Robert Crais - Los Ángeles requiem

Здесь есть возможность читать онлайн «Robert Crais - Los Ángeles requiem» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Los Ángeles requiem: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Los Ángeles requiem»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

A Joe Pike le parece imposible empezar de cero en la ciudad de Los Ángeles, donde los fantasmas del pasado se ocultan tras las luces de neón. Sus días como policía siguen ensombreciendo su presente e influyendo en su actividad como investigador privado. Su única relación estable es la que mantiene con su socio, Elvis Cole, un perspicaz detective con su propio pasado oscuro. Cuando una antigua amante de Pike aparece asesinada en las colinas de Hollywood, Joe y Elvis inician, a instancias del padre de la victima, una investigación paralela a la policía, lo que levantará las suspicacias de los antiguos compañeros de Pike y acabará por enturbiar el asunto hasta límites insospechados.

Los Ángeles requiem — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Los Ángeles requiem», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Alguna cosa. Le dije el nombre del sitio. Estoy segura que era su contestador y no el de otro, si eso es lo que está pensando. ¿Quién más iba a dejar un mensaje de salida diciendo que es el mejor ser humano del mundo?

Colgué el teléfono, subí al piso de arriba, me cambié y me dirigí a Palm Springs, preguntándome si Pike habría oído el mensaje y lo habría borrado.

Y por qué.

Mientras me preocupara por Pike, no tendría que pensar en Lucy.

* * *

Dos horas y diez minutos después salí de la autopista y volví a atravesar los campos de molinos de viento. El desierto ya se había calentado y olía a tierra ardiente.

El recinto de guardamuebles estaba formado por grupos de naves de hormigón blancas. Se alzaban en medio de la nada tras una alambrada con una enorme puerta metálica junto a la que había un edificio también de hormigón con un cartel enorme que decía: «No encontrará nada más barato en la zona». Dado que no había absolutamente nada más en la zona, no me pareció una promesa difícil de cumplir.

Una mujer obesa con la piel apergaminada me dio la llave. Tenía una oficina pequeña pero con un aparato de aire acondicionado Westinghouse lo bastante potente como para enfriar la cámara frigorífica de un matadero. Lo tenía puesto al máximo y orientado directamente hacia ella. Hacía un frío polar.

– ¿Va estar mucho rato dentro?

– No lo sé. ¿Por qué?

– Pasará mucho calor -me avisó-. Tenga cuidado no vaya a desmayarse. Y si se desmaya, no me demande.

– No se preocupe.

– Se lo advierto. Aquí tengo agua mineral muy buena, sólo a un dólar y medio la botella.

Le compré una para que se callara.

El trastero de Paulette Renfro estaba en la parte trasera del recinto. Cada unidad tenía un armazón de hormigón del que salían las distintas unidades de chapa de zinc. El armazón no tenía puerta, y había que entrar en una especie de cuevecita para llegar a los diferentes trasteros.

Por el estado de la cerradura era evidente que Paulette no iba casi nunca o nunca por allí, pero la llave entró como una seda y al abrir la puerta vi un espacio que no era más que un armario. Amontonadas contra las paredes había cajas de distintos tamaños, además de ventiladores viejos, maletas y dos lámparas.

Vacié el trastero: puse todo lo que estaba a la vista a un lado y luego saqué las cajas. Cuando estuvieron todas fuera miré primero las más viejas, y allí fue donde encontré las libretas que recordaba Evelyn Wozniak. Su padre había llevado un diario de sus actividades y había tomado notas sobre los agentes jóvenes a los que preparaba, los delincuentes que arrestaba y los chicos a los que intentaba ayudar, todas con su correspondiente fecha, en aquellas siete libretitas repletas de información. Estaba bastante seguro de que las más recientes serían las más relevantes.

Las dejé a un lado y repasé las demás cajas para ver si había alguna otra cosa de utilidad, pero lo único que encontré de Abel fue una gorra de patrulla metida en una bolsa de plástico, un estuche con su placa y dos distinciones enmarcadas de cuando le habían otorgado la medalla al valor. Me pareció raro que estuvieran allí metidas en una caja, pero al fin y al cabo Paulette había vuelto a casarse. Supuse que con el tiempo les había perdido la pista.

Estaba volviendo a meterlo todo en las cajas cuando percibí una sombra en el marco de la puerta.

– Quería llegar antes que tú -dijo Joe Pike.

Lo miré de reojo y seguí con lo mío.

– Qué fácil es sacarte ventaja.

– ¿Has encontrado algo?

– Los diarios de Wozniak.

– ¿Ya los has leído?

– Hace demasiado calor aquí dentro. Voy a llevármelos a un sitio más fresco.

– ¿Quieres ayuda?

– Bueno.

