Jerónimo Tristante - El Valle De Las Sombras

Здесь есть возможность читать онлайн «Jerónimo Tristante - El Valle De Las Sombras» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Valle De Las Sombras: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Valle De Las Sombras»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Una historia en la que la amistad sobrepasa la ideología.
El tiempo apremia en un paraje de la sierra de Madrid llamado Cuelgamuros. La Guerra Civil ha terminado y Francisco Franco quiere construir un gran mausoleo donde enterrarle a él junto a los caídos. Para acelerar las obras, emplea presos republicanos. Así llega al valle José Antonio Tornell, antiguo policía durante la República. Al poco de estar allí, Roberto Alemán, héroe del ejército nacional, es enviado para que investigue supuestos desfalcos. Al principio, tanto uno como el otro se miran con recelo. En sus rostros no ven más que el reflejo del enemigo. De repente uno de los presos muere en extrañas circunstancias. Tornell está convencido de que ha sido un asesinato, pero nadie le cree. Nadie excepto Alemán. Los dos empiezan a investigar, estrechando lazos, pero el caso va complicándose cada vez más. Hay gente que empieza a ponerse nerviosa ya que se acerca la visita del dictador, han ocurrido muchas cosas en poco tiempo y nada es como era antes, empezando por ellos mismos… ¿Y si todos estos sucesos ocultan algo que podría cambiar para siempre la historia de España?
Una implacable y estremecedora novela, ambientada en la construcción del Valle de los Caídos, que muestra cómo la amistad está, siempre, por encima de las ideologías. Una narración escrita sin maniqueísmo donde nadie ni nada es lo que parece ni donde ni unos son buenos ni otros malos. La novela que consagra al autor de El misterio de la casa Aranda como un excelente contador de historias.

El Valle De Las Sombras — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Valle De Las Sombras», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Estás acabado -dijo Alemán-.Te fusilan. Pronto. Confiesa.

Aquel tipo miró de nuevo a Roberto con el rostro lleno de odio, por lo que éste dio un paso hacia él. Entonces, el reo bajó la vista y el capitán se contuvo.

– Eres un maldito asesino -le increpó.

Pensaba en los presos que aquella bestia había eliminado y le costaba contenerse.

Su suegro, algo confuso, tomó la palabra:

– ¿Podría alguien contarme de qué estamos hablando?

Alemán miró a Tornell, como pidiéndole que les contara.

Este dio un paso al frente y dijo:

– Este pájaro es Huberto Rullán, conocido en los ambiente más sórdidos de Barcelona como Paco el Cristo o Rasputín. Su detención me hizo famoso. Mataba prostitutas y logró atemorizar a la ciudad entera. La prensa llegó a bautizarlo como el degollador del puerto. Lo cacé con un señuelo.

– ¡Cobarde! ¡Miserable! -exclamó aquel tipo, flaco, demacrado, con la cara arrugada por el rencor.

Uno de los guardias civiles le dio un culatazo en las costillas que le dejó sin resuello y tuvo que callarse. Alemán se acercó a él y le dijo en voz baja:

– Si vuelves a interrumpir o no colaboras, te entrego de inmediato a la Guardia Civil, salgo del cuartelillo y te aseguro que te harán arrepentirte de haber nacido, ¿entendido? Estás perdido y lo sabes, te acabarán fusilando por esto, así que ahórrate al menos sufrimientos y canta.

El asesino asintió. No tenía opción.

– ¿Qué? -gritó el capitán.

– Sí, señor -musitó aquella bestia bajando de nuevo la vista al ver que uno de los guardias civiles levantaba el fusco mostrándole de nuevo la culata.

Alemán miró a Tornell como cediéndole el testigo.

– Le cayó perpetua por aquello -dijo el policía.

– Pero… -apuntó Enríquez-… No entiendo, si le cayó la perpetua, ¿qué hace aquí?

Tornell señaló al reo para que hablara.

– La guerra -aclaró Rullán-. Cuando estalló, en el lado republicano se abrieron las cárceles y salí libre. Me sumé a un grupo de anarquistas, los capacuras, y tras dar su merecido a algunos señoritos me fui p'al frente de Aragón.

– Sigue -ordenó Alemán.

– Allí me fue bien. Sé matar y aquello era una guerra. He luchado en Belchite, en Madrid, en la batalla del Ebro… Fue la última en que participé. Cuando vi que nos copaban comprendí que caía prisionero y que mi pasado me podía traer problemas, así que le quité los documentos a un muerto, un compañero, y me hice pasar por él: David Contreras, de Don Benito. Una nueva identidad con la que sobrevivir. Mi idea era salir de España el día en que quedara libre.

– Por eso murió Carlitos. Era de Don Benito -dijo Tornell.

El reo asintió y el antiguo policía siguió hablando.

– Carlitos era de Don Benito y el crío andaba deprimido. Yo le dije que aquí, el supuesto David, era de su mismo pueblo. Pensé que cuando hablara con alguien de su localidad se sentiría mejor, más animado. Tardó varios días en poder verlo, porque el Rata estaba en un pelotón desbrozando cortafuegos fuera del campo, pero al final se vieron, ¿verdad?

El preso volvió a asentir, esta vez, con los ojos cerrados. Tornell continuó hablando:

– Yo le dije al crío, «¿has hablado con el Rata?» y me contestó, «sí, ya te contaré», lo dijo así, con retintín. Supongo que el pobre crío descubrió que no eras de su pueblo. ¿No es así?

