Andrea Camilleri - La Forma Del Agua

Здесь есть возможность читать онлайн «Andrea Camilleri - La Forma Del Agua» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La Forma Del Agua: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La Forma Del Agua»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En una cálida noche siciliana, tras nadar un buen rato en las tranquilas aguas que se remansan a escasos metros de su casa a orillas del mar, Salvo Montalbano emerge de la oscuridad con las ideas más claras: la solución del caso le ronda las narices, así que sólo es cuestión de paciencia y método, para lo cual nada mejor que relajarse antes con algún manjar preparado por Adelina, su fiel asistenta. Si a los asiduos lectores de Andrea Camilleri esta escena les resultará familiar, los lectores no iniciados merecen una breve introducción: Salvo Montalbano tiene cuarenta y cinco años, conserva una novia en Génova y es comisario de policía del pequeño pueblo de Vigàta, en Sicilia, que si bien no se encuentra en ningún mapa de este mundo es más real que la vida misma. Fiel amigo de sus amigos, amante de la buena mesa y sabedor de que la tierra ha girado y girará muchas veces en torno al sol, Montalbano es el compendio vivo de las antiquísimas culturas mediterráneas.
Su calidad humana, unida a su infalible perspicacia, han hecho de su creador, Andrea Camilleri, uno de los autores más leídos de Europa. En esta ocasión, un conocido político y empresario aparece muerto semidesnudo en el interior de su coche en un arrabal donde reinan la prostitución y la droga. Todo apunta a que ha fallecido de un ataque al corazón después de haber mantenido relaciones íntimas con una persona desconocida. Sin embargo, el comisario Montalbano no se fía, y armado con su natural olfato para los comportamientos extraños, se propone descubrir la trama sexual y política que se esconde tras el presunto crimen.

La Forma Del Agua — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La Forma Del Agua», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¿Sabes una cosa, comisario? -dijo Ingrid, mirándolo con sus luminosos ojos verdes-. Eres el primer hombre auténtico que conozco desde hace cinco años.

– ¿Mejor que Luparello?

– Sí.

– Gracias. Y ahora presta atención a mis preguntas.

– Házmelas.

Montalbano estaba a punto de abrir la boca cuando oyó sonar el timbre de la puerta. No esperaba a nadie, y fue a abrir, perplejo. De pie en el umbral, Anna, vestida de paisano, lo miró sonriendo.

– ¡Sorpresa! -Lo apartó, y entró en la casa-. Te agradezco el entusiasmo. ¿Dónde te has metido? En la comisaría me han dicho que estabas aquí. He venido y estaba todo a oscuras. He llamado por teléfono por lo menos cinco veces, y nada, hasta que, al final, he visto la luz. -Anna miró atentamente a Montalbano, que todavía no había abierto la boca-. ¿Qué te pasa? ¿Te has vuelto mudo? Bueno, mira… -Interrumpió la frase: a través de la puerta entreabierta del dormitorio, acababa de ver a Ingrid, semidesnuda, con un vaso en la mano. Primero palideció y después se ruborizó intensamente-. Perdonadme -musitó antes de salir a toda prisa.

– ¡Síguela! -le gritó Ingrid a Montalbano-. ¡Explícaselo todo! Yo ya me voy.

Furioso, Montalbano propinó a la puerta un fuerte puntapié que hizo vibrar la pared mientras el automóvil de Anna se alejaba, derrapando con la misma furia con la que él había cerrado la puerta.

– ¡No tengo por qué explicarle nada, coño!

– ¿Me voy?

Ingrid se había incorporado en la cama, dejando los triunfantes pechos fuera de la toalla.

– No, pero cúbrete.

– Perdona.

Montalbano se quitó la chaqueta y la camisa, mantuvo un rato la cabeza bajo el agua del grifo de la bañera y volvió a sentarse al lado de la cama.

– Quiero que me cuentes muy bien la historia del collar.

– De acuerdo. El lunes pasado, a Giacomo, mi marido, lo despertó una llamada que no entendí, pues estaba muerta de sueño. Se vistió rápidamente y salió. Al cabo de dos horas, regresó y me preguntó dónde había ido a parar el collar, pues llevaba algún tiempo sin verlo por casa. Yo no podía decirle que estaba dentro de mi bolso, en casa de Silvio. Si me hubiera pedido que se lo enseñara, no habría sabido qué contestarle. Así que le dije que lo había perdido hacía por lo menos un año y que no se lo había querido decir por temor a que se enfadara. El collar valía un montón de dinero y, por si fuera poco, me lo había regalado en Suecia. Entonces, Giacomo me hizo firmar en un papel en blanco, para el seguro, según me dijo.

– ¿Y la historia del aprisco cómo ocurrió?

– Ah, eso fue después, cuando regresó a la hora del almuerzo. Me explicó que Rizzo, su abogado, le había dicho que, para el seguro, se necesitaba una explicación más convincente que la de la pérdida, y le había aconsejado montar el número del apresco.

– Aprisco -la corrigió pacientemente Montalbano; el cambio de letra le molestaba.

– Aprisco, aprisco -repitió Ingrid-. A mí, la verdad, la historia no me convencía demasiado, me parecía retorcida, demasiada invención. Entonces, Giacomo me hizo ver que, a los ojos de todo el mundo, yo era una puta y, por consiguiente, a nadie le habría extrañado que se me hubiera ocurrido la idea de que me llevaran al aprisco.

– Comprendo.

– ¡La que no comprende soy yo!

– Tenían intención de que la pringaras tú.

– No conozco la palabra.

