Ramiro Pinilla - Sólo un muerto más

Здесь есть возможность читать онлайн «Ramiro Pinilla - Sólo un muerto más» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Sólo un muerto más: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Sólo un muerto más»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Sancho Bordaberri, propietario de la librería Beltza en Getxo, cansado de su fracaso como novelista de ficción y a punto de arrojar al mar su último manuscrito, decide “bajar a la calle y patearla”, escribir lo que “ocurre ante tus narices”. Bajo la identidad de Samuel Esparta, en homenaje a Sam Spade, se convertirá en “un investigador privado metido de cabeza en la serie negra con un crimen real” y no resuelto de 1935.
Sancho Bordaberri, el protagonista de esta historia, dice al convertirse por arte de birlibirloque en el investigador privado Samuel Esparta: “Me he contratado a mí mismo”. Da toda la impresión de que esto es lo que ha hecho Ramiro Pinilla, contratarse para un divertimento a cuenta de su gusto por la novela negra de Hammett o Chandler, que practicó bajo seudónimo en sus inicios como escritor, y de las siempre sorprendentes posibilidades de un narrador-protagonista que anda a su vez escribiendo, o al menos dejando discurrir en su cabeza, la novela de lo que pasa. Un escritor hondo y de largo aliento como Pinilla se da permiso a sí mismo para algo así como jugar en clave policiaca a ponerle la gabardina a Cervantes o a cambiarle a Stendhal el espejo en el camino por la lupa, todo en el País Vasco de la posguerra y el estraperlo y como un experimento sin pretensiones, una tragicomedia con la España franquista al fondo. La caústica Koldobike, la inseparable empleada del librero, teñida de rubio para ajustarse al corsé de secretaria; el poeta falangista que desea a toda costa aprender el realismo literario; o ese singular personaje que traza planos de lugares contando pasos, son pequeñas y excéntricas criaturas que nos hacen sonreír tanto como las trazas de investigador de Bordaberri. Pinilla se ha divertido con este libro, donde incluso se ha permitido dejar la clave del misterio a unas orejas de soplillo, y la frase final, “estoy pensando en otros abismos insospechados a los que me puede conducir”, anuncia que éstas no serán probablemente las últimas andanzas de su Samuel Esparta.

Sólo un muerto más — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Sólo un muerto más», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Deja de recordarme todo aquello -dice, sin abrir los ojos-. Me estoy poniendo malo…

– Te aseguro que casi me estás invitando a sospechar que allí no había nadie más que tú -le ataco con sorprendente temeridad-, tú, golpeándoles en la oscuridad con la piedra y, esperando en la arena, las cadenas y candados de que te habías provisto: y, sobre la marcha, de criminal se te ocurrió convertirte en falso salvador y así realizar una operación redonda y convencido de que, a tu regreso con los Zalla padre e hijo, la marea habría subido lo suficiente para encontrar ahogados a los dos infelices; tú serías el más asombrado por encontrar a Eladio aún con vida.

– ¿Qué me estás diciendo, Sancho Bordaberri, qué me estás diciendo?

Se encoge, apretándose el estómago con ambas manos y acaba vomitando sobre las pequeñas peñas. Respiro hondo: ¿habrían llegado a tanto Spade y Marlowe? Desciendo de la peña y sostengo a Lucio Etxe hasta incorporarlo y conducirlo a la arena y sentarlo, mientras limpio su boca con mi pañuelo. A través de mis manos y brazos me ha llegado la profunda orfandad de los Etxe.

– Son dardos que se disparan en las investigaciones sin que se crea mucho en ellos -le consuelo-. Son cosas de mi profesión, nada personal.

– Banquete para los carramarros -murmura Lucio Etxe señalando su vertido amarillento.

– Sólo algo más -le pido-. Llegas a la peña y te pones a tirar de los dos cabos… ¿Por qué de los dos si estaba claro que Leonardo ya estaba fuera de toda ayuda?

– ¿Crees que los nervios me dejaban pensar?

– Y entonces Eladio te grita que dejes de tirar…, él ya lo habría hecho inútilmente…, y vayas en busca de los herreros. ¿Es así? -Lucio Etxe asiente con la cabeza-. Y cuando llega Antimo, asierra uno de los cabos…

– Aserró el collar que tenía Eladio alrededor del cuello.

– ¿Por qué no eligió el de Leonardo?

– ¡No lo sé!

– Y luego, ¿quién tiró de Eladio hacia arriba y quién de Leonardo? Allí estabais tres…

– ¡Por Dios, basta ya! Quiero marcharme a casa.

– Espera, es importante… Pues si allí estaba el asesino…, quiero decir, si era uno de vosotros tres…, habría sacado primero al muerto, dando tiempo a la mar de terminar con el medio vivo. Considero fundamental conocer qué manos tiraron de quién.

– ¡Estás loco! -exclama Lucio Etxe con sus últimas fuerzas-. ¿Cómo me dijiste que se llama esto que haces?

– Investigar. Soy investigador privado.

– ¡Pues eres un investigador de mierda!

Y escupe con asco los últimos restos subidos de su estómago.

4

Charla de principales

Son las siete. Esta librería jamás se ha abierto tan temprano, sólo me ve algún trabajador que se encamina con sueño a la estación de Algorta. Pero yo no tengo sueño, mi sangre está tan despierta como un torrente de montaña.

