– Tú eres lo que él me debe. -Trent sonrió y se inclinó un poco más, pasando de nuevo la mano sobre la tela que le cubría el brazo.
Las cejas de ella volvieron a alzarse.
– ¿Mi padre te debe a su hija?
– En realidad, a su esposa. Yo financié su viaje a la selva tropical y él iba a traerme la esposa adecuada. En lugar de eso, nos traicionó y se casó con ella. Cogió el dinero y huyeron. Me robó , la mujer y el dinero.
Emma supo, con aquel extraño sexto sentido que tenía, que estaba diciendo la verdad. Ella había pasado la infancia huyendo, sin quedarse en el mismo lugar demasiado tiempo, sin comprar una casa de manera permanente ni ir al colegio como los demás niños. Pasaban semanas en un lugar, y luego, repentinamente, se iban sin explicación. Y quizás, una pequeña voz chillona se alzó en su interior, aquello explicaba por qué alguien había torturado a su padre.
¿Alguien que la buscaba? O quizás alguien que lo castigaba. ¿Estaba mirando al hombre que había asesinado a sus padres?
– Entiendo.
¿Qué podía decir? La noticia de que estaba emparentada con Josiah Trent la hacía enfermar. Ahora sabía un poco más de cómo debía sentirse Jake con aquella sangre contaminada corriendo por sus venas. Y su querido padre se había ido a la selva tropical y había seducido a su madre con el intento de vendérsela a Trent. Decir que su padre la había dejado sorprendida era decir poco.
– Jake es el mismo tipo de hombre despiadado. Me siento responsable de ti -dijo Trent, suavizando la voz, casi hipnótica-. Es muy peligroso. Hemos intentando minimizar el daño que le ha hecho a otras personas, pero estoy seguro de que le has visto en acción. Muy pocos pueden hacerle frente. Lo sabía todo acerca de ti y tus padres después de encontrar el contracto y decidió tenerte para él. Tras librarse de mí… -A Trent se le hizo un nudo en la garganta, se ahogó, su voz salió atascada y apesumbrada. Mi hija, ella nunca se recuperó, dedicándose al alcohol para ahogar sus penas.
Cathy posó su mano en el brazo de Trent para confortarlo.
Era todo muy creíble, pero Emma tenía cada sentido en alerta, y aquella parte suya que olía las mentiras aumentaba hasta el punto de gritarle. Ni Trent ni Cathy se preocupaban lo más mínimo por la muerte de Shaina. Cambió de posición ligeramente, con toda la intención de ponerse en pie. La cabeza le dio vueltas y su mente se negó a reaccionar. El corazón comenzó a latirle con fuerza cuando se dio cuenta de que había sido definitivamente drogada. O bien había sido el vino o… Se arrancó la tela del arañazo y la dejó caer al suelo.
– Es mi hijo -dijo Cathy, llevándose una mano a la garganta-. Pero nació con una veta de crueldad. Tiene planes para ti. Yo sólo quiero protegerte.
La mirada de Emma se concentró en las largas y afiladas uñas mientras se presionaban una y otra vez contra la desnuda garganta de Cathy. El movimiento la fascinó, la hipnotizó, de manera que no pudo apartar la vista, sentía los brazos cansados, colgando pesados a sus costados. ¿Había envenenado a Emma con aquellas largas uñas? ¿Era posible?
– No necesito protección -murmuró. Su voz fue casi tan borrosa como su mente.
Josiah le sonrió, satisfecho, sus desnudos dientes como los de un animal salvaje a punto de disfrutar de su comida.
– No estés tan segura de ello. -Le levantó una mano y la dejó caer.
Su brazo parecía de plomo. No podía controlar los movimientos. Una parte de ella quería entrar en modo pánico y luchó por llamar a Jake. Se le cerró la garganta. Ella no había notado ningún sabor a droga. No podía ser el vino. El mismo Evan lo había servido y Jake se lo había dado. Tenía que haber sido el arañazo o la tela que Cathy le había puesto. Algo introducido directamente en su torrente sanguíneo.
