Ladeó la cabeza a un lado, estudiando el rostro de él.
– ¿Confías tú en mí ? Creo que esa es la pregunta real aquí. ¿Confías en mí lo suficiente para poner tu vida en mis manos y seguirme a donde yo vaya? ¿Tienes el suficiente coraje para dejarte a ti mismo amar? Esa es la clase de hombre que yo necesito, Jake; un hombre con el valor para dejarse a sí mismo aprender de mí. Porque si hay alguna cosa que yo hago bien, es amar -se paró en sus pies y besó la esquina de la boca de él-. Tienes que decidir. Ahora mismo voy a subir y prepararme para que el doctor pueda asegurarte que estoy lo suficientemente bien para tener mi casa de vuelta. Y compraré el más hermoso vestido de cóctel que alguna vez hayas visto para que puedas tener toda clase de ideas interesantes más tarde. En caso de que no lo entiendas, estoy muy orgullosa del hombre en que te has convertido -se giró para alejarse y él atrapó su muñeca.
– Emma, espera. Ya veremos sobre ti yendo a cualquier parte. No pongas tu corazón en ello.
Ella le hizo una mueca.
– No veremos. La Enfermera Dime-Qué-Hacer puede irse y yo puedo tener mi casa de vuelta.
– Veremos -repitió él.
– Si el doctor dice que estoy bien, entonces quiero ir a la ciudad y escoger un vestido para la fiesta -cuando él frunció el ceño, ella lo fulminó con la mirada-. A menos que hayas cambiado de opinión -dijo ella con esperanza-, y hayas decidido que no tengo que ir contigo -aunque aún así iba a salir de la casa, del rancho y sólo respirar un rato.
Él le masajeó la nuca.
– No te estás zafando de ello. Si yo tengo que ir, tú tienes que ir. No voy a sufrir solo.
– Bien, entonces creo que iremos. Así que necesito un vestido. Nunca he tenido algo como lo que quiero para este evento.
Él tamborileó una pluma en una mesita auxiliar, las líneas de su entrecejo no sólo alrededor de su rostro sino también arrugando su frente, le daban a ella una advertencia de lo que estaba por venir.
– No tienes que salir. Algunas tiendas han enviado vestidos y puedes escoger.
Ella casi rechinó los dientes.
– Quiero salir. Susan y yo hemos estado deseando salir de compras. Estoy harta de estar encerrada.
– Nunca te has sentido encerrada antes.
– Bueno, me siento ahora. Quiero ir a la ciudad e ir de compras y alejarme de toda esta… - Testosterona. Se sentía abrumada por él en algunas ocasiones, especialmente cuando se cernía muy cerca cuando estaba herida. Se sentía como uno de los niños. Muy bien ella podría ser uno de ellos, recostada junto a él sin que la tocara. No, eso estaba equivocado, tocándola sin hacer nada acerca de ello. Hizo un mohín rebelde con la boca-. Voy a ir de compras.
Las cejas de él se alzaron rápidamente.
– En verdad. Dudo que vayas después de que Drake hable contigo -hizo una pausa y llamó a Drake por intercomunicador-. A Emma le gustaría ir a la ciudad… de compras.
Jake escuchó a Drake sisear y dobló los brazos sobre su pecho e inclinó su cadera contra la pared, esperando. Había plena satisfacción en saber que Drake se iba a llevar lo peor de la ira de ella, no él. Lo cual era una cosa buena; se estaba poniendo tensa otra vez y su experiencia con Emma era que si se sentía presionada hasta cierto punto, sus pequeñas y puntiagudas garras salían.
El equipo de seguridad estaba en su lugar, el equipo de seguridad de ella, y si Emma quería salir a comprar su vestido en lugar de que se los mandaran al rancho para que se los probara, iba a tener que aceptar lo que Drake le estaba diciendo. Las cosas habían cambiado significativamente desde que él había puesto ese anillo en su dedo, aunque a ella no le iba a gustar cómo. Suspiró, deseando que su vida no fuera tan complicada. Esto iba añadir más presión, una cosa más y Emma se echaría para atrás.
Emma no dijo nada, se dejó caer de vuelta en la silla, alargando el silencio hasta que Drake llegó junto con Joshua. Entró y tomó la silla opuesta a Emma. Joshua cerró la puerta y se quedó parado cerca de ella.
