La mano de Emma dio un tirón hacia detrás, aunque logró no tirar el vino. Un largo e inflamado arañazo goteaba sangre por su muñeca.
Cathy jadeó.
– ¡Oh no! Lo siento mucho. ¡Qué torpe soy! Permíteme buscarte un pañuelo. -Se apresuró a marcharse antes de que Emma pudiese protestar, regresando con un trozo de lino mojado en agua fría-. No debería dejarme crecer tanto las uñas. Es tan sólo un extraño hábito mío. -Emma extendió la tela sobre el picante arañazo, manteniendo la fría y refrescante humedad contra el inflamado corte.
– Estoy bien. No ha sido nada.
– Qué dulce de tu parte ser tan comprensiva. -Cathy soltó un suspiro de sufrimiento largamente contenido-. Estoy segura de que mi hijo te habrá contado todo tipo de historias sobre mí. Ahora probablemente he hecho algunas añadiduras a mi terrible imagen tras nuestro desastroso primer encuentro.
– Jake no habla de usted -dijo Emma.
Los ojos de Cathy se entrecerraron. Inhaló bruscamente. Una pequeña sonrisa desprovista de humor curvó sus labios.
– Eso está bien, querida. Sé que hemos empezado con mal pie, pero estaba muy preocupada por mi nieto. Jake puede ser bastante cruel. -Su mirada se detuvo en los debilitados moratones aún evidentes en la piel de Emma-. Pero habiendo vivido con él estos últimos dos años, estoy segura de que eres bien consciente de ello.
El murmullo de Emma fue evasivo. Alzó la vista cuando Jake se giró para verificar si todo iba bien. Alzó una ceja y ella negó con la cabeza, indicándole que podía manejar la conversación con su madre. Tenía que haber una razón para que Cathy Bannaconni la hubiese buscado, y ella iba a descubrir cuál era.
– Tengo algo que puede que quieras, querida -dijo Cathy-. Ya que serás mi nuera. Leí el anuncio en los periódicos. Fue todo un reportaje, aunque no dijeron mucho sobre tu familia y sus conexiones. Eso me pareció extraño, ¿a ti no?
Emma se puso rígida, volviéndose más introvertida. Tomó un trago del vino que Jake le había traído. Él había sido muy específico sobre no aceptar bebidas o soltarlas, ni siquiera un segundo. Cuando Cathy la había arañado, ella había mantenido la posesión de la fina copa de pie alto, y cuando se vio obligada a soltarla, para colocarse la fresca tela sobre el arañazo, había observado atentamente su bebida. ¿Qué sabía Cathy de ella?
– ¿No tienes curiosidad por lo que tengo? Perteneció a tu padre.
Esperó un segundo. Dos. Necesitaba el tiempo para normalizar su voz.
– ¿Cómo tendría usted algo que pertenecía a mi padre?
– ¿Señorita? ¿Desea algo para comer? -Un joven camarero le presentó una bandeja primero a Emma, y, cuando ésta negó con la cabeza, a Cathy. Emma apenas pudo ocultar una sonrisa cuando reconoció a Sean. Se sintió mucho más segura y su estómago se asentó un poco.
Cathy ondeó una mano para despedirlo, impaciente.
– Tu padre fue un querido amigo mío.
Las palabras estaban llenas de falsedad.
Una sombra la bañó cuando un alto y extremadamente atractivo hombre apareció sobre ella. Debía estar cerca de los sesenta, pero parecía más joven. Tenía la misma sensualidad estampada en su cara, aquella marca de seductora y peligrosa crueldad en su boca que también tenía Jake, aunque no se parecía en nada a Jake. Alzó la vista a sus ojos. Parecía vagamente familiar, aunque estaba segura de que nunca antes lo había visto. Inhaló profundamente y olió a depravación.
– Este es Josiah, querida. Josiah Trent. Josiah, esta es la encantadora prometida de Jake. Joshia es el tío de tu padre, querida.
