Joe Hill - Cuernos

Здесь есть возможность читать онлайн «Joe Hill - Cuernos» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Cuernos: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Cuernos»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

¿QUÉ PASARÍA SI UNA MAÑANA DESPUÉS DE UNA BORRACHERA HORRIBLE, TE DESPERTARAS CON UNOS INCIPIENTES CUERNOS EN LA CABEZA?
La vida de Ig Perrish es un verdadero infierno desde que su novia Merrin fuera asesinada un año atrás, en un episodio que si bien le fue ajeno tendió sobre él un manto de sospechas que nunca pudo sacudirse.
Una mañana, después de una fuerte borrachera, se encuentra con unos cuernos creciendo en su frente. Con el pasar de las horas descubrirá que tienen un extraño efecto en la gente: les hace contarle sus más oscuros deseos y secretos. Así, Ig se entera de que todo el pueblo, incluso sus padres, creen que él fue quien mató a Merrin. Tras el desconcierto de los primeros momentos, Ig aprenderá a sacar ventaja de ser el mismísimo diablo…
Joe Hill, príncipe del terror y autor prodigio de la exitosa novela El traje del muerto, vuelve a ponernos los pelos de punta con esta extravagante, original e imaginativa historia, en la que todo es, aparentemente, extraño e inexplicable.

Cuernos — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Cuernos», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¿Y has dicho que las tres son quince dólares? -preguntó.

Lee asintió.

– Si vendes muchas te pueden dar un premio. De ahí saqué el monopatín que luego soy demasiado cagado para usar.

– ¡Eh! -exclamó Ig, sorprendido por la calma y la rotundidad con que Lee admitía ser un cobarde. Era peor oírselo a él que a Terry en la colina.

– No -dijo Lee impertérrito-. Tu hermano tenía razón. Pensé que podría impresionar a Glenna y a sus colegas haciéndome un rato el chulito, pero cuando estuve en lo alto de la pista me sentí incapaz. Lo único que espero es que si vuelvo a ver a tu hermano no me lo restriegue por los morros.

Ig tuvo un breve pero intenso ataque de odio hacia su hermano mayor.

– ¡Como si él pudiera decir algo! Casi se mea en los pantalones cuando pensó que al llegar a casa le iba a contar a nuestra madre lo que me había pasado de verdad. Mira, para mi hermano, en cualquier situación, siempre está él primero y los demás después. Entra, tengo dinero arriba.

– ¿Vas a comprar una?

– Quiero comprar las tres.

Lee parpadeó sorprendido.

– Entiendo que te interese Las Milicias en la América Moderna porque va de armas y de cómo distinguir un satélite espía de uno normal, pero ¿estás seguro de que quieres Reforma Fiscal Ya?

– ¿Por qué no? Algún día tendré que pagar impuestos.

– La mayoría de la gente que lee esa revista lo que busca es no pagarlos.

Lee siguió a Ig a su habitación, pero se detuvo en el umbral de la puerta y miró a su alrededor con cautela. A Ig esa habitación nunca le había parecido nada del otro mundo -era la más pequeña de las del segundo piso- pero ahora se preguntaba si no tendría el aspecto de un dormitorio de chico rico a los ojos de Lee y si ello jugaría en su contra. Echó un vistazo a la habitación tratando de verla con los ojos de Lee. En lo primero que reparó fue en que la piscina se veía por la ventana y en que la lluvia arrugaba su superficie azul brillante. También estaba el póster con el autógrafo de Mark Knopfler sobre la cama. El padre de Ig había tocado la trompeta en el último álbum de los Dire Straits.

La trompeta de Ig estaba sobre la cama, descansando en una funda abierta. Ésta contenía además una variedad de tesoros: un fajo de dinero, entradas para un concierto de George Harrison, una foto de su madre en Capri y la cruz de la chica pelirroja con la cadena rota. Ig había intentado arreglarla con una navaja multiusos sin ningún éxito. Al final la había guardado y acometido una tarea distinta, pero relacionada. Había tomado prestado el volumen de la M de la Enciclopedia británica de Terry y había consultado la entrada referida al alfabeto Morse. Todavía recordaba con exactitud la secuencia de destellos cortos y largos que la chica pelirroja le había dirigido, pero cuando la tradujo, su primer pensamiento fue que se había equivocado. Era un mensaje muy simple, una sola palabra, pero tan chocante que un escalofrío le había recorrido la espalda y el cuero cabelludo. Después había intentado componer una respuesta apropiada, escribiendo a lápiz series de puntos y rayas en las guardas de la «Biblia Neil Diamond», ensayando diferentes contestaciones. Ella le había hablado con ráfagas de luz y tenía la sensación de que debía responderle con el mismo método.

