Deborah Crombie - Nadie llora al muerto

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La muerte violenta del comandante de la policía Alastair Gilbert, a golpes de martillo, en la cocina de su casa, convulsiona la aparente tranquilidad de Holmbury St. Mary, un pueblecito de Surrey cercano a Londres. El historial opaco de la víctima, poco apreciada por sus convecinos y tampoco por algunos círculos de la policía, hace que el trabajo de los investigadores de Scotland Yard, el comisario Duncan Kincaid y la sargento Gemma James, emprenda dos direcciones. ¿La delicada esposa del comandante o alguno de los vecinos están implicados en el asesinato o es el entorno policial de Gilbert el que lo está?

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Ogilvie se enfrentó a su mirada.

– Tendré que vivir con ello, ¿no?

* * *

Por mucho que alguien intentara que una sala de espera fuera cómoda y hogareña nunca se podía ocultar el aire hospitalario. El olor reptaba por debajo de las puertas y a través del sistema de ventilación, tan penetrante como el humo. Gemma estaba esperando sola, sentada en el rincón del sofá. Se sentía extraña. El tiempo parecía fluido, erráticamente arbitrario. Con los ojos fijos en el papel pintado, Gemma oía una y otra vez el disparo y veía caer a Will, como si una película hiciera piruetas dentro de su cabeza.

Se acordó de la enfermera de cara simpática que le había ordenado que bajara a la cafetería a cenar algo que luego no había sido capaz de comer. Pero no tenía ni idea de cuánto tiempo había pasado desde entonces. Seguro que Will saldría pronto del quirófano y alguien vendría.

Sus pantalones estaban salpicados de barro y surcados de sangre por las rodillas y los muslos. Todavía llevaba el anorak de Kincaid y agradecía que fuera tan caliente. Pero no paraba de tocar los puños rígidos por las manchas y una voz en su cabeza repetía como un conjuro la sangre de Will, la sangre de Will .

Se despertó con una sacudida. ¿Se había dormido? Las voces y los pasos eran reales. No había estado soñando. Se levantó con el corazón latiendo aceleradamente al ver entrar a Kincaid y Nick Deveney.

– Gemma, ¿estás bien? -preguntó Kincaid-. ¿Hay malas noticias de Will?

Gemma sintió las rodillas flojas y se sentó de nuevo. Mientras Kincaid cogía la silla para sentarse a su lado, Gemma movió negativamente la cabeza.

– No. Sólo es que… Pensé que sería el médico… Lo siento. ¿No has visto a nadie al entrar?

– No, cariño. -Kincaid echó una ojeada alrededor de la sala vacía-. ¿Will no tiene familia?

– Me dijo que sus padres habían fallecido -respondió Gemma.

Deveney hizo una mueca.

– ¿No le habrá explicado cómo murieron? -Al ver que Gemma y Kincaid lo miraban expectantes, Deveney suspiró y se examinó las uñas-. Sus padres sentían devoción el uno por el otro. Y por Will. Lo tomaron mal cuando fue destinado al Ulster. Justo después de regresar a casa le diagnosticaron Alzheimer a la madre y unos meses más tarde fue al padre a quien diagnosticaron un cáncer terminal.

»El padre disparó a la madre y luego se disparó a sí mismo. Will los encontró acurrucados en la cama como amantes. -Deveney carraspeó y apartó la mirada.

Kincaid esbozó un «Dios mío», pero Gemma fue incapaz decir nada. Pobre Will. Y ahora esto. No era justo. Se abrió la puerta y Gemma se volvió a sobresaltar. Esta vez no lo pudo soportar.

El médico todavía llevaba puesto el pijama quirúrgico verde y se había bajado la máscara por debajo de la barbilla como si fuera un babero. Era rechoncho y calvo, y llevaba unas gafas en las que se reflejaban las luces. Se dirigió a ellos sonriendo.

– Ha sido un trabajo duro remendar a su chico. Ha perdido mucha sangre, pero creo que lo hemos estabilizado. Me temo que no le van a poder ver hasta mañana.

Una oleada de debilidad sobrecogió a Gemma y sintió que se iba a desvanecer. Dejó que fueran Kincaid y Deveney quienes dieran las gracias al médico y ambos la condujeron hacia el hall.

– Ha venido el abogado de Ogilvie -dijo Deveney a Gemma mientras caminaban-. Con la labia de un político americano y probablemente igual de rico. Ha hecho callar enseguida a Ogilvie, pagará por esto. Y por lo de Gilbert. Por mucha coartada que diga tener.