Emma levantó la barbilla y cambio su mirada del rostro severo de Drake de regreso a Jake. No parecía como si fuera a culpar de algo a Drake.
– ¿Quieres ir de compras hoy? -preguntó Drake.
– Sí -su voz más firme que nunca-. Si no salgo de aquí juro que me voy a volver loca y va haber sangre derramada, preferiblemente la de Jake -por su piel andaban miles de pequeñas hormigas, y le tomó cada onza de control que tenía permanecer sentada y no lanzarse sobre alguien y desgarrarlos hasta que estuvieran fuera de su rostro. Tenía unas oleadas de calor que parecían traspasarla, hasta que estaba tan caliente que necesitaba quitarse la ropa de encima y pararse afuera en el aire frío-. Me estoy poniendo irascible con los niños y más de una vez he pensado en sacarle los ojos a alguien con mis garras -una vez más miró a Jake.
Las cejas de Drake se alzaron rápidamente y le echó un vistazo rápido a Joshua y luego a Jake.
Jake se encogió de hombros.
– Hace un minuto estaba siendo muy dulce, Drake. Yo no hice nada.
– Si el doctor dice que está bien que vayas…
– Lo juro, Drake, si una persona más me dice eso -contestó bruscamente-, le voy a pegar en la cabeza. No me importa lo que el estúpido doctor diga. No me voy a quedar en este cuarto otro minuto. Nadie más va a cuidar de mis niños. Y todos van a parar de decirme qué hacer. -Ella misma se estaba comenzando a sentir como una niña, con sus padres vigilándola y diciéndole qué podía hacer o no-. Y Joshua, te puedes ir alejando de la maldita puerta antes de que te lance algo.
Podía escuchar su voz oscilando fuera de control, pero se sentía enjaulada, los tres hombres amenazantes sobre ella, intimidándola.
– Cariño -Jake habló suavemente-. Yo soy tu blanco, no él.
Eso la hizo sentirse avergonzada. Una niña regañada haciendo una rabieta. Sólo quería… salir. Lejos. Irse.
– Emma -la voz de Drake era totalmente baja, pero tenía la misma nota de mando que a menudo Jake usaba cuando hablaba muy en serio-, Emma estás comprometida con Jake. Eso te convierte en blanco. No te tiene que gustar, a nadie le gusta, pero es la realidad. Jake no deja la casa sin un guardaespaldas, y tú tampoco puedes. Si quieres ir de compras, bueno, ve, pero nosotros nos tenemos que cerciorar de que sea seguro. Nunca he querido que te sientas como una prisionera aquí.
– Estoy acostumbrada a que vayas conmigo Drake, y nunca me he opuesto. Sé que tú tienes que estar ahí si llevamos a los niños, pero pensé que Susan y yo saldríamos juntas. Si tú quieres venir, ciertamente no me opondré.
Él negó con la cabeza.
– Susan no. Es demasiado arriesgado Es una niña impredecible y la hija de un senador. Si los enemigos de Jake intentan algo hacia ti, ella estará en la línea de fuego y tú no quieres eso.
– Esto es tonto -empujó ambas manos a través de su cabello-. Nadie sabe. Nada ha cambiado. Sólo quiero salir de aquí -quería llorar. Se sentía como si apenas pudiera respirar y ahora, si insistía, se sentiría infantil por molestar a todo el mundo por protegerla. Todo el asunto era ridículo-. Me quitaré el anillo.
– Mantendrás el maldito anillo en tu dedo, Emma -Jake dijo bruscamente, sus ojos brillando hacia ella. Él se enderezó, la fachada perezosa se había ido-. Puedes mantener tu trasero en casa.
– Entonces no voy a ir a la fiesta -dijo Emma, empujándose fuera de la silla.
Antes de que Jake pudiera decir algo, Drake intervino, mandando una mirada de advertencia a su amigo.
– Emma, no tengo problemas sacándote de compras. Jake, yo puedo manejarlo desde aquí.
Era una despedida, y una que Jake no hubiera tomado de nadie excepto de Drake. Sabía que el hombre estaba tratando de ayudarlo, para salvarlo a él de sí mismo. Trató de no reaccionar al pensar en dejar a Emma sola en la habitación con dos hombres leopardo en la flor de la vida.
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