– Mira. Luparello muere en el aprisco mientras está en compañía de una mujer que lo ha convencido para ir allí, ¿de acuerdo?

– De acuerdo.

– Pues quieren hacer creer que aquella mujer fuiste tú. El bolso es tuyo, el collar y los vestidos que hay en la casa de Luparello también, tú sabes bajar por el Canneto… Por lo tanto, yo debería llegar a una única conclusión: esa mujer se llama Ingrid Sjostrom.

– Ya entiendo -dijo Ingrid. Contempló en silencio el vaso que sostenía en la mano y, de pronto, experimentó una sacudida-. No es posible.

– ¿Qué?

– Que Giacomo estuviera de acuerdo con la gente que quiere que la pringue yo, como tú dices.

– Puede que lo hayan obligado a estar de acuerdo. La situación económica de tu marido no es muy buena, ¿sabes?

– Él no me ha dicho nada, pero yo lo sabía. Sin embargo, estoy segura de que, si lo ha hecho, no ha sido por dinero.

– De eso yo también estoy seguro.

– Pues entonces, ¿por qué?

– La explicación podría ser otra, es decir, que tu marido se haya visto obligado a involucrarte para salvar a una persona a la que aprecia más que a ti. Espera.

Montalbano se dirigió a la otra estancia, donde había un pequeño escritorio atestado de papeles, y cogió el fax que le había enviado Nicolò Zito.

– Pero salvar a otra persona, ¿de qué? -le preguntó Ingrid en cuanto regresó-. Si Silvio murió mientras hacía el amor, nadie tiene la culpa. No lo mataron.

– Proteger a esta persona, pero no de la ley, Ingrid, sino de un escándalo.

La mujer leyó el fax, primero con asombro y cada vez con mayor regocijo: cuando llegó a la historia del Club de Polo, soltó una sincera carcajada. Después se entristeció, dejó caer el papel sobre la cama e inclinó la cabeza hacia un lado.

– ¿Era él, tu suegro, el hombre al que llevabas al domicilio de soltero de Luparello?

Para contestar, Ingrid tuvo que hacer un notable esfuerzo.

– Sí. Y veo que en Montelusa hablan de ello a pesar de que yo he hecho todo lo posible por evitarlo. Es lo más desagradable que me ha sucedido en Sicilia en todo el tiempo que llevo aquí.

– No es necesario que me cuentes los detalles.

– Quiero que sepas que no fui yo la que empezó. Hace dos años, mi suegro tenía que asistir a un congreso en Roma. Nos invitó a mí y a Giacomo, pero en el último momento mi marido no pudo ir. Él insistió en que fuera yo, pues no había estado nunca en Roma. Todo fue muy bien, hasta que la última noche mi suegro entró en mi habitación. Estaba como enloquecido. Me acosté con él para calmarlo. Gritaba, me amenazaba. Durante el viaje de vuelta en avión, estuvo casi a punto de echarse a llorar y dijo que jamás volvería a ocurrir. Ya sabes que vivimos en el mismo edificio, ¿verdad? Bueno, pues una tarde en que mi marido había salido y yo estaba en la cama, mi suegro se presentó en mi habitación como aquella noche, temblando de pies a cabeza. Tuve miedo como la otra vez. La criada estaba en la cocina… Al día siguiente le dije a Giacomo que quería cambiar de casa. Él se sorprendió, yo insistí, y discutimos. Volví a plantearle el tema varias veces, y cada vez me contestó que no. Desde su punto de vista, él tenía la razón. Entretanto, mi suegro insistía, me besaba, me tocaba siempre que podía, a riesgo de que lo viera su mujer o Giacomo. Por eso le pedí a Silvio que me prestara de vez en cuando su casa.

– ¿Tu marido sospecha algo?

– No lo sé, no se me ha ocurrido pensarlo. Algunas veces me parece que sí y otras me convenzo de que no.

– Una pregunta más, Ingrid. Al llegar a Capo Massaria, mientras abrías la puerta, me dijiste que, de todos modos, dentro no encontraría nada. Y, cuando viste que dentro todo estaba como siempre, te llevaste una sorpresa. ¿Alguien te había asegurado que habían sacado todo lo que había en la casa de Luparello?

– Sí, me lo había dicho Giacomo.

– Entonces, ¿tu marido lo sabía?

– Espera, no me líes. Cuando Giacomo me dijo lo que tendría que decir en caso de que me preguntaran los del seguro, o sea, que había estado con él en el aprisco, a mí me preocupaba otra cosa: el hecho de que, una vez muerto Silvio, más tarde o más temprano alguien descubriría la casita, donde estaban mis vestidos, mi bolso y otras cosas mías.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La Forma Del Agua»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La Forma Del Agua» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Andrea Camilleri - The Age Of Doubt
Andrea Camilleri
Andrea Camilleri - Zapach Nocy
Andrea Camilleri
Andrea Camilleri - Złodziej Kanapek
Andrea Camilleri
Andrea Camilleri - La Excursión A Tindari
Andrea Camilleri
Andrea Camilleri - El color del sol
Andrea Camilleri
Andrea Camilleri - El campo del alfarero
Andrea Camilleri
Andrea Camilleri - Il cane di terracotta
Andrea Camilleri
Andrea Camilleri - Il medaglione
Andrea Camilleri
Andrea Camilleri - The Track of Sand
Andrea Camilleri
Andrea Camilleri - Der unschickliche Antrag
Andrea Camilleri
Отзывы о книге «La Forma Del Agua»

Обсуждение, отзывы о книге «La Forma Del Agua» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x