Lee pasó la vista por toda la habitación, deteniéndose aquí y allí, y por fin en cuatro torres de acero llenas de CD que había apoyadas contra la pared.

– Tienes mucha música.

– Pasa.

Lee entró, encorvado por el peso de la cartera de lona.

– Siéntate -le invitó Ig.

Lee se sentó en el borde de la cama, empapando el edredón. Giró la cabeza para mirar por encima del hombro las torres con los CD.

– Nunca he visto tanta música junta. Excepto quizá en la tienda de discos.

– ¿Qué música escuchas tú?

Lee se encogió de hombros. Era una respuesta incomprensible. Todo el mundo escucha algún tipo de música.

– ¿Qué discos tienes?

– No tengo.

– ¿Nada?

– Nunca me ha interesado demasiado, supongo -dijo Lee con voz tranquila-. Además los CD son caros, ¿no?

A Ig le desconcertaba la idea de que hubiera alguien a quien no le interesaba la música. Era lo mismo que no estar interesado en ser feliz. Después reparó en lo último que había dicho Lee - Además los CD son caros, ¿no? - y por primera vez se le ocurrió que tal vez Lee no tuviera dinero para comprar música ni ninguna otra cosa. Pensó en su monopatín nuevo, pero había sido un premio a sus obras de caridad, o eso había dicho. Llevaba corbatas y camisas cortas abotonadas hasta el cuello, pero probablemente su madre le obligaba a ponérselas cuando salía a vender sus revistas, para que tuviera aspecto de chico limpio y responsable. Los chicos pobres a menudo van muy arreglados. Eran los ricos los que vestían de forma desaliñada, combinando cuidadosamente un atuendo desarrapado: vaqueros de diseño de ochenta dólares convenientemente desgastados por profesionales y camisetas de aspecto raído directamente salidas de Abercrombie & Fitch. Luego estaba la asociación de Lee con Glenna y los amigos de Glenna, un grupo que parecía salido de un campamento de caravanas; los chicos bien no pasaban las tardes de verano en la fundición quemando zurullos en una fogata.

Lee levantó una ceja -definitivamente se daba un aire al capitán Spock-, al parecer consciente de la sorpresa de Ig.

– Y tú ¿qué escuchas?

– No sé, un montón de cosas. Últimamente me ha dado por los Beatles. -Con «últimamente» se refería a los últimos siete años-. ¿A ti te gustan?

– No los conozco mucho. ¿Qué tal son?

La posibilidad de que hubiera alguien en el mundo que no conociera a los Beatles dejaba a Ig estupefacto. Dijo:

– Bueno, ya sabes…, los Beatles: John Lennon y Paul McCartney.

– Ah, ésos -dijo Lee, pero por la manera de decirlo se notaba que sólo estaba simulando conocerlos. Aunque sin esforzarse demasiado.

Ig no dijo nada. Fue hasta la torre de CD y examinó su colección de los Beatles tratando de decidir por dónde debería empezar Lee. Primero pensó que por Sgt. Pepper y sacó el CD. Pero entonces se le ocurrió que tal vez a Lee no le gustara, que podría encontrar desconcertantes todas esas trompetas, acordeones y cítaras, esa loca amalgama de estilos, mezclas de rock que se convierten en coros de pub inglés que a su vez se transforman en jazz suave. Era probable que prefiriera algo que le resultara más familiar, como rock and roll. El White Album entonces. Claro que comenzar con el White Album era como empezar a ver una película en los últimos veinte minutos. Entendías el argumento, pero no sabías quiénes eran los personajes o por qué debía importarte lo que les pasara. En realidad los Beatles eran como una historia. Escucharlos era como leer un libro. Había que empezar por Please Please Me. Sacó todos los discos y los puso en la cama.

– Ésos son muchos discos. ¿Cuándo quieres que te los devuelva?

Ig no se había planteado prestárselos hasta que Lee le hizo la pregunta. Lee le había sacado de aquella oscuridad ensordecedora y le había vuelto a llenar el pecho de aire sin recibir nada a cambio. Cien dólares en CD no eran nada. Nada.

– Puedes quedártelos -dijo.

Lee le miró confuso.

– ¿A cambio de las revistas? Las revistas las tienes que pagar en metálico.

– No. No son a cambio de las revistas.

– Entonces, ¿a cambio de qué?

– Por no dejar que me ahogara.

Lee miró la pila de CD y apoyó una mano, indeciso, sobre ella.

– Gracias -dijo-. No sé qué decir. Excepto que estás loco. Y que no tienes por qué hacerlo.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Cuernos»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Cuernos» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Cuernos»

Обсуждение, отзывы о книге «Cuernos» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x