– Gitche Manitú -cantó Singing Rock -, envía tus mensajeros con cerraduras y llaves. Envía a tus carceleros y guardianes. Sostén su espíritu, apresa a Misquamacus. Encierralo con barrotes y cadenas. Congela su mente y paraliza su brujería.
Luego siguió con una larga invocación india que yo apenas podía seguir, pero me quedé tieso y rogué y rogué que su magia funcionara y que el hechicero de la cama pudiese ser atrapado por las fuerzas espirituales.
Pero una sensación extraña comenzó a penetrar mi mente; una sensación de que lo que estábamos haciendo era mezquino e inútil y que lo mejor que podíamos hacer era dejar tranquilo a Misquamacus, dejarlo hacer lo que quisiera. Era mucho más fuerte que nosotros, era mucho más sabio. Me pareció tonto continuar luchando contra él, porque él sólo tendría que llamar a uno de sus demonios indios y nosotros tendríamos una muerte horrible.
– Harry -dijo Singing Rock -. ¡No deje que entre en su mente! ¡Ayúdeme! ¡Necesito su ayuda!
Yo hice un esfuerzo para ahuyentar el sentido de desesperación que se metía en mi mente. Me volví hacia Singing Rock y vi que el sudor le corría por la cara y que profundas líneas de tensión y ansiedad surcaban sus mejillas.
– ¡Ayúdeme, Harry, ayúdeme!
Miré a la oscura y horrible criatura de la cama y concentré cada gramo de mi voluntad en paralizarlo. Me devolvió la mirada con esos vidriosos ojos amarillos, como pidiéndome que me atreviera a desafiarlo, pero traté de ignorar mi terror y de destruirlo con sólo mi esfuerzo mental. «Eres inútil -pensé -, no te puedes mover, no puedes practicar tu magia.»
Pero milímetro a milímetro Misquamacus comenzó a salir de la cama. Mantenía sus ojos todo el tiempo en nosotros. Singing Rock arrojaba polvos y movía sus huesos, pero Misquamacus no parecía afectado por todo lo que él hacía. El hechicero se dejó caer pesadamente al piso, y se agachó en sus horribles piernecillas dentro del círculo mágico, su rostro era una máscara de odio impasivo.
Penosamente, utilizando sus manos para moverse, como un mono, Misquamacus se acercó al círculo. Yo pensé que si eso no lo detenía yo iba a alcanzar la puerta y estar a mitad de camino hacia Canadá antes de que nadie me pudiese gritar cobarde.
La voz de Singing Rock se hizo cada vez más excitada.
– Gaché Manitú, ¡mantén a Misquamacus alejado de mí! – invocó -. ¡Manténlo dentro del círculo de encanto! ¡Encierralo y encadénalo!
Misquamacus hizo una pausa, y miró con tristeza el círculo del hechizo. Durante un momento pensé que se iba a arrojar a través de él y hacia nosotros. Pero se detuvo, se recostó en las caderas y cerró sus ojos de nuevo. Singing Rock y yo nos volvimos a quedar en silencio por otro momento, sin respiración, y luego Singing Rock dijo:
– ¡Le hemos detenido!
– ¿Quiere decir que no puede salir?
– No, él puede atravesarlo bien. Pero aún no. No tiene la fuerza. Está descansando para recuperarla.
– ¿Pero cuánto tiempo necesitará? ¿Cuánto tiempo tenemos?
Singing Rock miró preocupadamente a la jorobada y desnuda forma de Misquamacus.
– Es imposible decirlo. Pueden ser unos pocos minutos, pueden ser unas pocas horas. Creo que he convocado la suficiente interferencia espiritual como para que nos dé treinta o cuarenta minutos.
– ¿Y ahora qué?
– Tendremos que esperar. Tan pronto como llegue el doctor Hughes creo que deberemos hacer evacuar este piso del hospital. No tardará en despertarse y estará furioso y vengativo y será casi imposible manejarlo, y no quiero que se lastime gente inocente.
Me fijé en la hora.
– Jack debe llegar en cualquier momento. ¿En serio piensa que no deberíamos tener algunos revólveres?
Singing Rock se secó la cara.
– Usted es un típico norteamericano blanco. Ha sido criado con una dieta de «westerns» de televisión y «Patrulla del Camino» y cree que un revólver es la respuesta para todo. ¿Quiere salvar a Karen Tandy o no?
