• Пожаловаться

Michael Peinkofer: Las puertas del infierno

Здесь есть возможность читать онлайн «Michael Peinkofer: Las puertas del infierno» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Триллер / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Michael Peinkofer Las puertas del infierno

Las puertas del infierno: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Las puertas del infierno»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Otoño de 1884. Una celda lúgubre. Dentro se encuentra un hombre inerte. ¿Estará muerto? Bajo su lengua hay una moneda, es el óbolo de Caronte, el precio que hay que pagar al barquero del reino de los muertos. La joven arqueóloga Sarah Kincaid no sabe qué hacer, el destino parece haberse puesto en su contra. Primero la abatió la muerte de su padre en Egipto y ahora su prometido, Kamal, a quien se acusa de un antiguo crimen, sufre una extraña enfermedad que lo tiene a las puertas del infierno. Pero aún hay una última oportunidad de salvarlo, la legendaria agua de la vida. Para encontrarla, Sarah deberá sortear los peligros que acechan en los callejones de Praga, donde dicen que habita el Golem, entre las torres de los monasterios de Meteora o en las orillas subterráneas del Estigia, el río griego de los muertos. «Embarcarse en la lectura de la tercera novela de Sarah Kincaid, la aguerrida arqueóloga victoriana, es toda una aventura.» Frankfurter Stadtkurier

Michael Peinkofer: другие книги автора


Кто написал Las puertas del infierno? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

Las puertas del infierno — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Las puertas del infierno», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

En vez de darse un respiro, Sarah volvió a agacharse y cogió otra piedra, esta vez mucho mayor y angulosa. Habría preferido un revólver cargado de la armería de su padre, pero la tranquilizó tener algo con lo que poder defender el pellejo. No sabía quién era aquel extraño ni qué hacía allí, pero notaba el peligro. Cerró las manos sudorosas envolviendo la piedra, preparada para golpear al gigante si la descubría y la atacaba, y al cabo de un instante pareció llegar el momento.

La sombra se dirigía hacia ella como si pudiera atravesar la niebla con la mirada.

Sarah ahogó un grito. Pensó que el gigante aparecería de inmediato y se abalanzaría sobre ella con sus enormes garras callosas, pero no ocurrió nada de eso. La figura fantasmagórica desapareció un instante después en la niebla. En vez de percibir sus pasos pesados, de repente oyó los pasos amortiguados de un caballo, y el contorno de un jinete se dibujó en los vapores blancuzcos.

– ¿Sarah? ¿Eres tú…?

– ¡Kamal!

El alivio por oír la voz de su amado fue inconmensurable. Dejó caer la piedra con un suspiro y se dispuso a correr hacia él. Pero aún le fallaban las rodillas, y se habría desplomado de no ser porque él la sujetó. Contenta de que la hubiera encontrado, se lanzó en sus brazos y sollozó suavemente, casi como la niña que una vez se perdió en la niebla y fue rescatada por su padre…

A Kamal Ben Nara también le sorprendió esa reacción. Había visto a Sarah en muchas situaciones difíciles y había superado con ella unos cuantos peligros mortales. Y ella siempre había conservado la cabeza fría y nunca había parecido tan medrosa y vulnerable como en aquel instante…

– Sarah -dijo-, ¡lo siento mucho! Quería darte un poco de ventaja en la carrera, pero luego se ha levantado la niebla y te he perdido de vista. Si hubiera sabido que te atemorizaba tanto…

– ¿Lo…, lo has visto? -preguntó susurrando.

– ¿A quién?

– Al gigante.

– ¿Qué gigante?

– Había alguien en la niebla. Un hombre muy alto, una sombra. Me buscaba…

– ¿Estás segura?

Sarah asintió, todavía estremecida por el espanto.

– No, Sarah, no he visto a nadie. Aquí solo estamos tú y yo.

– Y ese extraño -insistió ella, y se deshizo del abrazo de Kamal para observar atentamente, pero no había ni rastro de la silueta enorme que hacía unos momentos le había inspirado tanto temor.

¿Había estado allí de verdad?

¿Lo había visto Sarah realmente? ¿O solo había sido una imagen, una fantasmagoría que su miedo irracional había proyectado sobre la blanca pared de niebla? Ahora que había superado el primer susto y había recobrado el aliento, Sarah no sabría decirlo con exactitud. Se acordó de París, de las callejuelas de Montmartre donde una vez ya tuvo la sensación de que la perseguía una figura gigantesca; ocurrió hacía una eternidad, o eso le parecía, cuando su padre aún estaba vivo y el mundo que la rodeaba era en ciertos aspectos distinto. ¿Y si el antiguo temor le había jugado una mala pasada y le había hecho creer algo que en realidad no existía?

No mucho tiempo atrás, Sarah habría rechazado semejante posibilidad y habría afirmado que algo así no podía sucederle a una mente despierta. Pero lo que había visto y vivido desde entonces le había enseñado que hay cosas que no pueden explicarse a fondo con medios racionales…

– ¿Estás bien? -preguntó Kamal, que le veía el desconcierto en los ojos y parecía seriamente preocupado.

