Sin embargo, durante la siguiente edición, que tuvo lugar en Seúl, varios periodistas procedentes de Taiwán y de Tokio formularon preguntas malintencionadas.
– Byeong Jae Lee, el jefe del departamento de biología molecular de la Universidad Nacional de Seúl, me advirtió que debía ocuparme del asunto de inmediato. Él tiene bastante experiencia con la rumorología.
Entre el público se oyeron risas. Resultaba obvio que Shen se refería al escándalo que había dado la vuelta al mundo en torno a la figura del eminente genetista coreano Hwang WooSuk.
– Por eso he decidido abordar el asunto de inmediato -explicó-. Hace muchos años que corren rumores acerca de que unos científicos chinos trataron de crear un híbrido de chimpancé y humano. Según la historia, que data de 1967, un cirujano llamado Ji Yongxiang fecundó a un chimpancé hembra con esperma humano. La hembra de chimpancé estaba embarazada de tres meses cuando algunos ciudadanos escandalizados irrumpieron en el laboratorio y pusieron fin al experimento. El chimpancé acabó por morir, pero, al parecer, unos investigadores de la Academia China de Ciencias decidieron proseguir con el trabajo. -Shen hizo una pausa-. Esa es la primera versión. Todo mentira. Ningún chimpancé ha sido nunca fecundado por el doctor Yongxiang ni por ninguna otra persona de China, ni tampoco de ningún otro lugar del mundo. Si hubiera ocurrido tal cosa, lo sabrían.
«Luego, en 1980, circuló otra historia acerca de unos investigadores italianos que habían descubierto embriones de híbrido de chimpancé y humano en un laboratorio de Pekín. El rumor llegó hasta mí cuando ejercía de profesor en el MIT. Quise solicitar una entrevista con los científicos en cuestión, pero no los encontré por ninguna parte. Siempre resultaban ser amigos de un amigo.
Shen aguardó mientras los flashes destellaban de nuevo. Los cámaras que se apiñaban a sus pies estaban empezando a molestarle. Tras una breve pausa, el hombre prosiguió.
– Por último, hace unos cuantos años, se oyó hablar de una prostituta mogola que había dado a luz a una criatura con rasgos de chimpancé. Se decía que el ser era de aspecto humano pero tenía mucho pelo y las manos y los pies muy grandes. El híbrido bebía whisky y era capaz de construir frases. Según cuentan, ahora el hombre chimpancé trabaja en la sede de la Agencia Espacial China, en el distrito de Chao Yang. A veces se le ve junto a la ventana, leyendo el periódico y fumando un cigarrillo. Parece ser que van a enviarlo a la Luna, puesto que la misión es demasiado arriesgada para destinar a un humano.
»Esa historia también es falsa. Todas lo son. Sé que resultan divertidas y atrayentes, pero no son ciertas. Lo que no sé es por qué todo ocurre en China, sobre todo si tenemos en cuenta que el país donde los experimentos genéticos apenas están regulados es Estados Unidos. Allí es posible hacer casi de todo. Una vez llegaron incluso a cruzar a un gibón con un siamang… Esas especies de primates distan más entre sí que los chimpancés y los humanos. El hecho, que tuvo lugar en la Universidad Estatal de Georgia hace casi treinta años, dio como resultado varios alumbramientos.
El profesor dio paso al turno de preguntas, cuya transcripción es la siguiente:
PREGUNTA: Doctor Shen, ¿están trabajando en Estados Unidos para producir un híbrido de chimpancé y humano?
DOCTOR SHEN: NO existen motivos para creer tal cosa. Yo me limito a hacer la observación de que Estados Unidos tiene la normativa más laxa.
PREGUNTA: ¿ES posible fecundar un chimpancé con esperma humano?
DOCTOR SHEN: Yo diría que no. Hace casi un siglo que se viene intentando. La cuestión se remonta a los años veinte, cuando Stalin ordenó al criador de animales más famoso de toda Rusia que lo hiciera, que creara una nueva raza de soldados para él. El hombre, que se llamaba Ivanov, fracasó y fue encarcelado. Unos cuantos años más tarde, los científicos de Hitler también lo intentaron. Hoy se sabe que el genoma humano y el de los chimpancés son muy parecidos; sin embargo, a pesar de ello, las condiciones intrauterinas difieren considerablemente. Así que yo diría que no es posible.