– ¿En serio cree que se la puede salvar? Quiero decir…, mírela.
La flácida y marchita forma del cuerpo de Karen Tandy yacía torpe y vacíamente en la cama. Apenas podía reconocer a la misma muchacha que había ido a mi apartamento sólo cuatro noches antes, contándome sus sueños de barcos y costas a la luz de la luna.
Singing Rock dijo suavemente:
– De acuerdo a la tradición de la magia india, ella aún puede ser salvada. Si hay una oportunidad, creo que debemos intentarlo.
– Usted es el hechicero.
En ese momento el doctor Hughes y Wolf, el otro enfermero, vinieron corriendo por el pasillo. Miraron la sangre y la silenciosa forma de Misquamacus y retrocedieron aterrorizados.
– Dios -dijo Jack Hughes temblorosamente -. ¿Qué sucedió?
Salimos al pasillo con él.
– Mató a Michael -dije-. Yo estaba sentado aquí cuando sucedió. Fue demasiado rápido como para poder hacer algo. Luego forzó su salida de Karen. Singing Rock cree que le hemos detenido durante un rato con el círculo hechizado, pero no tenemos mucho tiempo.
El doctor Hughes se mordió los labios.
– Pienso que deberíamos llamar a la Policía. No me importa de qué siglo venga esa cosa; ya ha matado a demasiada gente.
Singing Rock protestó firmemente.
– Si llamamos a la Policía, también les matará. Las balas no pueden resolver este problema, doctor Hughes. Hemos decidido jugar este juego en una forma especial y ahora debemos seguir. Sólo la magia puede ayudarnos.
– Magia -dijo el doctor Hughes con amargura-. Pensar que terminé usando magia.
– Singing Rock piensa que debemos evacuar este piso del hospital -dije-. Una vez que Misquamacus se despierte va a usar todo lo posible para vengarse de nosotros.
– No es necesario -dijo el doctor Hughes -. Este es sólo un piso para cirugía. Teníamos aquí a Karen para que estuviera más cerca del quirófano. En el décimo no hay otros pacientes. Todo lo que debo hacer es decirle al resto del personal que se aleje.
Llevó más sillas al pasillo y se sentó, manteniendo una mirada atenta en el bulto inmóvil de Misquamacus. Wolf fue a la oficina del doctor Hughes y retornó con un par de botellas de bourbon y eso nos revivió. Eran las cuatro menos cuarto y aún teníamos por delante una larga noche.
– Ahora que ha emergido -dijo el doctor Hughes -, ¿cómo nos las vamos a ver con él? ¿Cómo vamos a hacer que abandone el manitú de Karen Tandy?
Podía darme cuenta que se sentía incómodo por ten que usar la palabra india para espíritu.
Desde mi punto de vista -dijo Singing Rock -, tenemos que convencer a Misquamacus de alguna manera de que está en una situación desesperada, lo cual es verdad. Aunque es muy poderoso, es un anacronismo. La magia y la brujería pueden ser peligrosos, pero en un mundo en que la gente no cree en ellas tienen usos muy limitados, incluso si Misquamacus nos mata a todos, incluso si mata a toda la gente de este hospital, ¿qué va a hacer en el mundo exterior? Físicamente es un lisiado, es totalmente ignorante de la cultura y la ciencia contemporáneas, y de una u otra forma será superado. Incluso si eso no sucede aquí mismo, alguien le pondrá una bala en el cuerpo tarde o temprano.
– ¿Pero cómo va a convencerle? -le pregunté a Singing Rock.
– Creo que la única forma es decírselo -dijo Singing Rock-. Uno de nosotros tendrá que abrir su mente a Misquamacus y darle un paseo mental por lo que es en realidad nuestro mundo moderno.
– ¿No pensará que es sólo una trampa mágica? ¿Un engaño? -preguntó el doctor Hughes.
– Posiblemente. Pero no veo qué otra cosa podemos hacer.
– Espera un minuto -dijo el doctor Hughes, volviéndose hacia mí -. Se me ocurre algo. ¿Recuerdas cuando me contaste sobre el sueño de Karen Tandy, Harry, ése sobre el barco, la costa y lo demás?
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