– De acuerdo, bien… Por lo menos, esta vez no tenemos que preocuparnos por Rhiannon. Por mí puede quedarse aquí. Pero yo quiero volver a casa.
Puse un pie a cada lado del riachuelo, y con decisión posé ambas manos sobre el musgo color esmeralda. La descarga de calor que sentí me subyugó con su intensidad.
Entre dientes le dije a Clint:
– No creo que sea ningún problema encontrar el poder. Me siento como si pudiera saltar un edificio de un solo bote.
– Concéntrate en Partholon. Adelante, mi niña. Vuelve con él, vuelve a casa.
– Gracias -susurré antes de volver mi atención hacia los árboles.
Incliné la cabeza, apreté las manos con más fuerza sobre el musgo y fijé la vista en el agua clara de la corriente. Entonces me concentré. Lo primero que me vino a la mente fue Epi, y recordé la suavidad de su hocico cuando me saludaba al darme la bienvenida. Recordé cómo sus ojos castaños y líquidos reflejaban los mejores aspectos de mi alma. Y recordé a Alanna, no como un reflejo de mi amiga de este mundo, sino tal y como había llegado a quererla, por sí misma, por su dulzura y su sentido del humor únicos.
Después, dejé que las imágenes de ClanFintan inundaran mi mente. Pensé en cómo se había resistido para no enamorarse de mí, al creer, al principio, que yo era Rhiannon, aunque no fuera capaz de mantener ni la frialdad ni la distancia. En cómo me había protegido y me había amado.
Seguí apretando los troncos de los árboles, con la esperanza de sentir que se volvían blandos bajo mis manos. Sin embargo, eran firmes y duros. Suspiré con exasperación, y aparté las palmas de los árboles.
– No funciona -dije, y me volví hacia Clint-. Tal vez tú debas ayudarme. Acércate y haz las mismas cosas que hiciste antes de que los árboles se ablandaran y tú pudieras agarrarme a través de ellos.
Clint asintió y se colocó a horcajadas sobre el riachuelo.
– ¿Listo?
Volvió a asentir, y los dos levantamos las manos y las posamos en lados opuestos de los árboles. Estábamos uno frente al otro, y yo alcé la vista para encontrarme con la intensidad de su mirada. El poder de los árboles aumentó vertiginosamente entre nosotros dos, y me di cuenta de que sentía los latidos del corazón de Clint y el pulso de su sangre dentro de ellos, como si estuviera conectada con la fuerza de su vida. De repente, vi el aura de su silueta. Era de color azul, brillante como una joya, con matices de ámbar y oro por los bordes. Y era hipnótica.
Su voz sonó de repente, ronca de emoción.
– Si quieres que piense en mandarte a Partholon y alejarte de aquí, tendrás que dejar de mirarme así.
– ¡Lo siento! -respondí, y cerré los ojos con fuerza para quitarme su imagen de la cabeza.
Volví a pensar en ClanFintan y sentí cómo temblaba el musgo. Mantuve la cabeza inclinada, abrí los ojos y me concentré en el riachuelo que discurría por debajo de mí. El agua se movió como si fuera una ventana y se abrió, y yo miré hacia el mundo que había más allá.
Vi el claro de Partholon. Era exactamente igual que aquél en el que nosotros nos encontrábamos, pero estaba vacío. Sin dudarlo, conjuré el poder que había dentro de mí y lo lancé a través del agua hacia Partholon. Instantes después tuve que parpadear rápidamente para librarme de las gotas de sudor que me caían desde la frente hacia los ojos. Se me había acelerado la respiración, y tenía la ropa húmeda de sudor, pegada al cuerpo.
Habían comenzado a temblarme los brazos cuando oí un sonido cada vez más intenso. Entonces, a través de la corriente vi que ClanFintan se abría paso entre la maleza y entraba al claro, con un aura de color zafiro cuyos bordes dorados latían salvajemente.
– ¡Shannon!
El poder de su voz resonó de una manera inquietante a través de la corriente.
– ¡Estoy aquí! -respondí con un grito.
Su cuerpo de centauro se aproximó con una velocidad inhumana hacia los árboles. Se detuvo justo en el lugar que Clint ocupaba en este mundo.