PREGUNTA: ¿NO podría conseguirse mediante ingeniería genética?
DOCTOR SHEN: Es difícil de decir. Desde el punto de vista técnico, resultaría bastante complicado. Desde el punto de vista ético, yo diría que es imposible.
PREGUNTA: Sin embargo, un científico estadounidense ba solicitado la patente de un híbrido humano.
DOCTOR SHEN: Al profesor Stuart Newman, de Nueva York, le negaron la patente de un híbrido en parte humano, pero en realidad tal ejemplar no existía. El doctor Newman afirma que solo solicitó la patente para poner sobre la mesa los problemas éticos que se derivarían de una cosa así. Y la cuestión ética sigue sin estar resuelta.
PREGUNTA: Doctor Shen, ¿usted cree que alguna vez llegará a crearse un híbrido?
DOCTOR SHEN: He convocado esta rueda de prensa para acabar con los rumores, no para alimentarlos. Si lo que quiere es conocer mi opinión personal, le diré que sí. Es más que posible que con el tiempo llegue a crearse.
Mark Sanger vivía obsesionado por el recuerdo. En su mente bullía la imagen de aquel pobre animal varado en plena noche en una playa de Costa Rica, indefenso mientras el jaguar se abalanzaba sobre él, le arrancaba la cabeza de un bocado y empezaba a comerse la carne mientras el otro, casi sin fuerzas, aún pataleaba. Entretanto, se oía el crujir de los huesos. Los huesos de la cabeza.
Mark Sanger no esperaba presenciar semejante horror. Había acudido a la playa de Tortuguero para ver las gigantescas tortugas laúd emerger de las aguas oceánicas y poner los huevos en la arena. Como biólogo que era, sabía que se trataba de un importante movimiento migratorio que había maravillado a la humanidad durante millones de años. Las tortugas hembra ponían en práctica una de las mayores demostraciones de cariño maternal: se arrastraban por la arena hasta alejarse lo bastante del agua, depositaban los huevos en un profundo hoyo y los cubrían de arena con sus extenuadas aletas. Luego alisaban la superficie, eliminando cualquier rastro de los huevos subyacentes. La lenta y delicada ceremonia estaba dirigida por genes cuyo origen se remontaba a un pasado milenario.
Entonces llegó el jaguar, un rayo negro en plena noche. Y, de repente, el último verano, todo cambió para Mark Sanger. La brutalidad del ataque, rápido y sanguinario, le afecto muchísimo y confirmó sus sospechas acerca de que el mundo natural había tomado un camino totalmente erróneo. Lo que el género humano le estaba haciendo al planeta había roto el delicado equilibrio de la naturaleza. La contaminación, el crecimiento desenfrenado de la industria, el deterioro del habitat… Cuando los animales se sentían asfixiados y acorralados, exhibían un comportamiento brutal en su esfuerzo desesperado por sobrevivir.
Esa era la única explicación posible al espantoso ataque que acababa de presenciar. El mundo natural estaba en crisis. Así se lo explicó a Ramón Valdez, el atractivo naturalista que lo acompañaba, pero el hombre negó con la cabeza.
– No, señor Sanger.* Las cosas han sido siempre así, ya eran así en tiempos de mi padre, de mi abuelo y del padre de mi abuelo. Ellos ya hablaban de los ataques nocturnos del jaguar, forman parte del ciclo de la vida.
– Pero ahora se dan más ataques que antes -repuso Sanger-, debido a la contaminación…
– No, señor. No ha cambiado nada. Los jaguares dan cuenta de dos a cuatro tortugas al mes. Hace muchos años que llevamos la cuenta.
– La violencia con que lo hace este no es normal.
A poca distancia, el jaguar seguía comiéndose a la madre. Aún se oían crujir los huesos.
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