– Supongo -replicó Sarah-. Es solo que… Estaba segura de que había alguien…

– En la niebla, las cosas suelen parecer distintas que con luz clara -señaló Kamal-. Una roca se convierte en un gigante, un árbol en una figura espantosa. Por algo se tejen incontables historias de fantasmas alrededor de estos pantanos.

– Tienes razón -dijo Sarah, y de repente se sintió insensata y estúpida-. Me he dejado amedrentar como una cría.

– Probablemente ese es el motivo -opinó Kamal.

– ¿A qué te refieres?

– En el fondo de nuestro corazón -contestó, esbozando una sonrisa-, todos seguimos siendo niños. Puede que nuestro intelecto madure y que nuestro físico envejezca, pero en el fondo sabemos que seguimos siendo críos vulnerables.

– Eso es verdad -replicó ella, agradecida por su comprensión.

– Tienes que dejar atrás el pasado, Sarah. Sé que aún te persigue, pero no puedes ceder. Algún día, te lo prometo, despertarás y habrás dejado atrás todas esas cosas.

– ¿Tú crees?

– Inshallah -replicó Kamal suavemente.

Sarah asintió. Si Dios quiere.

Era la respuesta de Kamal a muchas cosas, la expresión de una fe con raíces profundas por un lado y, por otro, una sumisión al destino a la que Sarah solo podía acostumbrarse con cierto recelo. Ella también había experimentado que el ser humano no siempre era libre en sus decisiones y que existían poderes que lo guiaban y lo dirigían, pero estaba demasiado marcada por la educación de su padre y por el pensamiento moderno para poder compartir totalmente la convicción de Kamal. Una parte de ella continuaba aferrándose a la esperanza de que el ser humano fuera dueño de sus actos, al menos parcialmente. En ello seguía viendo la única probabilidad de sacudirse de encima algún día los fantasmas del pasado.

– Ahí fuera no hay nadie, Sarah -dijo Kamal lleno de convicción-. Solo son tus miedos, que te persiguen, pero no tienes que temer nada. El Libro de Thot fue destruido, ya no quedan herederos de Meheret. Mi deber ha prescrito, igual que el tuyo. Has expiado tus faltas, igual que yo. Va siendo hora de mirar adelante.

– ¿Me ayudarás? -preguntó la joven mientras él le cogía la fría mano y se la besaba cariñosamente.

– Te ayudaré -aseguró-. No hay nada que debas temer. Todo ha acabado, ¿me oyes? De una vez por todas.

Sarah le devolvió la sonrisa que él le había brindado y que la reconfortó como un rayo de sol brillante. Luego volvieron a subir a la silla y regresaron a trote lento a Kincaid Manor. Sarah miró una vez más en la espesa niebla, pero el misterioso personaje continuaba desaparecido.

Kincaid Manor, noche del 16 de septiembre de 1884

Había sido un ágape abundante. Molly Hackett, la corpulenta cocinera de las Midlands que trabajaba en la finca desde que Sarah recordaba, había vuelto a desplegar todos los registros de su saber y había servido un menú compuesto por una sopa vigorizante, carne de carnero guisada con salsa de menta y patatas asadas.

Después de cenar, Sarah y Kamal se retiraron a la sala de la chimenea, en cuyo hogar ardía un fuego cálido que, entre chisporroteos, lanzaba una luz tintineante sobre las paredes recubiertas de madera. Delante había un sofá amplio de piel oscura, donde se sentó Kamal mientras Sarah rebuscaba en el armario de los licores. Su padre solía guardar allí algunos valiosos destilados, pero Sarah no lo había tocado desde que él murió. Sin embargo, esa noche superó sus recelos. Volvió con una botella polvorienta de whisky escocés y dos vasos de cristal resplandecientes, y se sentó al lado de Kamal.

– Mi padre guardaba este whisky para una ocasión especial -explicó-. No se cansaba de contar que este licor tenía casi doscientos años y que lo habían embotellado el mismo año en que tuvo lugar la masacre de Glencoe. Solo hay un puñado de botellas en todo el mundo.

– ¿Y quieres beberlo hoy? -preguntó Kamal enarcando las cejas.

– Por supuesto.

– ¿Por qué motivo?

– Porque hoy es una ocasión especial -contestó Sarah sin rodeos-. Hoy es el primer día del resto de mi vida. El día en que he decidido dejar atrás definitivamente mi pasado y mirar al futuro.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Las puertas del infierno»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Las puertas del infierno» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Michael Peinkofer: La llama de Alejandría
La llama de Alejandría
Michael Peinkofer
John Katzenbach: El profesor
El profesor
John Katzenbach
Sarah Waters: El ocupante
El ocupante
Sarah Waters
Отзывы о книге «Las puertas del infierno»

Обсуждение, отзывы о книге «Las puertas del infierno» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.