– ¿Cómo puedo ayudarte? -me preguntó, y la frustración de su voz fue como un reflejo de la mía.
– ¡Concéntrate! Pon las manos sobre los troncos de los árboles y piensa en mí.
Rápidamente, él puso las manos en los troncos y me miró.
– Amor mío, no pienso en otra cosa.
Yo empujé y noté que las manos se me hundían un poco en el musgo, que ahora era como una gelatina caliente. Seguí empujando hacia delante y la masa líquida me envolvió los brazos hasta los codos. De repente, toqué las manos de otro; eran unas manos más grandes y más cálidas que las de un hombre humano.
A través de la corriente me di cuenta de que ClanFintan abría los ojos de golpe, e intenté frenéticamente que mis manos obedecieran mis órdenes y se agarraran a las suyas.
Entonces, desde algún lugar por detrás oí un aleteo oscuro que entraba en el claro. En aquel instante sentí un cambio en los árboles. El poder que yo había reunido en mí vaciló y comenzó a disminuir, como si alguien me lo estuviera arrebatando.
Volví la cabeza ligeramente, y centré mi atención entre ClanFintan y la cosa que estaba en aquel momento en mitad del claro de Partholon. La oscuridad se ondulaba y tomaba forma en el bosque, empapando el suelo como un derrame de aceite. A medida que se acercaba, yo noté una sensación muy familiar, y me estremecí al identificar el origen de aquella familiaridad. Era el mal. El mismo mal que había viajado con el ejército de los Fomorians.
La sombra se acercó más y más. No tenía forma definida, y era difícil verla con claridad, como si fuera una sombra dentro de otra sombra.
Yo sentí, a través de nuestras manos, que ClanFintan se estremecía.
– Hay algo que… -musitó; entonces, alzó la cabeza y miró hacia atrás.
En aquel mismo instante, la forma oscura se hizo líquida por completo, y se derramó en la corriente cristalina. Con horror, vi que las aguas que discurrían a mis pies se volvían espantosas, negras, a medida que la oscuridad pasaba de un mundo al otro.
– ¡Shannon! ¿Qué ocurre? -me pregunto ClanFintan. Sin embargo, su voz sonaba muy lejana.
– No lo sé…
Me quedé sin habla al ver cómo la cosa pasaba por debajo de mis pies y se detenían a la orilla del riachuelo. Se elevó y se solidificó en forma de silueta alada. Yo emití un grito de pánico.
– ¡Nuada!
– Sí, mujer -respondió la criatura-. He respondido a tu llamada. Ahora comenzaremos de nuevo nuestro juego.
– ¡No! -le grité yo. Mi concentración se hizo añicos. Ya no podía sentir a ClanFintan.
Mientras los árboles escupían mis manos de su interior líquido, oí la llamada desgarradora de mi marido. Sin embargo, tal y como si un gigante hubiera soplado sobre la superficie del riachuelo, el agua se movió, y el reflejo de Partholon desapareció. Yo di varios pasos hacia atrás y me aparté de los árboles.
La criatura se acercó a mí con un sonido líquido, deslizante.
– Me alegro de que me hayas llamado.
Emitió una parodia oscura de la risa y alzó unos brazos medio formados, intentando que sus manos derretidas formaran unas garras.
Yo no podía creer lo que estaba viendo.
– Pero si estás muerto -dije, como una estúpida.
– Ya no, mujer -respondió él con un silbido-. Estamos conectados. No finjas que no has usado el poder oscuro para despertarme y emplazarme aquí -me dijo, mientras se acercaba. Yo observé espantada cómo comenzaban a solidificarse sus garras-. Te he echado de menos, mujer, casi tanto como he echado de menos el sentir vida dentro de mí.
– No te acerques -dijo Clint con calma, y se puso delante de mí de manera protectora.
Nuada lo fulminó con la mirada.
– Este reflejo débil de tu compañero mutante piensa que le perteneces -dijo, y yo vi cómo algunos fragmentos de oscuridad salían disparados desde sus labios mientras le escupía las palabras a Clint. Percibí el pulso del aura de la criatura. Su oscuridad era la completa ausencia de bondad. Se dividió hasta alcanzar su altura completa, y extendió las salas-. Voy a disfrutar matándolo.
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