Keith Ablow - Asesinato suicida

Здесь есть возможность читать онлайн «Keith Ablow - Asesinato suicida» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Asesinato suicida: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Asesinato suicida»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

John Snow es un brillante inventor que trabaja en la indistria aeronáutica; tiene dinero, familia, e incluso una amante que no le da problemas. Pero sufre una enfermedad rara y terrible: una extraña forma de epilepsia que afecta su cerebro. La única posibilidad de curarse pasa por someterse a cirugía, pero el precio que ha de pagar es muy alto y a cambio de su salud perderá la memoria, el recuerdo de los suyos y el acceso a sus secretos. Cuando toma por fin la decisión de operarse, aparece asesinado de un disparo. El psiquiatra forense Frannk Clevenger deberá ahondar en la mente de Snow para atrapar descubrir si este se suicidó o bien fue asesinado.

Asesinato suicida — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Asesinato suicida», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Era evidente que la conexión cada vez mayor entre Kyle y Snow habría amenazado claramente el lugar especial que Lindsey ocupaba en la vida de Snow. Al contarle a Kyle lo de Grace Baxter, no sólo dinamitaba la aventura de su padre, sino que destruía cualquier posibilidad de una relación padre-hijo significativa.

– ¿Cuándo le llevó la nota a George Reese?

– Hace una semana.

Esa información era todo lo que Coady necesitaría para interrogar a Reese en comisaría. Tenía un móvil para uno o dos asesinatos; sabía que su mujer tenía un lío, y con quién. Y sabía que no era una aventurilla. Estaba enamorada. No quería vivir sin Snow.

– Aquello puso fin a la relación que había entre ella y mi padre -prosiguió Lindsey.

– ¿Cómo puedes estar tan segura?

– Por el móvil de mi padre. Kyle entró en internet y encontró el modo de comprobar las llamadas salientes. No la llamó ni una sola vez después de aquel día.

– Supongo que conseguiste lo que buscabas.

Lindsey se encogió de hombros.

– Supongo que al final ella decidió seguir adelante -dijo, sin demasiada emoción.

Hacerle llegar la «nota de suicidio» a Reese realmente pudo haber puesto en marcha los mecanismos que al final resultaron en la muerte de John Snow, y en la de Grace Baxter. Pero Lindsey no parecía especialmente arrepentida.

– Me alegro de que me lo hayas contado -dijo Clevenger-. Se necesita mucho valor para admitir algo así.

Lindsey recogió las piernas contra el pecho, igual que en la camioneta, y apoyó la cabeza en ellas.

– Me siento tan cómoda contigo -dijo-. Podría contártelo todo. ¿Haces que todo el mundo se sienta así?

– No todo el mundo -dijo Clevenger.

– Supongo que será una cuestión de química o algo así. La terapia es una relación bastante íntima.

– Esto no es una terapia.

– ¿Y qué es?

Clevenger no respondió. No era el psiquiatra de Lindsey, pero la había invitado a su consulta. Quizá había sido un error.

– ¿A quién le cuentas tú tus cosas? -le preguntó ella.

Clevenger notó que Lindsey intentaba desdibujar aún más los límites que había entre ellos. Ahora quería ser su terapeuta, o algo más. Cuando tienes un padre que parece ofrecer la posibilidad de una unión completa, puedes acabar persiguiendo esa ilusión allá adonde vayas, con todos los padres sustitutos que puedas encontrar.

– No querría agobiarte con «mis cosas» -repuso Clevenger.

– No me importa.

– No tienes que preocuparte por mí -dijo Clevenger-. Estaré bien.

Lindsey lo miró aún con más afecto.

– Apuesto a que no puedes apoyarte en nadie. Eres un solitario. Escuchas los secretos de los demás, pero no dejas que nadie conozca los tuyos. -Se mordió el labio inferior-. ¿Tengo razón?

En aquel momento, Clevenger se dio cuenta de cómo pueden perderse a veces los psiquiatras. Porque lo que Lindsey Snow decía sobre él era en parte verdad. Era agradable oírlo, que alguien le comprendiera, aunque fuera una chica de dieciocho años. Y aunque tuviera dieciocho años, sería fácil olvidar la dinámica psicológica que le hacía decir aquello, la transferencia a su padre. Sería fácil creer que realmente tenían un vínculo especial.

– Cualquier terapeuta haría mal en hablar sobre sí mismo con un…

– Pero yo no soy tu paciente.

– No. No exactamente.

– Muy bien, pues. ¿Qué soy entonces?

