– Te he usado como cebo -dijo él, odiándose.
– Necesitábamos ver tras lo que iban, para proteger a nuestra familia, a los niños. Me meto en las cosas con los ojos abiertos, Jake.
El corazón de él se contrajo.
– Bien, ciérralos ahora. Vuelve a dormir, cariño. Podemos hablar por la mañana.
Emma se acurrucó más profundamente en sus brazos, sorprendida de cuán segura se sentía. Se dejó llevar, consciente de la fuerza de Jake, de cómo respiraba, del movimiento apacible de la mecedora. La siguiente vez que despertó, estaban en la cama de ella, con las mantas sobre ellos, el cuerpo de Jake envuelto apretadamente alrededor del suyo. Podía sentir las yemas de sus dedos que le acariciaban las costillas, suavemente, de adelante a atrás.
– ¿Jake? -Dijo su nombre interrogativamente. Parecía mucho más fácil encararlo en la oscuridad-. Gracias por rescatarme.
Él le besó el hombro desnudo.
– Hiciste un buen trabajo rescatándote a ti misma.
– Me contaron que mi padre es el sobrino de Trent y que cogió mucho dinero de éste para traer de vuelta a una cambiaformas femenina. Atrajo a mi madre a los Estados Unidos. Dijeron que planeaba venderla a Trent, que ya había tomado su dinero.
– Se casó con ella y la mantuvo a salvo.
– Pero pienso que decían la verdad, Jake -dijo, el corazón le latía demasiado rápido-. Creo que la traía de vuelta con la intención de entregársela a ellos, pero cambió de opinión. ¿Qué dice eso acerca de él? ¿Que consideraría vender a una mujer a su tío?
– Cariño, no puedes permitirles que manchen los recuerdos de tus padres. Dijiste que se amaban el uno al otro. Te amaban. Cualquier error que cometiera tu padre siendo joven, creciendo en esa familia con la clase de educación que él habría tenido, lo superó. Trent era peor que los enemigos. Sé que lo era. Tu padre debe haber sido castigado de la misma manera que yo por no ser lo que querían.
Ella permaneció silenciosa durante mucho tiempo.
– ¿Jake? Cuándo desperté, parecías muy asustado. ¿En que estabas pensando?
Él gimió y se dio la vuelta.
– ¿Por qué tienes que preguntarme cosas como esa cuando no quiero darte la respuesta?
Emma sonrió en la oscuridad. El cuerpo de Jake no estaba en su estado normal de duro como una piedra. Estaba molesto, ella podía sentir que su introspección le apenaba.
– Solo dímelo.
– Siempre sale lo peor de mí delante de ti. -Su voz sonó tensa-. No creo que pueda evitar parecer peor de lo que ya lo hago. Déjalo por esta vez.
Ella se dio la vuelta para mirarle. Tenía una excelente visión nocturna y él parecía tenso y destrozado. Presionó los dedos sobre su cara, trazando las líneas.
– Dímelo de todos modos. Hasta ahora no he huido de ti.
Él le agarró los dedos y los besó, reteniéndolos en la boca.
– Pero deberías, Emma. Tenías razón, sabes, acerca de anoche. He pensado mucho acerca de lo que dijiste. Pensaba sólo en mí. En la rabia de mi leopardo y en el olor de otro hombre en tu piel. No te sostuve, no te consolé, ni comprobé para ver si te habían hecho daño. No te di la oportunidad de hablar conmigo. No comprendo cómo me puedes mirar.
– Tienes un rápido proceso de aprendizaje, Jake. ¿Cómo puedes esperar saber cómo reaccionar contra algo, cuando nunca se te ha mostrado la manera correcta? No todo es instinto.
– La reacción de mi leopardo es instintiva.
Ella le sonrió.
– Eres tu leopardo. Tu leopardo es protector y tú también. Él es fuerte. Tú también. Lo que sea que esté dentro de ti, está dentro de tu felino. No estáis separados, Jake. Son uno y son el mismo.
Él permaneció silencioso durante mucho tiempo, los dientes arañándole las puntas de los dedos.
– Lo que realmente estás diciendo es que mi leopardo es una conveniencia para mí para culparle de todos mis peores rasgos.