– No estaría tan seguro -dijo Kincaid despacio. Los demás se detuvieron y se quedaron mirándolo-. ¿Recuerda, Nick, que Ogilvie ha dicho que Gilbert había subestimado a Claire? Creo que quizás nosotros también.

16

Gemma se despertó antes del amanecer. Por un momento se sintió desorientada. La mancha de luz que había junto a su cama se fue dibujando y pudo reconocer la ventana y el visillo iluminado por la farola del exterior. Estaba en el hotel del centro de Guildford, por supuesto. Gemma empezó a ordenar los eventos del día anterior. Will yacía en el hospital. David Ogilvie le había disparado.

Se quedó en la cama mirando como la ventana palidecía y se tornaba gris perla. Se levantó, se aseó y se puso la ropa que llevaba en la bolsa de viaje. Luego pasó una nota por debajo de la puerta de Kincaid y abandonó el hotel. Comenzó a caminar por la calle principal hacia la estación de autobuses. No pasaban coches, no había gente mirando los escaparates de las tiendas cerradas. Gemma se sintió inquietantemente sola, como si fuera la última persona sobre la faz de la Tierra.

Pero luego pasó junto a una camioneta de verduras y el conductor que la descargaba la saludó alegremente. Dobló por Friary Street y miró al cielo. Vio una mancha de color rosa brillante que se estaba propagando desde el este por todo el cielo. Su ánimo se levantó, aligeró el paso y al poco rato llegó a la estación donde encontró un taxi que la llevaría al otro lado del río, en lo alto de la colina, al hospital.

* * *

– Es demasiado temprano, querida -dijo amablemente la enfermera-. Todavía no hemos terminado la rutina de la mañana. Siéntese y la vendré a buscar en cuanto pueda verlo. O mejor aún, baje a la cafetería y tome el desayuno.

Gemma no se había dado cuenta del hambre que tenía hasta que lo mencionó la enfermera. Hizo caso de su consejo y comió huevos con bacon y pan frito sin el menor remordimiento. Cuando volvió arriba la enfermera la llevó a la sala.

– No se demore demasiado -la previno-. Ha perdido mucha sangre y se cansará fácilmente.

La cama de Will estaba al final de la sala, con las cortinas medio corridas. Parecía dormido, pálido y vulnerable bajo las sábanas blancas. Gemma se sentó silenciosamente en la silla que había junto a la cama y de repente se sintió algo incómoda.

Will abrió los ojos y sonrió.

– Gemma.

– ¿Cómo se encuentra, Will?

– Ya no podré pasar por los sistemas de seguridad del aeropuerto sin un papel del médico. Me han puesto un clavo en la pierna. -Su sonrisa iba casi de oreja a oreja. Luego se puso serio-. No han dejado que nadie me explicara nada. Era Ogilvie, ¿no? ¿Lo van a encerrar por lo de Gilbert y su amiga?

– No lo sé. Ahora están comprobando su declaración.

– ¿Está bien Claire? -Hizo un gesto de admiración con la cabeza-. ¿No fue increíble cómo le hizo frente?

– Will, usted fue el valiente. Me alegro de que esté bien. Yo debería…

– Gemma. -Levantó la mano de la sábana para detenerla-. Partes de lo que ocurrió anoche siguen confusas, pero recuerdo lo que hizo por mí. El médico ha dicho que me salvó la vida.

– Will, yo sólo…

– No discuta. Se lo debo y no lo olvidaré. Ahora, explíquemelo todo desde el principio, con pelos y señales.

Aún no había llegado a la parte en que Will entraba cuando los párpados del agente se cerraron, se agitaron y volvieron a cerrarse. Gemma se inclinó y le besó suavemente en la mejilla.

– Volveré, Will.

* * *

– ¿Cómo está? -preguntó Kincaid cuando abandonaron la comisaría de Guildford. Gemma se había reunido con él después de la visita al hospital y su aspecto era más jovial que la noche anterior. Por un momento se sintió celoso de su preocupación por Will, luego se reprendió por su estrechez de miras y se preguntó si no estaba resarciéndose de su sensación de fracaso.

– Bastante animado, pero todavía un poco sensible -respondió Gemma sonriendo-. La enfermera me ha dicho que lo de la pierna va a ser una recuperación lenta.

– Tu intención es visitarlo -dijo Kincaid al abrir la puerta del Rover y esforzándose por sonar indiferente y despreocupado.

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