– Eres la hija de un hombre que murió ayer. Y yo investigo ese hecho. Si puedo ayudarte en algo, estaré encantado, pero…

– Escúchate. Das vueltas sobre lo mismo todo el rato. Todo es lógica circular. No puedo ser tu amigo, pero no soy tu psiquiatra, pero si puedo ayudarte… Bla, bla, bla. Hablas como papá, como cuando volvía una y otra vez sobre los mismos problemas de física. Es imposible que te permitas sentir nada. Siempre es la misma rutina. -Se soltó las rodillas, se irguió lentamente en la silla. Luego se levantó, juntó las manos por encima de la cabeza y arqueó la espalda como un gato. El jersey se le subió por encima del ombligo perforado con un piercing y de las curvas de su abdomen perfecto. Acabó el estiramiento y se encogió de hombros-. Yo también estaré bien. Gracias.

– ¿Has venido en coche? ¿Quieres que te llame un taxi?

– Cuidado. No vaya a ser que empieces a preocuparte ahora por mí. -Se volvió y se fue de la consulta.

La observó salir del edificio. Se dirigió a un Range Rover azul marino, subió y se marchó. Y a Clevenger volvió a llamarle la atención la rapidez con que Lindsey parecía haber superado la tristeza y la culpa. ¿Era porque, en el fondo, quería realmente que su padre pagara con la vida su transgresión, haberla engañado, esencialmente? ¿Tanta influencia tenía su furia en su conciencia?

Entonces Clevenger pensó en algo aún más inquietante. ¿Y si la historia que le había contado sobre George Reese no era cierta? ¿Y si Lindsey había encontrado la nota de suicidio de Grace Baxter y la había guardado hasta que ella o Kyle Snow tuvieron la oportunidad de dejarla junto a la cama de Baxter, después de que uno de ellos o los dos le hubieran hecho pagar el que les robara a su padre?

– Si las miradas matasen -dijo Kim Moffett desde la puerta de Clevenger.

Se volvió hacia ella.

– No sé qué le has dicho a esa chica, pero definitivamente ya no quiere ser mi amiga. Me ha mirado como si le hubiera robado un tesoro. -Sonrió y ladeó la cabeza-. Tesoro.

– Es peligrosa. Que no se te olvide.

Se tocó la frente y le guiñó un ojo.

– Buenas noches.

Capítulo 14

Clevenger llamó al Mass General, le pasaron con la planta de quirófanos y le informaron de que Heller aún estaba operando. Llamó a Mike Coady al móvil.

– ¿Sí? -contestó Coady.

– Soy Frank.

– ¿Ya has vuelto?

– Hace un par de horas.

– ¿Qué tal ha ido?

Le contó a Coady lo tranquilo que parecía Coroway, incluso mientras le preguntaba por el Vortek. Y le dijo que le había confirmado a Lindsey Snow sus sospechas de que su padre tenía una aventura con Grace Baxter.

– Entonces hay que pensar que la madre también lo sabía -dijo Coady.

– Seguramente. Pero aquí viene lo más importante. Acabo de ver a Lindsey Snow. Me ha dicho que encontró la supuesta nota de suicidio de Grace Baxter, la que encontraste en la escena. Me la ha repetido palabra por palabra. Esa nota no estaba escrita para George Reese, sino para John Snow. Lindsey la encontró en su maletín hará una semana.

– ¿Grace Baxter escribió la nota hace una semana?

– Y o bien se la dio a Snow, o él la encontró. Sea lo que sea lo que acabara haciendo o diciéndole, sería lo adecuado. Ella no se suicidó, al menos mientras él estaba vivo.

– Entonces, si Lindsey Snow encontró la nota, ¿cómo acabó apareciendo junto al cadáver?

– Lindsey le dijo a su hermano que se la entregara a George Reese. Es obvio que quería poner fin a la aventura, de una vez por todas.

– Un buen modo de conseguirlo -dijo Coady.

– Si dice la verdad, parece que fue Reese quien dejó la nota en la mesita de noche, después de matar a su mujer.

– Eso parece. -Coady se quedó callado unos segundos-. A no ser que tuviera miedo de que alguien pensara eso. A ver, Baxter escribió la nota. Estaba bastante mal cuando fue a verte. Puede que el marido se la encontrara muerta, le entrara el pánico y disfrazara un poco la escena.

«Estaba bastante mal…» Coady seguía queriendo representar la muerte de Grace Baxter como un suicidio. Y Clevenger tenía que preguntarse si él intentaba del mismo modo verla como un asesinato. ¿Algo nublaba la visión de Coady, o era la culpa lo que nublaba la suya?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Asesinato suicida»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Asesinato suicida» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Asesinato suicida»

Обсуждение, отзывы о книге «Asesinato suicida» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x