P. Cast - Diosa Por Elección

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Por fin, Shannon Parker se había reconciliado con la vida en el mundo mítico de Partholon. Amaba a su marido centauro y se había acostumbrado a su conexión con la diosa Epona y los beneficios que conllevaban ambas cosas. Casi había olvidado su antigua vida en la Tierra… sobre todo, cuando descubrió que estaba embarazada…
Pero entonces una súbita explosión de poder la envió de vuelta a Oklahoma. Sin la magia, Shannon no podía regresar a Partholon, así que tendría que buscar ayuda. El problema era que esa ayuda tomó la forma de un hombre tan tentador como su marido. Y, durante el camino, Shannon descubriría que ser una diosa por error era mucho más fácil que ser una diosa por elección…

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– ¿Sabe utilizar un ordenador?

– Y muy bien -respondió él irónicamente.

– ¿Así que fingió que era una loca del bosque para que tú siguieras enganchado con ella mientras ella se recorría toda la Red?

– En realidad, no tenía que fingir su afinidad con la tierra. Daba la impresión de que sacaba algo del bosque. Se iba a caminar sola, no quería que yo la acompañara, y volvía horas más tarde llena de energía.

– Mmm… -archivé aquello para más tarde. Si Rhiannon obtenía algún tipo de poder de la tierra que la rodeaba, quizá yo también pudiera usarlo. Quizá me sirviera para volver a casa-. ¿Y qué buscaba en Internet?

– Dinero. Buscaba hombres. Hombres ricos, viejos, y solteros.

Yo parpadeé de la sorpresa.

– ¿Y encontró a alguno?

– Sí. Sinclair Montgomery III. Setenta y dos años, viudo, y forrado de dinero del petróleo de Tulsa. Un filántropo, un tipo verdaderamente agradable que no había mantenido relaciones sexuales desde los setenta.

– Parece una presa fácil para Rhiannon.

Él asintió con gravedad.

– Sí. Ella comenzó una relación por correo electrónico con él. Le dijo que era una profesora de la zona, que quería comenzar una carrera como oradora pública.

– ¡Dios santo! ¡Rhiannon de oradora pública! ¿Y de qué demonios iba a hablar?

– De cómo inspirar a la gente joven para ser creativa y permanecer en la escuela.

– ¿Y cómo iba Rhiannon a inspirar a los chicos de las escuelas públicas?

– No creo que tuviera que perfilar su discurso. Que yo sepa, lanzó el cebo y él lo mordió, y concertaron una cita.

– Si Rhiannon sólo necesitaba conocerlo en persona para pescar a esa vieja trucha -terminé yo.

Él asintió.

– ¿Y tú permitiste que te dejara y se metiera en la cama de ese ricachón con tus bendiciones?

– En realidad, yo estaba tan ocupado detestando a su amigo que no me di cuenta de lo que estaba sucediendo hasta que todo hubo terminado.

– Espera, ¿ella tenía aquí un amigo?

– Decía que se llamaba Bres, y que era su seguidor, si es que puedes creerlo.

– ¿Alto, esquelético, y con un aliento apestoso? -pregunté.

– ¡Sí! -respondió él sorprendido.

– Es su seguidor. De hecho, la siguió hasta aquí -me detuve a reflexionar unos segundos-. No, no es así. Bres vino aquí primero, para asegurarse de que el viaje podía realizarse con éxito. Ella lo siguió.

– Ese desgraciado no la perdió de vista.

– ¿Así que Bres te mantuvo celoso, y tú no te diste cuenta de que ella estaba acostándose con el viejo?

– No, él sólo me tenía exasperado mientras acechaba por aquí como una maldita cucaracha. Yo no sabía que Rhiannon se estaba acostando con el viejo porque no me quedé en Tulsa con ella.

Sentí mucha curiosidad. ¿Qué había ocurrido entre Rhiannon, Clint y Bres? ¿Por qué no se había quedado Clint en Tulsa con la mujer a la que adoraba? ¿Y qué demonios tenía Rhiannon para conseguir que todos los hombres cumplieran su voluntad?

– Mira -dije-, todo esto es muy interesante, pero lo que yo quiero saber es por qué he vuelto a Oklahoma. ¿Por qué me trajiste aquí? ¿Y cómo lo hiciste? ¿Y cómo demonios puedo volver a Partholon?

– Te traje de vuelta porque quería intercambiarte por Rhiannon y sacarla de este mundo.

– ¿Sólo porque te dejó por un tipo viejo y rico?

