Laura Lippman - Lo que los muertos saben

Здесь есть возможность читать онлайн «Laura Lippman - Lo que los muertos saben» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Lo que los muertos saben: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Lo que los muertos saben»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Hay preguntas que sólo los muertos podrían responder…
En 1975, dos hermanas, de once y quince años, desaparecieron en un centro comercial. Nunca fueron encontradas, y cientos de preguntas quedaron sin respuesta: ¿cómo pudieron secuestrar a dos niñas?, ¿quién o qué consiguió atraerlas fuera del centro sin dejar rastro? Treinta años después, una extraña mujer que se ha visto envuelta en un accidente de tráfico asegura ser una de las niñas. Pero su confesión y las posteriores evasivas con que responde a los investigadores sólo profundizan el misterio. ¿Dónde ha estado todos estos años?

Lo que los muertos saben — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Lo que los muertos saben», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Stan Dunham vino a verme justo cuando vendió la casa.

– ¿Y cuándo fue eso?

– Hace cinco años, me parece.

– El nuevo propietario debió de comprar y vender en poco tiempo, sacando una buena tajada de la doble transacción.

– Tuvo un golpe de suerte, y fue un hombre prevenido que supo que había que pensar a largo plazo. Había fallecido su esposa, de hecho me dio la impresión de que en vida de ella no habría vendido la casa, y me dijo que no tenía hijos ni herederos de ninguna clase. Compró diversos tipos de seguros, siguiendo mi consejo, un par de pensiones vitalicias, productos que lleva un amigo mío del Rotary Club, Donald Leonard, vive también aquí.

«Y tú te llevaste una buena comisión», pensó Infante.

– ¿Recuerda si Dunham pidió algún tipo de consejo en relación con alguna clase de delitos…?

A Hertzbach le pareció un comentario gracioso.

– Sabe muy bien que si lo hubiera hecho no podría decirle nada, serían cosas confidenciales.

– Entiendo que ese señor ya no es competente…

– Es cierto, está muy deteriorado.

– Y si muere, ¿no hay que notificárselo a nadie? ¿Ningún pariente, ningún amigo?

– No, que yo sepa. Pero hace no mucho me llamó una mujer, se mostró interesada por su situación financiera.

A Infante le pareció que su cerebro se ponía a silbar como una calentadora de agua para el té cuando el agua comienza a hervir: una mujer había llamado, y estaba interesada por el dinero.

– ¿Le dijo cómo se llamaba?

– Estoy seguro de que me lo dijo, pero para averiguar el dato tendría que pedirle a mi secretaria que revisara nuestros diarios, y para eso tendría que recordarle la fecha… Era una mujer… yo diría que áspera. Insistía en saber qué nombres, si es que había alguno, se mencionaban en su testamento, y cuánto dinero tenía. Le pregunté qué relación tenía con Dunham, y justo entonces colgó. Pensé que podía ser alguien de la residencia, una persona que pretendía ganarse sus simpatías, cuando aún tenía conciencia en algunos momentos. Lo pensé por el momento en que llamó.

– ¿Qué momento era ése?

– Justo en febrero, cuando lo trasladaron a la parte de Cuidados Clínicos. Ese traslado significa que imaginan que no durará más de seis meses.

– ¿Se puede morir alguien de Alzheimer? No sabía que eso fuera posible.

– De cáncer de pulmón, y eso que dejó de fumar a los cuarenta años. Tengo que admitir que es una de las personas más desafortunadas que he conocido en toda mi vida. Vende su terreno por poquita cosa, y luego le falla la salud. Hay que saber aprender esta clase de lecciones en cabeza ajena.

– ¿Y cuál es la lección que hay que aprender en este caso?

Kevin no pretendía provocar, pero Hertzbach se quedó perplejo, como aturdido por la pregunta.

– Pues… Pues que… No sé, que hay que aprovechar cada día de nuestras vidas -dijo por fin-. Vivir a fondo.

«No sabes cómo te agradezco tan profundo consejo, amigo.»

Se fue del bufete y volvió a pegar brincos con el coche por la carretera que regresaba a Maryland, dándole vueltas a la coincidencia de aquella llamada de una mujer que, según dijo luego la secretaria del abogado, había dicho que se llamaba Jones, un apellido original donde los hubiere. Una mujer extraña que hacía preguntas acerca del dinero de un ex policía. ¿Sabía esa mujer que le quedaba poco tiempo de vida? ¿Cómo lo había averiguado? ¿Tenía tal vez la intención de reclamarle daños y perjuicios? Si era quien él pensaba, esa mujer sabía que el delito no iba a prescribir, que seguiría siendo culpable de la muerte de su hermana.