Pike metió en el trastero las cajas que yo ya había cerrado. Acabé con las dos últimas y se las pasé, primero una y luego la otra.

– ¿Fuiste tú el que borró el mensaje de Evelyn?

Asintió.

– ¿Por qué?

– Quería asegurarme de que no ibas a encontrar nada que pudiera hacer que Paulette lo pasara mal.

– Estoy buscando algo que pueda ayudarte.

– Ya lo sé. A lo mejor tenemos suerte.

– Pero también es posible que encontremos algo que Paulette prefiera no saber.

Pike asintió.

Lo asimilé, y fue como tragarme una bola enorme y desagradable.

– ¿Exactamente cómo hiciste sufrir a Karen?

Pike acabó de colocar todas las cajas en su sitio y después fue hasta la puerta y miró el desierto, como si hubiera algo allí. Yo sólo acertaba a ver tras él más edificios de hormigón con los recuerdos de otras personas.

– Karen te quería, pero tú querías a Paulette -dije.

Asintió.

– Salías con Karen, pero estabas enamorado de la mujer de tu compañero.

Entonces se volvió para mirarme de frente, con los ojos ocultos tras sus gafas.

– Paulette estaba casada. Yo esperaba que con el tiempo mis sentimientos cambiarían, pero no. No tuvimos ningún lío, Elvis. Nada físico. Woz era amigo mío. Pero no es posible controlar las emociones. Intenté salir con otras chicas para sentir otras cosas, pero el amor no viene ni desaparece así como así. Existe sin más.

Lo miré fijamente, pensando en Lucy.

– Ya sabes que Krantz opinaba que Wozniak estaba involucrado en una red de robos -prosiguió Pike.

– Sí.

– Pues era cierto.

Le observé.

– Krantz cree que maté a Woz por lo de Paulette.

– ¿Y lo mataste?

Pike arqueó la comisura de los labios e inclinó las gafas hacia mí.

– ¿Tú te lo crees?

– Tú lo sabes mejor que yo. Krantz también considera que estabas metido con Woz en los robos. Eso tampoco me lo creo.

Volvió la cabeza hacia el otro lado y frunció el entrecejo.

– ¿Cómo lo sabes?

Separé las manos abiertas.

Inspiró hondo.

– No tenía ni idea -dijo luego-. Todo ese tiempo en el coche con Woz y no me enteré hasta que Krantz habló con Paulette y la asustó. Ella le preguntó a su marido, que lo negó todo, de manera que me lo preguntó a mí. Así fue cómo me enteré. Seguí a Woz y le vi con los Hermanos Chihuahua. Woz había dejado embarazada a una chica y le había puesto un piso en El Segundo. Para pagarlo daba chivatazos a los Chihuahua sobre sitios en los que podrían robar sin problemas. Krantz lo sabía todo, pero no podía demostrarlo.

Era justo lo que me había contado McConnell.

– ¿Se lo contaste a Paulette?

– En parte, no todo. Era su marido, Elvis. Tenían una hija.

– ¿Y entonces qué pasó?

– Le dije que tenía que dimitir. Le di una oportunidad y también tiempo para pensarlo. Así todo quedaría entre él y yo. Por eso murió.

Pensé que quizá Krantz había acertado en muchas cosas.

– ¿Qué pasó en aquel motel, Joe?

– No quería dimitir, pero lo puse entre la espada y la pared. No quería entregarlo a Krantz, pero tampoco pensaba permitir que un policía corrupto siguiera en su puesto. Si no aceptaba mi propuesta, estaba dispuesto a contárselo a Paulette y a detener a los Chihuahua.

– Que lo habrían delatado.

– Si hubiera dimitido, yo habría encontrado otra forma de cazarlos, pero no llegó a darse el caso. Nos llamaron por lo de la niña y DeVille, y Woz se enteró de dónde estaba. Cuando llegamos, Woz ya se hallaba muy excitado y entonces fue cuando perdió los estribos y atizó a DeVille con la culata. Yo creo que formaba parte del plan, porque ya sabía lo que quería hacer. Estaba pensando en mí, en el callejón sin salida en el que se había metido y en cómo escapar de él. -Pike se detuvo un momento y después prosiguió-: Dejó sin sentido a DeVille, y cuando intervine, él me apuntó con la pistola.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Los Ángeles requiem»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Los Ángeles requiem» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Robert Crais - L.A. Requiem
Robert Crais
Robert Crais - Free Fall
Robert Crais
Robert Crais - The sentry
Robert Crais
Robert Crais - The Watchman
Robert Crais
Robert Crais - El último detective
Robert Crais
Robert Crais - Sunset Express
Robert Crais
Robert Crais - Voodoo River
Robert Crais
Отзывы о книге «Los Ángeles requiem»

Обсуждение, отзывы о книге «Los Ángeles requiem» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x