– La verdad es que tiene la piel muy pálida.
– Ya lo sé.
– Y la cara casi tan estilizada como la de un humano. ¿Qué aspecto tendría si le cortaran el pelo?
Así nació el síndrome de GandlerKreukheím, una extraña mutación genética que causaba estatura baja, excesivo crecimiento del vello y una deformación de las facciones que conferían a quien la sufría aspecto de simio. El síndrome era muy raro, solo se habían hecho cuatro referencias a él durante el último siglo. La primera vez se había dado en una familia de aristócratas húngaros de Budapest, en 1923. Dos de los hijos nacieron con el síndrome, que el doctor austríaco Emil Kreukheim describió en publicaciones médicas. El segundo en sufrirlo fue un niño esquimal nacido en Alaska en 1944. El tercer caso fue el de una niña nacida en Sao Paulo en 1957 y que murió debido a una infección a las pocas semanas de nacer. El cuarto caso tuvo lugar en Brujas, Bélgica, en 1988; al principio los medios lo difundieron, pero pronto cayó en el olvido. El paradero del chico era a la sazón desconocido.
– Me gusta -dijo Lynn. Estaba tecleando en su ordenador portátil-. ¿Cómo dices que se llama ese síndrome? El de la excesiva vellosidad congénita.
– Hipertricosis -respondió Henry.
– Hiper… -siguió tecleando-. Así que el síndrome de GandlerKreukheim y la hipertricosis están relacionados. De hecho, es una hipertricosis lanuginosa congénita. Solo se han recogido cincuenta casos en los últimos cuatrocientos años.
– ¿Lo estás escribiendo o leyendo?
– Las dos cosas. -Lynn se recostó en el asiento-. Vale, de momento ya tengo bastante. Ve a decírselo a Dave.
– ¿El qué?
– Que es humano. De todas formas, seguro que es lo que él cree.
– Muy bien. -De camino a la puerta, Henry le preguntó a Lynn-: ¿De verdad crees que va a funcionar?
– Estoy segura -contestó Lynn-. En California existen leyes que impiden invadir la intimidad de los niños con problemas. La mayoría sufren deformidades importantes y ya tienen bastante con aprender a crecer con ello y asistir a la escuela como para encima tener que soportar la presión de los medios de comunicación. Las multas son de ordago. No se arriesgarán.
– Puede que tengas razón.
– Es todo cuanto podemos hacer por ahora -dijo Lynn. Volvía a teclear.
Henry se detuvo junto a la puerta.
– Si Dave es humano, no podemos mandarlo a un circo -observó.
– Claro que no -dijo Lynn-. No, no. Dave vivirá con nosotros. Gracias a ti, ahora forma parte de la familia. No nos queda más remedio que aceptarlo.
Henry salió al patio. Tracy y sus amigas se encontraban de pie junto a los árboles y señalaban hacia las ramas.
– ¡Mirad el mono! ¡Miradlo!
– No -las corrigió Henry-. No es un mono. No lo molestéis, por favor. Dave tiene una extraña enfermedad genética… -Y les explicó toda la historia mientras ellas lo escuchaban embelesadas.
Jamie disponía de una cama nido que utilizaba siempre que algún amigo se quedaba a dormir. Lynn extrajo la cama sobrante y la preparó para que Dave pudiera dormir allí, al lado de Jamie.
– Es muy mullida -fueron las últimas palabras que pronunció Dave antes de quedarse dormido casi de inmediato mientras Lynn le acariciaba el pelo.
– Qué guay, mamá. Es como tener un hermanito.
– Sí -reconoció su madre.
La mujer apagó la luz y cerró la puerta. Cuando más tarde volvió para echar un vistazo, descubrió que Dave había retorcido las sábanas y las había situado en medio de la cama formando una especie de nido circular.
– ¡No! No puede quedarse a vivir en casa -exclamó Tracy, plantada en medio de la cocina con los brazos en jarras-. ¿Cómo has podido hacerme una cosa así, papá?
– ¿Qué te he hecho?
– Ya sabes lo que dirán los niños. Es un mono que se parece a una persona, papá. Dirán que es igual que tú pero en chato. -Estaba a punto de echarse a llorar-. Es pariente tuyo, ¿verdad? Tiene tus genes.
– Oye, Tracy…
– Me da mucha vergüenza. -La niña empezó a sollozar-. Justo ahora que tenía la oportunidad de entrar en el equipo de animadoras.
– Tracy, estoy seguro de que…
– Las cosas me estaban yendo muy bien este curso, papá.
– Y seguirán yéndote bien.
– ¡No! ¡Con ese mono en casa, no!
Fue a buscar una CocaCola a la nevera; cuando regresó, todavía se sorbía la nariz. En ese momento entró su madre.
– No es un mono -aseguró Lynn-. Es un niño que tiene la desgracia de padecer una enfermedad horrible.
– Venga, mamá.
– Búscalo tú misma. Míralo en internet.
– Ahora mismo.
Tracy se dirigió al ordenador sin dejar de sorberse la nariz. Henry se quedó mirando a su esposa y luego se acercó a ver qué encontraba su hija.
Variante de la hipertricosis descubierta en 1923.
(Hungría).
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– No tenía ni idea -confesó Tracy, sin dejar de mirar la pantalla-. Solo han existido cuatro o cinco casos en toda la historia. ¡Pobre niño!
– Es una persona muy especial -dijo Henry-. Espero que ahora estés dispuesta a tratarlo mejor. -Apoyó la mano en el hombro de Tracy y se volvió a mirar a su esposa-. Sí que te cunden un par de horas.
– He tenido que correr -confesó.
En la sala de conferencias del hotel Hua Ting de Shangai había cincuenta periodistas. Todos estaban sentados, ocupando hileras enteras de mesas cubiertas de fieltro verde. Las cámaras de televisión se encontraban situadas al fondo de la sala; a los pies de los cámaras, en el suelo, se acomodaban los fotógrafos, provistos de enormes teleobjetivos.
Los flashes destellaban ante el profesor Shen Zhihong, director del Instituto de Bioquímica y Biología Celular de Shangai, cuando se acercó a los micrófonos. Shen vestía un traje negro. Era un hombre de aspecto distinguido y hablaba un inglés excelente. Antes de llegar a ser director del IBBC, había pasado diez años en Cambridge, Massachusetts, ejerciendo de profesor de biología celular en el MIT.
– No sé si lo que traigo son buenas o malas noticias -empezó-. Sospecho que pueden ser causa de decepción, pero por lo menos acabarán con ciertos rumores.
El profesor explicó que, por algún motivo, después del 12.° Simposio de Investigación Biomédica, que había tenido lugar en la ciudad de Shaoxing, en Zhejiang, empezaron a circular rumores de que en China se habían realizado investigaciones poco éticas.
– No sé por qué motivo -aseguró Shen-. El congreso fue de carácter técnico y transcurrió como de costumbre.
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