– Sí -dijo Rullán-. En cuanto hablamos me preguntó, intenté escabullirme pero enseguida notó que yo no era de allí. Que mentía. No conocía ninguna de las familias ni los lugares de los que él me hablaba. Supe que estaba en peligro. Tornell estaba aquí. Él me metió en la cárcel. Cuando lo vi llegar me supe descubierto, pero no, milagrosamente no me reconoció, yo tenía un nombre falso y estaba irreconocible. De tener el pelo y barba muy largos y pesar más de cien kilos había pasado a ser un fantasma delgado, raquítico, con el cráneo rapado. Tuve suerte de que Tornell no pudiera recordar quién era por mi aspecto actual, pero llegó a decirme que le sonaba mi cara. Por un momento me asustó. Entonces apareció ese maldito entrometido, ese crío, Abenza. Supe que estaba en peligro. Tornell es muy listo y si el crío le iba con el cuento estaba perdido. Si averiguaban quién era de verdad era hombre muerto. Tuve que matarlo.

El antiguo policía tomó de nuevo la palabra:

– Sobornó a Higinio con dos ampollas de morfina que le consiguió el Julián para que falsificara el recuento y simuló una fuga.

– Sí, le dije a Higinio que estaba ayudando al chaval a escapar. Que necesitaba unas horas de margen. Pero luego, usted… tú, maldito… -Alemán hizo ademán de acercarse y suavizó el tono-… comenzaste a investigar con el capitán, y claro, todo el mundo comenzó a murmurar que aquello era un asesinato.

»Higinio vino a verme, me hizo muchas preguntas. Entonces ustedes le presionaron y me dijo que iba a cantar. Lo cité en el barracón y lo liquidé. En ese momento llegó Tornell, le ataqué y no me vería así si no llega a ser porque llegó el capitán. Casi me da un tiro porque lo intenté descalabrar. Apenas pudo verme. La cosa se puso fea. Todo se me complicaba, nunca fue mi intención matar a nadie. Ahora había atacado a un oficial. Yo había obligado a Higinio a firmar una nota acusando al jefe de los anarquistas. Intenté desviar la atención por esa vía, además, no había sobornado a Higinio con ningún frasco de morfina, listillos. Falsificó el recuento por una simple hogaza de pan. El Julián, mi amigo, había robado unas ampollas de morfina y le pedí dos. Las puse en la caja de Higinio para despistar, así pensarían que el asesino estaba implicado en algún tejemaneje de drogas, supe que pensarían incluso en… -Levantó la vista hacia el capitán de la Guardia Civil pero no se atrevió a decir que era morfinómano.

– Entonces nosotros fuimos a por el Julián -dijo Alemán-.Y le presionamos.

– Sentí tener que matarle. Era un amigo… un alma Cándida… pero… comenzó a hacerme preguntas también. Me hubiera delatado. Era o él o yo -repuso con una frialdad inquietante-. ¿Cómo me descubriste, Tornell? Necesito saberlo.

Tornell hizo una pausa antes de hablar, tomó aire y dijo:

– Fue muy fácil, pero debido a una casualidad. Te llamaban David el Rata porque era insoportable convivir contigo por esa mascota que te gusta cuidar. El oficinista, Cebrián, me dijo que compartió celda en la Modelo con Rullán y que era insoportable estar junto a él, apenas podía dormir por los ruidos que hacía un roedor que guardaba en una caja, una rata asquerosa. Enseguida hice la conexión. Se suponía que David el Rata era de Don Benito. Rullán de Barcelona. Pensé en ti, con muchos kilos más. Recordé la herida de Higinio, la del cuello, un trabajo similar a algo que había visto antes, un zurdo, el degollador del puerto. Ahora estabas más flaco, claro, sin barba, pero los ojos… Tu cara me había resultado familiar cuando llegué, lógicamente estabas muy cambiado por el hambre. Todo encajaba. Pero… ¿Por qué mastate al crío? A Raúl.

– Me escuchó hablando con Higinio, estábamos en plena discusión, «voy a contarlo todo», me gritaba cuando ese niñato pasaba junto a nosotros. Se paró y nos miró, lo había escuchado, claro.

– Has matado a gente inocente -dijo Alemán.

Rullán, esposado, se pasó las manos por el cráneo rapado.

– Que le lleven al juzgado -dijo el general Enríquez-. Quiero cuatro tíos con él, constantemente. Irá siempre esposado de manos y pies, incluso dentro de la celda. Hasta que lo fusilen.

Alemán observó que Huberto Rullán hipaba como un niño. Juan Antonio y él se abrazaron. Al fin. Misión cumplida.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Valle De Las Sombras»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Valle De Las Sombras» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Peter Tremayne - El Valle De Las Sombras
Peter Tremayne
Jerónimo Tristante - El tesoro de los Nazareos
Jerónimo Tristante
Jerónimo Tristante - El Enigma De La Calle Calabria
Jerónimo Tristante
Jerónimo Tristante - 1969
Jerónimo Tristante
Jerónimo Tristante - El Misterio De La Casa Aranda
Jerónimo Tristante
Jerónimo León Rivera Betancour - El viaje sin héroe del cine colombiano
Jerónimo León Rivera Betancour
Nuria Verdet Martínez - Francisco Jerónimo de León
Nuria Verdet Martínez
Jerónimo Moya - Arlot
Jerónimo Moya
Kato Molinari - Un jerónimo de duda
Kato Molinari
Georgina Sánchez Ramírez - Las mujeres y las sombras del amor
Georgina Sánchez Ramírez
Отзывы о книге «El Valle De Las Sombras»

Обсуждение, отзывы о книге «El Valle De Las Sombras» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x