– Gracias, Drake -su voz sonaba áspera por la emoción, y se giró alejándose de ellos, enterrando el rostro en la sedosidad del cabello de ella, cargándola hasta dentro de la casa-. Lo siento Emma. No debí haber puesto el anuncio en el periódico.
– No habría hecho alguna diferencia, Jake -dijo Drake-. Al menos sabemos que alguien está vigilando el rancho. ¿De qué otra forma sabrían que estábamos en movimiento con ella? Y no mandaron un equipo profesional por nosotros. Fue la hora amateur.
– La policía está de camino -dijo Jake lacónicamente-. Tengo a los abogados esperando. Quiero tu informe. Diles todo y haz todo lo que ellos digan cuando la policía llegue -besó la cima de la cabeza de Emma otra vez-. Van a querer hablar contigo, Emma. Necesitas hablar con los abogados también, y no contestes nada de lo que los policías pregunten hasta que los abogados lo aprueben.
Ella asintió, luciendo un poco asustada.
El proceso con los abogados y la policía llevó largas y agotadoras horas. Emma finalmente cayó dormida, acurrucada en una silla. Las preguntas habían sido interminables, pero sinceramente, todo había pasado tan rápido que ella no les podía decir mucho, sólo cuán asustada había estado. Jake la cubrió con una manta mientras Drake, el abogado y él hablaban con la policía y ella finalmente se quedaba dormida lentamente.
Después de que todos se hubieran ido y la casa estuviera silenciosa y oscura, Jake se paró cerca de Emma por un largo tiempo, sólo viéndola dormir. Los pulmones le quemaban con el solo esfuerzo de respirar. Su visión se emborronó mientras la levantaba, acunándola cerca de él, cobijándola contra su corazón. Ella murmuró suavemente, frunciendo el ceño y enterrándose contra él.
– Sólo te estoy llevando arriba -dijo con el corazón doliéndole. Si esto era amor, dolía como el infierno.
– ESTÁS preciosa, Emma -dijo Jake-, absolutamente espléndida.
Ella agradeció que no dijese nada sobre su recogido. Jake lo prefería suelto, pero no pegaba con el look sofisticado que había intentado conseguir. En realidad, estaba mucho más nerviosa de lo que creía. Aquella gente no le importaba nada, pero quería ser de gran valía para Jake.
Llevaba unos zarcillos de oro en forma de nudos en las orejas y un brillante collar alrededor del cuello. Llevaba más nudos de oro en la muñeca, formando una pulsera. Las piezas eran espectaculares, únicas, y a la vez simples en diseño.
Puso la mano en la de él para que la ayudase a salir del coche. Intentó no temblar, no permitirle ver sus inesperados nervios. Después de todo, ella estaba allí para servirle de apoyo a él. Pero Jake podía leerla fácilmente, y ella no se sorprendió cuando le puso los dedos bajo la barbilla para alzar su rostro hacia él. Sus ojos eran penetrantes, centrados, resueltos.
– Estaremos bien, cariño. Recuerda las reglas y quédate cerca de mí. No confíes en nadie de aquí. Nadie en absoluto. Drake y Joshua estarán dentro; han venido como nuestros invitados y se quedarán cerca.
Emma presionó una mano contra su revuelto estómago.
– Estoy algo nerviosa, Jake. Puedo imaginar que no haré demasiados amigos esta noche.
– Me dijiste que podías oler las mentiras. Ten confianza en eso hoy. Usa tus sentidos.
Ella deslizó la mano en la de él.
– Estaré bien. Acabemos con esto.
Él se llevó la mano a los labios.
– Ellos estarán aquí.
– Lo importante es lo que tú necesites esta noche -dijo Emma.
– Tengo que descubrir qué buscan. Sé que creen que les daré uno de los niños. Tienen que tener algo gordo para creer que renunciaré a un niño por ellos.
Emma se puso rígida.
– No entiendo qué quiere decir eso. ¿Te han amenazado? ¿A nosotros? ¿Te están chantajeando? ¿Crees que estuvieron detrás de mi intento de secuestro?
Jake asintió con la cabeza.
