Belén Gopegui - Acceso no autorizado

Здесь есть возможность читать онлайн «Belén Gopegui - Acceso no autorizado» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Acceso no autorizado: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Acceso no autorizado»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Una historia de insólita confianza entre desconocidos que pone al descubierto la soledad y la violencia del poder en todas sus formas.
`No hay fortaleza inexpugnable ni prisión que no contenga un defecto.`(Mercedes Soriano, Historia de no, Alfaguara, 1989).
Así piensa el hacker que se infiltra en un ordenador ajeno con la intención construir una relación que salve a un amigo de las redes oscuras del tráfico de información confidencial.
`No hay fortaleza inexpugnable ni prisión que no contenga un defecto.`
Así piensa la vicepresidenta del gobierno, que todavía no ha perdido la esperanza en el cambio.
`No somos más que bolas de billar en un tablero que obe- dece siempre a la misma cascada de causas y efectos`, pero, en contadas ocasiones, una leve objeción o, incluso, una omisión puede cambiar el rumbo de las cosas. Nunca creeríamos que una persona normal pudiera estar `dispuesta a jugarse su expectativa de una vida razonable y no sobresaltada`, pero hay excepciones. Porque a veces la intensidad del deseo acaba con toda prudencia. A veces no podemos contener nuestras ganas de saber.

Acceso no autorizado — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Acceso no autorizado», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Gracias, Elisa. ¿Está en la habitación?

– Ha dicho que la esperes ahí. Ahora estaban haciéndole unas pruebas.

– Ya me quedo yo con ella entonces. Muchas gracias.

– Hasta luego, vengo en un rato llamadme con cualquier cosa.

La vio en el pasillo, en una silla de ruedas, parecía un dibujo animado con tantas vendas y una gran escayola en la pierna. Caminó a su lado dándole la mano, ella sonreía.

– Me dejarás que lo diga, ¿no? «¡Ten cuidado con la moto, ten cuidado!» ¡Y me atropellan cuando voy andando…!

Entraron en la habitación. Julia dijo que se quedaría sentada un rato y la enfermera se fue. En la cama de al lado dormía una mujer bastante mayor que Julia. Ella habló ahora en voz baja:

– Luciano, creo que han podido hacerlo a propósito. Vi que era una matrícula falsa, estaba superpuesta. De eso estoy segura porque caí de bruces contra ella.

– Sí -dijo Luciano, le temblaban las manos-. No me han dejado tiempo, llamaron al bar hace un rato, pero ni siquiera era un aviso, ya era tarde, te llamé y ya estabas aquí.

Julia apretó con fuerza la mano de Luciano.

– Al final, siempre la violencia. Parece que hemos tenido suerte, ¿no? Podían haberme hecho más. ¿Por qué te han hecho esa llamada? ¿No es una prueba de que el atropello ha sido intencionado?

– Para nosotros sí, para la policía no es más que una voz sin identificar. De todas formas, han cometido un delito, no puedes atropellar a alguien y salir corriendo. Vamos a denunciarlo, desde luego. Sin ninguna esperanza, eso también te lo digo.

La mujer de la cama vecina gritó en sueños, luego sonrió y se acurrucó de lado. Luciano se asomó a la ventana. La calle de Diego de León se convertía ahora en un pico de montaña para Julia porque le habían quitado una de las cosas que más apreciaba, su movilidad. Ella tenía los ojos cerrados, estará agotada. Luciano salió al pasillo en busca de una enfermera. No encontró a nadie. Volvió a sentarse al lado de Julia y tomó su mano. ¿Dónde está la vida, Julia? ¿Debería dejarlo todo, marcharnos juntos a un pequeño hotel en una ciudad pequeña, costera, como a veces soñamos? ¿Los dos solos en Portugal o en Francia, presenciando el clima como un acontecimiento? Cuando no hay lucha, ¿hay vida? Otros contestarán que sí. Pero tú te rebelarías, Julia, menearías la cabeza si me oyeras decirte todo esto. También sé que no me dejarías rendirme por ti pero ¿y si lo hago por mí? Resulta que este organismo que somos podría no tener fuerzas para verte rota y vendada sobre la silla.

Se levantó inquieto y regresó a la ventana. Desde los hospitales siempre le parecía increíble que la vida siguiera fuera, que alguien hiciera sonar una bocina, ¿con qué objeto? Pero esta vez era diferente. No estaban allí a causa de un destino casi siempre difícil de asumir, una enfermedad, un error. Estaban a causa del poder, y el poder era insoportable. Porque alguien da una orden, tu vida se quiebra. Aunque ¿no es también lo de la vicepresidenta, y lo mío a su lado, poder? No, no es ese poder en la medida en que no es arbitrario, exige argumentación, ha de ser promulgado y no debería, al menos no debería, ser secreto.

Miró a Julia; por un momento sonrió de alivio ante la certeza de que las heridas eran leves y Julia estaba fuera de peligro. Imaginó que preparaba su pipa, que la encendía. Se sentó de nuevo al lado de Julia y ella abrió los ojos.

– ¡Qué sueño! Oye, Elisa me dijo que vendría a verme a la una. En cuanto llegue quiero que te vayas a dar una vuelta. Y necesito que me hagas un favor.

– Claro, dime. Te harán falta cosas de casa.