– Posiblemente. Sé como era mi madre. Sí, tenía genio, podía ser celosa y posesiva, pero no permitía que eso la gobernara. Tu leopardo eres todavía tú. Si no estáis separados, tienes que aceptar esa parte de ti.
– Suenas como Drake ahora. -Rodó sobre la espalda, llevando su mano con él-. Hay tantos rasgos animales que no me gustan, Emma. No me gusta esa posibilidad.
– Pero hay tanto para gustar -indicó ella.
– Estaba aquí tumbado mirándote dormir y planeando matarlos, a los enemigos. Les debería haber matado hace mucho. ¿Es eso normal? ¿Es eso algo que las personas hacen? ¿Cómo piensan ellos? ¿Soy yo, o mi leopardo?
– Tú y tu leopardo son uno. Tú eres más agresivo que el hombre promedio, pero eso solo significa que necesitas tener un control más fuerte. Por supuesto, quieres eliminar cualquier amenaza contra tu familia. Algunas personas quizás piensen en matar a alguien, pero no lo hacen realmente. Esa es una de esas cosas inaceptables que jamás harás si es posible evitarlo.
– Nadie va a detenerlos. Seguirán viniendo tras nosotros. -Le deslizó la mano por el pelo-. Honestamente no se que haría si algo te sucediera.
– Cuidarías de nuestros niños. -Se aupó sobre los codos y le apartó el pelo caído sobre su frente-. Eso es lo que harías, Jake.
La mano de él fue hasta su nuca. Ella podía sentir su cuerpo temblando mientras le empujaba la cabeza hacia la de él para poder encontrar su boca. El beso sabía a lágrimas. A amor. A todo lo que él no podía decir en voz alta. Fue tierno, increíblemente suave.
– Eres tan hermosa, Emma. Y no quiero decir físicamente, aunque también lo seas. No se de donde has venido, pero no ha sido de ningún sitio de esta tierra.
Ella colocó la cabeza en su pecho, escuchándole el corazón.
– Tengo sangre de leopardo corriendo por mis venas, Jake. Créeme, tengo el mismo mal genio y la vena celosa que tú.
– Me siento perdido esta noche -cuchicheó, sosteniéndola cerca de él allí en la oscuridad.
– Está bien -dijo ella suavemente-. Estoy aquí y no permitiré que nada te suceda. -Cerró los ojos y se permitió relajarse contra su cuerpo.
– ¿Mami? -Ambos giraron las cabezas hacia la puerta, donde Kyle estaba de pie inseguro-. Tengo miedo.
Los dos le tendieron la mano simultáneamente.
– Ven aquí, hijo -animó Jake. Kyle trepó a la cama y Jake lo metió entre ellos-. No hay nada que temer. Estás a salvo.
– ¿Papá? -Andraya tomó el lugar de su hermano en la puerta. O había visto a Kyle salir del cuarto, o él la había despertado para acompañarlo, lo cual era más probable.
Jake pronunció un suave gemido y la llamó por señas, con una sonrisa amplia cuando miró a Emma. Andraya se arrastró sobre su padre e, ignorando a Kyle, se metió en el centro, meneándose hasta encontrar una posición cómoda. Jake puso el brazo alrededor de todos -su familia- y se tumbó, enredando los dedos con los de Emma, recordando que no hacia mucho había estado completamente solo en su casa. Ahora, apenas podían entrar en la cama.
– Tendremos que tener otro para llenar este espacio aquí a mi lado -dijo Jake, palmeando el único lugar vacío que podía encontrar.
Los dedos de Emma se apretaron alrededor de los suyos.
– Tendremos que conseguir una cama más grande.
Jake se durmió primero y Emma le miró, durmiendo como sus hijos. No parecía más joven, sólo más relajado. El corazón le dolió por él. Luchaba por llegar a ser el hombre que ella sabía que quería ser, pero luchaba a cada paso del camino, aterrorizado de ser vulnerable. Ella le podría haber dicho que ya era demasiado tarde, que ya estaba allí, pero sabía que él tenía que darse cuente por si mismo, no solo en un momento en mitad de la noche cuando estaba oscuro y no tenía que mirarla a los ojos. Tenía que aceptar que sabía como amarles. A ella. A los niños. A su vida juntos.
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