Si no enciendo las luces no es porque sea septiembre y la primera claridad del día se filtre al interior, sino por evitar el ruido de la luz. Voy directo hasta el fondo y me siento a la mesita; al pasar ante los lomos de Raymond Chandler y Dashiell Hammett les dirijo un hola de hermandad. Me he sentado apretando las rodillas una contra otra y cruzado de brazos contra el pecho por apaciguar mi marejada interior. Ni siquiera me permito un recuento de mis primeros pasos como investigador. Pero me rindo al peso de mis párpados…

De pronto, la voz de Koldobike hace saltar todos los resortes:

– ¿Cómo te han ido las cosas en la playa?

– ¿Cosas? ¡No hay cosas, sólo hay novela!… ¿Cómo sabes que estuve en la playa?

– Llevas encima un carro de arena.

– He asaltado a Lucio Etxe y a su hijo en su ritual diario. Ya saben quién es Samuel Esparta. No es poco. Lucio ha vertido sobre mí un chorro de viejos recuerdos. Yo preguntaba y él no sólo respondía sino que me regalaba líneas de investigación bloqueadas desde hacía diez años. Ha sido realismo puro, la imaginación ha quedado al margen. ¡La novela se está escribiendo sola!

– El Etxe ya se lo estará contando a alguien y la bola empieza a rodar… y prepárate cuando llegue al asesino fantasma que tú aún no conoces y él a ti sí.

Comprendo que no vibre conmigo -desconoce el placer de un texto largamente perseguido-, aunque no deja de dolerme su causticidad, que es algo así como su segunda piel.

La veo moverse con determinación hacia la puerta, levantar con ambas manos un objeto alargado y, al parecer, de poco peso, y regresar con él. Un biombo desplegado de tres cuerpos surge de la nada para proteger mi mesa por dos lados.

– La oficina de Sam Esparta… Lo tenía en casa, en el cuarto de los trastos.

No sé qué responder a ama cuando me dice: -Te he oído salir más pronto que nunca esta mañana y ahora llegas con el traje. ¿Se puede saber adónde has ido tan elegante a las cinco de la madrugada y con ese sombrero que tu abuelo se trajo de las Américas?

La curiosidad de mi hermana Elise por saberlo es mucho más lejana; mientras dispone los platos sobre la mesa de la cocina sólo me envía una fugaz mirada. Tiene dos años más que yo y es costurera a domicilio, aunque si ha de trabajar en casa, como hoy, pierde la comida incluida en el jornal. Contemplo su hermosa cabellera rubia; la de Koldobike es de color zanahoria. Algún día tendré que asombrar a mis dos mujeres con el viraje -intermitente- que he dado a mi vida; confío en que no sea a través de una notificación solemne sino de un deslizamiento imperceptible. Sam Spade y Philip Marlowe nunca tuvieron que dar explicaciones; simplemente, se mostraron como investigadores privados. Pero, claro, mi vida empezó antes que mi novela.

– Vuestro padre siempre me decía dónde había estado -dice ama-. A veces me lo decía antes de estar.

– Hoy se me ha ocurrido dar una vuelta por la playa. -Son las primeras palabras de un informe que deseo se vaya completando sin más palabras-. Estaban los Etxe y hemos hablado.

– Charla de principales. Ésos sólo saben hablar con los carramarros -dice ama.

– Cámbiate antes de sentarte -dice Elise.

Claro. En mi cuarto me desprendo de la chaqueta por primera vez en diez horas; y chaqueta, corbata, camisa, pantalón y sombrero van cayendo sobre la cama. ¿Existe Samuel Esparta fuera de este disfraz?

«Tranquilo, no has hecho más que empezar, incluso Koldobike parece que ha dado su parabién a tu nueva entidad.» Permanecí sentado tras el biombo no menos de una hora; Koldobike sabe respetar mis transiciones. Luego la llamé y le dije: «Siéntate, nena», y ella trasladó la tercera silla de la librería a la oficina y se sentó al otro lado de la mesa esgrimiendo el bloc y el lapicero. Es tan buena lectora de nuestra Sección que me envió: «Cuando quieras, jefe». Le pedí que enfundara el lapicero; expresiones así son parte de mi construcción.

– He sabido presionar a Lucio Etxe. Siento haberle obligado a revivir aquella madrugada, pero ¿y si era él quien jugaba conmigo?

– Es lo que pasa cuando los personajes de tu novela no son tuyos.

– Siento mío a Lucio Etxe. Y lo mismo a los que vengan.

– Todos vendrán de fuera, y los de antes te salían de dentro. Prepárate para las martingalas de tanto extraño. Y uno de ellos te atará a la argolla de Félix Apraiz como te descuides.

Le conté, punto por punto, el encuentro en la playa y ella escuchó en silencio, entregada.

– Cinco sospechosos -rematé-: Lucio Etxe, su hijo Inocencio Etxe, Antimo Zalla, Tomasón Zalla y el rostro que vio Lucio.

– Falta un sospechoso. -Alzó la mano para atusarse los rizos en un gesto habitual con el que teatralizaba indiferencia-. Tú.

– ¿El narrador el asesino? No sería original. Ya lo hizo Agatha Christie…

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Sólo un muerto más»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Sólo un muerto más» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Charlaine Harris - De muerto en peor
Charlaine Harris
Ramiro Pinilla - La tierra convulsa
Ramiro Pinilla
Sara Paretsky - Punto Muerto
Sara Paretsky
Sandra Brown - Punto Muerto
Sandra Brown
Ramiro Castillo Mancilla - Natalia
Ramiro Castillo Mancilla
Ramiro Castillo Mancilla - Ciudad del Carmen
Ramiro Castillo Mancilla
Ramiro de Dios - Resorte
Ramiro de Dios
Ramiro Castillo Mancilla - Peones de hacienda
Ramiro Castillo Mancilla
Отзывы о книге «Sólo un muerto más»

Обсуждение, отзывы о книге «Sólo un muerto más» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x