– No es eso. Vas a ir a ver a mi tocaya. Tienes que hacerle prometer que no se rendirá por esto que me ha pasado. Si quiere rendirse, es cosa suya, pero yo no quiero ser el motivo, me niego, es la única libertad que me queda. Ya sabes que yo no soy como vosotros, tan lírica, quiero decir.

– ¿Líricos?

– Sí, me refiero a esas expresiones que usa Julia: «Principios sólidos, compromiso con los ciudadanos, el momento maravilloso de la retirada de las tropas de Irak». Todo es más chapucero.

– Lo sabemos, no somos unos idealistas.

– No me refiero a eso. Tú y la vice os esmeráis, lo digo con esta palabra antigua a propósito. El esmero está en extinción. Yo siempre voy deprisa, ya me conoces. No me esmero, ni puedo. Porque yo sí que estoy en el mundo. Vosotros no. Sopla un viento huracanado, los árboles se quedan sin hojas, la gente corre y vosotros dos estáis ahí quietos, al abrigo de nada, intentando enhebrar una aguja. Siempre que habéis trabajado juntos en algo os he imaginado así.

– Unos inútiles, creo que tienes razón.

– No, no, inútiles no. Alguien tiene que seguir intentando hacer las cosas con sumo cuidado. Que les den, Luciano. Yo quiero que sigáis enhebrando esa aguja.

– Julia…

– Prométeme que se lo dirás, Luciano. Me lo debes.

– ¿Y si ella no acepta? -insistió Luciano aún.

Elisa, la compañera de despacho de Julia, se asomó con discreción por la puerta entreabierta.

– Aceptará.

Eran las doce de la noche cuando la vicepresidenta salió a la terraza tras haber hablado con Luciano por teléfono. Miraba a lo lejos y le parecía distinguir la comitiva de Voland, el oscuro hacedor de El maestro y Margarita. Delante de todos, él, en su caballo de tinieblas, a su derecha Koroiev-Fagot haciendo sonar las riendas doradas de su corcel, a la izquierda el gato Popota convertido en demonio paje adolescente y, algo rezagado, Asaselo, el demonio del desierto iluminado por la luna. Cuando un día vengáis a buscarme, os pediré unas horas antes de partir. Y montaré mi escoba: ¡Mirad, ahí va la vice!, dirán desde la calle, y yo daré ese gusto a los que me llaman arpía, mandril, lechuza, nigromante. ¡Mirad arriba, es la invitada del diablo! ¡Si ya lo decíamos nosotros: tras esa voz serena y esos colores en llamas había una mujer en el palo de una escoba!

La vice se marcha, los cabellos al viento, la vice no es destituida ni apartada sino que desaparece por combustión espontánea, se convierte en humo de azufre y luego los engaños cesan y un cuerpo nuevo, desnudo, vuela en la escoba sorteando cables, copas de árboles y ondas electromagnéticas. La vice da un viraje, desciende a toda velocidad, el aire baña su cuerpo con un silbido. Junto a la ventana del dormitorio del presidente del gobierno se detiene y golpea el cristal con el palo de la escoba: ¡Eh, presidente!, soy yo, ¿te acuerdas de todo lo que luchamos y ahora cedes y cedes y vuelves a ceder? El se asoma atraído por mi cuerpo untado en aceite pero solo ve una risa sin nadie, la risa de la impotencia hecha locura: ¿He dedicado mi vida a la política para esto? ¿Para que nos retraigamos sin haber siquiera asomado la cabeza: nada sabemos, nada podemos, qué miedo, qué miedo que vienen los mercados? ¿Qué dirás si te hablo del atropello de Julia? ¿Sacarás tu retórica conmigo también? Claro que lo harás, así que me largo, adiós, adiós.

Después, otro impulso a mi vuelo: Querido diablo Voland, aguarda aún. Ganaré altura, cruzaré el cielo hasta la morada de la ministra de Igualdad, derraparé por el aire y tal vez me cuele por su ventana abierta: ¡Hola, joven ministra! ¿Sabes que tienes las horas contadas? ¿Sabes que están tramando tu caída? Y no, no pondrán a otra en tu lugar porque se trata de suprimir el sitio y la palabra, lo vengo sabiendo desde mis tiempos de estudiante: libertad, fraternidad, les gustan, son comodines, pero igualdad, ya sea entre sueldos o géneros, esa sí que no. Pequeña Morgana confinada a los bosques de lo consentido y no a los de lo justo; ¡zás!, un golpe de su cetro y se acabó. Ministra, tú y yo hemos visto a los machos cuando lloran y se cortan las manos, cuando gimen sin árboles, Minotauros de cama matrimonial; tú y yo quisimos que entrara el aire en las mazmorras blancas, la cocina a la izquierda, al fondo el salón con el aparador y los cuchillos; hacía falta respirar, hacían falta caminos llanos para los Minotauros y claridad y límites, pero en los cónclaves se cede a la presión, los ministros asienten satisfechos y una vez más detrás de la puerta el Minotauro se la guisa y se la come mientras las niñas del siglo XXI cantan todavía: «Don Federico mató a su mujer, la hizo picadillo y la puso a revolver»… Adiós, Morgana, me voy, ya no me duele tener que partir, ser tiniebla tras los montes del Gorrión.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Acceso no autorizado»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Acceso no autorizado» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Acceso no autorizado»

Обсуждение, отзывы о книге «Acceso no autorizado» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x