Por un momento fue incapaz de respirar. Se sintió realmente mareada, la habitación comenzaba a girar alarmantemente. Miró alrededor, la visión un poco borrosa. Sean, en lugar de circular por la habitación, rondaba a sólo unos pocos pasos, y aquello la tranquilizó un poco. Dos hombres, justo al otro lado del sofá, la observaban atentamente, los ojos entrecerrados y fijos, y ella sintió la maldad de ambos. Drake estaba justo a su derecha, apoyado con la cadera en la pared, hablando, pero ella sabía que estaba observando cada uno de sus movimientos. Joshua no estaba en su línea de visión, lo que significaba que estaba en alguna parte a su espalda. Jake estaba al otro lado, a la distancia de un grito, aunque la música y las conversaciones de pronto parecían anormalmente altas. Emma soltó el aliento, obligándose a permanecer tranquila. Estaba a salvo siempre que permaneciese a campo abierto.
– ¿El tío de mi padre? ¿ Usted es tío de mi padre?
Trent envolvió su mano con la suya, dándole palmaditas como para tranquilizarla. Un dedo se deslizó sobre la tela en su muñeca, presionándola más profundamente contra el arañazo de su brazo hasta que ardió y ella alejó el brazo.
– No sabes cuánto tiempo llevamos buscándote. Después de la muerte de mi sobrino, te perdimos la pista. Parece que Jake consiguió encontrarte y… -dudó, eligiendo las palabras cuidadosamente-. Ganarte para él.
Emma sacó su mano y tomó otro sorbo de vino. Su mirada se encontró con la de Sean. Él inmediatamente se alejó de la pared y se apresuró a acercarse, inclinándose con la bandeja. Eso le dio a Emma algunos momentos para pensar mientras elegía una pequeña quiche envuelta en bacon.
– Gracias. Deliciosa. -Sabía que sonaba agradecida, lo que sólo le daría a Cathy y a Trent ventaja. Sabrían que estaban llegando hasta ella.
– Se supone que tienes que circular por la habitación -siseó Cathy al camarero. Hizo sonar un raro y profundo sonido en el fondo de su garganta, algo entre un gruñido y un retumbo amenazadoramente suave. Sus ojos brillaron rojos a la débil luz.
– Sí, señora -dijo y se marchó.
Emma se sintió como si hubiese perdido un aliado pero estaba decidida a no hacerle ninguna señal a Jake. Tenía que confiar en Drake y en su equipo. Jake estaba de pie, alto y recto, inconfundible, incluso en una habitación llena de hombres poderosos. Cualquiera que fuesen las revelaciones que Cathy le iba a decir no serían dichas si Jake estaba cerca. Tomó una inspiración y se obligó a sonreír insulsamente a las dos personas que se cernían sobre ella. Sus ojos eran duros, calculadores, y sabían que eran igual de depredadores que Jake.
El aire se le atascó en los pulmones. Tuvo la urgencia de correr mientras pudiese. Aquella era una sociedad que no quería entender ni de la que quería formar parte.
– ¿Me estaban buscando? -murmuró suavemente, un estímulo para que le contasen más.
Trent cambió de posición lo justo para bloquearle la visión de Jake, o para bloquearle a él la visión de ella. El movimiento fue sutil, pero con la aumentada percepción de Emma, lo reconoció.
– Bastante antes de que nacieras, Bradley, tu padre, era un donjuán. Era guapísimo y encantador, y pocas mujeres se le resistían. Nosotros queríamos una mujer especial en nuestra familia. Una… -él sonrió, enseñando los dientes y haciendo que un escalofrío la recorriese-. Una de educación y línea de sangre acorde a nuestra familia. Le pagué a Bradley una buena suma de dinero para que encontrase y me trajese a esta mujer.
Emma se sintió atrapada, cautivada, y algo en su interior cambió, pasando del miedo al modo supervivencia. Con mucho cuidado, colocó el vaso de vino en la mesa junto a ella y alzó la vista a Cathy.
– ¿Por qué tendría alguna importancia para mí un contracto que mi padre firmó antes de que yo naciese?
El cuerpo de Trent osciló ligeramente, su cabeza se movió pero sus ojos permanecieron quietos.
– Él aún me lo debe.
Las cejas de Emma se alzaron con rapidez.
– ¿Qué te debe? Y puesto que está muerto, ¿cómo puede eso incumbirme a mí?
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