– No, porque es mala. Ella lo mató. Y sus asesinatos acaban de empezar. La única vida que tiene importancia para ella es la suya.

– ¿Sinclair está muerto?

– Murió un mes después de que se casaran, de un ataque al corazón.

– Vaya. Era viejo, y estaba cabalgando como Seabiscuit. Seguramente murió siendo muy feliz. ¿Por qué piensas que lo asesinó?

– Porque ella me lo dijo.

– ¿Qué?

– Que ella me lo dijo. Me lo dijo con tanta calma como nosotros estamos hablando ahora. Me dijo que lo planeó, y que lo eligió a él porque era viejo y rico y no tenía hijos que pudieran impugnar el testamento. Primero lo enloqueció de deseo, para que lo encontraran en un estado de sobrexcitación. Después, según lo que me explicó, Bres lo sujetó y ella le clavó una jeringa llena de aire en la yugular. Incluso admitió que lo había convencido para mantener unas relaciones sexuales duras, con mordiscos, para cubrir el pinchazo de la aguja. Me dijo que él tenía un historial de problemas coronarios, y que había dejado estipulado que incineraran su cuerpo. Para ella fue muy fácil.

– ¿Y porque admitió todo eso ante ti?

– Rhiannon pensaba que yo no podía negarle nada. Pensaba que yo la ayudaría si ella me necesitaba. Me dijo que yo podía ayudarla a dominar la magia de este mundo. Rhiannon pensaba que podía tenerlo todo aquí, la magia y la tecnología. Incluso me dejó ver ese otro mundo durante…

– ¡Ver Partholon! -grité yo.

Asintió lentamente.

– ¿Cómo?

– No estoy seguro. Creo que me hipnotizó, y mientras yo estaba en estado hipnótico, mi cuerpo se separó de mi espíritu y mi espíritu se vio arrastrado hacia algo que parecía un túnel. Al final de ese túnel salí sobre un edificio asombroso. Era de noche, pero vi claramente a seres que eran mitad hombre, mitad caballo, caminando y hablando los unos con los otros. Era fantástico.

– ¿Era un templo de mármol color crema con unas murallas anchas y redondas? -pregunté, con un nudo en la garganta.

– Sí.

– El Templo de Epona -dije yo, presa de la nostalgia.

– Eso dijo Rhiannon.

Tuve que carraspear antes de preguntar:

– ¿Y cómo volvió aquí tu alma?

– No lo sé. Yo no tuve nada que ver con ello. Después de volver me sentía bien, pero Rhiannon estaba exhausta. Debió de dormir dieciséis horas sin moverse.

– ¿Y se despertó pensando que tú ibas a formar parte de su plan para dominar el mundo?

– En realidad, no se hacía ilusiones de dominar el mundo. Era demasiado racional como para eso. Sólo quería dinero. Mucho dinero. Y el poder que puede comprarse con el dinero, según decía.

– ¿Y no tenía ya mucho dinero de ese anciano?

– Sí, pero ni siquiera varios millones de dólares eran suficientes para Rhiannon. Aprendió muy bien sus lecciones en Internet. Aprendió que ni siquiera varios millones de dólares son una fortuna según los estándares de hoy en día, y que no conseguiría comprar todo el poder y la autonomía que deseaba. Necesitaba más, así que lo encontró.

– ¿Y cómo?

– Con las drogas.

– ¿Con las drogas? ¿A qué te refieres?

– Cuando Rhiannon averiguó la fascinación que existe en este mundo por las drogas ilegales, y el beneficio que podía conseguirse con el tráfico de drogas, dijo que sólo un idiota dejaría pasar la oportunidad para hacerse rico con un método tan fácil.

– ¿Está traficando con drogas?

– Sí. Al principio pensé que no sabía en lo que se estaba metiendo. Le mostré muchas páginas de Internet que alertaban sobre los peligros del consumo de las drogas, lo que le hacía a las familias, a las comunidades y a los niños. Sin embargo, ella me dijo que lo que los débiles se hicieran a sí mismos no era asunto suyo, y que parecía que en este mundo había demasiados niños, de todos modos. Que, probablemente, matar a unos cuantos era buena idea. Rhiannon cree en la supervivencia del más fuerte. Le expliqué que traficar con drogas era un delito y que podía ir a la cárcel. Se echó a reír y dijo que no iba permitir que la atraparan. Entonces le dije que tenía muchas más cosas de las que preocuparse aparte de la policía, que si vivía en esa parte de nuestro mundo estaría relacionándose con ladrones, asesinos, adictos y mentirosos.

– ¿Y eso no le molestó?

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