Se obligó a alzar la cabeza en un esfuerzo de buscar a Jake. Había muchísima gente entre ellos, bloqueándole la visión. Los dos hombres que estaban al otro lado del sofá se habían movido rápidamente hacia delante, su velocidad casi un borrón, los ojos brillantes. El miedo voló por su espalda mientras intentaba encontrar a Drake o Joshua.
Trent la puso en pie, un brazo alrededor de la cintura, Cathy se colocó al otro lado. Sólo les llevó cuatro pasos y se encontraron en otra habitación. Cerraron la puerta rápidamente con llave y la dejaron caer en el sofá. No era a ninguno de ellos a quien Emma temía más; sino al hombre que los siguió a la habitación mientras otro permanecía de pie justo en la puerta observándola con ojos hambrientos. Cathy colocó su mano en el cuerpo de Emma, y bajó lentamente hasta colocarse cerca de sus ovarios.
– Está cerca de su primer celo, Josiah. No sé si ya estará lista, pero tenemos que intentarlo.
Miró al hombre que se aproximaba a ellos. Bajos y amenazantes gruñidos emanaban de su pecho. Su cabeza se movía hacia delante y hacia detrás, pero su ardiente mirada nunca se apartó de Emma.
Trent y Cathy empujaron deprisa a Emma contra el suelo y se alejaron de ella, y continuaron retrocediendo mientras el hombre se acercaba y rodeaba su debilitado cuerpo.
– Rory, debes dejar tu esencia por todas partes para que esto funcione -le puso sobre aviso Trent-. Está en celo y eso hará que Jake enloquezca. Cuando te huela por todo su cuerpo, si no la mata, la rechazará o la asustará tanto que ella huirá de él. La lealtad lo es todo para él. Sin su protección, nada se interpondrá en nuestro camino. Podremos hacernos con ella. Desaparecerá y nadie se enterará.
Emma abrió la boca para llamar a Jake, pero no salió nada. Aquel al que llamaban Rory gruñó, los labios retraídos revelaron un puñado de peligrosos dientes mientras se acercaba a ella.
El hombre que guardaba la puerta también gruñó, moviéndose de pronto hacia delante de manera desafiante.
– ¿Por qué él? Yo soy mayor. Más fuerte. Ella debería ser mía.
Trent sostuvo la mano en alto, moviéndose alrededor del cuerpo de Emma también de forma circular.
– Os dispensaré a ambos de vuestros servicios. La tomaré yo mismo.
– ¡No! -Cathy saltó hacia delante y lo cogió del brazo-. Necesitamos un cachorro. Ellos son cambiaformas. No podemos correr riesgos.
Trent le dio una bofetada, alejándola de él. Cathy giró en el aire, aterrizando en cuclillas.
– ¿No lo ves? Estás tan influido como ellos. -Se giró para enfrentarse al otro hombre que se acercaba desde el lugar que había ocupado en la puerta-. Clayton, retrocede. Te pagamos para que cuides la puerta, no para que le eches un polvo.
Para horror de Emma, Rory saltó sobre ella, cubriendo su cuerpo con el de ella, rasgándole la ropa para restregar su piel contra su vestido, la lengua le lamió el rostro, sus glándulas marcándola con su olor. La hizo rodar, sin importarle su debilitado cuerpo, haciendo lo mismo con su espalda y su trasero.
Cathy cogió una cámara.
– Podemos vender las fotos a una de esas revistas de mala muerte.
Emma reunió cada onza de voluntad que poseía, apelando a la parte salvaje en ella que normalmente yacía dormida pero que ahora parecía a punto de salir. Se lanzó hacia detrás, golpeando la cara de Rory con el dorso de su cabeza y rodando con rapidez de debajo de él cuando él se encabritó. Empujó las rodillas hacia su pecho, aunque se sintió como si se estuviese moviendo a cámara lenta. Oyó un bramido junto al oído, pero se negó a abrirle el paso a la niebla en su cabeza.
Jake giró la cabeza para encontrar una sólida pared de personas cortándole la línea de visión hasta Emma justo cuando Conner informaba:
– La he perdido de vista.
Drake espetó:
– Joshua, ¿la ves? -ya se estaba moviendo, apartando a la gente a empujones para llegar al sofá.
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