«Pero también debía saber que en un caso criminal no se podía reclamar dinero.»

De nuevo le llamó poderosamente la atención que todo encajara tan bien. Que la vieja casa hubiese desaparecido, que nadie supiera qué le había ocurrido a la supuesta tumba. Que el viejo estuviera como muerto.

Al cruzar la frontera de Maryland buscó con la mano el móvil y llamó a Willoughby para preguntarle si le sonaba el nombre de Dunham. Lenhardt no se acordaría, llevaba menos de diez años en el condado. La llamada no obtuvo respuesta. Decidió probar otra vez con Nancy, a ver qué había descubierto.

– Infante -dijo al descolgar. A él le dejaba aún perplejo eso de que su número apareciese en la pantalla de Nancy, que ya no hubiese misterio alguno cuando se hacía una llamada porque su identidad aparecía, antes de que oyeran su voz.

– He sacado alguna que otra cosilla del abogado, pero Dunham está más allá de todo a estas alturas. ¿Te has convertido ya en la principal experta en asuntos relativos a los Bethany?

– Voy avanzando. He localizado a la madre. En la agencia inmobiliaria donde trabajaba, la última donde estuvo cuando vivía aún en Estados Unidos. Está en Austin, y sabían cómo localizarla. No ha descolgado ni tenía contestador, aunque Lenhardt seguirá intentándolo. Pero el gran hallazgo es…

– Será mejor que la mantegamos alejada de aquí hasta que estemos más seguros.

– Sí, claro. Pero escúchame…

– Porque la madre querrá estar segura de que su hija está viva, tenemos que controlar ese aspecto de la situación. Y no debemos hacerle perder el tiempo si conseguimos desacreditar a esa mujer.

– Escúchame…

– Y como mínimo habrá que hacerle comprender que no hay garantías de ninguna clase, que…

– ¿Podrías callarte y escucharme un momento? Hice un intento al azar. He puesto el nombre de Penelope Jackson en la base de datos Nexis, a ver qué pasaba. Una intuición. ¿Verdad que tú no hiciste esa comprobación?

«Mierda.» Le jodía de verdad que Nancy le dejara en ridículo de esa manera.

– He revisado registros de delincuencia y cosas así. Y he mirado en Google, pero había cientos de menciones. Es un nombre bastante corriente. Además, ¿por qué tenía que interesarme que ese nombre saliera en no sé dónde dices que has mirado?

– Nexis, la base de datos de la prensa. Sale en una noticia de un diario de Georgia. -Hizo una pausa para teclear y encontrar lo que había guardado-. El Brunswick Times, se llama. Es de Navidad del año pasado. Murió un hombre en un incendio, la Nochebuena, se trató de un accidente según la investigación. Su novia, que no estaba con él en ese momento, se llamaba Penelope Jackson.

– Podría ser una coincidencia.

– Podría serlo -dijo Nancy, mostrándose algo engreída y dejando que eso se notara incluso en el móvil y pese a la cobertura imperfecta-. Pero ¿qué me dices del nombre del fallecido? Se llamaba Tony Dunham.

– El abogado de ese hombre dice que él no mencionó la existencia de ningún heredero, y se lo dijo hace ya cinco años.

– Y los polis de Georgia interrogaron a la novia, y ella les dijo que no había parientes próximos a los que notificar la muerte, que los padres de Tony habían fallecido. Pero la edad es la misma, ese hombre tenía cincuenta y tres años al morir, y su número de la seguridad social empieza por veintiuno, lo cual significa que se registró en Maryland.

«Seguramente los Dunham vivieron en Maryland antes de mudarse a la casa de Pennsylvania.

– Pero, Nancy, hace treinta años ese hombre que dices tenía solo veintitrés. Podía residir en cualquier clase de hotel. Podría haber sido llamado a filas. -Y ahora ese hombre con ese apellido había muerto, en un accidente. ¿Por qué terminaba en un callejón sin salida, incluso en una muerte, todo lo que tenía que ver con esa mujer? Con semejante historial, todos los que habían estado cerca de ella debían dar las gracias si se encontraban bien-. En fin, ¿has comprobado en las bases de datos de los militares?

– Aún no -reconoció ella, y esta circunstancia le dio a Infante una cierta satisfacción, por mezquina que fuera. «Se me ha ocurrido seguir una pista en la que tú no habías pensado, guapa.»

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Lo que los muertos saben»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Lo que los muertos saben» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Lo que los muertos saben»

Обсуждение, отзывы о книге «Lo que los muertos saben» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x