahora qué?

Otro axioma de Nueva York: no te detengas en la acera porque es esencial que la gente circule con premura y nadie se interponga en su camino; si alguien se para, los peatones lo esquivan sin detenerse.

Busqué un lugar seguro. El secreto estaba en permanecer lo más cerca posible del hotel: en el bordillo. No, eso no. Me guarecí junto a la luna de un escaparate, saqué el móvil, llamé al hotel y dije que me pusieran con Donna White. Volvieron a contestarme: «Con mucho gusto», y pasaron la comunicación; no lo cogían.

Esta vez dejé un breve mensaje con el número del móvil diciendo que me llamase sin que se notara demasiado que era una súplica.

Metí el móvil en el bolsillo y volví a preguntarme: ¿y ahora qué?

Mi Sheila estaba en aquel hotel y sólo de pensarlo se me iba la cabeza. Mi ansiedad era brutal dadas las inquietantes posibilidades y dudas, pero las expulsé de mi mente.

Bueno, ¿en definitiva, qué? Vamos a ver: ¿no habría otra salida por detrás o por el sótano? ¿Me había visto a través de las gafas de sol y por eso había subido tan rápido en el ascensor? ¿Me equivoqué yo al seguirla y por lo tanto llamé a una habitación equivocada? Podía ser. Sabía que era el piso noveno. Ya era algo. ¿O acaso no? Tal vez, si ella me había visto, había bajado en otro piso para engañarme.

¿Me quedaría allí esperando?

No sabía qué hacer. Por supuesto que a casa no podía irme. Respiré hondo y contemplé a los peatones pasar apresurados; eran incontables, una masa anodina, un conjunto formado por seres aislados entre sí. Fue en ese momento, mirando a través de la multitud, cuando la vi.

Se me paró el corazón.

Estaba allí de pie mirándome. Estaba demasiado impresionado para hacer un movimiento. Noté que algo cedía dentro de mí y me llevé la mano a la boca para ahogar un grito. Ella avanzó hacia mí con los ojos bañados en lágrimas y sacudí la cabeza mientras ella continuaba caminando hasta llegar a mi lado y apretarse contra mí.

– No pasa nada -musitó.

Cerré los ojos y estuvimos un rato abrazados. Sin hablar. Sin movernos. Mientras el tiempo pasaba.

52

– Mi verdadero nombre es Nora Spring.

Nos sentamos en la planta baja de un Star bucles del sur de Park Avenue, en un rincón junto a la salida de emergencia. Estábamos solos. Ella no quitaba ojo de la escalera temerosa de que me hubieran seguido. Era un local, como tantos otros de la cadena, decorado en tonos terrosos con artísticos móviles surrealistas y grandes fotos de hombres de piel tostada cosechando felices granos de café. Nora sostenía con las manos un vaso de leche fría con crema. Yo opté por un capuchino.

Los sillones eran morados y enormes y aceptablemente mullidos. Los juntamos. Nos agarramos las manos. Yo estaba aturdido, por supuesto, y quería aclaraciones, pero por encima de todo, en un plano superior, me inundaba una alegría inenarrable, como una oleada extraordinaria que me apaciguaba; era feliz pese a lo que tuviera que decirme: la mujer que amaba había vuelto a mi vida y eso era lo único que contaba.

Dio un sorbo al vaso de leche.

– Lo siento -dijo.

Le apreté la mano.

– Desaparecer de ese modo. Dejar que pensaras que… -se detuvo-. Ni sé lo que pudiste pensar -añadió mirándome a los ojos-. Yo no pretendía hacerte daño.

– Estoy bien -dije.

– ¿Cómo te enteraste de que no era Sheila?

– En su funeral; al ver el cadáver.

– Quería decírtelo, y más aún después de saber que la habían asesinado.

– ¿Por qué no lo hiciste?

– Ken me dijo que podías correr peligro de muerte.

El nombre de mi hermano me conmocionó. Nora volvió la cabeza y yo subí la mano por su brazo hasta reposarla en el hombro. Estaba tensa y empecé a masajearla suavemente, creamos un momento de intimidad. Ella cerró los ojos abandonándose y estuvimos un buen rato sin decir palabra.

– ¿Cuánto hace que conoces a mi hermano? -pregunté rompiendo el silencio.

– Hace casi cuatro años -contestó.

Asentí con la cabeza para mi sorpresa, tratando de incitarla a decir algo más, pero ella seguía con la cabeza vuelta a un lado. Le cogí suavemente la barbilla, la volví hacia mí y la besé dulcemente en los labios.

– Te quiero mucho -dijo.

Me sentí flotar en el asiento.

– Yo también te quiero.

– Tengo miedo, Will.

– Yo te protegeré -dije.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Por siempre jamás»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Por siempre jamás» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Harlan Coben - Don’t Let Go
Harlan Coben
Harlan Coben - W głębi lasu
Harlan Coben
Harlan Coben - Ni una palabra
Harlan Coben
Harlan Coben - Muerte en el hoyo 18
Harlan Coben
Harlan Coben - Motivo de ruptura
Harlan Coben
Harlan Coben - Tiempo muerto
Harlan Coben
Harlan Coben - Play Dead
Harlan Coben
Harlan Coben - Caught
Harlan Coben
libcat.ru: книга без обложки
Harlan Coben
Harlan Coben - Bez Skrupułów
Harlan Coben
Harlan Coben - Tell No One
Harlan Coben
Harlan Coben - Jedyna Szansa
Harlan Coben
Отзывы о книге «Por siempre jamás»

Обсуждение, отзывы о книге «Por siempre jamás» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x