– Sí, pero no sé por qué. Han trabajado duro, creyendo que estaban bajo el radar, y no tengo ni una sola pista de lo que están tramando, por qué intentan hacerse con el control de mi compañía, la que es dueña de varios trozos de tierra con la fuente de gas natural o petróleo. Ellos no tienen ni la menor posibilidad. Incluso habiendo sobornado a mi hombre, no han conseguido nada. Yo no soy tan estúpido como ese hombre. Ellos saben algo que yo no sé, y tengo que averiguar qué es. El conocimiento puede ser el arma más mortífera de todas.
– ¿Creen que renunciarás a un niño por dinero? ¿O que les darás dinero por mí?
Él habría renunciado a su vida por ella, o por los niños. Y quizás eso era lo que ellos buscaban. Jake no era capaz de comprender qué buscaban sus enemigos, y aquello le preocupaba más que cualquier otra cosa.
– Ellos entregarían a un niño en un instante, así que deben juzgar que yo soy igual. Es posible que tú descubras más de lo que yo descubriría. Se sentirán más inclinados a hablar delante de ti. Les gustan las insinuaciones y se consideran muy listos con sus comentarios mordaces. -Su mano se deslizó por su brazo hasta llegar al hombro y empujarla hacia él-. Ten cuidado, Emma, si resulta ser demasiado, hazme una señal y nos iremos.
Él estaba preocupado. De verdad. Y aquello no era propio de Jake. Había algo cociéndose detrás de todo que ella no lograba entender, para que él estuviese tan preocupado por una fiesta, sus nervios se convirtieron en mariposas adultas en su estómago mientras caminaban hacia la entrada, cogidos de la mano.
– Si nos separamos -y lo haremos, ellos se encargarán de eso-, aprovecha la oportunidad para sentarte en cualquier silla en el centro de la habitación. Te vigilaré. No aceptes bebidas de nadie, y cuando vayas a buscar una en el bar, no la sueltes y la vuelvas a coger.
Emma asintió, insegura de si sólo estaba siendo paranoico o si tenía información que no compartía con ella. Fuese como fuese, estaba realmente nerviosa mientras se acercaban a la elaborada mansión. Lo primero que llegó hasta ella fue el ruido, hiriendo sus sensibles oídos. Sintió calor, como si tuviese fiebre, la temperatura de su cuerpo se alzó hasta que sintió gotas de transpiración entre los pechos. Su cuerpo ardía en una creciente excitación. Ella sólo pudo achacarlo a la proximidad de Jake. Se estaba volviendo tan mala como él, necesitando alivio sexual a menudo o su cuerpo parecía arder todo continuamente.
Jake le echó un vistazo. El olor de Emma era atrayente, su cuerpo casi resplandecía. Pudo sentir el calor irradiando de ella, despertando su miembro hasta que estuvo duro y dilatado, doliendo por la necesidad de alivio. Ella podía provocarle aquello con facilidad, y se dio cuenta de que ninguna otra mujer le saciaría. Él tenía ganas de su cuerpo, y ella lo estaba llevando hasta el límite de su control sin otra cosa que vestirse para un evento al que él le había pedido que le acompañase.
Mientras se dirigían a la entrada, dejó que su mano se deslizara por su espalda y su redondo y firme trasero, buscando la línea de su ropa interior. Se había puesto un liguero y tacones altos, justo como él le había pedido, pero él sólo podía distinguir el perfil de unas bragas muy finas que se ajustaban a su forma. Aquello le asombró, con tanto en juego, el felino en él aún necesitaba el consuelo de su entrega a él, de su absoluta lealtad. Tenía que saber en todo momento que él era su elección, que ella le pertenecía.
¿Qué demonios le pasaba? ¿Dónde estaban su control y su disciplina? Se estaba debilitando, lo había estado durante las últimas dos horas, y cada vez se volvía peor, lentamente. Si aquella fiesta no hubiese sido tan importante se habría girado en redondo y los habría llevado a casa y lejos del peligro, pero sus negocios estaban siendo atacados. Sus empleados sobornados. Incluso una de sus secretarias, que había estado con él durante años, había informado de que había sido abordada por el abogado de Trent para que les proporcionara información. Y ahora amenazaban a su familia. ¿Por qué?
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